“AUTODIALOGO…”, texto de Jaime Conde Salazar

“Autodiálogo en agradecimiento a Sergi Fäustino por el rico arrós que nos preparó el pasado domingo”, texto de Jaime Conde Salazar.
2ª Comida de lp
Publicado en Continuum, 18 de marzo del 20011



(Fran Ribera y Jaime Conde-Salazar conversan en una cocina. Cacharros amontonados, platos sucios, servilletas de papel arrugadas, tazas manchadas de café con colillas en su interior, migas de pan, restos de una ensaimada…restos de un naufragio. Claramente, allí ha tenido lugar un banquete. Mientras recogen, hablan)

– ¿Vas a aceptar la invitación de Pablo de explicarte por escrito y a toro pasado?
– Pues sí, ¿qué pasa?
– Pasar, lo que se dice pasar, no pasa nada… pero creo que deberías tener un poquito de dignidad y callarte. Perdiste tu oportunidad de hacerte entender en aquella mesa. Ahora, asume tu torpeza y no intentes arreglar lo que no tiene arreglo. No haberte metido en ese jardín.
– Tienes razón. Pero, por otro lado, me da tanta pereza esa performance tuya del rigor moral y la dignidad… tanta contención, tanto culo apretado hacen que al final acabemos jugando en el campo del enemigo…y paso.
– Mira tú, el modernillo-liberado-estoy-por-encima-del-bien-y-del-mal-yo-me-expreso-cuando-me-da-la-gana…
– ¡Que me dejes ya hombre! ¡que yo hago lo que me da la real y no necesito tu beneplácito ni tu complacencia! Si te molesta que escriba, vete a terapia y deja de tocar los cojones.
– Pues nada: Señores lectores prepárense, que la Gordagafas va a dar explicaciones…
– Yo he venido aquí a hablar de mis preguntas y no a hacer psicoanálisis barato contigo…
– Muy bien, muy bien. Venga, exprésate, dinos cuáles son tus preguntas.
– Pues lo que yo me preguntaba en esa comida es si esto de escribir sobre los espectáculos no es una manera de aprovecharse del trabajo de los artistas para construir una autoridad a la que luego, ciertamente, se le puede sacar mucha rentabilidad.
– No me puedo creer que a estas alturas de la película te estés cayendo de ese guindo. Que se te ve el plumero chaval, que esa cuestión formulada así, hoy, es pura retórica para hacernos creer que tienes conciencia y un corazoncito…
– (… la de karma que voy a limpiar hoy con este imbécil… ) Mira, esa pregunta me la llevo haciendo desde que empecé a publicar aquello que escribía allá por el cambio de siglo…
– (Ahora va a resultar que se ha creído que es alguien “especial” por el simple hecho de haber escrito algunas cosas)… por si no te has enterado, bonito, desde que Internet es parte de nuestras vidas cotidianas, cualquiera puede escribir y publicar. No te equivoques: lo único que prueban esos artículos tuyos es que has pasado mucho tiempo delante del ordenador. Eso no te diferencia de nadie.
– Ya lo sé. Y precisamente por eso sigo haciéndome esta pregunta: ¿por qué escribir sobre las obras? ¿acaso no son mucho más interesantes las fotografías de Txalo Toloza, los documentos de Quim Pujol, las conversaciones en la cantina, Tv-Tron, los comentarios after-show en el camerino…?¿para qué escribir?
– Lo sabes perfectamente: la escritura es lo que te permite lucir en esa frente (cada vez más despejada, todo hay que decirlo) el cartelón “hola, soy teórico” y, así, ganar dinero y visibilidad. Ya sabes, se empieza escribiendo artículos, se sigue dando conferencias, luego vienen los libros, más tarde viene la docencia, la organización de algún evento, más libros, la dirección de algún centro, quizás un cargo político… y, al final, un culo bien gordo y grande pegado al sillón y todos los honores reservados a aquellos capaces de ostentar la puta autoridad… no te hagas la tonta, haz el favor.
– A veces me das miedo…
– Venga ya… ¡Teórico, que eres un Teórico!
– … que te he dicho mil veces que no soy “teórico”… que al igual que no me dedico a la Arqueología, la Biología, la Física Cuántica o la Antropología, no me dedico a la Teoría.
– Pues majete, por aquí todos te llaman “Teórico”…
– Vete a dar un paseíto, anda guapo…
– ¡Ay! Que está sensible el señorito y le da la rabieta…
– Mira, si algo me consuela de esa desafortunada etiqueta, es que, más que nombrar lo que yo hago, nombra el miedo que despierta eso que yo hago y revela algunos complejos que habitan en este mundo de las artes escénicas. El mecanismo es muy simple: “a todos esos parásitos empollones (que, en realidad, no entiendo lo que hacen) les coloco la etiqueta “Teórico” y así, de paso, adornamos todo este numerazo con un bonito halo de importancia, transcendencia y profundidad. ¡Ponga un Teórico en su festival y verá como gana en legitimidad!”…
– Y ¿qué es “eso que tú haces”? si puede saberse…
