Agenda o mapa del salón

Quédate un rato más, que me quedo solipandi,
vente a mi local, ponemos Cocodrilo Dundee.

Roberto Kayes.

Me cuesta hablar de revolución. Más que de resistencia, que también. No soy ducho en esos términos. Prefiero hablar de espacios de libertad. De la anatomía de los espacios que contrarrestan las pérdidas y los desgastes de la libertad en las ciudades nuestras. Pongamos que Madrid.

El otro día fuimos un grupo de amigos a la puerta del Sol a comprobar que el 5º cumpleaños del 15-M era un fracaso televisivo y poco más. La Historia dice que se fue de La Plaza a los barrios y así es. Ahora imagino que ese estado del encuentro está en las casas, en los locales, en los bancos de los parques donde paran estos o los otros. Creo que lo relevante es que esa fuerza se ha desplazado a dimensiones privadas.

Las prácticas que considero emancipadoras son las que fomentan la subjetividad, sobre todo, y son sobre todo privadas. Si hay insurrección así la pienso.

Dejé de manifestarme cuando entendí que lo que opera de verdad, lo que de verdad inquieta y empuja a la negociación es lo que no se ve ni puede medirse ni se sabe qué forma tiene. Para bien y para mal. Que unos toquecitos en el cuerpo recibidos en una habitación a oscuras infunden miedo, y entendí eso cuando cantábamos que el miedo tenía que cambiar de bando, reunidos en las plazas, visibles y mensurables.

Resistíamos por entonces contra Bolonia, hacíamos noche en la Facultad, ocupábamos el Rectorado. Insomnes y reunidos, urdíamos planes hacia afuera, y en el plein air del espacio público íbamos perdiendo fuerza. Estoy hablando como un abuelete de treinta años, qué chungo.

La plaza no. Ya no las manis, no: los salones. Las cuevas, los zulos. Donde escriben Tiqqun y el Comité Invisible y donde se planean golpes. Pero, sobre todo, donde se comparten y se fomentan y se edifican subjetividades. Esa es la herramienta guapa, de ahí para adelante.

El espacio público es un lugar legítimo para toda conversación, pero la transformación que nos mantiene excitados últimamente y en vilo, la que percibimos ahora en Madrid, está sucediendo indoor. Qué movida.

Tampoco sé mucho sobre la tradición de los salones. Supongo que lo importante está contenido en el anecdotario de quienes los vivieran más que en la Historia. History VS story, lo de siempre. Lo que sé es que muchas mujeres encontraron y abrieron un espacio de libertad en los salones para participar de los procesos modernos a salvo de la intemperie machista.

De salonnières se gesta como un ciclo hecho por mujeres. Organizado por Juan Perno y Gloria G. Durán, nos convoca alrededor de ocho performances a cargo de ocho coreógrafas de aquí y de allá, la mayoría con base en Berlín. Nos cuentan que la novena performance, encargada inicialmente por Juan a Gloria, son los diez salones donde colisionar pensamientos y prácticas sobre temas tan diversos como la masculinidad en la pista de baile o los artrópodos. Con este desbordamiento se abrió la cosa a otras miradas, colectivos y conversaciones en una de las salas expositivas de La Casa Encendida, convertida ahora en un atípico salón.

Me gustó el arco que dibujaron Jordi Claramonte y Gloria G.Duran en el primero de ellos, «Metasalón, De autonomía y salonnières», recorriendo los salones históricos, poblados por marquesas disidentes, literatos elegantes, artistas y baronesas, pasando por el Dadá, para llegar a contextos recientes y locales como Tabacalera. Entre vinos, cómodos sobre la alfombra presidencial, unas en los cojines del suelo, otros sobre la cama o en sillas de corte victoriano, se charló sobre esos contextos en los que huir de la gente normal: según Jordi el producto más tóxico de la burguesía. Lugares donde poder romper las inercias lógicas de nuestro comportamiento en sociedad y compartir la anomalía.

