Michael Gadish sobre María Stoyanova

La María Stoyanova ESTRENA «The Last Show»
21, 22, 24 de Abril y del 28 Abril al 1 de Mayo
Toda la info aqui:

Muchas gracias a Michael Gadish por este texto sobre María Stoyanova:

La trayectoria de María Stoyanova tiene una característica que yo relaciono con la genialidad: Hay quién admira su trabajo incondicionalmente y están los que no la aguantan. El trabajo de María no deja indiferente, y esto para mí es señal de que algo real está pasando.

Yo me declaro seguidor de María, admirador de su trabajo, y no sería honesto por mi parte esconder mi entusiasmo. No soy objetivo, la mayoría de los escritos de esta página no lo son y he aprendido de María, del trabajo de María y de la conversación con ella que transcribo aquí, que probablemente la objetividad tampoco sea tan interesante…

¿Qué hace María Stoyanova?
María dice que no trabaja la ficción, o no trabaja desde la ficción. María no crea personajes y hace muchos años que es María sobre el escenario; hace años que intenta seguir a la María poliédrica y en transformación que es.

“Me gusta la ficción”, me dice María Stoyanova, “pero me gusta más la comunicación”. Y también: “No me prohíbo la ficción, pero descubro que la comunicación es mucho más directa cuando trabajo desde mí u otros trabajan desde ellos. Más que una decisión, es lo que me ha salido hasta ahora”. Está claro que María ha visto mucho teatro y tiene una formación teatral, pero en su trabajo parece más bien que descosa el formato: “Para mí, teatro y artes escénicas en general van juntos. Me cuesta separar. Mezclo todo según la necesidad, el concepto o la idea, que se traduce en acción e imagen”.

Entiendo de la conversación con María que no quiere hablar “sobre algo”, sino que lo que importa es la experiencia. Crear una experiencia para todos, en igualdad, compartida entre los que estamos en la sala, ella, otros performers y público; cada uno con su pasado y sus aspiraciones. Como un plato con todos los sabores. Esto es lo que dice ella, para mí se trata de una experiencia que transciende la vivencia; no es una sensación, o una emoción, sino una conexión con la experiencia de estar, de vivir el momento como es. Ya he dicho que soy un admirador, por qué esconderlo.

No ficción

María busca que lo que pase sobre el escenario sea verdadero. Cuando habla, quien está contando la historia es María, la performer, con todas sus capas; María la interprete en escena. Esto significa un trabajo de autoindagación que a la vez María se esfuerza en superar. “Siempre recurro a alguno de los Maestros para tener una estructura que me eleve hacia arriba, que me lleve a un lugar que no conozco. Debajo de cualquier espectáculo tengo una estructura que me apoya y una dirección clara hacia la luz. Huyo de la oscuridad o de mostrar mi catarsis en escena, todo esto es solo parte del proceso”. Pero al final lo que quedan son acciones de verdad: “No hacer cómo si bebo vino, sino beber vino”. En el trabajo final si hay un cuchillo y si hubiera sangre, serían de verdad, y a su vez tampoco se esconde el proceso porque forma parte de la realidad. No se esconde el proceso de conexión de la actriz con el personaje o con el texto. “Presento el proceso en una introducción, por ejemplo, o uso una acción que ha salido en el proceso”. Pero sin embargo esto no significa mostrar la catarsis, como ya he dicho, ¿pero entonces qué? En otro momento de la conversación María me lanza un apunte que creo responde a lo que siempre me ha parecido un misterio en María, ¿qué presenta sobre el escenario y cómo elige el material?: “Sobretodo confió en los accidentes. Bienvenidos los accidentes; es donde aparecen las soluciones escénicas”. “De lo que se trata es de conectar con la confianza de que la temática saldrá, más allá del control de uno. Y sobretodo conectar con la relajación que te da esta confianza. Yo normalmente no vivo así, tardo mucho de llegar a este punto, pero tiene que llegar en un momento de la creación. Es un indicador: elijo una acción porque en el momento en que llegó me relajé”.

Me da la sensación de que en su trabajo María le da forma a la confianza. Lo que llega al escenario llega porque es lo que hay, aquello que ha dirigido los elementos del espectáculo hacia el escenario es la confianza. Usar el accidente como elemento de creación lleva a construir espectáculos basados en lo que no se puede planear, y tengo la sensación de que la evolución de María Stoyanova como creadora consiste en un refinamiento de esta técnica.

Técnica

“En el último espectáculo, Paisajes de Chechov, traducía personajes o escenas de Chechov en acciones y las desarrollaba durante horas. Esto es lo que soy yo y no un personaje, soy lo que se desarrolla en escena. Las acciones son de verdad, lo que pasa en el escenario es lo que pasa”. De esta manera no se pide al público imaginar nada, interpreto yo, y la imaginación queda libre para llegar a este lugar inesperado al que aspira María.
“Cada acción viene de un pensamiento y una emoción, lo cual se junta con una imagen, que trae un vestuario, música, etc. Son como lamparitas que encienden otras. Me digo: Esta imagen no la puedo hacer con tejanos, o solo puede hacerse con tejanos, o a este cuerpo no hay nada que lo vista y por tanto tengo que hacerla desnuda”. Es lo opuesto al arte conceptual: “Soy más de energía y de imagen que intelectual. Por esto hago arte escénico. Son acciones hechas para ser presentadas”.

