Notas que patinan #60: ALT de Vigo

Viajo en coche recorriendo toda la Península ibérica de costa a costa. Mientras flipo una vez más con la diversidad de paisajes, lugares, lenguas y gentes tan diferentes que uno puede encontrar en una línea más o menos recta entre el Mediterráneo y el Atlántico, escucho en la radio a un conocido escritor que echa en falta en España más adversarios y menos enemigos. El escritor dice que nos iría mucho mejor si pudiésemos encontrar espacios para todos y discutir civilizadamente nuestras diferencias en vez de pensar en asesinar a nuestro rival, violar a su pareja y secuestrar a toda su familia a las primeras de cambio en cuanto alguien no piensa como nosotros. Adentrándome en estos pensamientos me dirijo al ALT de Vigo, un festival de artes escénicas que lleva 14 años de actividad ininterrumpida, algo que a estas alturas es toda una hazaña, en Galicia y en cualquier otro punto de la Península. Roberto Taboada, miembro del equipo del ALT, me contará unos días después que, de los (si no recuerdo mal) 15 festivales con los que se asoció el ALT en su día, sólo quedan en activo el ALT y otro más.

Alt de Vigo 2015

Llego el jueves de madrugada. Me he perdido cuatro días de programación pero aún tengo tiempo para ver algo de lo que se cuece en el festival, para conocer a gente a la que noto con muchas ganas de hablar y para darme una vuelta por Vigo y ver qué ambiente se respira. Geni Iglesias (intérprete y creadora gallega) me cuenta que, ahora mismo, Vigo le parece la ciudad gallega en la que están pasando las cosas más interesantes, desplazando cada vez más, según ella, a Compostela (y pone como ejemplo cierta escena musical). A mí me sorprende la cantidad de locales cerrados, en alquiler, en venta o a punto de cerrar que encuentro paseando por la ciudad.

Local cerrado en Vigo

La programación del ALT es un misterio hasta pocos días antes del inicio del festival, algo que me resulta muy intrigante. Me pregunto si los del ALT se han vuelto locos, si la comunicación no es lo suyo (la página web no es para echar cohetes y el perfil de Twitter lo abandonaron al segundo tuit) o si da igual lo que programen porque la gente va a ir a verlo de todas maneras, cosa que desconozco porque es mi primera vez en el festival. Pero no, no es culpa del equipo del festival, es mucho peor: no se puede desvelar el contenido del festival hasta que el político de turno salga en la foto de la inevitable rueda de prensa. No me lo puedo creer. Es la tercera vez en un mes que me encuentro con algo así en nuestra querida Península ibérica. Perdonad que no dé más detalles sobre los otros casos: no puedo hablar de ellos hasta que el político de turno no cuadre su agenda con la inevitable rueda de prensa. Aunque esa rueda de prensa se celebre tan cerca de lo que pretende anunciar que no sirva ya para nada. Aunque este hecho lo único que provoque es el efecto contrario al que se supone que es el objetivo de la rueda de prensa: comunicar al mundo que algo va a suceder e invitarle a que participe en él. Aunque esto no haga más que poner palos en las ruedas de algo que se hace con dinero público y que necesita más que nunca conectar con la gente potencialmente interesada. Lamentable.