El salón que inaugura esta tradición es la chambre bleue, que abre la marquesa de Rambouillet en el París de 1610. Carente de buena salud, atrajo a un grupo de culturetas de la época a reunir la conversación en su palacio, en su casa. Así comienza esto.

Hay arquitecturas distintas a la casa, como el café del XX o el local donde graban raps mis colegas en Vicálvaro con carácter salonístico. Y el teatro es una de ellas.

Nos dice siempre Claudia Faci que de lo que se encarga primordialmente el hecho escénico es de cuidar el encuentro. Quien convoca es anfitrión y comparte la práctica para instalar el diálogo en la experiencia y no solo en la palabra.

Digo teatro por abreviar; me refiero a cualquier arquitectura que facilite una mirada como la que sucede en las artes vivas, así como cualquier otra tecnología del encuentro: la exposición, el concierto, la hora de comer, la fiesta.

En lo que me estoy fijando mientras escribo es en la cantidad de arquitecturas y espacios de libertad que están programando en Madrid y que son, precisamente, privados. Su convivencia con la programación en las instituciones es lo que está haciendo que Madrid lo pete.

La habitación que, según Virginia Wolf, toda mujer necesita para escribir se ha visto conectada gracias a la ventana que supone Internet, como nos contaba Remedios Zafra en Un cuarto propio conectado. (Ciber)espacio y (auto)gestión del yo. Lo que viene pasando aquí no tiene tanto que ver con las redes sociales que habitan la pantalla como con la sensación de circular en la ciudad por muchas habitaciones propias y encontrarse en ellas cada fin de semana con un grupo de gente estable. Salonistas de un salón grande y conectado.

Miremos la agenda de este finde, que comenzó pronto y a destajo ayer miércoles, y cómo convive De salonnières con esos otros salones, para dibujar un mapa de lo que está pasando.

Terminada la oferta matinal en el ciclo de La Casa Encendida, que la semana pasada ofrecía varias conversaciones a la hora del vermú (y con vermú incluido), en el mediodía de ayer se programaba en La Trasera de la Facultad de Bellas Artes de la UCM lo que podría haber sido uno de los salones del ciclo: Mujeres en la electrónica. Conversaciones y escuchas sobre las pioneras en la música electrónica, a cargo de un grupo frecuente en el recién cerrado (como espacio) RAMPA, uno de los foros de artes visuales más ricos de Madrid en los últimos años. La Trasera, gracias a la anterior gestión de Lila Insúa, Selina Blasco y Alejandro Simón, ha sido otro lugar fundamental en lo que va de década logrando desplazar deseo y atención a la Ciudad Universitaria.

Ese espíritu continúa en la polimorfa Biblioteca de la misma Facultad, que ayer mismo organizaba una visita a la exposición de Ulises Carrión en el MNCARS, conducida por Javier Pérez Iglesias, y que ha acogido en tantas ocasiones la conversación abierta. La última en que participé fue para conocer al seminario Euraca, cuyo “objeto de trabajo principal es el material verbal de todo tipo, y las codificaciones comunicativas de todo signo cuya polaridad más intensa condensa en poesía; pero por otro lado, que se trata de un lugar para pensar el presente confuso, embarullado y urgente de la crisis”. El lunes pasado participaban en una mesa sobre lenguaje y política en La Morada. Los CSOA y sus derivados son otros de los puntos fuertes donde ejercer el salonismo. No entraré ahora a diseccionar.

Volviendo a La Trasera: se me ponen los dientes largos cuando circula información sobre el programa Sin Créditos conducido por Selina y Lila, un programa formativo largo con unos integrantes dispares muy activos en el circuito; otro salón estable acogido por la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid.

Pero volvamos a la agenda.

Una vez escuché que la principal diferencia entre los animales y las plantas es que nosotros tenemos que abandonar un lugar para ocupar otro. Así es la vida nuestra y a ver cómo lo hacemos estos días, que tenemos hasta un derby.

