CITEMOR 2025: Bajando el río

Oscar Bueno, en La excitación del paisaje: río

STOP GENOCIDIO EN GAZA- La primera impresión de estos días pudiendo asistir a la nueva edición del Festival Citemor es el de “nueva vida”. Ver en las calles de este pueblo del Bajo Mondego a Paz Rojo, Óscar Bueno, Cris Blanco, Javi Cruz, Luz Prado, Alberto Cortés, María García Vera, a nuevos escritores que están reflexionando sobre las piezas como Letícia Maia o Ed Freitas, etc., etc., es un signo de fuerzas renovadas, de mirada al futuro, de continuidad de ese diálogo abierto hace ya décadas con la escena de creación española.

Y la ilusión es doble. Citemor, este festival creado al albor de la Revolución de los Claveles por el teatro aficionado de la región, que era bien potente, y renovado en los noventa con la dirección de Armando Valente y Vasco Neves, ha pasado duros momentos de incertidumbre financiera en los últimos tiempos. El momento más frágil fue hace diez años. Hoy, aunque haya algo más de estabilidad, la incertidumbre sigue. Por eso, ver cómo uno de los modelos más alejados de todo aquello que uno rechaza de un festival (moderneo, mercadeo, esnobismo, tendencia al escaparate, etc.) ha sabido subsistir es una enorme alegría.

Al otro lado de la Raya, en España, los certámenes, festivales, espacios y autoridades siguen una línea de apoyo a la creación difusa, confusa y resueltamente tuerta. Podría argüirse que no es fácil leer el momento presente de la creación y que la discontinuidad en el apoyo institucional a proyectos independientes no lo ha permitido. Y en cierto modo es verdad. Ha habido experiencias notables como Desviaciones, Situaciones, Escena Contemporánea, Mapa, el Festival Alternativo de Santigado de Compostela o La Porta que han desaparecido por falta de apoyo a pesar de que funcionasen tanto a nivel artístico como de público.

Aun así, me sigue sorprendiendo que aquí en Portugal se entienda mucho mejor cómo están evolucionando las escénicas en España, cuales son las conexiones y las iniciativas que a lo largo de los años han ido creando un panorama, un paisaje sobre el que poder pensar y reflexionar. Un panorama al cual, además, este festival ha contribuido con un modelo centrado en la creación y en el apoyo y acompañamiento largo a los artistas con los que se involucra. Así, que antes de hablar de lo visto, echemos un poco la vista atrás.

1999 /2025

Hagamos un recorrido incompleto de la presencia española desde el 99 en que Ctiemor invita a la primera compañía española en ese modelo renovado… Ese año llegaron: La Ribot con El Gran Game 6, Olga Mesa con Daisy Planet y Ion Munduate con Lucía con Zeta. Ahí es nada. Una iniciativa que los directores del festival, me cuentan, surgió de entrar en contacto con aquel motor que supuso el núcleo alrededor de Jose Antonio Sánchez en Cuenca y su deriva de Desviaciones

 © PAU ROS

Luego, en el 2001, llegaría After Sun de Rodrigo García, con la gran Patri Lamas y Juan Loriente… El paso de La Carnicería por Citemor fue esencial para afianzar y ampliar la relación hispano-lusa. García no dejará de estar en los años siguientes: A história de Ronald, o Palhaço da Mc Donalds, Compré una pala en Ikea para cavar mi propia tumba, Prefiero que me quite el sueño Goya a cualquier hijo de puta, Accidens, Aproximación a la idea de desconfianza…  Un recorrido que llegaría hasta 2019, año en el que presentó PS/WAM, por ahora. Rodrigo fue un catalizador de todo un teatro que en España rompía con una tradición vetusta y miraba al futuro mucho más allá de lo que la academia ha querido encuadrar bajo ese falso epítome llamado “teatro pos-dramático”. Creo que todavía no está bien estudiado el seismo que su teatro provocó, la gran influencia que tuvo en otros creadores y cómo fue también, con los años, siendo asimilado espureamente, suavemente, por el sistema teatral.

  © NUNO PATINHO, After Sun, de Rodrigo García

 

PS/WAM, de Rodrigo García.

En esos años también desembarcó un proyecto que sería germen de muchas cosas posteriores: Neokinko TV, emissao experimental, una televisión “pirata” con una edición no lineal que defendía no estar sometido a la esclavitud de la continuidad y que responsabilizaba a la audiencia de la programación, implicándola y difundiendo las nuevas tecnologías al alcance del pueblo. Santa locura coordinada por Dani Miracle y donde aparecieron una troupe de salvajes por todo Montemor donde estarían, por ejemplo, Nilo Gallego o Raúl Alaejos que luego han sido bien importantes en el festival y la escena contemporánea. Es, ciertamente, revelador cómo de un proyecto no escénico, agarrado a la política sobre los mass media y a la investigación audiovisual y tecnológica, surgiría toda una línea de renovación que dio nuevos aires a la escena.

En el 2005 el círculo se amplió y entró otro creador fundamental en el teatro de García y en el teatro independiente peninsular: Carlos Marquerie estrenó Que me abreve de besos tu boca en una de las iglesias derruidas en aquel entonces (antes del plan Siza de reconstrucción de la ladera que rodea el castillo de Montemor). Marquerie repetiría en 2007 con otra pieza instalativa y poética, El temblor de la carne. Entró con este creador escénico una relación más profunda con la historia del teatro de arte castellano que tiraba sus raíces hasta los años setenta y que también puso en contacto a Citemor con toda la experiencia que supuso el Teatro Pradillo.

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  © Jesús Ubera, El temblor de la carne de Carlos Marquerie. 

Rodrigo ya había ido a Barcelona en 2001 al Festival de Sitges con De vegades em sento tan cansat que faig aquestes cosas, piezón que provocó una verdadera fuerza irrigadora de García por todo el teatro experimental catalán. En aquel montaje estaban actores que como Nico Baixas o Rubén Ametllé y una banda que comenzaba, Stand Still. De aquella conexión llegaría a Citemor una pieza de Roger Bernat, Tót es perfecte, creador que acaba de dejar la compañía que llevaba junto a Tomás Aragay, la General Elèctrica. Aquella veta de conexión Montemor/Barcelona no llegaría a mucho más, tardaría unos cuantos años más en volver Catalunya a Citemor. Pero bueno, de aquella obra de Bernat surgirían dos “estrellas” del teatro catalán que actuaban por primera vez con catorce años: Nao Albet y Marcel Borràs.

Hoy estaba pensando en las pequeñas diferencias entre el teatro catalán y el madrileño. Estos son delimitaciones espurias. Estaba pensando entre las compañías o creadores que reciben un apoyo temprano de la maquinaria institucional, como les pasó a General Elèctrica (pienso en ese Flors en el Teatre Nacional de Catalunya con Nico Baixas, Juan Navarro y Jordi Vilches entre otros). Después de aquello la compañía hizo tan solo dos obras más antes de separarse. Y pienso en el último espectáculo de Albet y Borràs, De Nao Albet y Marcel Borràs, y cómo eso mismo se pone en juego, cómo en cierto sentido la creación tiene que luchar contra Matrix y sus suculentos chuletones…

Y pienso en otros caminos, como El Conde de Torrefiel, que ahora, después de 15 años y una de las carreras más significativas para entender la escena del siglo XXI, llegan al CDN. El Conde en declaraciones al Periódico de España dice: “La rabia, y creo que es esa la palabra, con la que hemos trabajado en los últimos 15 años ha potenciado una poética y una forma de hacer propia. Si hubiéramos entrado a los dos o tres años en contextos más institucionales, creo que no hubiéramos sacado toda la bilis, toda la rabia y toda esa potencia para tener toda la red de casas europeas e internacionales que ahora tenemos y que nos permite algo muy interesante, que es poder vivir en mi pueblo, en Ontinyent, alquilar una nave y continuar trabajando desde aquí. No hace falta estar en Madrid y en Barcelona. ¿No nos quieren aquí? Tranquilas. ¿No nos llama ninguna institución española de las potentes, de las grandes? Ningún problema. Ahora, 15 años después, entendemos que tuvimos que sacar los colmillos para poder hacer cosas que, algunas de ellas, creo que serán recordadas cuando nos muramos”.

Bueno… “ser recordadas cuando nos muramos”, son palabras quizá fruto de una conversación, quizá desmedidas, no sé si ahí reside la función del arte o lo que el artista persigue, pero la rabia y los colmillos como acicate… Ese sí que es un temazo… Se lo pueden decir al propio García y a tantos otros que pasaron por Citemor. Años y años de predicamento en el desierto. Por lo menos El Conde pudo solventarlos sin la precariedad patria gracias a su presencia en la escena internacional. Otros que aquí se quedaron sufrieron la precariedad más absoluta que en muchos casos llevó a su desaparición.

 © TITIANNE BREGENTZE. Momento de ‘Escenas para una conversación tras el visionado de una película de Michael Haneke’, del Conde de Torrefiel. 

La rabia. Rabia porque en tu lugar, en tu territorio, se te ningunea, no se te da ninguna visibilidad, se reduce tu campo de acción a espacios restringidos… Y rabia porque se te obliga a crear desde lugares de limitación continua: económica, técnica y laboral. ¿Por qué en el teatro experimental de España predominan los espacios vacíos, los elencos reducidos o la ausencia de investigación a través de la maquinaria teatral? Esta preguntas son, en cierta medida, cuestiones muy explicables a través del materialismo histórico: pura y puta infraestructura.

A finales del XX y principios del XXI, en ese panorama de inestabilidad y de cuasi nula presencia de los trabajos en las programaciones del teatro público, el tejido de la creación escénica subsistió cómo pudo en espacios subvencionados pero de origen independiente como La Nasa, El Canto de la Cabra, Cuarta Pared, La Caldera, el Conservas, Cambaleo, Galán, La Fundición, asomaba L’Antic, Ensalle… Ahí siguió Citemor indagando en nuestro teatro. Auscultaron la enfermedad que el teatro experimental español arrastraba durante años, décadas, y decidieron apostar, acompañar, comprender y conversar con dos creadoras que estaban en total prédica en el desierto y con dos compañías jóvenes que comenzaban con fuerza de energía y poética, pero con las mismas taras.

Así, en 2006 y 2007, llegaron a las calles tranquilas de Montemor los equipos de Angélica Liddell, antes de ser “la Liddell”, y la coreógrafa Elena Córdoba. Liddell llegaba llena de rabia ante un panorama patrio que quería acallarla, acabar con ella (no flipa Angélica cuando en escena dice que España quería anularla… aunque pueda sonar desmedido). Pero la rabia era ya pronta a la locura de quien con todo el tesón lucha y ve que posiblemente va a ser derrotada. Estaba rabiosa pero exhausta, casi vencida, llena de una fragilidad hecha de cansancio e incomprensión. Con grandes trabajos a las espaldas como La Falsa suicida, El matrimonio de Palavrakis o Once a time in West Axphisia, obras que puideron verse en teatros como la Cuarta o Pradillo, pero que solo suscitaron alguna buena crítica de Haro Tecglen, que estaba viejo pero no era tonto, y algún espectador agarrado a su potencia (como el que escribe). A parte de eso, poco más, un panorama yerto que Liddell tuvo que enfrentar muchos días con la platea casi vacía.

  © Susana Paiva, Lesiones incompatibles con la vida, Angélica Liddell.

Liddell encontró en Citemor el espacio para poder crear de otra manera. Llego con tres acciones, Broken Blossoms, Yo no soy bonita y Acciones incompatibles con la vida. Trabajos de la acción y la performance, tremendos, pero también suscitados por las condiciones económicas. Liddell no conseguía producir y se plegaba a poder presentar una acción en el Festival de Escena Contemporánea, otra en La Casa de América, sacando lo mínimo para poder pagar el alquiler y poco más. Y si bien aquello dio con uno de los estudios escénicos de la performance más interesantes de la historia de la escena española no hay que olvidar de las condiciones del que surgió.

Liddell estaba entrando en Citemor, conociéndolo. Ese mismo año también presentó una pieza audiovisual, una instalación llamada Temor y temblor en el que la pieza de video gritaba en palabras escritas: ANFAEGTELSE (angustia en danés). Puro Kierkegaard que reflejaba el momento de zozobra, de duda religiosa y crisis espiritual que la artista atravesaba. Al año siguiente llegó una pieza que casi no se vio en España, preciosa, Boxeo para células y planetas, con uno de los comienzos más hermosos del teatro de Liddell con Sindo en escena y el Forever Young de Alphaville sonando a toda pastilla. Y el tercer año, con la relación ya hecha con el Festival, Liddell produce su primera pieza en Citemor. El resultado sería uno de los trabajos más sobrecogedoras de su trayectoria, Te haré invencible con mi derrota. Luego llegaría La casa de la fuerza creada en Asturias y todo cambiaría. Francia se rendiría a los pies de su emperatriz. Pero Liddell encontró en Citemor un puerto donde avituallarse, coger energía y recomenzar cuando la tempestad arreciaba y amenazaba con abatirla. Además, esta creadora no ha dejado de estar presente de una u otra manera en Citemor: Love Exposure: Yoko’s Corinthians 13 Speech. Beethoven – Symphony No 7 en el 2013, La Tierra en 2018 y La hora llegó en 2023, que fue un trabajo en residencia preparando Vudú (3318) Blixen, uno de sus trabajos más redondos y contundentes de toda su carrera.