Cerramos

En fin, en el programa de mano Lola Correa, directora artística del ALT, destaca tres cosas. Las dos primeras me las perdí: la Marathon Voadora (un repaso al trabajo de esta compañía gallega) y ALT.procrea en Feminino (con trabajos conjuntos de las veteranas Ana Vallés y Sara Molina, por una parte, y las jóvenes Cristina Balboa y Lúa Gandara, además de una acción especial de seis bailarinas sobre la obra del pintor Laxeiro). La tercera es un especial dedicado a la relación entre cine y escena. Las piezas de este último apartado las vi todas: 2062, un trabajo en proceso de Karla Kracht y Andrés Beladíez, NOT never on time de los bilbaínos Khea Ziater, Strpts / Episodio 1: Mirlo & Rula de los gallegos Colectivo Cinema Sticado y El agitador Vórtex de Cris Blanco. Es verdad que el tema es recurrente en bastantes trabajos escénicos que he tenido oportunidad de ver últimamente. También es verdad que mi sensación es que los trabajos seleccionados poco o nada tenían que ver los unos con los otros, más allá de la utilización de proyección de vídeo en directo en escena. Con su anterior trabajo, Karla Kracht y Andrés Beladíez no paran de girar por el mundo y, en especial, parece que han encontrado un filón en Corea del Sur, donde han gozado de residencia por varios meses. Este trabajo, con tintes de videojuego futurista apocalíptico, aún se está cociendo, a lo que ha contribuido el espacio y los días que el ALT les ha ofrecido para trabajar. Quizá en el caso de Khea Ziater sea más importante el trabajo de cuerpo que la proyección en directo, que sólo se utiliza puntualmente, aunque la proyección siempre esté presente con imágenes fijas en diálogo con lo que ocurre en escena, donde una única intérprete, Arrate Etxeberría, lleva el peso de la actuación. Cinema Sticado son quienes llevan más lejos el uso de la tecnología con cámaras, micrófonos y controladores wi-fi de lo más sofisticado que contrastan con decorados artesanos y delicados dibujos. Un trabajo absolutamente virtuosístico que sus autores enfatizan dejando claro que todo lo realizan en directo (el sonido también), con increíbles planos cinematográficos en los que no dejan ni un cabo suelto y que consiguen que lo que vemos en la pantalla parezca una auténtica película de animación. Lo que algunos les reprochan es que todo este magnífico dispositivo esté al servicio de un guión demasiado convencional. Lo que otros se preguntan es qué podría conseguirse con tamaño virtuosismo. Para otros es una demostración de que en el virtuosismo no está la gracia. ¿Pero qué es el virtuosismo? Cris Blanco, con El agitador Vórtex, practica un virtuosismo que no lo parece, que quizá es la forma de virtuosismo más virtuosa, la que hace que algo difícil parezca sencillo. En este caso, el truco está a la vista y se hace evidente para el espectador. Es curioso cómo desvelando el truco los espectadores aplauden a rabiar en algunos momentos, al contrario de lo que pasa con los prestidigitadores.

Marco de Vigo durante una actuación del Alt 2015

Además, por el ALT también pasaron La máquina de la soledad de Oligor & Microscopía (un delicado trabajo de pequeño formato que pude ver el mes pasado en La Pedrera y que el ALT acogió en residencia), Alejandro Rojas Marcos y Guilermo Weickert (improvisación de piano preparado y danza en el Conservatorio Superior de Música), Hombres bisagra (éste sí que lo vi) de los veteranos Matarile Teatro (anunciado como reestreno en versión ampliada y mejorada, danza y música en directo, llenó el Auditorio do Concello y consiguió poner en pie a la platea en un último bis en el que Baltasar Patiño dirigía los focos al público mientras los bailarines invitaban a la gente a bailar), y Postskriptum (una coreografía de Francisco Córdova para Physical Momentum Project interpretada por Kiko López Juan y Héctor Plaza Hernando). Esta última pieza congregó a un numeroso grupo de jóvenes en las escaleras del MARCO. Jóvenes que interrumpieron con aplausos la actuación en varias ocasiones a pesar de que un reducido grupo de ejemplares macho-adolescentes parecía hacer burla al inicio de la actuación. Estos mismos jóvenes acabaron aplaudiendo con entusiasmo las acrobacias de los intérpretes, ganados por su entregada energía. Observé curioso todo ese proceso desde la calle por la que no dejaba de pasar gente que se acercaba a mirar. Me hice preguntas. Pensé en la importancia de romper las barreras que separan a toda esa chavalada de todo esto. Pensé en que no sirve de nada ponerse exquisitos entre los muros de salas, teatros o museos (curiosamente el MARCO es un antiguo centro penitenciario) mientras haya gente ahí fuera a quien nadie le da la oportunidad de conocer otros mundos. Me dejo cosas, en la web del ALT encontraréis el programa completo.