The Last Show

The Last Show, el espectáculo sobre el que hemos quedado para hablar, se estrenará en el AnticTeatre el próximo 21 de Abril, “tiene que ver con la época en la que vivimos”. Y “Para mí se trata de la transición del solo al trabajo colectivo”. Yo veo en ello una evolución del uso del accidente como elemento creativo, cuantos más participantes más accidentes y por tanto más confianza, incluso en el proceso de selección: “Los que participan en el proyecto son la gente más cercana que tengo. Lancé y dije ¿a ver quién conecta?. Es una acción romántica, el hacer esto porque quiero, sin justificar, ni hacer presupuestos. Es un proyecto que se hace con 0 presupuesto y somos 12 que actuamos, no hay promesas de nada, la gente se ha apuntado porque sí, no sabemos a dónde nos llevará y esto es lo que más me gusta. Me permite estar presente en la realidad de lo que hay. Tiene algo de revuelta, el vivir el trabajo como un encuentros con amigos, o gente nueva que me gustaría conocer más. Poco a poco me estoy colocando más en una energía de recepción que de acción, confianza absoluta en el proceso, disfrutar de cada cambio en el proceso, el trabajo deja de ser trabajo. El permiso compartido entre el equipo cobra centralidad en el proceso”.

“No quiero que el público reciba respuestas, lo tengo clarísimo. Mi aspiración más grande es que el público reciba esta sensación de facilidad y el sentido de que más allá de lo cotidiano existe este lugar de facilidad y que el sentido se consigue con el contacto entre seres humanos. El contacto con esta belleza es algo que a mí me carga de energía; me encantaría que el público tenga esta sensación de recarga emocional o mental”.

“Como espectadora, me gusta que cuando salgo de un espectáculo tengo ganas de vivir. Me siento feliz por estar viva; salgo con un deseo de luchar, de ir contra la injusticia. Me gusta que el espectáculo me llene de cierta energía, no salir más deprimida de lo que estaba. Me gusta salir sintiendo que la existencia tiene sentido. Esto Me ha pasado con obras de danza totalmente abstractas, o teatro clásico o un concierto. La sensación de que la vida no es solo lo que vemos, no es solo la rutina. El arte nos conecta con el más allá de lo cotidiano”.

Crisis

Pero el paso del solo al trabajo colectivo comporta un cambio importante en la trayectoria de María:

“Parto de la sensación de no saber cómo hablar de toda la crisis del mundo. No tengo ni idea de cómo hablar de todo lo que me importa”. Pensó en cancelar, dice, no encontraba razón para expresar la crisis por la que estaba pasando y llegó al punto de plantearse que este fuera su último espectáculo. De allí salió la pregunta de cuál sería la acción que querría hacer si este espectáculo fuera realmente su espectáculo final. No quería convocar a los espectadores para ver su crisis y así se le abrieron los caminos: “En mi último espectáculo no quiero estar sola. A mí nunca me ha dado miedo la muerte, sino morir sola. No hay una respuesta que pueda dar. Si hablamos de crisis de la humanidad, que estemos unos cuantos seres humanos presentes, comunicando, sobretodo que estemos juntos. Ahora siento que he dado una vuelta y comienzo de nuevo, terminando también algo a su vez”.

Fin

Este un fin de algo en María Stoyanova, me lo repite ella varias veces. “Son muchos finales diferentes”, en ella, pero también el espectáculo reúne a 11 participantes que hablan cada uno de su final. El texto lo elige cada participante pero “guiado”, insiste María, “con muchas instrucciones. No hay un texto único, pero sí una dirección única”.

“Es el fin de Maria Stoyanova haciendo solos. Sé que algo drástico va a cambiar. Sé que es una dirección que va a cambiar, pero no sé a dónde lleva. Hay algo de lo que he ido desarrollando que termina ahora, y a la vez tengo ganas que termine. Tiene que ver con una apertura y ocupar un lugar más humilde”.

“Las ideas se multiplican, el intercambio se multiplica. Este trabajo es una transición de un solo a un trabajo colectivo. Acciones que encajan la libertad creativa de los participantes en una estructura que yo ya tengo creada. Es una estructura donde yo ya no podía encajar, no me motivaba hacer de nuevo todas estas acciones. Dado que la temática es la crisis de la comunicación es consecuente que yo no pueda hablar de esta crisis. Porque no me interesa hablar de la crisis como tal, sino de qué puedo hacer yo con la crisis. No quiero dar lecciones. La manera que he descubierto es esta, que es compartir”.

“El escenario es un lugar fantástico para ensayar cómo deberíamos vivir; cómo ser humanos”. ¿Y qué es un ser humano en el escenario?, le pregunto a María. “Un ser humano de verdad es cuando nos permitimos ser vulnerables, transmitir la facilidad de ser heridos. Ver el momento de quiebre, en el que uno no actúa para algo o para conseguir algo sino actúa por actuar. Esto no se puede buscar, no se puede practicar, se crean las condiciones en el escenario para que pase, como dice Anne Bogart: Crear las estructuras para que algo ocurra”. Y María no lo dice, pero yo creo que lo que quiere que ocurra en el escenario es la confianza.

“Yo lo hago porque este es mi trabajo. No es un pasatiempo ni un entretenimiento. No es algo guay que añadir a la vida, es muy importante, más importante que yo, por eso no tengo que exhibirme”.

En esta conversación con María Stoyanova siento una sensación conocida que a menudo me he encontrado en sus espectáculos, la de que el arte tiene que existir y el público, como individuos, también. Quiero decir que cuando el trabajo artístico ocupa bien su lugar, el público también conecta con la importancia del lugar que ocupa cada uno como individuo en el mundo.

Michael Gadish

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