Quique Culebras sobre LO INDESTRUCTIBLE, de Pau de Nut

10-13 Marzo 2016 Podemos ver «Lo Indestructible» de PAU DE NUT
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12 euros TAQUILLA

Gracias a Quique Culebras por el texto:

EL AMOR NOS VOLVERÁ A DESTROZAR

ver la web de Quique Culebras y texto on line, fotos, aquí:

Quienes no conozcan a Pau de Nut, o sólo lo hayan visto en escena gracias a aquel inconmensurable trabajo que fue La casa de la fuerza —el espectáculo de cinco horas de duración que Angélica Liddell paseó por media europa hace unos pocos años—, no sólo van a hacer un descubrimiento personal de esos que le transforman a uno, sino que además va a tener acceso a uno de los artistas contemporáneos que mejor y más sabiamente desgranan un discurso poliédrico, fascinante y hondo.

Es poliédrico por partida doble. Primero porque Pau se expresa con la acción, la imagen construida poéticamente en escena, la palabra, y sobre todo, la música, las canciones interpretadas en vivo y a flor de piel. Y en segundo lugar, poliédrico porque Pau de Nut se sirve de un abanico heterogéneo de canciones que solo él puede poner en relación. Así, Lo Indestructible pone unas al lado de otras, canciones de John Dowland, Antonio Vega, Micah P. Hinson, Lou Reed…

Es fascinante porque tanto la temática como su tratamiento implican un viaje plástico y narrativo fragmentario, pero estimulante, lleno de intensidad y complicidad sin mentiras ni trucos dramáticos. Y cada espectador recompone con su propia caja de herramientas emocional un mensaje analítico y visceral. Y allá cada cual con lo que hace con eso…

Y es hondo porque Lo Indestructible, como los anteriores trabajos del polifacético de Nut, no se contenta con un repaso conceptual del tema que aborda —el amor y sus efectos, en este caso—, sino que va desglosando y desmontando las piezas hasta dar con pistas que nos ayuden a conocernos mejor y ser más conscientes de ese juego suicida al que jugamos cuando nos entregamos a otro.

Pero vayamos al espectáculo: Lo Indestructible.

Lo que queda después de la destrucción, si algo puede resistir.
¿La destrucción de qué? ¿Qué puede quedar después de la destrucción?

Pau de Nut comienza el espectáculo dejándonos oír esta suplica entre enamorados:
—Dime algo bonito. —Suplica él.
—Claro…—contesta ella, complaciente—¿Qué deseas oír?

Y él, entonces, desgrana una serie de peticiones para que su amada las repita fiel, suave, amorosamente.

Y entonces surge la sospecha de que el amor puede ser muy tentador… Que puede llevarnos a la fatalidad; y de hecho, lo hará.

Pero Pau de Nut no nos dice lo que queremos oír. No nos complace los oídos, ni nos calma el tremendo vacío dejado por la hecatombe. Un vacío que tampoco la medicina podrá colmar, ni siquiera mitigar, como relata tumbado en el suelo, bajo su violonchelo suspendido de la soga de un ahorcado. No nos complace los oídos más que con su voz extraordinaria, pero sí nos ensancha el horizonte, porque va más allá de esos deseos cumplidos entre amantes. Va más allá, al después. Y más lejos aún, al después del después. Más allá de la destrucción queda algo, quizás un rescoldo, un núcleo quemado, pero vivo, resistente: Lo Indestructible.

Lo Indestructible podría ser una oración. O quizás un mantra que aspira a la fe, o que de ella procede. Pero es un intento honesto, mitad tripas, mitad cerebro, que aspira a una imposible —ya— reconciliación entre eso que llamamos existencia y esa otra cosa cuyos aleteos, suspendidos a escasos e inmedibles centímetros de nuestro suelo, nos auguran un inaprensible alivio al que no podemos acceder. El aleteo de los ángeles nos aboca a la miseria por el solo hecho de su, para nosotros, cruel felicidad: somos cuerpos mundanos, sencillos seres sufrientes a los que el devenir devasta con el paso del tiempo, como el viento destruye una bella escultura de arena, y nos somete. Como el artista que canta bajo su instrumento suicidado, quién sabe si ya perdida la esperanza.

Y entonces surge de nuevo la sospecha: sí, el amor nos volverá a destrozar.

Pau de Nut nos habla de ángeles en su Lo Indestructible. También de sirenas. Sirenas marinas, esos seres mitológicos que describe Homero, cuyo canto no debía ser escuchado por los marinos de abordo… Pero… ¿y si desoyes las órdenes y decides escuchar ese embriagador sonido? Pau de Nut se sirve de esa pregunta que tan poéticamente construye Pascal Quignard cuando narra lo que le pasó a Butes, el navegante que acompañaba a Jasón y que saltó al agua. Lo Indestructible es esa desbordante metáfora con la que Pau de Nut nos describe la intensidad de esa emoción cautivadora y poderosa que nos doblega los sentidos y nos arroja al mar en busca de esa quimera hipnótica.