Urania Mella

Si muchos jóvenes no tienen ni siquiera la oportunidad de conocer lo que se cuece en la escena del Estado español me encuentro últimamente a algunos jóvenes que sí que están conectados con todo esto pero que no saben nada de lo que ocurrió hace tan solo diez años. Baltasar Patiño, de Matarile Teatro, del desaparecido Teatro Galán de Santiago de Compostela, emblemático e histórico espacio de esa ciudad, junto con la también desaparecida Sala Nasa, me comentó a mi llegada a Vigo que a veces se siente como un abuelito cuando charla con los más jóvenes sobre los problemas que se encuentran en el presente y las maneras de superarlos. Los jóvenes de ahora tienen la tarea de reconstruir mucho de lo que los veteranos consiguieron en su momento. Opino que los veteranos deberían compartir sus historietas con los más jóvenes para evitar repetir cien veces la misma historia. Quizá es por eso que es importante preservar la memoria y quizá es por eso que algunos se empeñan en borrar la historia. Repitiendo los modos antiguos que nos condujeron a donde estamos no cambiamos nada. Algo así se deduce del comunicado del Instituto Galego de Praxe Actual (IGAPA) sobre las formas de hacer del Festival Escenas do Cambio publicado por Perro Paco en Teatron. Este misterioso, para algunos, Instituto Galego denuncia que si de lo que se trata es de cambiar algo en Galicia hay que empezar por ser consecuente con lo que se dice que se quiere hacer. Ya no vale lo de todo para el pueblo pero sin el pueblo. Ya no vale vendernos un discurso de aparente cambio y esperar a que nadie rechiste. El Instituto Galego de Praxe Actual es una organización que algunos creen ficticia, un seudónimo, pero me parece que se equivocan. Al final del ALT conocí a una persona que se identificó como uno de sus miembros fundadores. Joven, enfadada y cargada de argumentos. Los detalles que dio sobre el funcionamiento de la Cidade da Cultura (a juzgar por los unánimes comentarios, un absoluto despropósito y despilfarro monumental), así como de ese festival (del que no nos enteramos nadie fuera de Galicia hasta la publicación del comunicado de IGAPA), detalles corroborados por otros interlocutores con los que tuve la oportunidad de conversar (todos con muchas ganas de sacar el tema a las primeras de cambio) producen, como mínimo, cierta estupefacción. Me quedo con el detalle de que las mesas redondas de esas Escenas do Cambio estaban cerradas al público, cuando el texto de presentación habla precisamente de que la transformación del mundo debe ser asemblea, encontro, catarse.

Olimpia Valencia

De las numerosas anécdotas que me contó Baltasar Patiño me quedo con una. Me contó Baltasar que él estuvo en la creación de la Red de salas alternativas. Todos sabemos en qué se ha convertido esa red. Cuando la cosa ya había degenerado lo suficiente como para que un numeroso grupo de gente joven estuviese tan enfadada como ahora lo está el Instituto Galego de Praxe Actual, Pablo Caruana, que por entonces estaba en Casa América, en Madrid, organizó un encuentro entre representantes de la Red y jóvenes enfadados cargados de argumentos. El trato fue que los de la Red irían únicamente a escuchar lo que los jóvenes tuvieran que decirles. Sólo a escuchar. Por lo visto el chorreo que les dieron fue fantástico y Baltasar me contaba cómo a más de uno de la Red tuvieron que agarrarlo para que cumpliese el pacto de escuchar, sólo escuchar, y aguantase impertérrito el chaparrón. Más de uno, ahora, debería tomar nota de un encuentro de este estilo. La Cidade da Cultura y muchos otros más. Quizá Perro Paco, el Anonymous de la escena, haya cumplido en este caso algo de esa función.