Hay algo que facilita el asunto, y es que todas las performances de De salonnières comienzan a las 22 h. Eso hizo posible que quienes pasaron ayer por El Tipi a ver qué proponía Marian Garrido, llegaran a Uro, de Anna Natt en La Casa Encendida a tiempo. El ciclo no es incompatible con otra de las citas que por fin llegan: Dirty Room, un experimento de Juan Domínguez en colaboración con María Jerez, Arantxa Martínez, Alejandra Pombo, Fernando Quesada, Anto Rodríguez y Emilio Tomé, que han urdido durante las últimas semanas entre la sala y el salón del Teatro Pradillo. Viernes, sábado y domingo a las 19:30 h. en el MNCARS.

En Pradillo se presentó anoche la segunda edición de Assymetrical Motion, el libro de Lucas Condró y Pablo Messiez editado por Continta me tienes, que contó además en su presentación con Janet Novás, Dr. Kurogo y Claudia Faci.

Hoy comienza un programa doble que va a permitir disfrutar, en cuestión de 72 horas, del inicio y el fin de Hacía un ruido, el audiotexto de María Salgado y Fran MM Cabeza de Vaca que ha ido creciendo y mutando en tiempos y espacios muy distintos; y que nos ha cambiado la vida un poco. Van a hacerlo por última vez en Madrid este sábado.

Esta noche abrirán en Pradillo el código fuente, una conferencia pinchada que va a dar cuenta de las materias primas de Hacía un ruido.

El sábado dejarán de hacerlo en un lugar de Madrid cuya localización es aún secreta, e irá seguido de una fiesta Abismal, otro de los colectivos basales en el diseño de encuentros, “el sonido del riesgo”, que disfrutamos por aquí. Este programa tiene por nombre RUIDO ABISMO PRADO HERMANDAD y parte de la colaboración de María y Fran con Abismal, Pradillo, la Biblioteca de Bellas Artes UCM y Sisterhood, “un colectivo mutante que hace un fanzine homónimo, fiestas y revoluciones, parte de una red des-localizada de feminismo y autogestión”. Ellas han editado la plaquette que podremos comprar ambas noches. Un juego bonito de proyectos y anfitriones.

El aforo para el sábado se completó a las pocas horas de abrir el mail de inscripción, lo cual atenuará el dilema de quienes aún estuvieran debatiéndose entre esta coalición y Death 24 frames per second or do it to me like in a real movie – delayed choreography in chapters, de Agata Siniarska, cuyo trabajo llevamos mucho tiempo deseando ver por aquí. A las 22 h. En La Casa Encendida.

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2.-El-Tipi
3.-Vaciador-34
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Claudia Pagés en De salonnières; El Tipi; Vaciador 34; Hidraúlicas; S.A.D.; Nigredo; Necesidad; Garaje Galaxia; Garaje Galaxia en Pradillo. Fotografías de Jorge Mirón.

Claudia Pagés en De salonnières; El Tipi; Vaciador 34; Hidraúlicas; S.A.D.; Nigredo; Necesidad; Garaje Galaxia; Garaje Galaxia en Pradillo. Fotografías de Jorge Mirón.

El mismo sábado se puede conjugar otra invitación en uno de los espacios que más alegrías está dando bajo el asfalto de Argüelles, Garaje Galaxia: “Desde el sábado 28 de mayo a las seis de la tarde hasta el domingo 29 al amanecer veremos, en una ciudad que se parece mucho a Madrid, que quizás sea Madrid, una película larga, muy larga, y única, muy única, y esa película se llama Out 1. La dirigió, lanzándose al vacío y sin red, Jacques Rivette, un cineasta que parecía un gato, y que como los gatos caía siempre de pie, por vacío que estuviese el vacío, o que más bien no llegaba nunca a tocar el suelo, se quedaba siempre cayendo en una dimensión paralela, levitando a toda velocidad”.

Este parking es el lugar de trabajo de artistas y arquitectos, que cada tanto tienen la generosidad de armar una presentación de un libro con portadas de gotelé, un fanzine con Flash Party, la acogida de una performance o hacer magia con un coche y unos tracks en el JALEO de Pradillo.

