En red

La Red Sudamericana de Danza crea articulaciones en el sector de la danza latinoamericana construyendo vínculos y trabajando para profesionalizar el sector, entre otros muchas iniciativas (www.movimiento.org). Por su parte, La Red activa la relación entre más de 450 teatros en España gestionando el circuito Danza a Escena y llevando a cabo labores de asesoramiento a asociados, informando sobre posibles circuitos, realizando catálogos artísticos… (www.redescena.net).

A 12.000 km de distancia

Os presentamos dos festivales que trabajan a más de 12.000 km de distancia y que estos días han estado compartiendo tiempo y objetivos en IPAM_Dansa. El Festival Cielos del Infinito se desarrolla en la Patagonia Chilena y Fira Tàrrega en la provincia de Lleida.

Trabajando en Europa

En estos días de IPAM hemos tenido la oportunidad de charlar con los encargados de programar tres espacios europeos: Joanna Leśnierowska de Art Stations Foundation en Poznań (Polonia), Bush Hartshorn de Dansehallerne en Copenhagen (Dinamarca) y Birgit Berndt de Norrlandsoperan en Umeå (Suecia).

Mediadoras

En esta entrada del blog os dejamos con las impresiones de dos de las moderadoras de los grupos de trabajo de IPAM_Dansa: Maria José Cifuentes y Mónica Pérez. Ellas mismas nos cuentan las dinámicas que se han realizado durante los días del encuentro.

 

02 LA DANZA DEL FUTURO NO PRODUCE OBRAS

Tradicionalmente hemos pensado que una obra de arte era un objeto concreto que se distinguía de otros objetos ordinarios por su valor estético. La obra de arte no se confundía con su entorno, se erigía como excepción. Marcos, pedestales, iluminaciones, teatros y museos pueden entenderse como dispositivos que recortan la obra y la separan del mundo estableciendo un límite que nos asegura que todo está contenido dentro de ese límite. Así, hemos tratado ese fenómeno delimitado por un marco como un objeto único o singular al que le atribuimos un valor de cambio que lo convierte, de este modo, en una mercancía que, eventualmente, puede participar de la lógica del mercado.
Frente a la idea de obra única, la danza del futuro genera procesos continuos. Eventualmente, dichos procesos emergen a la superficie de lo público y generan un evento público en el que participan lo que normalmente llamamos espectadores, es decir, personas que hasta entonces no han participado del proceso. Estos brotes no deben confundirse con una obra-objeto: aunque puedan llegar a tener unos límites definidos, aunque respeten las convenciones teatrales clásicas, aunque aparentemente sean transportables a distintos sitios, aunque se parezcan a una mercancía y participen de la economía de mercado, las obras de la danza del futuro forman un todo con los procesos dentro de los que se han generado. Así, las aperturas al público, aunque se muestren como obras acabadas y cerradas en sí mismas, son siempre parte de una dimensión más grande que conecta fenómenos muy distintos entre sí y que no siempre se muestran o son visibles para las espectadoras.
La danza del futuro tiene que ver con la idea de proyecto, es decir, con una investigación que se desarrolla en el tiempo y que asume la incertidumbre propia de todo proceso de producción de conocimiento como aquello que justifica su existencia. La danza del futuro se compone como una red de sucesos, cuestiones, experiencias y contextos interconectados que forman una especie de organismo que vive y se transforma constantemente. Por eso, cada vez más, la danza del futuro se refiere y se nutre de las circunstancias concretas en las que tiene lugar y de cómo la vida y el mundo se concretan en un sitio a lo largo de un tiempo. Así, la danza expande sus límites más allá de los dispositivos tradicionales de representación, más allá de los ámbitos de trabajo autorizados y más allá de los espacios asignados al arte y la cultura en las culturas burguesas capitalistas.

1 LA DANZA DEL FUTURO NO TIENE UNA FORMA

La danza del futuro no tiene una forma concreta. O lo que es lo mismo, puede tener cualquier forma. En ese sentido, elude la clasificación clásica según estilos, movimientos, metodologías, géneros o escuelas que resulta a todas luces insuficiente para referirse a la realidad multiforme de la danza del futuro.

La forma es una herramienta. En cada ocasión, dependiendo de la naturaleza de cada proyecto se recurrirá a unas soluciones u otras. En cualquier caso, no se le concede a la forma un valor esencial capaz de justificar por sí misma una propuesta. Lo que se persigue no es la forma en sí, sino lo que la forma deja ver, lo que emerge tras las realizaciones concretas que adquiere un trabajo.