– Yo lo único que hago es escribir sobre lo que me pasa. Voy a un sitio y luego lo cuento escribiendo.
– Lo que faltaba… ¡ya estaba tardando el alarde de falsa modestia!, ¡ya salió la mosquita muerta! Sabes muy bien que la escritura es un ejercicio de poder y que lo que va a quedar es lo que tú te dignes a contar y no la fragilísima obra viva. Gracias a que escribes, tú eres tenido en cuenta y ganas dinero. No vengas ahora con “si yo no he hecho nada”.
– Es cierto. Pero también es cierto que lo único que yo hago es escribir. Otra cosa es el poder que nuestras sociedades concede a la escritura…
– Te recuerdo que, como parte de esta sociedad, tú eres responsable de ese poder tanto como los demás.
– Ya, vale… pero intenta olvidarte, aunque sea por un momento, del papel que le hemos asignado a la escritura. Vale que uno siempre busca cierta rentabilidad a lo que hace…
– …“cierta rentabilidad” bonita manera de decirlo..
– Pero en el fondo, antes que todas esas cosas de las que me acusas, está el acto de escribir. Y créeme, lo que pasa cuando uno escribe es mucho más complejo.
– ¡Ahhhh! Ahora va a resultar que la escritura es algo sólo apto para iniciados…¡¡oooohhhh!! ¿Pero no te das cuenta de que ya no se traga nadie eso de la inspiración (ahora lo llaman “producción de conocimiento”, ni más ni menos), que eso es un invento de las sociedades falocráticas para privilegiar a sus héroes, hombres, burgueses, blancos y heterosexuales? ¡¡Que se pare el mundo que Fulanito está pensando!! Venga ya hombre…
– Tú ríete. Me da igual. Yo sé que algo sucede en ese momento en el que uno se pone a teclear, o a esbozar una línea de argumentos en su cuaderno o a apuntar una idea en un papelillo. No se trata solo de teclear palabras, en la escritura pasa algo más…
– Eso te gustaría a ti. Si de verdad sucediera algo extraordinario en el proceso de escribir, no tendrías que andar justificándote…
– A mí no me engañas, tío. Sé que sabes de qué estoy hablando. Es más, sé que tú pasas por ello cada vez que te pones frente al ordenador. No me importa que ahora, aquí, frente a tus lectores hagas la performance del escéptico. Estoy hablando de ese momento “raro” en el que uno entiende algo y encuentra la manera de contarlo. A veces es una lucha que dura días, y otras es como si se escapara de los dedos y la cosa se escribiera sola. La cuestión es si pasar por eso sirve para algo. Aun mejor, la pregunta es ¿les sirve a los artistas para algo que nosotros escribamos?
– Claro que les sirve: si alguien escribe sobre ellos, quiere decir que han entrado en el sistema, ¡¡que existen!!
– Y dale… ¡que te olvides por un momento de los efectos de la escritura, joder! La cuestión es si lo que uno hace cuando escribe es parte del fenómeno que llamamos “obra” o por el contrario, es un proceso totalmente ajeno a ésta. El artista hace su obra y ésta se transfiere a la memoria de los espectadores. Escribir sería la manera de constatar que el evento ha sucedido, en efecto, y que nosotros hemos hecho el trabajo que nos corresponde como espectadores. Lo que el artista inicia con la acción, el espectador lo remata con su memoria y, en algunos casos, a través de la escritura. Ambas partes del proceso serían lo que constituye el fenómeno “obra”. Pero que quede claro que esto es solo una hipótesis y por eso le preguntaba a Cris Blanco si a ella le servía de algo lo que se escribe sobre su trabajo. Estaba solamente intentando tantear si, en su caso, ella había tenido alguna sensación de que lo escrito “participaba”, de alguna manera, de su obra.
– No te hagas películas, haz el favor. Asume de una vez que eres un parásito… ¡un parásito teórico con sus hipótesis y todo! ¡ Teórico, que eres un Teórico! Y te aviso de una cosa porque soy así de generoso: el que no puedas citar más a La Rubia y te vas a quedar sin nada que decir… lleva cuidado, amigo.
-Siempre me quedará La Estrella. En cualquier caso, si ese día llega, no tendré ningún problema en callarme, que lo sepas.
-Eso habrá que verlo. Bueno, chaval, que no tengo yo el horno para más teorías autolegitimadoras. Suficiente ración de cinismo. Acaba tú de secar los vasos que yo me piro, que empieza “Princesas de Barrio”. Lección 4: hoy la Jessy va a la cárcel a acompañar a su madre a que va a tener un vis a vis con su novio. Ahí está la verdad y no en toda esa mierda que tienes en la cabeza…

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One Response to “AUTODIALOGO…”, texto de Jaime Conde Salazar

  1. para chatear says:

    Arriba ‘e la Chancha | La revolución se consigue …

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