ENTREGA DEL PREMIO DE DRAMATURGIA INNOVADORA

Premio de Dramaturgia Innovadora
Angélica Liddell
Publicado en La Razón. 21-1-2003

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Actores desnudos con gallinas atadas a los genitales abren el festival alternativo

Liddell, premio de dramaturgia innovadora, provoca en la Casa de América

Ayer comenzó el Festival Escena Contemporánea con el fallo del nuevo premio «Casa de América-Festival Escena Contemporánea de dramaturgia innovadora», galardón que se otorgó en la Casa de América a la actriz, directora y dramaturga Angélica Liddell, una de las creadoras más a contra corriente de la escena madrileña por su obra «Monólogo necesario para la extinción de Nubila Walheim y Extinción». Creadora de un humor sutil y brutal que recibió el reconocimiento de una manera un tanto original y provocativa. Liddell fue la única de los cinco finalistas de nacionalidad española, los demás textos provenían de otros tres países: Argentina, Cuba y Chile.
La dramaturga comenzó su intervención explicando la situación vital de donde surgió este monólogo de tintes oscuros e impúdico en su confesionalidad abrasiva de unas cinco horas de duración: «Lo primero que sentí al saber que se me otorgaba este premio fue vergüenza. Siempre he dicho que en España siempre los recibían mediocres. El texto es un retrato de una época dura para mí, es un retrato de mi descomposición personal. El psicólogo de Anne Sexton le decía que escribiese para superar su depresión; en cambio, yo he descubierto hasta qué punto la palabra puede destruirte», explicó Angélica Liddell.
Confesión tras la cual Liddell, junto a dos actores que se desnudaron, desarrolló una «acción» que no formaba parte del programa del día,  ya que en la presentación, en principio, estaba prevista únicamente la entrega del galardón y que levantó todo tipo de comentarios entre los asistentes, debido a la crudeza de las imágenes que iban a verse acto seguido y, en un principio, causó cierto desconcierto entre el público que se había desplazado a la Casa de América.

Itinerario de la vergüenza
Con estas palabras introductorias: «Qué difícil es ser moderna», Angélica Liddell presentó un «itinerario de la vergüenza por haber recibido el premio», que, en clara alusión irónica al controvertido y polémico dramaturgo Rodrigo García, constaba de unas diapositivas de la autora teatral destruyendo su texto por las calles de Madrid y de dos actores despojados de ropa que tenían atadas con un cordel a sus genitales dos gallinas, una viva que revoloteaba y comía, y otra que estaba muerta. La acción, nada usual un este tipo de actos, sorprendió a propios y extraños que preguntaban atónitos de qué iba el texto y hasta dónde pretendía llegar la autora con esta singular experiencia. Después del acto de entrega, Liddell, en otro detalle significativo que no pasó por alto entre los asistentes, se dejó olvidado el cheque por un importe de seis mil euros con los que está dotado el galardón.
Premios aparte, la dramaturga junto a su compañía Atra Bilis, está programada en el Festival  con tres espectáculos -«Tríptico de la alflicción»- dentro del Ciclo Perfil Autor que Escena Contemporánea le ha dedicado. El día se cerraba con la fiesta de inauguración del Festival en el Círculo de Bellas Artes, en la que la compañía murciana Pezrana presentó tres piezas cortas de un teatro mestizo que aunaba las técnicas de la magia, la acrobacia circense y el teatro visual: manipulación de pelotas convertida en teatro de guiñol y una clara tendencia al teatro visual y al teatro de los sentidos demostraron que los llamados subgéneros teatrales no lo son tanto. La compañía también estará presente en el festival con «+ Q 1 INFIERNO », obra que se representará en la Sala Ensayo 100 el 25 y 26 de enero. Hoy, el festival se abre con la actuación de la compañía holandesa Blast Theory, que presentará en la Cuarta Pared una instalación-performance sobre la Guerra del Golfo llamada «Desert Rain».
*La fotografía del reportaje (gracias a la amabilidad de la propia Liddell y de Gumersindo Puche) tuvo que hacerse a última hora en las calles de Madrid ya que la Casa de América se negaba a dar al periódico las imágenes del acto que ellos mismos habían organizado

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