LA NEGACIÓN DE LA REALIDAD, la Jornada México

La semana pasada se inauguró la exposición colectiva “Proyecto Juárez” en la Nave 16 de Matadero. Con artistas como Democracia, Ramón Mateos, Antonio de la Rosa o Santiago Sierra entre los españoles y Carlos Amorales o Artemio entre los mexicanos.


Sumisión, de Santiago Sierra

A parte de la excelencia o no de las piezas y del comisariado, la exposción habla de una de las muchas brutalidades que están pasando en México, donde buena parte de estas parecen concentrarse en la ciudad de Juárez.  SISMO, el festival que organizamos desde Vaya Panorama, estará conviviendo con esta exposición en Matadero. Y lo hará además con un trabajo de Teresa Margolles, precisamente sobre Juárez, con otro de Teatro Línea de Sombra sobre la imigranción, Amarillo; y con una residencia de Lagartijas que tratará el tema del narcotráfico.

Quería poner aquí un artículo que acaba de salir en el periódico de La Jornada. Por dos razones. La primera, porque aunque trata un tema que no deja de repetirse en la historia y que se acentúa en Latinoamérica cada ciertos años (me estoy acordando de hace 15 años con Colombia), parece estar repitiéndose en México: la interferencia política. Por otro lado, porque me sorprendió el género periodistico utilizado, que sigue la estela del artículo de opinión tan en desuso y tan mal utilizado hoy en día en España. Bueno, y porque creo que da una información y una mirada interesante. Aquí está el artículo:

LA JORNADA

2011-09-17

La negación de la realidad

En víspera de la inauguración de la muestra artística Proyecto Juárez en el centro cultural Matadero de Madrid, España, la curadora Mónica David denunció “obstáculos” por parte de las autoridades mexicanas para la realización de esa exposición que documenta la vida cotidiana que se vive en la ensangrentada Ciudad Juárez, y afirmó que “ha habido momentos en los cuales sentimos que sufríamos un boicot”.

La percepción de la especialista no parece descabellada, por cuanto encaja con un patrón de conducta de autoridades nacionales ante la difusión en el extranjero de expresiones que denuncian o simplemente retratan la circunstancia de catástrofe que se vive en el país, particularmente en la urbe fronteriza. Cabe recordar que en noviembre del año pasado, en el contexto de una entrega de reconocimientos por parte del rotativo español El Mundo, el embajador de México en España, Jorge Zermeño, no soportó que dos de las reporteras galardonadas, Luz Sosa y Sandra Rodríguez, de El Diario de Juárez, denunciaran el clima de “impunidad” y de “barbarie” que priva en esa localidad; encaró a las comunicadoras y, tras una escaramuza verbal, abandonó “indignado” y en forma abrupta dicha ceremonia, provocando un revuelo entre los ahí presentes.

Según puede verse, los recurrentes llamados del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa a “hablar bien de México en el exterior” son confundidos con un designio por ocultar o desvirtuar señalamientos que, a contrapelo del discurso oficial, no obedecen a simples problemas de imagen, sino reflejan una realidad concreta, palpable y desgarradora en el país. La perspectiva inocultable de esa molestia es un intento de suprimir la libertad de expresión para pronunciamientos o manifestaciones de diversa índole –incluso artística– que resulten incómodos para las autoridades, y ese tipo de reacciones no debieran tener cabida en un régimen que se considere democrático.

Por desgracia, las tendencias del grupo gobernante a negar la realidad están acendradas más allá del ámbito diplomático. Otro botón de muestra es la afirmación formulada ayer por el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón, a través de su cuenta de Twitter, de que “México entero celebró en paz un aniversario más de su Independencia”. Tal afirmación se produjo unas horas después de que el propio Calderón encabezó la ceremonia correspondiente al 201 aniversario de la gesta de Independencia ante un Zócalo semivacío; en un momento en que un amplio sector de la población ha perdido la confianza de congregarse en las plazas públicas, y en una circunstancia en que varias franjas del territorio se encuentran en un virtual estado de sitio, todo ello como consecuencia del paroxismo de violencia que se vive en el país, de la consecuente pérdida de seguridad y de paz pública, y del temor y zozobra que ello infunde en la población.

Para preocupación y alarma del país, las tendencias del grupo gobernante a actuar de espaldas a una realidad que se impone en forma contundente configuran un lastre fundamental para atender los clamores ciudadanos por la paz, por la contención inmediata del actual baño de sangre, por la defensa de la soberanía y por que el gobierno cumpla con su tarea irrenunciable de combatir a la criminalidad con base en una estrategia inteligente, responsable y respetuosa de los derechos humanos y de las garantías de la población.

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