Por ello, hay que estar muy atentos y no confiar demasiado en las categorías formales clásicas. El afán clasificatorio propio de esta subjetividad occidental en la que vivimos, nos ha hecho creer que realmente es posible nombrar y ordenar todo según su forma. Pero, por muchos nombres que no inventemos, por muchos intentos de nomenclatura que hagamos, si solo atendemos a la forma, seremos incapaces de referirnos a lo que, en realidad, sucede. La danza del futuro puede aparecer en contextos muy diversos y de maneras muy variadas.  Exige que traspasemos lo que ya sabemos que vayamos más allá , es muy posible que no nos demos cuenta de lo que está mostrándose ante a nosotros.

Al liberar la forma de toda responsabilidad ontológica, ésta adquiere una importancia nueva. La danza del futuro TRANSFORMA…incertidumbre acerca de la realización concreta, lo que está entre medias de las realizaciones concretas, lo que permite ir de una realización concreta, lo común, lo que une, no lo que separa y aísla.

Jaime Conde-Salazar

LA DANZA DEL FUTURO. El futuro ya está aquí.

Hemos pensado el futuro como un tiempo separado de nuestra experiencia en el presente. Creímos que el futuro era todo lo que no era el aquí y ahora. Y, a diferencia del pasado, no teníamos manera de saber qué sucedía en el futuro.  Así, pasado, presente y futuro constituían una estructura lineal que nos obligaba a entender el tiempo como un transcurrir entre dos imposibilidades: el presente, el tiempo en el que transcurría la vida era, entonces, aquello que sucedía entre el pasado irrecuperable y el futuro desconocido.

Pero quizás no estaría mal darse un respiro. Basta con que nos hagamos cargo de nuestro poder de producir realidad y comencemos a probar otras maneras de entender el tiempo. Aunque sólo sea como un juego, como un intento. Imaginemos que el futuro es una dimensión contenida en el presente. La realidad de nuestras vidas sucede también en esa dimensión. El futuro es todo lo que no se ha realizado, todo lo que tiene una densidad mínima, todo aquello que somos capaces de concebir pero que está por venir. Los fenómenos del futuro son siempre sutiles, casi invisibles y, generalmente, el lenguaje no basta para referirnos a ellos. El futuro es el lugar del deseo, de lo que solo alcanzamos a intuir, de lo que se huele, de lo que resuena, de lo que se escapa a nuestra consciencia diurna y a nuestra memoria, de la incertidumbre, en definitiva, de todo aquello que está en el aire. Así, podemos pensar que, en efecto, el futuro no es algo lejano que desconocemos sino que es algo que está ya aquí y ahora y que, por tanto, podemos indagar sobre ello.

Si, aunque sea  por un momento, aceptamos que el futuro sea todo eso que he dicho antes, entonces podemos atrevernos a complicar más aún el juego e intentar pensar qué cosa puede ser la danza del futuro. ¿Cómo es la danza que está sucediendo en esa dimensión sutil del presente? ¿Podemos alcanzar a imaginarla?

A lo largo de esta nueva serie de posts haré un ejercicio de imaginación intentando dar forma a aquello que por definición no lo tiene. Obviamente, no se trata de ninguna manera de marcar unos caminos cerrados en los que intentar (vanamente) atrapar el porvenir. Esta serie de ninguna manera pretende  establecer un programa, esto es, no es un intento de establecer unos valores o principios a los que deban estar sujetos los procesos de creación y la danza. Lo que nos gustaría más bien es jugar con esas cuestiones que ahora mismo están en el aire y que quizás estén hablando de una danza que todavía no conocemos del todo pero que, sin duda, está mostrándose ya en los teatros y no tan teatros.

Esta serie está dedicada a todos los participantes en la IPAM pero sobre todo y muy especialmente a los gestores culturales, programadores, coordinadores, etc. que, por circunstancias de la vida, se han visto obligados a asumir labores de comisariado  sin tener una formación artística previa, ni una familiaridad con los procesos de creación.  Quizás esta serie de imaginaciones les ayudará a convivir con fenómenos y situaciones que se dan en la escena cada vez con más frecuencia y decisión.

Jaime Conde-Salazar