Joyeria Rosende de Vigo

El ALT de Vigo aparece citado como referencia de esa escena gallega al final de ese comunicado que ha levantado ampollas. Quizá no gane el premio a la programación más exquisita pero me descubro dudando de si aspirar a ganarlo sería lo más oportuno para esa escena y ese público al que se dirige. ¿Para qué se hace un festival? ¿Para quién? ¿Por qué? ¿Quién lo hace? ¿Con qué objetivo? Son preguntas que parece que el equipo del ALT, al menos, se hacen a ellos mismos desde hace ya algún tiempo y se las intentan responder de una manera poco pretenciosa y con la mirada puesta en cierta utilidad social conectada con el entorno gallego. Juicios a parte, lo consigan o no, es de agradecer que sigan intentándolo. Y más con los tiempos que corren.

Edificio en venta en Vigo

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6 Respuestas a Notas que patinan #60: ALT de Vigo

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  2. folguera dijo:

    querido Rubén, muchas gracias por tu crónica. Sin embargo, sobre lo que comentas de que serían necesarios más encuentros entre jóvenes airados y representantes de redes/festivales/teatros/instituciones en los que sólo una parte puede expresarse: no entiendo por qué la otra parte debe permanecer callada, la verdad. Seguro que lo que se organizó aquella vez con la Red de Teatros Alternativos fue así por alguna razón. Sin embargo por mi experiencia últimamente he visto que está bien intentar dialogar, palabra de la que se ha abusado, pero siempre necesaria. Ver a los representantes de redes/festivales/teatros/instituciones como un bloque, peor, como un muro, no ayuda. Dentro de esos redes/festivales/teatros/instituciones existen personas que se enfrentan a obstáculos, ganas de mejorar y objetivos que siempre merece la pena conocer. De hecho creo que sería mejor hacer todo lo contrario: que se explicaran, que se explicaran más, en encuentros abiertos destinados a la comunidad profesional.
    Referirse a aquel encuentro entre jóvenes airados y representantes como «chorreo» o «chaparrón», y como tal elogiarlo, es divertido, pero no me parece deseable. Por supuesto es imprescindible exponer, señalar, criticar; ¿pero por qué tenemos que transformarlo todo en ataque y defensa? Seguramente aquellos representantes eran a su vez creadores que padecían en sus carnes las mismas malas prácticas que ellos mismos encarnaban. Seguramente aquellos jóvenes airados, tiempo después, cuando tuvieron que gestionar algo, una sala, una actividad, lo que sea, se encontraron con algunos obstáculos invencibles de tan instalados (legislación, administración, costumbres, qué sé yo).
    Lo importante, me parece, es incorporar la práctica del diálogo y la escucha como parte imprescindible del trabajo de cada uno; y que por supuesto las instituciones culturales ganen en transparencia real. Pero no con miedo, no para recibir un chorreo semanal o mensual, sino para intercambiar información útil para todas las partes.
    Un abrazo