La noche del viernes, el ciclo nos trae One is almost never, de Elpida Orfanidou en La Casa Encendida. En su descriptor habla de danza-discusión, de conversación resquebrajada y de una misión destinada a su disolución. Ganas de entrar.

Y de salir del centro: en Vaciador 34 hay un concierto triple para mover el corpus christi. Difunta Calva, Sagrados Corazones y Raisa. Planazo en uno de los proyectos más bonitos de la city.

El domingo cierra De salonnières Tania Arias con Tu noche y la mía, un fragmento de Bailarina de fondo en concierto. Un trabajo que también hemos visto crecer y transformarse en distintos tiempos y espacios, de cerca. Tania es poderosa, su trabajo invoca los poderes de otros y atraviesa a lo largo el cuerpo. Colofón.

Pero que no se me pase, hablando de salones, que hoy inaugura a las 19 h. Some astronomers kept a distance, un comisariado de Alejandro Alonso Díaz para SALÓN.

Salón es un salón. En todas sus acepciones, físicamente el de la casa de Ángela Cuadra y Daisuke Kato, donde sin grandes recursos se han montado algunas de las expos más sugerentes en las últimas temporadas. En Andar por casa, de Beatriz Alonso, se investigaba precisamente el capital escénico propio de una exposición; en ella, Begoña Olavarrieta hacía un uso doméstico de la vivienda durante las horas de apertura, subrayando el gesto de la anfitriona.

El segundo salón al que asistí en La Casa Encendida acogió al colectivo Déjame entrar, un grupo de investigación y trabajo entorno a la anatomía humana, que andan estudiando el complejo aparataje que rodea la fonación; esa mañana lo abordamos juntas.

Déjame entrar ya funciona como salón. Creo valioso que el ciclo reconozca o señale lo que ya está pasando y lo semantice y enmarque para potenciar su apertura. Nos contaban cómo, partiendo del deseo por investigar juntos, el colectivo se ha adaptado a la agenda de los Coreógrafos en Comunidad, que disfrutan de un impecable espacio en Conde Duque. Estas salonnières bien pueden ser nómadas. Estos animalitos de los saraos que nos movemos en busca del encuentro lo somos.

Leímos esa mañana algo de Didi-Huberman, de Ser Cráneo. Hace un par de años, los Play nos explicábamos así en la web de Pradillo:

La percepción del cráneo, de su interior, remite a un espacio análogo a la caja negra. Un lugar donde se proyectan pensamientos y se imagina lo posible y todo lo contrario. Trabajar en colectivo requiere crear un «exocráneo» donde practicarnos. Y la caja negra nos viene dabuti.

Necesitamos ese espacio.

Completan el mapa proyectos con solera como Intercambiador y Espacio Oculto, otros que arrancaron después como Hidráulicas, Necesidad, El cuarto de invitados, Storm And Drunk, Avecilla o Nigredo y los salones que se conforman en las Jornadas de la imagen o el Grupo de lectura del CA2M. Un mapa mucho mayor si trazamos las conexiones de estos con otros proyectos como nyamnyam o las sesiones de escucha de Laura Llaneli, por sólo citar dos de los recovecos que cuidan el encuentro en Barcelona.

Necesitamos esas arquitecturas para compartir subjetividad y emanciparnos. Los salones públicos y privados, los encuentros oficiales y clandestinos, las grandes instituciones y las habitaciones propias están conectadas más allá de los recursos objetivos.

Que sirva esta agenda esquizofrénica para no perder de vista De salonnières. Ni al resto de salones.

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2 Respuestas a Agenda o mapa del salón

  1. P dijo:

    que sirva!

  2. Ariadna dijo:

    Acabar el artículo y tener tanto montón de webs abiertas con lo que se ha ido citando que no caben en la barra del explorador… dos artículos-libros en las descargas y muchas ganas de venir a visitaros a Madrid. Viva los zulos, las cuevas y el exocráneo. Gracias Javi

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