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  © Susana Paiva, Te haré invencible con mi derrota, Angélica Liddell.

Misma historia fue con Elena Córdoba, una de las creadoras más sustanciales de la danza contemporánea. Llegaba a Citemor después de una labor ímproba con piezas de gran fuerza como Sin correa, Los negocios se acaban a las diez, Bobos o Silencio. Pero nada servía, no había manera de afianzar el proyecto. La Cuarta Pared que asumió el papel de apoyar a los Marquerie, Lera, García, Mesa, Ribot, etc., y que es verdad que apoyó a esta coreógrafa, ya iba en otra dirección. La Cuarta se iba borrando, se encaminaba inexorablemente hacia el teatro de texto, al teatro que surge desde el autor y la palabra, desaparecía Escena Contemporánea y el director de la Cuarta, Javier Yagüe, se recogía en su espacio y sus esencias: el de un teatro tradicional aunque se vistiera de contemporáneo.

Córdoba encontró en Citemor un espacio para dar un giro que sería fundamental en su carrera, comenzaba Anatomía poética, una de las investigaciones en torno al cuerpo humano y la ciencia más relevantes de la historia de la danza. En 2006 presentaría Quedémonos un rato más sentados, ya el título declara que es una pieza donde la espiral de creación de la que viene Córdoba se pausa. Luego llegaría un año fundamental, 2010, donde Córdoba presentó La mujer de la lágrima, una serie de películas realizadas junto a Sylvia Calle sobre la representación del cuerpo humano en diversos museos anatómicos de Europa, Los museos del silencio; y una nueva pieza de creación, Todo lo que se mueve está vivo Expulsadas del paraíso. Imposible olvidar a Montse Penela bailando sobre hormigón como si aquella dureza fuera su propia placenta. Nace desde Citemor, con todo su apoyo, Anatomía poética. Le hice una entrevista larga y fructífera en el blog de Citemor en su momento.

  © Susana Paiva, Todo lo que se mueve está vivo, de Elena Córdoba.

Córdoba estrenaría también en Citemor Atlas el gigante y la vértebra en 2012 y ya en 2015, el año más difícil del festival, se uniría a una de las figuras portuguesas más relevante Francisco Camacho, en una pieza donde los dos creadores dialogaban a través de sus piezas con un mismo paisaje, Citemor. Aquella pieza, Uma ficção na obra do mapa estará este otoño en Lisboa y Madrid dentro de la bienal dirigida por John Romão, Boca. En esa bienal estarán también Liddell, García y Alberto Cortés.

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  © Susana Paiva, Montse Penela en Expulsadas del paraíso, de Elena Córdoba.

Además, Córdoba es la responsable de introducir en el festival a otra creadora que está sirviendo de gozne, de puerta de entrada, a nuevos creadores. Se trata de Luz Prado, que estuvo en una magnifica pieza de Córdoba en torno al Rio Mongego, Ay Jacinto, pieza sobre esta planta invasora que pueblas las aguas del rio portugués que pudo verse hace dos años. Prado ha estado también este año con Hipersueño de Paz Rojo (impresionante implicación desde el violín y la mesa de la malagueña) y ha comenzado residencia y proceso de creación de la nueva pieza de Alberto Cortés en el pequeño teatro Esther de Carvalho…

Hablábamos de otras dos compañías invitadas en esa época que tenían que seguir el relevo de todos esos creadores. Volvamos al 2008, ya han llegado Liddell y Córdoba. Todavía no ha entrado la generación (valga la palabra) nacida en los setenta. Citemor mira al futuro y ahí llegan los nuevos trabajos de Carlos Fernández y Lengua Blanca, que producen dos potentes y hermosas piezas: 10.000 años y En las pistas de hielo. Llegarán  ambas obras luego a Escena Contemporánea, un festival que boquea sus últimos estertores, en ese año lo dirigía la hoy directora del INAEM, Paz Santa Cecilia. El festival madrileño no levantaría cabeza y moriría en el 2013, lo que surgió como movimiento independiente (el festival comenzó llamándose La Alternativa) lo cerraría la Comunidad de Madrid diciendo que aquello era suyo (sic) y que lo que imperaba era Surge, ese festival engendro que ahora parece fundamental para tantos. En fin.

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  © Susana Paiva, En las pistas de hielo, de Lengua Blanca. 

Carlos Fernández y Lengua Blanca, sin que nadie lo detectara, murieron en Citemor. Ellos son, esos años son, la falla tectónica sobre la que se construyó este presente. Un presente que bien refleja la temporada de este año del Centro Dramático Nacional, donde uno tanto puede decir “cuánto se ha conseguido”, como, al mismo tiempo, “cuánto se ha perdido”. El que esto escribe prefiere decir “cuánto se ha deformado todo.” Volveremos a ello más tarde.

2008 año crucial para tantas cosas en España, también lo fue para la escena. Ya nada sería lo que era. Y si antes esto era un erial ahora qué es, me pregunto.

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  © Susana Paiva, 10.000 años de Carlos Fernández.

En esos años de comienzo de crisis, Citemor sigue trabajando y nuevos artistas llegan ampliando y complejizando el panorama descrito de nuestra escena. Llega Sergi Faustino desde la independencia catalana, trae piezas ya creadas y adaptadas para Citemor como Nutritivo o C60, y comienza un fructuoso proceso de creación en residencia que daría a luz una hermosa pieza: Estilo Internacional en el 2011. Sergi Faustino con su cuerpo cansado, corriendo desde Figueira da Foz hasta Montemor para luego bailar tintado de rojo entre arrozales de color fluor, esa es una de las imágenes más metafóricas de nuestra escena, un cuerpo cansado que se erige en humedales…

También supo escuchar Citemor a uno de los hoy grandes del site specific patrio, el creador Nilo Gallego, que como contaba llegó con Neokinok, imposible no recordar a Nilo haciendo, con mil instrumentos tirados por el suelo, la banda sonora de la película El conde Mor, una peli muda realizada en las calles de Montemor con los vecinos del casco viejo. Aquella Praça da Republica llena de vecinos viendo una peli en blanco y negro sonorizada por Nilo es uno de los hitos de este festival.

En Montemor sería donde Nilo crearía su compañía Orquestina de pigmeos y esa pieza todavía hoy recordada en el Rio Mondego y rememorada con el trabajo este año de Óscar Bueno: Pigmeus do Mondego. Nilo, junto al director de cine Chus Domínguez, base de la orquestina, no han dejado de colaborar con el festival desde aquel año 2009, buena prueba de ello es el proceso de creación fílmica que acaban de presentar y que ha sido rodado desde y con el apoyo de Citemor durante cinco largos años. Pero cabe señalar que aquel Pigmeus do Mondego fue fundamental para que Nilo Gallego se atreviese a dirigir una pieza y se demostrase ser capaz de crear toda una dramaturgia, pero claro, distinta,  una dramaturgia nacida y sustentada en lo sónico y el territorio. Nilo salió de Citemor con un espacio conquistado que luego han dado maravillas como El sol surt a fer un volt. (Amanecer desde Montolivet) en Olot, Deixa de ser el teu mateix en Pontós, o Ningún lugar en el Matadero de Feijóo.

© Coral Ortiz Imprenta acústica en (14 borbotones de una) aparición, de Mónica Valenciano.

Llegaría también al festival otro creador fundamental y hoy agazapado como Fernando Renjifo en 2008, que presentó una maravilla de programa triple que contenía El Lugar y la palabra. Conversación. Beirut, Improntus y Tiempos como espacios. Y lo bueno es que las líneas se cruzan: llegó Renjifo con otras de las grandes de la danza en España que no había pasado en esos años iniciáticos de relación hispano-lusa por Citemor, Mónica Valenciano. Valenciano además estaba trabajando con Chus Domínguez en una hermosa pieza audiovisual: Impregnaciones en la señorita nieve y guitarra.

En Montemor, Mónica encontró muchas cosas. A parte de un perro callejero que adoptó (Julio, que falleció hace bien poco) un sitio donde poder estar, pensar, ser… Pocas creadoras se han impuesto un proceso de creación tan alejado de la producción del mercado escénico. Los tiempos de Valenciano son otros. Aquí la canaria encontró un espacio de libertad que se fue fraguando desde aquel 2008 para diez años después llegar a estrenar una de las piezas fundamentales de su trayectoria: Imprenta acústica en (14 borbotones de una) aparición. Pieza que se estrenó en el Matadero de Feijóo.

Hay tres aspectos de este festival que son bien destacables. Uno la presencia continuada de diferentes generaciones de artistas en momentos muy dispares. Es grato ver como el año pasado Paz Rojo presentaba Lo que baila compartiendo cartel con El Pollo Campero que presentaba El futuro. Ver como se siguen incorporando artistas de larga trayectoria como en el 2011 Ana Buitrago que presentó Apuntes mínimos, o la Societat Doctor Alonso de Sofia y Tomás que hace tres presentaron Noche Cañón; y al mismo tiempo esos trabajos cohabitan, por ejemplo, con el solo presentado por María García Vera, un solo iniciático tras años en la compañía Los detectives. Ver a Buitrago volver a bailar tras una lesión, ese momento de entrega, de recuperación y fragilidad hermosa. Y al mismo tiempo asistir a ese momento de empoderamiento escénico de María, ver un pequeño nacimiento, con tantas arrobas de determinación, como de arrojo, dudas y valentía.

Ana Buitrago en Apuntes mínimos.

El segundo aspecto es la apertura y en nivel de escucha del festival. Una escucha que permite que aparezcan nuevas incorporaciones como Teatro Serrucho, que estrenó una de las mejores piezas escénicas de los últimos años en 2022, Interior noche. En Serrucho está además, Raúl Alaejos, que llegó con Neokinok al festival y buceó en el rio con Nilo en Pigmeus do Mondego. Citemor no deja de escuchar, no es un festival de directores o autores, sino de creación y saben que ésta va surgiendo sin las circunstanciales jerarquías de la ficha técnica.

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  © Susana Paiva, Raúl Alaejos de Serrucho operando en Pigmeus do Mondego, de Orquestina de Pigmeos. 

El tercer aspecto relevante, quizá el más importante, es que todo este enjambre de creación española se va mezclando con la creación portuguesa, con los más veteranos como Teatro do Vestido, Teatro O Bando, Teatro da Garagem, Francisco Camacho, Joao Fiãdero, Silvia Real, con los menos viejos como Rafael Álvarez, John Romão, Paulo Castro o Mala Voadora, Y con los más jóvenes como Diana Niepce o Márcia Lança que este año presentó Quase nada é um plano.

En esta bajada del río se han quedado proyectos por nombrar, como las Conversas y la película Montemor, de Ignasi Duarte, el piezón en 2011 de Olga Mesa, El lamento de Blancanieves, como Tania Arias que estuvo en 2014 con Infinito – Besos = y  con The horn of plenty dress en 2015, como Edurne Rubio que estuvo con Ligth years away en 2017, como Juan Navarro y Óscar Cornago que estuvieron en 2020 con Se alquila, como Rocio Molina que estuvo con un impulso y con Caída del cielo en 2019, o Amalia Fernández que estuvo con Solala el año pasado. Pero creo que uno se puede hacer una idea con el relato expuesto de la profundidad del trabajo desplegado desde Citemor hacia el teatro de creación contemporánea española.

2025: CITEMOR / CDN

Por todo lo que vengo relatando, perdón el coñazo retrospectivo, este año, cuando uno ve llegar por primera vez a Montemor a Alberto Cortés, y lo ve comenzar a trabajar junto a Luz Prado y Adriano Galante su nueva pieza, esa que estrenará el año que viene en el Bruselas, no es que se emocione, pero le pega un subidón. O cuando ve a Óscar Bueno estrenar en el Mondego la pieza La excitación del paisaje: río que hiciera en Bosque Real, esa maravilla creada por Javi Cruz y Jacobo Cayetano en Madrid, verdadero oasis de libertad creativa en la capital del escaparate, se da cuenta que la dirección de este festival sigue alerta y abierta.

El haber traído La excitación del paisaje: río, aparte de recoger una de las experiencias más relevantes de la ciudad de Madrid, supone sumar un hilo fundamental es ese mosaico de la creación española que Citemor va construyendo.  Cada artista es quien es, pero el proyecto de Óscar Bueno recoge muchas maneras de entender la escena que provienen de todo el movimiento que supusieron la irrupción y los muchos años de trabajo de Cuqui Jerez, Juan Dominguez, María Jerez y Cris Blanco. Una línea que no había estado presente en Citemor y que ahora, con un salto cuántico, reaparece y completa el paisaje.