  3. Gracias por tu comentario, Folguera. Conozco de oídas esta anécdota de la famosa reunión, no conozco todos los detalles e incluso es posible que la haya reproducido no muy fielmente porque la he escrito tirando de mi memoria. Los protagonistas podrían darnos más detalles del porqué se hizo así y cómo fue la cosa, si sirvió para algo, etc… Baltasar Patiño creo recordar que me dijo que después de la reunión él dejó la Red de teatros alternativos. No creo que fuese sólo por la reunión, claro, pero quizá fue la gota que colmó el vaso (eso lo tendría que contar él, yo sólo especulo). Quizá esta escena en la que me imagino que los que venían a escuchar recibieron cierta violencia dialéctica sirvió para remover conciencias o para provocar reacciones. Es posible que no sirviese para nada más que para liberar tensiones (los unos) y ponerse más tensos (los otros). Aunque sólo sirviese para eso ya sería mucho: hay gente ejerciendo la violencia de guante blanco desde los despachos y otros recibiéndola y soportándola injustamente cada día. Quizá darle la vuelta un día al año sirva para que quien ejerce la violencia reciba algo (una mínima parte) de su medicina, no se vaya de rositas y, quizá, se lo piense dos veces antes de seguir tan tranquilo en su despacho pensando que es inmune a todo. Supongo que he sacado a colación esta reunión porque parece una terapia de choque para intentar cambiar una situación muy desequilibrada que me imagino similar a muchas de las que percibo ahora mismo. Supongo que, cuando un grupo que ejerce cierto poder está tan desconectado de la gente a la que dice servir, una terapia radical como esta puede servir para que descubran una realidad de la que están tan alejados o que ignoran consciente o inconscientemente. Cuando la cosa está tan desequilibrada, cuando las puertas se cierran para no dejar pasar nada que pueda cuestionar tus acciones o tus discursos, no me parece mal que las reglas del encuentro favorezcan por un día al más débil para que se exprese en total libertad, sin que haya opción para que aparezca la más mínima arma dialéctica defensiva que desactive o apacigüe la crítica desde una posición de poder. Estoy de acuerdo en que esta terapia de choque no serviría de mucho si después de escenificarla no se trabaja a partir de ahí. Estoy de acuerdo en que mejor nos iría si dialogamos civilizadamente buscando el espacio para todos. Pero si nosotros dialogamos y los otros no paran de tirarnos piedras (lo cual no es muy civilizado que digamos), algo habrá que hacer para darle la vuelta a la situación. Una terapia de choque de este estilo no me parece entonces tan descabellada. No creo que se trate de darles una paliza ni de insultarles, sólo de que se callen un momento y escuchen. Tampoco cuesta tanto. Cualquier gestor o político debería estar preparado y predispuesto a ello como algo la mar de natural. Nosotros ya les escuchamos cada día sin oportunidad de réplica cara a cara porque, entre otras cosas, la mayoría de las veces no nos queda más remedio.

  4. César dijo:

    Yo no quiero dialogar, quiero sus cabezas. Entiéndase la metáfora. Quiero que sus trabajos y sus modelos desaparezcan. Que cambiemos la estructura y demos la vuelta a todo. Que nos escuchen no les obliga a nada. Todo lo contrario, les limpia la cara para el gran público, cuando en realidad no les importan los problemas que ellos mismos crean. Sólo se preocupan por mantener el sistema perverso del que viven. Si fueron o no jóvenes airados es lo de menos. La han cagado igual. Acabo de hablar con el amigo de un amigo que trabaja casi todas las horas del día para instituciones y todo eso, y se iba a comprar algo para cenar con los pocos euros que le quedaban para acabar el mes. Mientras, aquellos para los que trabaja estarán durmiendo tranquilos y, lo que es peor, con la seguridad de que hagan lo que hagan, tanto como si dialogan como si no, sus bolsillos seguirán llenos el mes que viene. Ya basta.

