ÚLTIMO FRAGMENTO

“Morir nunca”, del Conde de Torrefiel.
Ciclo Sobrenatural, exfestival lp.
20 de marzo, espacio La Porta.

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Efthymia Zymvra/Ana Costales

¿Y conseguiste lo que
querías en esta vida?
Lo conseguí.
¿Y que querías?
Considerarme amado, sentirme
amado sobre la tierra.

Ultimo fragmento, de Raymond Carver.
Todos nosotros. Bartleby Editores, 2006.

Sobre este último poema de Carver se asienta el trabajo que presentó la compañía El conde de Torrefiel en el ciclo Sobrenatural del Festival lp. Sobrenatural es un proyecto comisariado por La porta que incita a diversos artistas a crear piezas audiovisuales para ser vistas en internet.

En este Sobrenatural se presentaron videos de Fran Blanes, Cecilia Vallejos y El Conde de Torrefiel. Además, hubo un video performativo y anarco regalo de Peus Plutarco. En un primer momento se llamó “Dos killers”, luego pasó a llamarse”Haciendo el Lucio” (en referencia a Lucio Urtubia, insigne navarro de Cascante).

Pero quería centrarme en “Morir nunca”, de El conde de Torrefiel. Un plano fijo, dieciseís personas mirando una pared, de espaldas, tan sólo moviendo el brazo derecho, al mismo ritmo, como una máquina engrasada. Azotan tambores. Uno huele a levante, se acuerda de Llorenç Barber.

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Efthymia Zymvra/Ana Costales

Lenguaje audiovisual, lenguaje escénico. Lo bonito de esta pieza es que es un híbrido que funciona. El video es una acción que toma consciencia del formato pantalla y lo utiliza. Y funciona por la relación musical entre el texto -repetitivo e incisivo-, la imagen -estática y anónima-, y el sonido -metrónomo que va dando ritmo a la palabra-.

En otros videos de Torrefiel  la palabra era dicha. Y a parte de calidades de textos, el decir restaba calado a la capacidad reflexiva y poética de la palabra. Quizá no han encontrado todavía voz, no han encontrado cómo decir. Aquí la palabra es impresa, lo que permite una relación de aparecer y desaparecer al ritmo superpuesto de golpes sonoros. Se te va metiendo dentro del cuerpo, coge tono, sonoridad, intención.

El texto es además una invitación al pensamiento que no se para en un primer puerto, sino que se va desgranando. De una primera premisa básica, mentirosa por reduccionista (en el mundo existen aquellos que tuvieron una infancia maravillosa y que buscan el amor en la vida y aquellos que no la tuvieron y buscan el dominio), se van desglosando consecuencias ya más complicadas. Pasamos de una visión dicotómica (dominados/dominadores) que recuerda al materialismo histórico, a ver que los dominados, aquellos que buscan el amor, acabarán también actuando por miedo. Unos actúan por terror a no volver a dominar, y otros, con el paso del tiempo, cuando encuentran alguien que los ama, viven bajo el terror de perder ese amor, viven bajo el miedo del desamor.

El texto se va pervirtiendo, sobrevuela un sistema de dominación, control y miedo. Unos obsesionados y enloquecidos con la idea del amor, otros odiando a estos otros. Parece instalarse en el video la idea pitagórica de un mundo gobernado por el amor y el odio, por la guerra y la paz.

Los tambores siguen sonando, el asunto no para, la idea se sigue desgranando, multiplicándose. Llega la crítica, la toma de opción política ácrata y antiautoritaria, pero no se queda en ella, sino que también se hace autocrítica de la pasividad burguesa y bien pensante. “Nos pasamos la vida intentando leer algo que nos abrume”. Gran frase con la que el texto se abre a la reflexión certera del hombre contemporáneo de vida culta. Esa en la que estamos yo y tú, que me estás leyendo.

Esa vida en que algo te sigue impulsando, te sigue haciendo continuar, buscando algo fuera de esta tierra, que te trascienda, la voluntad de trascender, esa voluntad universal que, ya sea a través del amor o la belleza, te empuja. Contra el instinto de supervivencia, de conservación, el de proyección, ese que sea capaz de salvarnos de la muerte. Y los tambores se convierten en putas parcas, en metrónomos que han estado antes que nosotros y estarán después, en pruebas fehacientes de nuestra inutilidad.

El texto me parece preciso, pertinente, bien escrito. Me viene a la cabeza una gente que viene, en el teatro, con una sensibilidad renovadora. Con un cuidado de la palabra, pegados a un sentimiento común. Ayer, en la presentación de un libro, Carlos Pardo decía que nos han convertido en burgueses sin posesiones, sin dinero. Pues eso. Me viene a la cabeza La Tristura con sus textos de juventud.

Hablar para y desde el presente. Con armas del presente y con la mirada en el pasado, en Ontinyent, en Carver, en Bernhard. Pero capaces de levantarse y decir cosas como estas: ingenuidad e imprecisión. Quizá no sean palabras justas, ni necesarias, pero creo que hablan de una voluntad no gastada.

Veánlo, el vídeo está aquí.

Ellos se presentan así: “El conde de Torrefiel es un grupo de artistas que se ha reunido en Barcelona para hacer teatro. Las creaciones del conde de torrefiel tienen su punto de partida en el arte plástico, la literatura contemporánea y la performance. Su trabajo es confrontar realidades y trascender los parámetros del lenguaje verbal para convertir las constantes de la comunidad en poesía escénica”. Me parece una justa y descriptiva presentación.

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