  © Susana Paiva, Óscar Bueno en La exctiación del paisaje: río

Los trabajos que han estado presentes en Citemor podrán verse en otros lugares. Rojo estará en el Mercat del Flors y en Europalia (esa enorme fricada que tiene más de 150 espectáculos españoles rulando por toda Europa). Cortés estará, además de en el Kunsten, en el Festival de Otoño de París y en Madrid, y María estará en el TNT de Terrasa. Antes fueron Escena Contemporánea, Sitges, Mapa, La Caldera, Pradillo, la Cuarta Pared, La Porta, todos ellos hoy desaparecidos o que se bajaron de la burra. Si antes había ciertos espacios dialogantes con la creación que trabajaban con los artistas presentes en Citemor, hoy los creadores se enfrentan a la nada o al gran contenedor de exhibición pública.

Hay excepciones y es de rigor nombrarlas. Marion Betriu ha dado un vuelco a esa feria dedicada al teatro catalán contemporáneo llamado el TNT. Y a través de sinergias y diálogo está consiguiendo trascender un modelo obsoleto y absurdo. Veremos hasta cuando la dejan… Y ese es el problema, la inestabilidad y discontinuidad de los proyectos regidos por las necesidades políticas más coyunturales y cutres. Ahí, en ese plano, Citemor resiste, pequeño, con mil problemas y una necesidad de apoyo urgente, pero con un espacio de autarquía en las decisiones que le permite bandear y no caer en deformaciones o caminos que no le son propios.

Por todo lo expuesto, por ese rio de creación descrita en este post que es buen reflejo de una creación que en España se ha enfrentado a la no visibilidad y el ninguneo, creo que es pertinente detenerse un momento en la programación de este año del Centro Dramático Nacional. Una programación donde predomina por primera vez ese otro teatro, una cambio que es fruto de la apertura que el equipo de dirección del centro lleva realizando desde que fue nombrado en el año 2020.

Este año están en el programa Lo Bárbaros, El Conde de Torrerfiel, Edurne Rubio, Cris Blanco y Las Huecas. También está Tiago Rodrigues, creador portugués afín a Citemor, pero esa es otra historia, en este caso algo fea porque la programación del portugués llega tras la participación sesgada de España como país invitado en el Festival de Aviñón (dirigido por Rodrigues) en la que el IANEM tuvo una presencia desmedida y deformante de la realidad hispana.

Seamos claros desde el comienzo. No creo que sea para echar las campanas al vuelo. Sanzol ha abierto la programación del CDN en muchos sentidos, he defendido y defiendo muchas de las cosas que se han hecho en estos últimos 5 años. Pero creo que se sigue operando desde unos parámetros escénicos muy concretos, tradicionales y restrictos. La palabra “teatro” según la entienden (porque hay mil otras maneras de entenderla) deja fuera trabajos que provienen de la danza, la experimentación, la acción, la performance y de lo que se viene llamando desde hace de unos años “artes vivas” y “artes expandidas”.

Todos los españoles citados presentes este año en la temporada del CDN estaban en los márgenes de las programaciones hace 5 años, 10 a los sumo, y siguen estándolo en cuanto a la red de exhibición pública en España que cuenta con más de 800 teatros. El gran exponente de esta contradicción son Los Bárbaros, que han visto cómo ha sido imposible girar con las producciones que han levantado gracias al apoyo del Teatro de la Abadía, Conde Duque o el mismo CDN. Ese tema, el de la programación en la red de teatros (con programadores adscritos a la taquilla, el relumbrón y el elenco de famosos televisivos) por ahora está muy lejos de solucionarse y da para siete artículos…

Pero, como decía, la programación de este año supone un cambio sideral en comparación lo que eran las programaciones desde que este Centro se creó en los ochenta. Las direcciones anteriores (Marsillach, Espert-Gómez-Tamayo, Alonso Mañés, Pasqual, Plaza, Isabel Navarro, Pérez de la Fuente, Vera y Ernesto Caballero) siempre desdeñaron las artes escénicas contemporáneas, no entendieron la danza y las artes performativas les parecían algo relacionado con un vernissage en una galería de arte. Es de traca que La Ribot, por poner un ejemplo, nunca haya sido llamada a dialogar tan siquiera con ninguna de las programaciones que el CDN ha realizado desde hace 37 años. Esas programaciones siempre estuvieron agarradas a una concepción donde el director de teatro y el autor reinaban. Y cuando ya no tuvieron más remedio programaron una vez a Rodrigo García y otra a Angélica Liddell, un poco para quitárselos de encima. Ninguno de los dos ha vuelto a ser programado. Y cuando lo hicieron, en tiempos de la dirección de Gerardo Vera, lo hicieron de un modo un tanto paternalista, intentando hacerles entrar en razón. “Rodrigo, dedícate a escribir que es lo que sabes hacer”, “Angélica, acorta esta función sino no va a funcionar”, se atrevían a decir…

  
  © Alberto Nevado, Perro muerto en tintorería, de Angélica Liddell.

La dirección de Sanzól en el CDN tiene otras líneas de trabajo que le son propias y también están dando buenos resultados, como es el apoyo la dramaturgia contemporánea. Algo que además, en un país donde ahora predomina el repertorio, sobre todo en Madrid, se ha vuelto más necesario que nunca. Es paradójico, por cómo era este país hace una década, pero es así: ahora el CDN es el oasis de la nueva dramaturgia.

Sanzol ha cambiado el eje por completo de una institución que se había quedado tan endogámica como vetusta. Se ha llamado a mucho nuevo director, a mucho nuevo autor y se han abierto las puertas a nuevas generaciones que antes no podían ni soñar con entrar en el “buque insignia” del “teatro español”. Y en esa gran renovación, Sanzol también ha querido ampliar el marco y que un teatro de creación que no comienza con un texto ya escrito (por decirlo de algún modo) también cupiese. Además lo ha hecho desde un seguimiento al artista que va apoyándolo y probando con ellos cómo poder ir haciendo. Los Barbaros, Cris Blanco, Edurne Rubio, ya han trabajado anteriormente en el CDN, en formatos de audio o en salas más pequeñas y ahora se da otro pasito a espacios más grandes para ir afianzando… Y además, que El Conde esté en el María Guerrero es,  además de una deuda histórica, un puntazo. La labor de Sanzol ha sido cauta y prueba cómo el modelo de transformación “desde dentro” también puede funcionar.

Pero siempre hay un pero, es de rigor decir que la maniobra es también deformante. Se escoge del panorama independiente y experimental aquello que se cree puede ser “digerido” por el canon. Se escoge la palabra, la dramaturgia, lo más teatral o dramático (la verdad es que aunque quieran darle un aire sueco al tema no puedo con la palabra). Nunca el CDN hubiera programado anteriores trabajos de Cris Blanco por ejemplo. Les ha interesado esta artista cuando estaba en una zona más próxima a su terreno de acción. Escogen a Las Huecas pero se me ocurren una buena decena de creadores catalanes y no catalanes, qué coño (a quien le importa la procedencia), que tienen trabajos igual de válidos pero que no entran por la pequeña puerta abierta porque se etiquetan como danza, porque son más performativos que dramáticos, etc., etc. Eso deforma la pluralidad, el discurso, la semántica de una escena y la resignifica en una fotografía donde muchos de los asistentes a esta gran boda de la historia presente del “teatro español” salen cortados, borrados. Y, en consecuencia, otra vez se contará mal la historia.

“Matrimonio”. Ca.1930. Anónimo. Fondo Luis Alberto Acuña. MdB00085. Instituto Distrital de Patrimonio Cultural.

Prefiero pensar la escena desde un espacio como Citemor donde vas viendo las conexiones y cómo los creadores van apoyando sus pasos en el hombro de otros anteriores, cómo las visuales dialogan con el cuerpo y la palabra, cómo las poéticas de la palabra tienen más que ver con María Salgado que con Borja Ortiz de Gondra, cómo la dramaturgia se nutre de laboratorios del pensamiento como Serrucho, que bebe de Nilo Gallego o Gondry, antes que con el sacrosanto Sergio Blanco que a tantos dramaturgos influye, cómo Jonas Mekas está mucho más presente que Koltès o el venga otra vez y otra de Lepage, como los estudios de Georges Didi-Huberman sobre Israel Galván o sus escritos sobre Pasolini son mucho más influyentes en la creación escénica que todo el teatro de Yasmina Reza. Un lugar que reconoce y asume que la oficina de gestión de ideas I.V.M., de Isidoro Valcárcel Medina, y sus investigaciones sobre el tiempo en el arte, la profesionalización y los procesos creativos, han sido verdaderas guías de trabajo para varias generaciones que salían como pollos sin cabeza de lugares como la RESAD o el Institut del Teatre.

Los Bárbaros en Obra imposible.

Prefiero, como digo, ver el último trabajo de Mónica Valenciano y confrontarlo con la última pieza de Los Bárbaros, por ejemplo. Y ver en ese espejo de diálogos evanescentes e iluminadores nuestro presente, ver cómo el ser humano se relaciona y se confronta hoy con la angustia, la soledad, el mercado, lo comunal, la revolución, la ética, la estética o la risa. Es ahí, en ese espacio abierto, donde podemos pensarnos juntos, que es, creo, de lo que se trata. Y esta cerrazón de seguir acotando lo que es o no es dramático, lo que es o no es teatro es bien peligrosa, más cuando otros centros neurálgicos de la escena hacen tanto lo mismo, como el Teatro de la Abadía dirigido por Juan Mayorga. Tampoco será la generación de los Mayorga y Sanzol, esa nacida a finales de los sesenta y principios de los setenta, quien por fin abra las puertas al campo. Allá ellos.

Su concepción de lo dramático y de lo escénico es incomprensible en el siglo XXI, por limitador y deformante. Y no es de recibo esconderte detrás de los estatutos del CDN para seguir sosteniendo y perpetuando una concepción de la escena tan inoperativa para entender el presente. Recomiendo leerlos, están aquí, son del año 2011 y, creo, están redactados con mucha más amplitud de cómo se están llevando a cabo. Un ejemplo:

Articulo 1.2: El CDN tiene como fines la promoción, revisión y difusión del teatro español contemporáneo en cualquiera de las lenguas oficiales del Estado, la divulgación del repertorio dramático universal y el impulso y desarrollo de los lenguajes escénicos actuales. Para ello contará con la colaboración de creadores de todas las disciplinas escénicas.

“Lenguajes escénicos actuales”, no puede se más inclusivo. Ahora, si seguimos con que el DRAE define drama como” obra literaria escrita para ser representada”, pues se sanseacabó. A la mayor gloria de la autoría y el texto, como digo, ellos sabrán. 

Pequeña crónica de Citemor 2025

Llevo unos años escribiendo en elDiario.es, después de varios parado. Estoy haciendo un poco de todo, crónica, entrevista, reportaje, noticia, crítica… Y ahora que llego a Citemor y lo vuelvo a mirar todo con los ojos lavados en el Rio Mondego tengo ganas de, como se dice ahora, cancelar todo lo escrito. Se que no es así, sé lo que hago y digo. Pero acojo la fuerza de este festival, su capacidad de hacer que uno se replantee todo con ánimo renovador. No hay nada cómo aquello que te cuestiona. Aunque uno sufra zozobra.

Llegaremos a septiembre. Trabajaremos de nuevo, acudiremos a la bienal BOCA de John Romão, al CDN, a la Abadía, a la Nave 10, al puñetero Canal, a lo que salga del Conde Duque que está pro presentarse (ahí anda Cortés y una sorpresa por confirmar). Seguiremos nombres como el de Remón, Orazi, Messiez, Folgera, Szpunberg, la Mecánica, Alvaro Tato, Umpierrez, África, Goricelaya, Zamora, Amestoy, Vasco, Morales, Velasco (ambos, a María y a Alberto)… Porque me interesan, porque todo conforma la foto, pero seguiré insistiendo en que la foto está incompleta…

Primera noticia para navegantes, Carmen Aldama y Fran Weber están a punto de presentar un Festival de nuevo cuño, performático y de inspiración fluxus, llamado Free Tour: Hlichi Chili & Victor Velasco, María Cecilia Guelfi, Nuria Lloansi & Pierre Peres, Orquestina de Pigmeos y Ben Attia, este último creador de uno de los piezones del año pasado, Opus Cero.

  © Beatriz Lobo, Cartel para el Free Tour.

Para finalizar contar tres cositas sobre lo que vi en Citemor. Uno no deja de ser cronista, pero ando cansado de analizar y relacionar, No se lo creerán, pero una temporada teatral puede dejarte exhausto. Por eso la voluntad de este post de mirar todo con un poco de distancia, algo que creo falta.  Pero sí quería comentar tres cositas…

Han sido días intensos, ilusionantes, retadores. El piezón de Paz Rojo, Hipersueño, el esperado trabajo de Nilo Gallego y Chus Gutierrez, Mundagawa, el site de Óscar Bueno, la nueva pieza de danza Márcia Lança, la posibilidad de ver cómo está naciendo el nuevo trabajo de María García Vera de Los Detectives, La vía láctea….

Sobre Paz Rojo y su Hipersueño ya lo comenté aquí cuando se estrenó en la Sala Replika de Madrid. No llegué a verlo en Citemor, pero Vasco, director del festival, me contó que la función que tuvo lugar en Coimbra, en el Teatro de Cerca de Sao Bernardo (hermosísima sala), fue como un tiro y que el público lo acogió muy bien. No es de extrañar, Portugal tiene una educación en danza contemporánea mayor que España y más próxima, quizá, a Rojo.