Ese buceo por lo más profundo de las profundidades marinas a que nos somete la pieza se desgrana mediante una serie de imágenes, de textos (de Quignard, de la poeta Ángela Figuera Aymerich, de la mencionada Angélica Liddell, del propio Pau de Nut), y de canciones cuya diversidad ya hemos citado más arriba. Todos esos elementos, hábilmente combinados y dosificados, componen una precisa cirugía emocional que nos va a abriendo a nuevas visiones encadenadas a una idea, ahondando en el hueco maldito abierto por las heridas de un amor, o mejor dicho, por las heridas de una capacidad de amar que nos es propia, a la que nos entregamos, y que nos enaltece y al tiempo (en sentido literal: después de un tiempo) nos destruye. Pero que después de todo, puede que no nos destruya del todo.

“El amor nos volverá a destrozar”, dice una de las letras…. y la tesis sigue su curso como la lenta lava del volcán que nos va engullir inexorablemente: “¿Cómo es posible que, con lo que yo te quiero a ti, tú me quieras tan poco?”, se pregunta de Nut antes de cantar a Marlene Dietrich.

Esas coordenadas le sirven a de Nut para meternos en una máquina de sentir. Pero no en una máquina ensamblada para entretenernos mientras nos agarramos unos a otros de las manos rezando algo así como por-dios-que-esos-desamores-no-me-pasen-a-mí, sabiendo que ya nos han pasado, que nos pasarán, una y muchas veces, obstinadamente. Pau de Nut no se entretiene en la superficie de espuma. Salta de cubierta y se sumerge en lo profundo, y nos arrastra con él. ¿Cómo dejarle solo? ¿Cómo abandonar al héroe que será nuestros ojos, nuestra boca, nuestra piel cuando alcance a las sirenas?

El carácter performativo de su concierto, o si se prefiere, el carácter concertante de su performance va desarrollando una visión cosmológica y transversal con la que comparte su asombro y su propio estupor ante eso que nos posee y nos conforma y (a veces) nos eleva.

Lo comparte con nosotros para analizarlo, para deshojarlo, para diseccionarlo con el mejor instrumento científico de que dispone nuestro pobre arsenal: el arte, la música, la imagen, el gesto voluntarioso de trazar sobre el suelo la silueta de eso que llamamos ser humano, la víctima principal de la destrucción que precede a lo indestructible. Porque el actor/músico/performer empieza muerto en escena. Y sospechamos que ese muerto es quien nos cuenta, en primera persona del verbo, una vida de amor y tensión emocional teñida de sexo (del sórdido, de ése que nos hace desaparecer), drogas (la escena del chino es desgarradora), dolor y lucha.

Y búsqueda y pérdida y vacío. Ese vacío combativo mueve toda la carrera de Pau de Nut en sus diversas propuestas (escénicas algunas, meramente musicales otras, y mezcladas casi siempre en un estilo híbrido particular y poderoso) y entronca su trabajo con el de Liddell y otros creadores contemporáneos, como he citado arriba, sobre todo en lo referente a su indagación en esa parte oscura, desgarrada y profundamente enervada de la propia experiencia.

Por fortuna, en lugar de encerrarse en sí mismo o de vomitar su pesimismo impotente, Pau de Nut comparte luz y sabiduría, amarga a veces, sí, pero también tierna y conmovedora, valiente hasta la compasión.

Pau de Nut se entrega en Lo Indestructible como Butes se entrega al canto de las sirenas saltando por la borda y desoyendo los sensatos consejos (las órdenes, más bien) de permanecer con los oídos tapados con la música de Orfeo y su lira. Llenos de música para no oír nada más… para no ser tentado de manera irresistible y quizá, definitiva. Pero no se recrea en el lodo del desamor para torturarnos con el sufrimiento inútil. Al contrario, ralentiza esa caída para ver qué ocurre, para comprender y comprenderse a sí mismo, para sacar lo bello, lo bueno y lo verdadero de ese descenso. Y esa generosa apertura nos permite colarnos en un mundo personalísimo y rico, lleno de brillo y sensibilidad sin afectaciones, que nos ayuda a rehacernos.

Es cierto que el amor destruye, sí, pero no es menos cierto que al destruirnos nos da una nueva oportunidad: la oportunidad de volver a morir.

Quique Culebras.
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Cuando Pau habla en el video de Angelica… se refiere a Angelica Liddell, el Pau ha dirigido «Mi relación con la comida» de Angèlica Liddell, con quien ha trabajado en dos producciones: Anfaegtelse y La casa de la fuerza.

Antic Teatre 10-14.03.16 – PAU DE NUT sobre Lo Indestructible from Antic Teatre BCN on Vimeo.

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