  5. PABLO dijo:

    Si me acuerdo bien de aquel encuentro en casa de américa las compañías y artistas tuvieron un diálogo abierto, que es en lo que acabó aquello, con las salas alternativas pero con una estructura en la que primero había que escuchar. Los Congresos de las Salas Alternativas cambian cada año, unas veces son así, y otras asá. Pero tienden a la autofelación hermética. Las salas alternativas en el año que habla Balta todavía tenían rédito, muy poco segun algunos, pero seguían encima los noventa y todavía la estructura cosificada que habían creado junto con el Ministerio (chupándosela al Ministerio, siendo todo menos una organización alterna o distinta) no había envenenado todo su sistema.
    Y en los Congresos en los que yo he estado, creo que cuatro o cinco, primaba por un lado la victimización y por otro esa cosa tan española y tan de pseudoizquierda de creerse con un plus ético absolutamente inventado. Y aunque sea injusto con las historias personales y ciertos artistas que allí han trabajado como suecos eso es lo que primaba: no nos hacen caso y somos la reserva moral y artística de la peninsula teatral.
    En el último que estuve en eso estaban, utilizando la dialectica esquizofrénica del contrario. Creo que el congreso iba de algo así como: «Cómo podemos reinvertarnos y buscar estructuras y proyectos que renueven lo existente ante la clara exigencia política-social y artística que se está viviendo en España». Y aquello servía para que dijeran lo bien que lo hacían, y montaron como un debatillo, y ahí hablaban de lo bien que lo hacia este, del proyecto tan interesante de este otro, autobombo con disfraz de solvencia… Y yo, como estoy colgao, cogí la palabra y todo nervioso (no aprendo con los años) les dije lo que pensaba: su falta de autocrítica, sus errores en su RED (trapicheos entre salas -tú me programas yo te programo- y falta de apoyo e interés cuando la sala recibían ciertos artistas), su clara voluntad del no acabar con «el a taquilla» porque les da de comer y eso es mejor que trabajar y buscar otros medios y modos como hacen otros espacios, etc.
    Y se echaron contra mí, dijeron que como periodista tenía la obligación de probar lo que decía y que ellos nunca, que aquella junta directiva no, que quizá en el pasado hubo algun caso, pero que ellos never. Y salió una representante del PSOE, que estaba allí supercómoda porque sabía que esos eran los suyos, su fauna, esa izquierda privilegiada que menos mal que ellos tienen un concepto de cultura, y me espetó (me debió ver cara de facha) que yo no podía decir eso, que la lucha… Bueno, para que más…
    Ya cuando salí de allí ileso, ya al día siguiente tuve que hacer alguna llamada para decir que me dejaran de tocar el suspensor, que yo estuve allí como ciudadano pero que si querían me ponía periodista y empezaba a sacar la verdades del barquero en papel y contrastadas por tres fuentes.
    Alguien me podrá decir que cómo es que no lo he hecho. Bueno, decisiones que uno toma. Quizá equivocadas. Eso sí, quiero que se coman este comentario. Y que callen. Y si alguno tiene los bemoles para decir algo me comprometo a reponder con datos y argumentos hasta lo que sé y trabajar por saber más.
    Así que entre el diálogo y la confrontación, pues hombre claro diálogo. Siempre diálogo. Hasta si te citan en el infierno.

  6. Jimmy dijo:

    Gracias por el debate. Soy de provincias. Vivo en el desierto. Cuando digo en el desierto me refiero a la pobreza cultural más dura y a la vez extenuante que se pueda imaginar. Me siento, por ello, afortunado en cierto modo. Puedo, somos capaces, de ver la realidad a kilómetros de distancia como algo extraño, algo que no nos pertenece. Os ánimo desde la distancia a seguir con ese debate, creo que quizá nos llegue algo. La relación de lo que hacemos con nuestras necesidades materiales, creo, es inexistente. Las ideas… ¿Para qué, cuando sabemos que, y reconocemos que todo lo que hagamos estará censado, para controlarlo o para ignorarlo, (o no) por ellos? Ellos somos nosotros pero sin necesidades materiales. El juguete no es más que eso: lo que nosotros hacemos mientras ellos hacen. Hablaba con una amiga de una huelga a la japonesa… (todos sabemos que es una leyenda urbana) pero estamos tan atados al lugar, al espacio, a la congregación, que no sabemos hacerlo de otra manera, es decir, atados a todo lo que nos han ido ofreciendo. Los espacios cierran y todo se desvanece. La calle es una mierda, hay que reconocerlo. Y cuando toda esta tragedia se convierte en ira, ellos juegan con ella, porque iracundos, precisamente, somos como mejor les servimos. Energía, energía, y a jugar… Mi, nuestra, situación es: hacer de forma única, es decir, usar dos, tres meses, casi siempre menos, de vida para un representación un día, una hora y nunca más. La última vez en junio del año pasado en un local de 30m2. Hasta el año que viene.

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