Gran noche en el teatro Esther de Carvalho de Mundagawa, el proyecto fílmico que Nilo y Chus, Orquestina de Pigmeos, comenzaron a trabajar hace 5 años pudo verse por fin, ellos continuarán editando y montando, pero en Montemor pudimos ver ya una primera propuesta, todavía en proceso, del proyecto. Todo comenzó en 2020 con una performance en las salinas de Figueira y una residencia de dos años en Citemor, cinco años después lo que podemos decir es que estos dos genios del documental, el site y la acción viran en este trabajo a la ficción. En el papel protagónico está  Katsunori Nishimura, agente colaborador habitual de la orquestina, músico de origen japonés que en este film, vestido de samurái bajará el Río Mondego en un viaje introspectivo y existencial. Un retruécano de la película del 67 de Jean Pierre Melville donde la potencia de la imagen pausada va acompañando a Katsunori en su transcurso, en su bajada hacia el autoconocimiento.

A parte de flipar con la presencia de Katchu y con la pinchada ruidista de Tsukiko Amakawa y Mika Matsumoto, la película está llena de sorpresas. Esta la manera de Chus de documentar las gentes que rodean el rio, están sus tiempos y su manera de colocar la cámara en el sito más simple para el ojo, pero lo sorprendente reside en cómo estos dos creadores inciden en la estructura narrativa del film, cómo a través del montaje de sonido e imagen van dibujando el mundo interior de ese samurái perdido en un Mondego tan real como ficticio. 

El mismo fin de semana llegó el trabajo de Óscar Bueno que ya había presentado en Madrid: La excitación del paisaje: río. Una pieza que se realizó en la Casa de Campo y que acabó con Óscar actuando desde dentro del propio estanque del parque. Yo no pude verlo, debió ser espectacular pienso después de sí haber visto la adaptación que se realizó en Citemor.

  © Susana Paiva, Óscar Bueno en La exctiación del paisaje: río

Pude ver este año en Conde Duque el trabajo anterior, Vientos, un trabajo que contaba con la complicidad en la creación y la escena de Cuqui Jerez, María Jerez y Anto Rodriguez. Una investigación sonora y visual en torno al viento y las coreografías que este provoca en los cuerpos y el espacio. La pieza al igual que La excitación se inserta dentro de la investigación que está haciendo Bueno sobre las  relaciones entre la idea de paisaje, la música y la acción. “Los paisajes ajenos”, la denomina.

Si Vientos era flipante pero un tanto hermética al ojo ajeno (algo que no es ni positivo ni negativo), La excitación, se abre y comulga con el paisaje, con los árboles y el río. El canto se vuelve onda sísmica en las aguas, las hojas bailan y nuestra mirada va afectándose de otra manera de mirar y de estar.

Durante una tarde completa, desde su auge hasta el anochecer, el público va transitando en un camino con tres paradas. Primero se trabajó en torno al camuflaje en un espacio cercano al rio, en un meandro. Luego se dio un lento y gozoso paseo por el curso del rio con la mirada alterada por unas gafas azules, un camino que acabó  con Bueno dentro del río con un canto bello y folk, rindiéndose sonoramente a un paisaje ya emocionado. La pieza acabó con una tercera parte ya sumergida en los sonidos del misterio y la ciencia ficción donde de la noche surge una criatura marina, mitad monstruo, mitad elfo.

 

Material entregado al público en la pieza La excitación del paisaje: río.

En las tres partes es fundamental tanto el trabajo sónico que mezcla la naturaleza y el paisaje con lo humano y corporal, como el trabajo sobre el cuerpo del ejecutante, que no interpreta, sino que acciona. La pieza y el proyecto de los “paisajes ajenos” recoge a la perfección los intereses de este artista asturiano donde se mezcla la música, lo coreográfico y lo visual. Recomiendo los textos sobre la pieza que han escrito Ed Freitas y Leticia Maía aquí.

Por último, no quería dejar de relatar algo sobre lo que pude acercarme al nuevo trabajo de María García Vera: La Vía Láctea . Tan solo pude asistir a un ensayo antes del estreno. María eligió la Igreja da Madalena, una iglesia abandonada, derruida, de origen medieval donde todavía puede intuirse su campanario manuelino. Una iglesia que está en las faldas del castillo de Montemor. Imposible no recordar la obra que realizó Carlos Marquerie justo en una iglesia de al lado entonces también abandonada, la Capela de Santo António: Que me abreve de besos tu boca, que se estrenó en el año 2005 y en la que Paz Rojo bailaba junto a Estela Lloves y Getsemaní de San Marcos.

García Vera estuvo en Montemor en una pequeña residencia de una semana  trabajando con su equipo, con Los Sara Fontán en el sonido. La pieza viene bien cuidada, ha estado en el entorno de Nyam Nyam en Girona, apoyada por La Cadera y en el programa de residencias IN-prescindibles de La Poderosa, donde se pudo ver una primera propuesta el pasado abril. A pesar de todo ello, en el trabajo que llegó a Citemor se veían los materiales todavía naciendo, en proceso.

García Vera es ya una de las creadoras escénicas afincadas en Barcelona con buena trayectoria. Desde 2016 trabaja con la Cia Los Detectives junto a Mariona Naudin. Estrenan nueva pieza en el próximo TNT: Les Chevaliers, Capítol II. Estreno que reúne a un buen plantel de fuerzas vivas, en la dirección está también Sofia Asencio de la Societat y en escena Rubén Ametllé.

Hace poco Naudin estrenó pieza con García Vera también en escena, Songs for the bitch witch women, un insólito artefacto teatral que extraña la actuación hasta el esperpento para hablar sobre el abuso a las mujeres y su revictimización a través de la exposición mediática hasta la extrema unción. Es extraño, la crítica catalana la trató bastante mal. Luego vino a los Teatros del Canal de Madrid, tres días. A mí me pareció de lo más interesante que he visto esta temporada. Señalo de nuevo al TNT ya que esta pieza surge de tener a Naudin como artista residente.

Destaco aquel trabajo porque si bien es muy distinto a La Vía Láctea tiene energías y caminos parejos. Ambos trabajos se buscan en la fuga que posibilite alguna subversión. Subversión política, pero también teatral, actoral. Y las fugas están siempre cerca de los límites. En el caso de este solo que está naciendo, La Vía Láctea, caben resaltar muchas cosas. Lo primero la capacidad actoral de María, pero más que la capacidad dónde la artista la sitúa. Esta creadora busca conflictuar sus capacidades y potencias llevándolas a un territorio inestable a través de lo no hecho y lo performático. María en escena se alimenta de todo lo que la rodea, trabaja el presente escénico para así realimentarse, ponerse en riesgo e intentar abrir espacios de libertada no conocida.

En este solo se habla de todo, atropelladamente, se enfrenta, se colapsa. Queda un paisaje de estrellas machacadas, de una experiencia contemporánea que vive del anhelo y la extenuación. Y contra todo eso se revuelve aun a pesar de ser consciente de lo inocuo de esa misma decisión. La decisión de sublevarse aun sabiendo que es una acción inane, buscando lo inesperado, ese primer paso que abra la posibilidad de cambio. Se trabaja el texto enfermo, atropellado, la palabra que afecta al cuerpo.

Viendo a María allí, gritar a las laderas de Montemor, disparar a la nada con todo el alma, me acordé (y mira que no me gustan las comparaciones) con una de las funciones más sonrojantes a las que recuerdo haber asistido. La cosa se llamaba # Juana Dolores # * massa diva per a un moviment assembleari *. Allí la actriz emulaba esa manera de decir tan característica de Angélica Liddell. La función en Replika Teatro fue de las más duras que recuerdo. El trabajo de García Vera, en cambio, está trabajado desde lo propio y se agradece un montón… Lo mejor de Vera, de Naudin, de Los detectives, es eso mismo, el cómo se apoyan sobre otros creadores, pero siempre para ir a un terreno propio. A veces lo encuentran, otras no tanto, pero siempre queda la determinación de búsqueda propia, la ética de estar en escena.

Bien, 9 de agosto, ya en España acabo este texto un poco río, quizá demasiado… Hoy acaba el festival con el concierto del grupo Courávia. Nos prepararemos como samuráis del Mondego para ese septiembre madrileño que se viene. Antes unas palabras del poeta de estas tierras, tan grande, tan cercano, Miguel Torga: “Río, que llevas mi sangre al mar y en el mar la sepultas, dora mi memoria. Cuéntales a las olas y al viento la inhumana historia de mi dolor. Que no piensen que todo se reduce a una gota de sol y de perfume disuelta en el polvo de tu color”. STOP GENOCIDIO EN GAZA.

 

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NOTA DE URGENCIA: OPUS CERO. LA VIDA VENDRÁ DE FUERA O NO VENDRÁ

Ayer iba hablando con un amigo camino del teatro que ahora vive fuera de Madrid, artista y buen rastreador de escena, hablábamos de si habíamos visto últimamente algo que nos hubiera interesado, agitado, levantado el espíritu… Esas cosas que siempre acaban, como así fue, hablando del momento actual de la creación escénica. Pasamos por todos lo lugares comunes: estamos en un momento de transición, no hay un relevo claro de la creación experimental, quizá es que estamos viejos y no estamos llegando a conocer, quizá es que no nos enteramos, pero está claro que pasa algo, hay estancamiento, hay burocratización, faltan espacios independientes, los teatros públicos que ahora atienden la escena han conseguido cosificarla, importan más los temas que la libertad de creación… Lugares comunes para intentar abordar algo, el presente, que inevitablemente se escapa entre los dedos, que es multicausal, multifactual y siempre confuso.

Llegamos al Teatro Pradillo, a Pradillo, ¡eh!, al puto Pradillo, hoy contenedor de la nada, a un festival, SURGE, que hoy es bien necesario, reparte montitos de dinero entre muchos que no tienen nada para crear… ¡Eh!, necesario porque reparte dinerito… Mirar dónde hemos acabado, en un festival heredero de La Alternativa, que era aquel que se hacía desde la Sala Triángulo, hoy Teatro del Barrio. Lo llevaba Alfonso Pindado, apoyado en la estructura de las salas alternativas de la capital, de aquella manera, pero con todo tenía una fuerza frente a la administración, de resistencia y libertad de actuación: quiero traer al Tato Pavlovsky de Argentina, comunista irredento y me lo traigo, quiero traer al Descueve y así hago, y ahora Antonio Fernández Lera con Monos Locos, ahora Rodrigo con Haberos quedado en casa, capullos… Luego llegaría Escena Contemporánea, capitaneado por Javier Yagüe, un festival más institucional, menos libertario, más serio, realizado con más concomitancia y cercanía hacia las estructuras y objetivos de la Comunidad de Madrid.

Escena Contemporánea moriría y surgiría Surge (disculpen la metonimia) en tiempos de Ignacio González, ¿se acuerdan?, detenido en 2017 por corrupción y encarcelado. Pasó poco tiempo entre rejas, en 2018 salió y ahora es funcionario del Ayuntamiento de Madrid y cobra 52.000 euros al año. Aquí estamos, cuento esto porque en cierto aspecto es una radiografía de lo que le ha pasado a la escena en este país, hoy que vemos a los que nos deben mostrar los nuevos caminos de la vanguardia en las naves de Matadero, en el CDN o en los putos Teatros del Canal.

Y ahí, en ese Surge, y en ese Pradillo, ayer, se estrenó Opus Cero, dirigido por Ben Attia (agitador e intrigante desde uno de los espacios más interesantes de la Península, Box Levante – Centro escénico del Estrecho) y con Carmen Aldama, Ibrahim Bah, Maxi Labrador, Carlos Pulpón y Bastian Ponce. Performers que trabajan con Søren Evinson, con Rodrigo García o Victoria Aimé, creadores como Aldama que ya presentó pieza en Surge anteriormente (vulnerasti cor meum / Madrid), artistas migrantes como Ibrahim Bah, que a parte de coreógrafo es escritor y publicó en la editorial La Imprenta, Tres días en la arena, donde cuenta su periplo desde Guinea Conakry hasta Europa. Ibrahim ahora es director de Urbana B. Dance Studio en Casas Viejas, Benalup hoy.

Uno siempre busca trayectorias y contexto para explicar, pero en definitiva el elenco de esta pieza, en escena también está Ben Attia, está conformado por gente periférica, venida desde los márgenes no profesionalizados, pero bien activos. Gente que se ha juntado primero, buscado después. No hay dossier para pedir ayuda a producción. Hay urgencia y voluntad de buceo.

Y es que el cambio, esa torna que haga posible virar una escena cada vez más previsible y cosificada nunca vendrá de las instituciones. Desengáñense los mercats y los cdns. Son necesarios, sus ayudas, residencias y talleres: háganlos, destinen más dinero a ellos, pero nunca serán sus cosos, sus modos y su fuerza la que posibilite la libertad de creación suficiente para agitar los cimientos de la presa de aguas estancadas en las que vivimos. La vida está en otra parte, que decía Kundera.

Y esa vida llegó ayer y percutió sobre un público atónito, unas 80 personas allí congregadas. Opus Cero comienza como una obra más de hoy en día. Teatro de no ficción, cercano al teatro conferencia, a los géneros que en los últimos quince años vienen diciendo que son renovadores y que ya huelen a cadaverina. Aldama preside una mesa donde irán pasando el propio Attia, Bastian Ponce, Ibrahim y Maxi Labrador. Se habla de un misterio, de algo que pasó en el Matadero de Mateo Feijóo primero, en un pueblo del sur de España luego, Guadalmesí.

Nadie quiere desvelarlo, es un macguffin que hará avanzar la obra. Algo pasó, algo nada bueno, algo que no se quiere nombrar. En cambio, los visitantes de esa mesa conferenciante van contando sus periplos. Pero lo importante no es lo narrado, sino el modo y la significación metateatral y política con la que están ideadas y conformadas las escenas. En ellas vemos a Aldama intentando instaurar un espacio de diálogo donde la palabra valga, transforme, solucione, acerque. Una concepción europea basada en la comunidad horizontal de Habermas, en la confianza de la socialdemocracia en el principio de Rosseau, “el hombre es bueno por naturaleza”, algo que mucha de la izquierda occidental utiliza de coraza, de velo para no ver.

Así, Aldama le dice a un hierático y mudo Bastian Ponce que es tranquilo, que tiene paz, y está lleno de ternura. No sabe qué le pasa, pero preferimos pensar que el otro es ante todo, bueno. Ponce se pasará toda la escena reptando por el suelo del escenario a velocidad casi inmperceptible. Así, Aldama escucha con rostro de quien asiente el periplo de Ibrahim desde su país al nuestro, atravesando países y desiertos. Da igual que el relato sea delirante. Ibrahim trufa su periplo de un estilo metafórico y heroico. Tiene mucha chufla renegrida el comentario de Aldama tras ese relato lleno de tipismos de la gesta que el occidental acepta con condescendencia cuando proviene de lo tribal y exótico. Aldama cita la Divina Comedia de Dante, el pasaje donde Dante se encuentra con Ulises en el infierno, cita culta que quiere demostrar una escucha inteligente y que es apropiación y demostración de superioridad cultural aviesa.

Así, llegará también Maxi, un nazi reconvertido en pastor de cabras. Introduciendo el mito de la salvación woke del hombre urbanita que puede renacer en el campo. Maxi cuenta como se desollan las ovejas, es poeta, lee un poema y comparte su caída del caballo en la que, como San Pablo, encuentra el camino. Lo bueno de toda esta primera parte es cómo hacen tragar al respetable una escena con tintes modernos y cómo el respetable se la traga. Ahí está Pulpón, con esa presencia insustituible de performer moderno, subiendo y bajando volúmenes en escena de una música trascendente, mirando como actuante lo que acontece bajo un mono amarillo de trabajo hiper moderno y posindustrial.

El público lleva tragando esto mismo, un teatro formal basado en los temas acuciantes para la sociedad moderna, durante años, callado y aplaudiendo cada tarde desde sus butacas. Todo este comienzo que dura dos tercios de la obra es un coñazo. Pero lo bueno es que todo se resignifica. De repente, todo ese dispositivo explota en mil pedazos dando pie a otra escena que no es sino respuesta llena de rabia ante un occidente bien pensante y un teatro al que el gran piropo que hoy se le puede entregar es el de inocuo. Esos seres que hemos ido conociendo en la obra y que bajo el prisma occidental son en el fondo buenos, héroes o equivocados reinsertados a la sociedad del bienestar y la democracia, revelarán sus otros rostros.

Tendré cuidado con los adjetivos y los referentes. Teatro de la crueldad, happening, teatro de acción y derribo, de ecos fureros… Todo eso no sirve, porque esta gente esta en otra, en la suya. Tan solo decir que ahí comienza otra escena que arroja una respuesta furibunda, enfadada, rabiosa, a la platea. Habrá escenificación de la violencia, las hostias serán hostias, se harán cosas que hoy en los teatros públicos y no públicos están prohibidas, reclamando así libertad, ensanchar las miras, las paredes de un teatro cada vez más pulcro y que olvidó que el escenario es un espacio de encuentro (sí, todos alrededor de la hoguera y todas esas monsergas), pero también un espacio para la confrontación.

Vivimos en una sociedad enferma, donde la vida no vale nada, donde hoy mismo somos testigos de un exterminio en Palestina, donde miles de migrantes caen en el Estrecho, donde en nuestras sociedades occidentales la mitad de la población es de segunda, de tercera, son simplemente delincuentes a los que hay que, sino exterminar, sí expulsar y asfixiar. Pero queremos seguir pensando que el otro es bueno, que está todo bien, que liberte, igualite y fraternite siguen rigiendo cuando ya todo ha explotado aunque todavía detentemos la seguridad de un piso, un puto trabajo y una pensión prometida. ¿Qué teatro merece esta sociedad? Eso es lo que se pregunta esta obra, a lo que reacciona. Y lo hace con virulencia, durante larga media hora el escenario se transforma en otra cosa, en un reino donde la palabra no importa, donde el director y al arte son vilipendiados, arrasados, pateados.

Pura bomba escénica, eso es lo que se vivió ayer en Pradillo. El público, lógicamente, salió con la sensación de haber asistido a algo importante, a un evento que no tenía que ver con otro estrenito más. Era la primera función, ya solo queda la de hoy, tras estas dos funciones viene la nada.

No se trata de ser prescriptor de nada, ni apuntar que ayer vivimos el nuevo Accions del siglo XXI. Sobre todo, porque no sería justo ni recomendable entender la escena como una repetición cíclica de lo nuevo en la que además, cuando hay un cambio, no podemos ponerle el antecedente que creemos explica algo cuando realmente no lo hace.

No sé qué vida podrá tener este colectivo, que parece frágil y sin muchos asideros. Ayer, además, se vio una primera función, desajustada, incipiente. Pero caray, qué gusto volver a sentir que la butaca es un espacio de peligro donde el primer cuestionado eres tú, qué gusto saber que esto no ha acabado, que, a pesar de las instituciones, las redes, los programadores y los periodistas como el que escribe, está la calle, llena de vida. Y que al final, aunque nos empeñemos en compartimentar todo como agrimensores de la nada, como profesionales de la taxonomía inane, la periferia vendrá y lo arrasará todo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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LOS BÁRBAROS

Imagen de Obra imposible, de Los Barbaros, estrenada en el Conde Duque el jueves 9 de mayo de 2024.

Los Bárbaros estrenaron en Conde Duque la tercera parte de su trilogía, “Obra imposible”. He sacado un artículo en el elDiario.es hablando con Miguel y con Javier, de la obra, de su trayectoria y de ese espanto que es estrenar y no poder girar, no poder hacer funciones ni en el pueblo de al lado…

Lo importante es que “Obra imposible” es una obra pertinente, que poco a poco se te va metiendo en el cerebelo y vas viendo que por su camino tranquilo y suave te interpela como pocas de las obras que uno va viendo…

La charla con Javier y Miguel fue larga, gozosa y generosa por su parte. Hubo cosas que se quedaron fuera, no podía ser de otro modo. Quería compartir aquí en Teatron la entrevista y tres cositas que se quedaron fuera:

ARTICULO PUBLICADO EN ELDIARO.ES EL 21 DE MAYO DE 2024: AQUI

RESTOS DE UNA ENTREVISTA:

  1. La obra por momentos, como explican ambos, se vuelve oscura, sin respiraderos, extremadamente liminal. Al preguntarles por el contraste con otros trabajos anteriores, Rojo argumenta que cree que la respuesta quizá esté fuera de la escena, “creo que en la acción misma de levantar la obra ya hay un acto significativo. Y además, está la forma de estar en escena de Rocío y Jesús, una forma tranquila, que no entra en pánico ni en frustración, que dicen las palabras con cierta ligereza, sin dramatizar ni regodearse, creando cierto bienestar. Vemos a dos personas en ese final de todo, contarse historias, son historias complicadas, pero están juntos y tiran para delante”. “Mentiríamos sino dijésemos que esa manera de estar es mucho gracias a Rocío. Con ella se produjo un encuentro esencial entre lo que buscábamos y su manera de estar y decir. Escribimos para ella, pensando en ella. Y Rocío lo entiende a la perfección, lo sitúa, lo modifica, su aportación es clave”, explica Hernando.
  2.  “¿Por qué no puede resurgir lo nuevo? ¿Cómo se genera lo nuevo? ¿Cuántas posibilidades hay? ¿De cuántos hilos se pueden tirar para generar algo diferente? Y bueno, yo creo que la respuesta es un poco pesimista en esta obra, que el sabor que queda es un tanto agridulce. La única respuesta que nos hemos podido dar a nosotros mismos es que nos alegremos de las pequeñas cosas, de escuchar juntos una canción, de poder bailar juntos, de tomar unas cervezas, de esos pequeños gestos cotidianos de resistencia. Al final, cuando hay que nombrar algo que se pueda hacer, es la música lo que se nombra porque a lo mejor nosotros hemos habitado mucho el mundo de las ideas, de los libros de ensayo, de los libros de literatura política. Y nos hemos dado cuenta que a veces las cosas viven muy cómodas en el papel y que la música puede llegar a conquistar otro lugar. Por eso al final es una resolución un poco naif, un poco inocente” (Los Bárbaros)
  3. ¿Por qué hay tantos pájaros en la obra y en vuestras obras?-“Es verdad, los pájaros recorren muchas de nuestras obras, había cuervos en “Obra infinita”, había pájaros también en “Las explicaciones”, había pájaros en “Atlántida”. Es una figura que resume muchas cosas. Por un lado es un clamar al cielo, a  lo alto, a lo vertical, un llamar a alguien. Además, los pájaros tienen algo de misterioso, de bello, vienen de un más allá… Y tienen la capacidad de poder alegrarte una mañana, oír el canto de un pájaro… En teatro además funciona, como te decía, como algo que viene de más allá, que no conocemos, al público le pasa lo mismo, pueden imaginar de donde vienen. (Los Bárbaros).

-Bueno, en esta última obra se nombran pero no están, como los oyentes que no existen…

-“No es cierto, al final Barranco dice mirando al público: “Mira Rocío, se ha llenado todo de palomas””.

-Cierto…

PD: Y unas notas. Me interesaron mucho varias cosas de la obra. Me centraré en una para entrar en materia: el comienzo de 15 minutos donde hay una composición escénica basada en la imagen y el sonido. Un comienzo bien heredero de ese escena que expandió el teatro a finales del XX (Marquerie, Rodrigo, Castellucci, Liddell, Fabre, L’Alakran, Doctor Alonso, El Conde…). Hablamos de esto en la entrevista, de ser buen heredero… Me explico, que así en principio puede sonar mal. Esa escena de la que hablo, que creo es reconocible, consiguió seguir otros caminos que el de la representación basada en el argumento y el conflicto, expandió la escena pero no con mecanismos de la tradición teatral preponderante, sino con una búsqueda que venía del contacto con la danza y con las plásticas, sobre todo. Hoy que voy merodeando teatros e intento ver con generosidad las cosas me encuentro toda esa búsqueda deformada, convertida en mecanismos de un teatro que utiliza una herencia para parecer… parecer que hacen, parecer que son… modernos, fragmentarios, conceptuales, no sé bien qué…

De ahí lo de ser buen heredero, de haber creado una compañía en el 2014, de haber visto toda esa escena como espectadores y haberla comprendido, haber comprendido esa búsqueda y luego, más tarde, desde tu lado (el lado de Los Bárbaros es el de un teatro donde el texto y la actuación es más teatral, menos performativa que todo ese teatro, por ejemplo) saber utilizar cuando  es necesario esa rendija por la que mirar, por la que vislumbrar. Hay que ser buenos herederos, no puede ser que toda esa búsqueda mencionada -mira que no tiene nada que ver el clown existencial de L’Alakran, por ejemplo,con el teatro sacrílego de la Liddell- sea deformada, engullida y distorsionada hasta el histrión por la gente que hoy está en práctica escénica. Si bien en el arte la evolución es un concepto que engaña, no puede ser que todo aquello no haya servido para nada…

Por eso es una gozada ver componer a Los Bárbaros, a su modo, pero sabiendo lo que es un tiempo expositivo, utilizando tiempos lentos, con poéticas del cuerpo anti-dramáticas y expuestas, y llevar todo eso a su universo, a una visión del siglo XX, de ecos del pasado que se mezclan con el presente, convirtiendo la escena en un espacio donde el tiempo pasado y presente se vuelve fango y todo se queda pegado a la piel…. Hay un momento, en que Jesús se convierte con una simple tela y una gorra de la CNT en un fantasma del pasado, perdido en el espacio, es uno de los momentos más poéticos y cargados que he visto en escena hace mucho tiempo… Esta primera parte, acaba con dos curas montados en burritos al son de La internacional a todo trapo recorriendo un espacio vacío, un espacio que ya no es de este tiempo y que tiene la capacidad de unir a Goya con Ramon J. Sender, con ETA, con Unamuno, con Trump o con los hinchas del Anderlecht que son de los más violentos de toda Europa (me apunta Hernando).

Y una última reflexión idiota. Reflexión madrileña. Llevamos varios lustros en el que una escena que era precaria pero independiente desapareció. No cabía ni era entendida por las salas alternativas. Se intentó un cambio. Se creyó que era posible tener un espacio en los teatros públicos donde otra manera de producir y otras prácticas no tan precarias fueran posibles. El tema es larguísimo. Primero unos creadores que vieron que o se internacionalizaban o morían. Luego otros más jovenes que encontraron un camino más abierto hacia el extranjero y otro en España en donde podían estrenar en teatros públicos importantes. Y luego otra más reciente que ven como algo normal que te produzca el Teatro Español o el CDN. Algo que hace 20 años era inimaginable. Esa última generación ya busca menos fuera de España. Esto que digo es muy discutible, se puede puntualizar mucho, pero si veo una línea de evolución donde la experimentación ha pasado a segundo plano, donde lo público, con sus 45 días de ensayo y su manera de alojar y engullir, ha ido deformando y domesticando. Se confió en el monstruo, y claro el monstruo luego muerde y escupe.

Ahora, todo va a acabar. En el Teatro Español tenemos nueva dirección, Eduardo Vasco no va a programar sino autores, nada de creadores, autores coño, y además españoles y que lleven muertos al menos 50 años, lo que se llama repertorio del bueno. Los Teatros del Canal se inaugurarán con El alcalde de Zalamea dirigido por Jose Luis Alonso de Santos, un señor que escribió sainetes en los ochenta, que tiene 82 años bien ganados y que además es la persona que será el último responsable de la programación de esos teatros. Luque dirigirá la sala pequeña de Matadero, es la esperanza contemporánea, no creo que vaya más allá del teatro contemporáneo del siglo XX. La otra nave de Matadero será regida por María Pagés, alumna de Antonio Gades y referente de la danza española aflamencada… Tiene más de sesenta años, imaginen que líneas de programación pueden ahí darse…

Todo va a acabar, quizá quede el CDN con Sanzol ahí, dando huequitos a Los Barbaros o hueco a La Tristura para luego no poder girar… Cris Blanco ha intentado escapar de esa trampa, poder producir bajo la no precariedad e involucrarse en la producción para luego poder girar… Hizo una pura maravilla llamada “Pequeño cúmulo de abismos” en el CDN, está intentado moverla… Lo tiene difícil, lo de la distribución es otro tema… pero por no liarla me centro. Quiero decir, se acabó la teta pública en Madrid, veremos qué pasa con el Conde Duque, otra trampa, te producen con un poco de dinero, estás tres días y fuera. Los Bárbaros acaban de sufrirlo. Su directora dentro de poco también se irá, a saber qué coño hace el consistorio con ese espacio, posiblemente un espacio para el teatro familiar, no me extrañaría. Se viene el desierto. Tampoco uno puede gritar “pues viva el desierto”. Pero cuando doblas la esquina y ya nadie te oye, te dices para ti, bajito aunque no emitas sonido, casi sin querer oírte, “pues viva”.

No sé cuál será la solución, si la habrá, cuan largo será el desierto, qué se está acabando, si nacerá algo de todo esto… De esto va la pieza de Los Bárbaros, de esto mismo que es replicable en otras esferas no teatrales pero que desde el teatro se ve nítido. Nos creímos que algo había cambiado, pero la estructura sigue en pie,  no van a soltar poderes, hegemonías y maneras de proceder propias de este país, caciquil y aprovechado, inmovilista y mucho más carlista de lo que creemos.

Vemos que nada cambió pero que tenemos la sensación de estar en un final perpetuo… Javier Hernando en la entrevista habla de la sospecha, no se tiene hoy ningún discurso sin que esa sospecha se cierna sobre él… Hablaban Los Bárbaros de parar, de que quizá lo que toca ahora es simplemente quedar a comer entre amigos, hablar, echarse un baile… y también sospechan de eso mismo… Hablaban de acciones políticas basadas en lo poético, de Lauro Olmo pintando con los colores de la bandera española la puerta de su piso en Arguelles del que iba a ser desahuciado, había que construir El Corte Inglés, corría el año 1972, el año en que nací… Pretendía que así la puerta no fuera derribada por la policía ya que no podían ultrajar la enseña nacional, sabía que la iban a derribar, pero aún así hay seguía, atrincherado en su casa, intentándola con el fracaso ya asegurado.

Y me acuerdo de Isidoro Valcárcel Medina, cuando le llama la Fundación Telefónica para montar una expo y él dice que sí, pero con un presupuesto de mil pesetas, no hubo manera, diría hace unos años en La Verdad de Murcia: “la financiación del arte pertenece al mundo de la especulación. Si no montamos una exposición en la cual los millones se puedan justificar, pues no hay exposición”. O cuando Girao lo llama al Reina Sofia en el 94 y el quiere hacer una expo con los presupuestos del museo y se lo niegan, o cuando en el 2007 en el MACBA pinto una gran pared con un pincel del nº 8, tardó 9 días, o cuando en 2009 presentó circunstancias en el Reina, unas caminatas de una hora donde se bordeaban los museos de Madrid, sin nunca entrar en ellos.

Bueno, ya… dice Rocío en “Obra imposible”:

“¿Qué hacemos con tantas ideas?, ¿para qué sirven?, ¿qué hacemos con tantas soluciones imaginadas?, ¿qué hacemos con un ejército de burros imaginarios?, ¿qué hacemos con tantas palabras, con tantas teorías, con tantas posibilidades que nunca se llegan a concretar?, ¿qué hacemos con tantas palabras, con tanto anuncio del fin del mundo y el mundo que no se acaba?, ¿cuándo dejaremos de hablar y hablar y hablar tanto?, ¿cuándo comenzará la fiesta y beberemos vinos y nos pondremos a bailar? ¿No crees, Jesús, que hablamos todos igual? Que recurrimos a las mismas ideas. Y decimos imaginación, y no pasa nada. Y decimos futuro, y no pasa nada. Y decimos relatos disidentes, y no pasa nada. Y decimos las cosas pueden cambiar, y no pasa nada. Que pase algo, por favor. Que pase algo ya.”

 

 

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CRONICA DE EL CONDE DE TORREFIEL

Imagen , Vacio Estudio.

Publique está crónica sobre el estreno de El Conde de Torrefiel del estreno de Imagen interior y sobre el estreno de  Cristina Blanco de Grandissima Ilusione en el GREC. Muchas ganas de compartirla acá.

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JONAS MEKAS ES PIGMEO

Estudio Perplejo

La semana pasada, dentro de las actividades de Documenta Madrid, la Orquestina de Pigmeos intervino con una acción simple e irrepetible: And Music Played and Played. Una acción que tuvo lugar dentro del ciclo dedicado en este festival a Jonas Mekas. Una propuesta a alabar y que explica bien la dirección que los nuevos comisarios artísticos del festival, Mariana Barassi y Diego Rodríguez, están queriendo dar al Documenta. Hacer que este encuentro anual en torno al cine de lo real, el cine documental o el cine de no ficción, se llene de vida alrededor, desde y entre las pantallas. Buen ejemplo de ello es el cartel de esta edición, realizado por BRBR y la fotógrafa Lua Ribeira. Unas imágenes que hablan de comunidad, de juego, de cercanía, de piel, pero lo hacen poniendo a Usera en el centro, con mucho barrio, con identidad, sin estéticas y con hermosos michelines, ¡joder!, qué gusto que da ver cuerpos normales trufando las pantallas enormes de la Gran Vía, Usera contra Stranger Things, y para mí que va ganando Usera.

Pero centrémonos en la acción de este colectivo que lleva desde hace tantos años apareciendo y sorprendiendo, interviniendo con ánimo de escalpelo. Se proyectaba en la sala grande del Cine Doré, dentro del ciclo dedicado a los cien años del nacimiento del lituano del festival, Sleepless nigth stories, película del 2011. Antes Orquestina de Pigmeos intervino con una acción, pequeña, nada larga, pero cargada de significado emocional, de filosofía mekiana. La sala del Doré tiene su ritual, con ese decorado azul cielo de segundo de marquetería de la ESO, que todos bien queremos, que sabemos que cuando se apaga todo calla y unas luces circulares como constelaciones son lo último que vemos antes que entre la luz del proyector y comience la película.

Estudio Perplejo

En esta ocasión todo varió cuando Luminita Moissi, integrante de la Orquestina a quien conocíamos de aquella maravillosa pieza de 2017 en Matadero, Ningún lugar, comenzó a presentar la acción en un rumano cercano y milagrosamente comprensible. Si Romeo Castellucci en su último trabajo, Bross, utilizaba a Valer Dellakeza, actor rumano de casi noventa años, para tirar un discurso en escena en lengua rumana que alejase la palabra, que distanciara; el discurso de Luminita, por el contrario, acercaba un lenguaje desconocido, invitaba. Es una buena metáfora de lo que la acción de Orquestina supuso, de lo que hace este colectivo que trabaja con lo amateur, con la horizontalidad y con lo no acabado, no cerrado, no hecho obra, objeto, autor, texto. De ese arte que sabe que si en algún momento toma esa decisión estará ya muerto. Esa corriente artística, que nunca ha dejado de estar presente, en la que en España tenemos un referente total como es Isidoro Valcarcel Medina, y que sigue siendo periférica y desconocida, sigue sin encajar en la sociedad del espectáculo, sigue colándose en programaciones como la de este festival (menos mal), y haciendo pequeños milagros que nos recuerdan que las cosas pueden ser de otro modo. Esa es la gran metáfora de Luminita hablando, acercándonos a un lenguaje que nos sigue sonando extranjero, pero que si uno presta atención lo va entendiendo todo.

Estudio Perplejo

Luminita nos presenta a tres músicos, los músicos y la propia Luminita suben a escena, al pequeño proscenio de la sala Doré, cogen instrumentos de cuerda, los miman, los limpian con cuidado. Todo está trabajado de manera muy teatral, pero con cierta guasa. En ese momento aparece en pantalla imágenes del propio Mekas que irán conversando con lo que pasa en la sala hasta el final de la acción, “básicamente las imágenes proceden de su diario en vídeo, y del proyecto 365 Day Project (2007), en el que se comprometió a grabar y publicar todos los días durante un año. Además, hay grabaciones que le hicieron a él para alguna peli o reportaje”, explica Chus Dominguez. Vemos a Mekas acercarse a instrumentos musicales con la voluntad de juego de un niño. Mekas sopla, el instrumento suena, malamente, y Mekas vuelve a soplar y su cara se enciende.

Estudio Perplejo

Y en ese momento, una orquestina amateur de niños, mujeres, hombres y ciudadanos diversos comenzó a surgir desde los atrases del patio de butacas, desde los palcos laterales, portando tambores, organillos, panderetas… Un desfile concierto de ruido ilusionado, con Mekas en pantalla, ya muerto, pero bien vivo. En un momento, Mekas graba un primer plano de sus manos tocando un tambor, seguidamente le da la vuelta a la cámara y aparece esa cara de niño lituano en un patatal oliendo flores, esa capacidad de enganchar con el disfrute que traslada y hace posible el viaje. La secuencia continua, primer plano de las manos tocando un tambor, giro, y la cara de Mekas alucinado, entregado. Y mientras la sala del Doré sigue retumbando, celebrando. Y una emoción indescriptible sobrevuela todo el cine… “Es su relación abierta con la creación, con las artes, con la vida, apostar por creer que todos tenemos algo que hacer y decir en cualquier campo como creadores, a partir de una actitud amateur, de amar lo que haces, da lo mismo tocar un instrumento, cantar, hacer un dibujo de una florecita, bailar, vivir, todo es una expresión de vivir disfrutando. Para Mekas la música es celebración, compartir momentos con otras personas, aunque no sepas su idioma tocando música. Tocar música como forma de conectar con tus raíces, con el lugar donde te has criado. Cuando Mekas toca música la está tocando en Lituania, aunque esté en Nueva York”, dice Nilo Gallego cuando le pregunto por Mekas y la música. Para la acción Orquestina convocó al colectivo Las Raras y a un coro amateur con el que Nilo lleva trabajando esto mismo que dice desde hace tiempo. Tocar, como Valcarcel Medina bailó en el Conde Duque, sin que la técnica y el conocimiento sean limitantes.

La acción acabó con esa orquestina ciudadana alejándose de la sala, llevándose el sonido del propio Mekas, literalmente, en un altavoz portable… Allí se quedaba Mekas enlatado, a la calle, donde continuó la acción sonora, se fue la vida. Sintético y simple.

Estudio Perplejo

Queda en la cabeza retumbando la larga sombra de este lituano feroz y obstinado, aunque hecho de suavidad y cercanía, sobre nuestro presente. Me acordaba viendo la acción de una obra de teatro que se ha estrenado este año en Madrid, Interior: Día, de Miguel Valentín. En la obra hay un primer monólogo delirante, iniciático y bello sobre el encuentro del ¿autor? con un cineasta que para él es maestro, y cómo éste, como admirador, quiere acercársele y agradecerle. Un monólogo estupendo, dicho a la perfección por Luis Sorolla. Al final, el maestro le dice una frase que hará que comience toda la pieza. Si me acuerdo bien le dice: “gracias por tu mirada”. Para mí, ese director no puede ser otro que Jonas Mekas, que durante todo ese monólogo sonríe y está callado ante la caterva de intelectuales que le alaban y hablan de su cine. Mekas no sirve para hacer historiografía, para lo que sirve es para activarte, para animarte a hacer, para que de algún modo la fiesta que puede ser la vida tenga otra posibilidad.

Eso es lo que hace Orquestina. Para acabar, otro rebote. No hay mejores palabras para describir la acción de Orquestina de Pigmeos en el Documenta Madrid que las propias que dijo Mekas después de un periplo europeo por grandes certámenes. En un Madrid de 2017, Mekas ve un ensayo de la pieza que Orquestina está preparando, la mencionada Ningún Lugar. Ya en su casa de Nueva York en su video-diario, dice sobre este trabajo: “Simple, straigth, down to earth, personal, unpretencious, real, with no pretensión to art, but it was to me art, I like it more than any of the art exhibitions events of this year, any where…”. Pues eso, exactamente eso.

Captura del video-diario de Mekas con el y Orquestina juntos.

 

 

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CRÓNICA DE LIDDELL

Imagen: Tuong Vi Nguyen

Quería compartir esto aquí en TEATRON, que es donde en los últimos 10 años vengo compartiendo archivo y publicando notas sobre los trabajos de Angélica.

Este sábado fui al estreno de los Teatros del Canal a ver UNA COSTILLA SOBRE LA MESA: PADRE y esta es la crónica que se ha publicado en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/cultura/teatro/masoquismo-irredento-angelica-liddell_1_8682927.html

Muchas cosas se quedaron fuera, escritura rápida y periodística. Hablar sobre el diseño sonoro de la pieza, que es brutal, ahondar en la visión del masoquismo de la pieza, etc., etc. Es una de las piezas gordas de Liddell, como La casa de la fuerza o ¿Qué haré yo con esta espada? De esas piezas poliédricas de dramaturgia enrevesada y yuxtaposiciones continuas y densas que son como un toblerone gigante y pegajoso…

Simplemente ganas de compartirlo acá,

pablo

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DOS HUELE BRAGUETAS DEL MISTERIO

A la memoria de José María Arguedas que no pudo hacer el sincretismo que proyectó y cargó sobre sus espaldas y acabó quitándose la vida.

Oskar Gómez Mata y Juan Loriente llegaron a Madrid después de haberse perdido. Un periplo alucinado por atento, etéreo por buscar raíces, iluminado por ir a ciegas.

Llevan durante un tiempo haciendo la versión peripatética, “Fabricantes itinerantes”, de la obra que han presentado en el Teatro de la Abadía, “Makers”. En ella Loriente y Gómez Mata pululan por los montes suizos, peregrinan. Y al final del día se encuentran con el público. Y uno se pregunta ¿qué necesidad tienen estos dos veteranos de echarse al monte cuál carlistas escénicos en busca de luz y trascendencia? Me imagino que cuando tienes el periplo de estos dos corredores de fondo es cuando comienza el viaje, o recomienza.

En el viaje de estos dos veteranos está contenida la mitad de la creación contemporánea ibérica de los últimos treinta años. Óskar desde  los espectáculos de payaso en el barrio de Anaka de Irún en los ochenta hasta ganar en 2018 el Premio Nacional de Teatro de Suiza. Entre medias, la creación de la compañía Legaleón con montajes como “El silencio de las Xigulas” en 1994 y su exilio europeo en suiza con la compañía que hoy dirige, L’Alakran, de la que hemos ido viendo intermitentemente los trabajos y de la que algunos recordamos maravillas como “Optimistic versus pesimistic” en el 2005 y la serie de performances junto con Espe López “Psicodramas” que realizaron entre 2011 y 2015. Y Loriente, desde sus comienzos en el teatro santanderino, pasando como actor de la conocida compañía de Rodrigo García, La Carnicería Teatro (nunca podré quitarme la imagen de Loriente afeitándose frente a su muerte al final de la pieza “Compré una pala en Ikea…”), hasta esta última etapa que, con la intermitencia del francotirador, va apareciendo en proyectos maravillosos como “El tiempo entre nosotros” en Matadero Madrid junto con el creador argentino Fernando Rubio, o como la creación junto con La Ribot y Juan Dominguez de aquella pieza de ausencia libertina llamada “El triunfo de la libertad”.

¿Qué hacer cuando has englutido todo el saber escénico, cultural? Quizá tenían que hacer  “Makers”,  una pieza que es un retorno al antes de la escena, a una búsqueda de inocencia que se trastoca en encuentro y teatro popular.

COMEDIANTES DE LA LEGUA EN UNA DRAMATURGIA ROTA

En la Abadía pudimos ver la versión en sala de este peregrinaje. Antes lo habían mostrado en abril en el Azcuna Zentroa de Bilbao, donde Oskar es artista residente. El 28 lo harán en el Festival Internacional de Teatro de Vitoria y en noviembre, el 22, en la Muestra de Teatro Contemporáneo de la Universidad de Santander. No deja de sorprender que para este montaje ambos, de alguna manera, hayan vuelto a casa. Es lo que tiene el peregrino, lo que tiene el movimiento que tan sólo es regreso. Luego el montaje irá para la otra casa de Gómez Mata en Ginebra, el Theatre Saint Gervais y también pasará por Francia ya en enero.

La pieza comenzó en el patio del Teatro de la Abadía donde ambos performers desplegaron un show de teatro de calle, como dos payasos trastocados por una emoción atenta ante el encuentro que realmente toda reunión escénica supone. Ya al pasar a la sala se va explicando al respetable para qué ha sido convocado. Ambos actores explican su metodología y su búsqueda. Son investigadores de lo invisible, de aquello que la luz esconde. Así, exponen su teoría de la lasaña, de ir destapando las capas para encontrar lo sensible bajo lo sensible, su búsqueda del misterio, es decir de la realidad, como acto de amor y encuentro con el otro. La obra se sitúa así entre el ritual y la pieza de clown, en ningún momento ambos actores permitirán la representación de la trascendencia en escena, el ponerse estupendo y así generar cualquier distancia.

La pieza es dramatúrgicamente, algo a lo que nos tiene acostumbrados Gómez Mata, un juguete roto. Pero en este caso la rotura es liminal, distópica, ulterior, primigenia. Consigue Gómez Mata que de manera inadvertida el espacio se simbolice, pero que la relación con el público nunca tenga distancia, ni en los momentos más teatrales de la pieza. Es al mismo tiempo, pieza posmoderna y ñaque de la legua. La verdad es que el analizar esta pieza podría ser el perfecto examen final para egresarse en la RESAD. En cierta manera recoge el principio y el final de nuestro teatro. Algo muy presente simbólicamente, en varios sentidos, en esta pieza.

Al principio de la misma se nos presenta un octograma que Loriente relaciona con el indio Juan Chiles, hombre sagrado que anduvo por Los Andes del 1700 entre lo que es hoy Colombia y Ecuador, entre los volcanes de Chiles y el Taita Cumbal. En 1980 los comuneros de la zona lo describen así: “el que abre el acceso a lo maravilloso. El que como un hechizado hace atravesar bajo su experta conducción mundos entrañablemente familiares. Árbol de gran altura a cuyos pies ruge la tierra ofreciendo una gran visión. Andaba por Chiles, Panan, Cumbal, Mayasquer. Caminó los lejanos y ásperos caminos de Quito, Popayán y Bogotá, reclamando los derechos humanos y comunitarios. Cuidaba los páramos desde el Galeras hasta el Ecuador. Salía y entraba. Era cotidiano y extraordinario. Por el Chiles se internaba, siguiendo el espiral de frailejones, hacia el jardín de la salud y la sabiduría. A veces era hombre, a veces animal, porque “cuando entraba a la Laguna Verde salía vuelto toro. También se hacía tigre y andaba por Mundo Nuevo, Cascarillo, el Tambilloel Tambo, El Gritadero, Chuchala, Marpi y Mayasquer. Por esos montes bufaba como buey y cuando llegaba a la casa entraba por la tronera y como un gatazo”. Hoy, aunque ya no es de esta vida, se lo encuentra de repente. Los que van a Mayasquer y Maldonado siempre lo encuentran arriba de la Laguna Verde, como un mayorcito con su puntal y su ruana colorada.  Unos dicen qué es el “ruani colorado”, otros que es el “Señor del Río””. Pura filosofía pre cristiana, mística, donde la búsqueda de sentido no está limitada a la lógica ni a la trascendencia cristiana a través de la fé. Al mismo tiempo, sabemos que ese octograma es la representación del colisionador de electrones que se encuentra en la misma ciudad que la compañía de L’Alakran, Ginebra. Ese inmenso tubo, 27 kilometros, donde los electrones colisionan y que se fabricó durante diez años y para el que intervinieron más de diez mil científicos de más de cien países.

Ese es el contraste que convoca la pieza de “Makers”: el comienzo y el final de la vida, el principio y el final del pensamiento. Propone un encuentro que nos haga renacer. Somos mujeres y hombres posindustriales que acarrean el pensamiento lógico de occidente. Somos mujeres y hombres del siglo XXI que van cargando años y tienen olvidada la libertad y la capacidad de atención del ser que éramos antes de morir a los ocho años, como decía Barry. La obra empuja al respetable a ese sincretismo de unir inocencia recobrada de una sabiduría olvidada. No es fortuita la inclusión del libro más hermético de Borges, “El hacedor” y de la inclusión del texto hoy prohibido por la santa viuda Codama de Fernández Mallo donde hace un remake de la obra del argentino e introduce el gran colisionador de Ginebra.

Estos dos investigadores de lo real, estos dos huele braguetas de lo transcendente, proponen ir de una mano de Peter Higgs (aquel nigromántico de la física que vislumbró en los años sesenta el origen de las partículas elementales que ahora ha demostrado el colisionador de electrones de Ginebra) y de la otra de Juan Chiles, como si fuéramos el personaje de Eisejuaz, ese indio mataco cumbre de la literatura latinoamericana escrita por Sara Gallardo también en los sesenta. Mitad Eisejuaz mitad cómico de la legua, mitad payaso mitad místico, mitad actor de teatro mitad compañero.  El proyecto de Gómez Mata y Loriente parece que va para largo, no creo que acabe con esta pieza. Cuando uno empieza no sabe dónde acaba. Larga vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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ENTREVISTA CON CHÉVERE

NEVERMORE, Entrevista con Xesús Ron director y dramaturgo de la obra.

He comenzado a colaborar con eldiaro.es Os paso aquí un link de la entrevista con Chévere Teatro y su estreno en Madrid de “Nevermore”, obra sobre el desastre del Prestige:

https://www.eldiario.es/cultura/teatro/trajes-epi-vimos-pandemia-conectaron-prestige_1_8319763.html

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AKELARRE DE LA NO DANZA

ISIDORO VALCÁRCEL MEDINA ABRIÓ TEMPORADA DEL CONDE DUQUE CON SU PRIMERA PIEZA DE DANZA: “EN FUNCIÓN DE 1,2,3”

Quizá lo que no sabía Valcárcel Medina es que la danza ya estaba bastante valcarcelmediniciada. Y quizá por ello la pieza que se vio en el teatro de Conde Duque (única función) era doblemente sorprendente y reveladora, como si una aporía del Zenón del movimiento se hubiese lanzado la noche del 8 de septiembre de 2021 a la danza conceptual de los últimos veinte años.

La verdad es que no se puede comenzar mejor una temporada, la del Conde Duque, en la que además, este centro que se erige como el centro de creación contemporánea del Ayuntamiento en la capital, quiere dar un viraje y colocar la danza como uno de sus axiomas centrales. Veremos.

Primera pieza de danza de V.M.. La pieza contiene las esenciales líneas de trabajo de este incondicional intervencionista de la normalidad. En una entrevista de Javier Díaz-Guardiola en el ABC de esta semana lo exponía netamente:

“Mira, he hecho unas invitaciones para los amigos del evento que quizás te responda… [Me la entrega y leo]: «Nos enseñaron que las artes eran 7. Al autor le faltaba por experimentar la que en esa clasificación ocupaba el lugar 6. Y eso es lo que intenta ‘En función de 1, 2, 3’». [Tras ello, Valcárcel prosigue] Fíjate: si hay algo que me molesta es el sometimiento a la especialización”. (qué raro, la danza es la tercera arte, pero bueno, da igual).

“Esta es la enrevesada artimaña que me he fabricado para justificarme a mí mismo como bailarín”.

Una única representación: “Es algo que dejé clarísimo. En primer lugar, porque yo no tengo ya facultades para repetir esto todos los días varias semanas. Por otro lado, porque me parece significativo que sólo ocurra una vez. O se ve o no se ve”.

La pieza formalmente es redonda. Cuatro bailarines colocan de manera dispersa por el espacio unos números en suelo y pared, del 1 al 123. Lo hacen parsimoniosamente, con esa manera desacralizada de lo no hecho. Aunque un bailarín es siempre un bailarín, pisa distinto, tiene el cuerpo hecho, formado, mira distinto al público, domina espacio. Luego aparece V.M., recoge uno a uno los números de mayor a menor, los pone en un atril frente al público y los amontona en un lado de la única mesa que preside el espacio. Toda la pieza esta intervenida por un scratch sonoro analógico que remite y repite urbanidad eléctrica. Ya está. Eso es.

Es antiteatral, sin expectativa dramática, sin aparente representación, el espacio es blanco, hay ausencia total de escenografía… Estamos en un terreno muy conocido de la danza en España a partir de los noventa. Podría ser, perfectamente, una pieza de muchos de los creadores de danza que hemos visto en los últimos veinte años. Sin cambiar una coma de su estructura. Desde la museística de finales de los noventa de La Ribot hasta el conceptualismo conquense o matritense del nuevo siglo. Todo el crisol de la vanguardia que ha hecho avanzar a la danza desde lo coreográfico, escenográfico o gestual a la expansión investigativa y filosófica centrada en el cuerpo, parecían estar ahí presentes.

Pero quizá V.M. no es que fuera la gallina del huevo, que también, sino que además está fuera del corral. Desde el primer momento que V.M. sale a escena ves que hay algo que ha basculado, que ha cambiado de eje. V.M. habla siempre que le interesa más el arte con actitud que la obra bien hecha. Esto es relevante ya que uno pudiera pensar que la fuerza de V.M. en escena es su naturalidad. Es cierto que sorprende su capacidad de andar por escena como si lo estuviera haciendo en su casa. Pero, creo, que esa naturalidad está cargada de reflexión activa, de posicionamiento ético frente al mundo, es decir, de actitud. No actúa natural, sino que decide poner el arte en otro lado, en este más de acá. Y ahí nos encontramos un señor medido, que trata con cuidado y parsimonia lo que hace, sus traslaciones por el espacio, su manera de coger los números, de manipularlos en la mesa. Cuidado y buen hacer. Dejar que la pieza sea.

Y la pieza va siendo. Diagonales, búsqueda en el espacio, repetición, acumulación y ritmo. Destaca el ritmo de la pieza, su analogía vital de lo que tiene comienzo y final, un ritmo en espiral medido que se va haciendo más rápido (quedan menos números, el final se acerca, es más fácil buscar el número siguiente, todo se acelera hacia su final). Reflexión temporal de la vida y su desarrollo, todo tiene aire de cenotafio, de algo que acaba.

Dice V.M. en la entrevista antes citada: “(…) me doy cuenta de que todo lo que hace un bailarín en escena lo hacemos nosotros, solo que ellos lo hacen con una técnica, de una manera determinada, y nosotros de otra. La nuestra es infinitamente más inexperta, pero no se escapa de un canon asociado al movimiento y al desplazamiento (…)”.

Todo está lleno de esa capacidad de V.M de intervención de espacios que le son en principio ajenos. Lo hace con respeto y una carga de humor nunca recalcada. Tiene su cosa que los cuatro bailarines que colocan los números al comienzo sean profesionales del medio: Ana Catarina Román (bailarina de William Forsythe), Mar Aguiló (de la Compañía Nacional de Danza formada con Bejart), Rolando Salame (bailarín y mimo) y Aimar Odriozola (joven bailarín).

“(…) esas cuatro personas conocen bien el territorio de la danza. Una quinta, yo mismo, que no lo conoce, acude a ellas para que le introduzcan en escena. Pero luego, al final de la obra, durante un ‘segundo acto’, uno se da cuenta de que ese ‘saber’ no cuenta nada ya. Ya actúa el que no tiene ni idea, el que no ha dado un paso rítmico en su vida, pero que sí sabe lo que es ir de aquí a allí. Respeto la danza, acudo a los que saben danzar. Les concedo el primer acto de la acción, pero me quedo con la otra mitad…(…)”, dice V.M en la entrevista de ABC.

Se queda con la otra mitad y ahí es capaz de insertar su mirada y su manera de trabajar y de apropiarse de lo que este mundo profesionalizado nos dice que no debemos hacer pues nos falta conocimiento, especialización, trabajo. Ahí, entra esa pregunta que recorre todo el trabajo de V.M de: ¿y por qué eso tiene que ser así?, veámoslo. De la manera más calma del mundo, sin aspaviento pero con el objetivo claro, V.M. ejerce así su profanación tranquila que no es otra cosa que una proclamación de libertad creativa y humana. Eso con 84 años.

Teatro lleno a modo pospandémico madrileño que acabó en aplauso escénico al uso y al que V.M. supo responder con saludo de compañía haciéndose acompañar de los otros bailarines. No sé si preparado o con cierta chufla de los trabajadores del Conde Duque, se le entregó ramo de flores a V.M. en el segundo bis de aplauso, algo que éste, un tanto sorprendido, supo agradecer incluso oliendo las flores con deleite.

 

Pablo Caruana Húder

Entrevista ABC: Aquí

 

 

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PRESENTACIÓN DE LA PROGRAMACIÓN DEL CONDE DUQUE 2021/22

©Emily Coenegrachts (RHoK) (“Bros”, del Romeo Castellucci imagen del Kunsten Festival)

Pudiera empezar este texto: “La delegada del Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, Andrea Levy, presentó la programación de la nueva temporada 2021-22 del Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque junto a su directora artística, Natalia Álvarez Simó”. Pero va a ser que no.

El mismo día del estreno de la pieza de Isidoro Valcárcel Medina, el 8 de septiembre,  se presentó la temporada de Conde Duque. Tremenda única función de V.M.. Así abrió la temporada de danza el Conde Duque, con este hombre que nunca danzó, con el padre de la mitad del arte plástico y performativo de este país, que con sus 84 años estuvo ahí dando caña relajada. En breve publico crónica.

La verdad es que el Conde Duque ha presentado una programación  trabajada y extensa. Ahora destacaremos dos o tres puntos de la misma. Pero valgan tres reflexiones sobre el “acto”:

Primera: ¿Ya no hay ruedas de prensa? En la presentación de una de las apuestas artísticas más importantes de la ciudad de Madrid, a la que acude su máxima responsable cultural ¿no hay rueda de prensa, preguntas? Lamentablemente esto que estoy diciendo no es exclusivo ni de este Ayuntamiento, ni del PP. Por eso mismo, por su peligrosa expansión, lo recalco. Un video, unas palabras nimias de Levy, otras palabras sueltas de Álvarez Simó y una actuación breve. Y lo más sonrojante fue ver a mis adláteres periodísticos aplaudiendo las intervenciones. Luego se podían pautar entrevistas con Simó. Creo que no hay que explicar nada más. Le lleva a uno a la desesperanza indignada ver este tipo de escaparatismo y oír a sus responsables hablando de encuentro, estimular el diálogo, acostumbrarse al cuestionamiento…

Segunda: Como no se pueden hacer preguntas pasada la presentación consulté al departamento de comunicación varias dudas:

-Presupuesto frente al año pasado: Año 2.020 1.260.000 €. Año 2.021 1.700.000 € (no está incluido el gasto del personal de Madrid Destino, ni limpieza, ni seguridad).

-Incremento de precio de entrada: 15 euros año pasado frente a 18 € este (20% de incremento). Hay que tener en cuenta que este año Conde Duque saca nuevo abono: 15 obras de escénicas con un 30% de descuento, 189 €.

-La sección de la programación PALABRA (Conde Duque dixit: Slam, performance, spoken word, poesía, voceo, dramaturgia, música y videoarte se encuentran en recitales multimedia, conferencias, instalaciones interactivas, conciertos y espacios de creación colaborativos construyendo un paisaje interdisciplinar, intelectual, sonoro y visual para la sorpresa escénica) viene dividida en nacional e internacional. Sus precios son diferentes: 18 internacional, 10 nacional. Al preguntar por la diferencia la respuesta fue: “Los precios son superiores, porque internacional genera unos gastos que no tiene nacional (viajes, hoteles, dietas y equipo de traducción, entre otros)”.

Paso a hablar un poco de la programación:

TEATRO Y DANZA: Aspectos a destacar, algo que también hizo Levy en su presentación, la programación se abre y quiere acoger de manera principal a la danza. Este año destacan: festival al aire libre CUERPO ROMO (octubre), Guy Nader y María Campos con “MADE OF SPACE” (noviembre), Cuqui Jérez con “MÁGICA Y ELÁSTICA” y La Veronal con “OPENING NIGHT” (febrero), la israelí Sharon Eyal y Gai Behar con “LOVE CHARPTER II” (marzo) y Amalia Fernández con “NETI NETI” (abril). Cierra temporada las Yoann Bourgeois con “TENTATIVE APPROACHES TO A POINT OF SUSPENSION” (junio).

En teatro: Comprar entradas ya para “LA EXCLUSIÓN” primer trabajo de Niño de Elche (octubre) y Romeo Castellucci dentro del Festival de Otoño  con “BROSS” (noviembre). Si no, se irán. También habrá que pelear por ver la serie web de Rodrigo García “MOVIDAS RARAS” (octubre). Ya más tarde llega desde Irán Amir Reza y su compañía Mehr Theatre con “TIMELOSS” (marzo); y desde el NGent de Bélgica viene la pieza “FAMILIE” de Milo Rau (abril). Además, continua La Tristura con “FUTURE LOVERS”, podremos ver el monólogo de Paul B. Preciado, el nuevo trabajo de Laura Bañuelos o a la compañía La Pharmaco.

ARTE: Ahora mismo hay dos buenas exposiciones. Primera, “DESOBEDIENCIAS Y RESISTENCIAS” con video performances de Marina Abramović, Teresa Correa, Regina José Galindo, Jürgen Klauke, Sigalit Landau, Matt Mullican, Shirin Neshat, Itziar Okariz. Segunda, “CUERPOS ATRAVESADOS, LA MEMORIA LACERANTE” con video arte de Joacélio Batista, DEMOCRACIA​, Anna Gimein, Gabriela Golder, Lía Letícia, Fernando Llanos, Eugenio Merino / Indecline y Felipe Rojas.

PALABRA (comisariado por Javier Benedicto del colectivo Masquepalabras): Comienza con la catalana Rigoberta Bandini (ya saben: Two many drugs, In Spain we call it Soledad) y con el sevillano Pedro LaDroga y el colectivo El Bloque con una sesión de “STALKEO BÁSICO” (septiembre). También suena bien la llegada de la poeta sudafricana Koleka Putuma con “HULLO, BU-BYE, KOKO, COME IN” (octubre).

MEDIACIÓN (comisariado por Christian Fernández Mirón): Repite este año La Liminal con dos proyectos sus “DERIVAS UBANAS” y esté año abren versión nocturna “NOS QUEDA LA NOCHE”. Segundo año también para “天马行空”de Tian Ma Xing Kong que realiza  talleres, acciones comunitarias y encuentros con las familias chinas del barrio. Repite también el proyecto “BAILAR, RECORDAR, RESISTIR” y la mediación infantil de “(RE)VUELTA AL PATIO”. Ya en abril del 2022 llega el proyecto realizado por Javier Vaquero y Oihana Altube denominado “LAS DANZAS DE MIS MEMORIAS” que convocará a las personas mayores para recuperar y crear un archivo de danzas folclóricas y castizas.

PENSAMIENTO (comisariado por Giselle Etcheverry Walker): Esta sección de la programación parece reforzarse este año. Así llegará el filósofo y divulgador alemán Rüdiger Safranski conocido por sus biografías de Heidegger, Nietzsche o Schopenhauer (septiembre). Marina Garcés, Manuel Arias y Juan Pro hablando de utopías (noviembre). Y Georges Didi-Huberman (quizá el filósofo más “inspirador” de creadores escénicos de los últimos años) hablando sobre “IMÁGENES, FORMAS DE MIRAR Y DE PENSAMIENTO” (mayo). Entre otros.

Para las secciones de CINE y MUSICA, si les parece, mírenlo ustedes que sino esto va a parecer el listín telefónico del Valcárcel Medina en los setenta.

Resaltar también alguno de los artistas residentes de este año: Arnau Pérez de la Fuente, Paz Rojo y Norberto Llopis o Silvia Zayas y Luz Prado, por ejemplo. Continúa también la Escuela de Invierno dirigida por Celso Giménez de La Tristura y que cuenta con colaboradores de diversas prácticas para montar esta escuela dirigida a jóvenes entre 18 y 25 años -15 en total- que estarán trabajando semanalmente entre octubre de este año y marzo del siguiente.

La verdad es que la programación es extensa y dispara en muchas direcciones. Iremos viendo qué va cuajando, qué se diluye, cómo sabe acoger el centro y el público  cada propuesta. Podríamos cuestionar o criticar acercamientos y modos pero es claro que Conde Duque es, a día de hoy, un pulmón de la ciudad de Madrid, una ciudad que, por otro lado, todavía anda zombie, como sus ciudadanos.

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