Asesinado por el cielo I -oKupen El Español-

Publicado en Mambo (TEATRON)  el 

 

Grabado publicado por El Fenix, Benito Monfort, 1847.

 

Vuelta de paseo

Asesinado por el cielo.
Entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.

Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.

Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.

Con todo lo que tiene cansancio sordumudo
y mariposa ahogada en el tintero.

Tropezando con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado por el cielo!

Así comienza la pieza “Caída del cielo” de Rocio Molina, con José Ángel Carmona cantando estos versos de Lorca de “Poeta en Nueva York”, Trasierra a la guitarra, Oruco al compás y Martín Jones a la batería. Suena en versión “Omega” de Morente, eléctrica, gritada. Declaración de principios por un lado (de voluntad libertaria y vanguardista dentro del mundo rígido y ancho del flamenco); y, por otro, frontispico de una de las subtramas esenciales que aparece, desaparece, parece disolverse y vuelve aparecer en ristre en esta pieza hermosa y contradictoria: el diálogo constante entre la libertad en lucha y la soledad erosionada.

Pero paremos un momento. Es un viernes de febrero, vuelvo al Teatro Español tras largo tiempo, no quiero acordarme de la última, es la primera vez que vengo desde que lo dirige Carme Portacelli, directora larga de nuestro teatro que últimamente nos traía por el camino de la amargura con piezas tan insostenibles como “Prometeo” de Müller o “La rosa tatuada” de Williams, ambas vía CDN.

Pero la dirección de un teatro es otra cosa y esta mujer es larga y ancha, voy con cierto ánimo de que quizá pueda ser buena esta nueva dirección para el teatro más antiguo de este tabernáculo cortesano llamado Madrid. Nuevo ayuntamiento, nuevos modos, nuevos tiempos… Y sobre todo después de haber sufrido a la reserva del teatro español, nuestro afamado Gustavo Pérez Puig (1990-2003); a ese hombre que se mueve como el genio de las gafas de sol de las escénicas, Mario Gas (2004-2012) a quien además de haber condonado sus deudas encima tuvimos que agradecerle habernos modernizado; al investigado por malversación, estafa y delito societario –aquí – que fue bajo mandato de Botella Virrey de los teatros de Madrid, Natalio Grueso (2012-2014); y de nuestro último caso de maltrato, Juan Carlos Pérez de la Fuente (2014-2016), puesto a dedazo por Botella y mal echado después de menos de dos años en el cargo por el Ayuntamiento de Ahora Madrid, malas formas, malos fondos, otro dedazo, pero que quieren que les diga: un cierto alivio recorrió la cuesta de la calle del Prado y algunos dicen incluso que vieron sonreír a la estatua de Lorca en la plaza de Santa Ana y que la de Calderón se abstuvo de hacer comentarios.

Y así llega Portaceli, con el beneplácito de haber sido elegida en uno de los primeros concursos con comisión de valoración plenipotenciaria elaborados por la nueva dirección del Ayuntamiento de Madrid. Aunque sin purismo y sin red de ningún tipo después de lo visto con de la Fuente. Portaceli al Español, Feijóo a las Naves de Matadero. Esto pasó en septiembre del año pasado.

Feijóo está por presentar proyecto, Portaceli ya lo ha hecho y me encuentro al llegar al Español para ver a Rocio Molina con su programa que llega hasta verano. Programa de urgencia que suena a programación hecha a prisa y corriendo, que no puede ser declaración de intención última pero que deja ver desde dónde quiere acometer Portaceli su trabajo. Lo primero que programó no le salió del todo bien, Madrid es ingrata, mojigata y vocinglera. Lo de las Ventas es un poco mito. Así, el homenaje con el que abrió Portaceli la temporada al recientemente desaparecido Tomaz Pandur (con “Fausto” y “Inmaculada”) parece haber estado floja de público. Quien se acuerda ahora del María Guerrero con Charo López en cuero ajustado sobrevolando la platea en columpio en un “Inferno” de Dante (2005, aquí) desmesurado, mediocre y pseudo-gay; quien se acuerda del público madrileño jaleando a este desigual esloveno como si los hubiesen metido de bruces en la vanguardia del XXI… Ingrata, mojigata, vocinglera y olvidadiza.

Sigo mirando el programa. Portaceli parece tirar de cuadernillo chusco, ni un gesto de riesgo en las obras que estarán un mes en cartel: montaje de lo que alguien sigue creyendo es un seguro catalán, Lluis Pascual con “Mujer no reeducable” en febrero; para marzo y abril “Usuahia”, del dramaturgo de una obra olvidable y que tiraba de mito ya cansino del teatro español pero que se convirtió en la revelación absurda del año pasado “La piedra oscura”, “Usuahia” llega además con José Coronado para calentar platea; para abril y mayo una obra que ya pudimos ver en el Teatro Pavón estas navidades y que es el ensayo de Virgina Woolf transformado en monólogo por María Ruiz e interpretado por Clara Sanchis, “Una habitación propia”; otra vez “La cantante calva” de Ionesco durante todo mayo, esta vez con dirección de Luis Luque y con Adriana Ozores en escena, aquí tiene Pentación su parte del pastel; “Ivan y los perros” de Hattie Naylor, montaje de La Pavana, que viene coproducido por la Generalitat Valenciana y está dentro de Red en Escena, estará durante todo junio (se ven hasta las costuras del movimiento); y la que entra ahora en cartel, “Furiosa Escandinavia” de Antonio Rojano, el premio Lope de Vega 2016 dado por el Ayuntamiento, premio que históricamente se estrenaba en el Español, que se dejó de hacer pero que Pérez de La Fuente decidió retomar.

Triste, la verdad. Sí, triste me quedé viendo aquel programa de soflama futbolística:

Y más cabreado me sentí al ver el programa ZIP, del 19 al 23 de abril, programa que se abre así: “El teatro español quiere apostar también pos estar al lado de las propuestas del teatro más radical (…) Contamos para ello con unas compañías jóvenes que han apostado por la lucha contra un proceso de envejecimiento del lenguaje convencional. Les ofrecemos todo el edificio del Español, para que oKupen según sus necesidades. Queremos que formen parte de nuestra programación habitual. Y queremos que el Teatro Español teja una red de difusión de esas iniciativas más rompedoras”.

Creo que este texto contiene la síntesis de todos los males que vienen golpeando a la escena en este país desde que lo conozco. Este texto es la decantación de año tras año de arrinconamiento interesado por parte del teatro público a toda una creación escénica que dicen sustentar. Y me cabrea y me sorprende porque suena tan viejo…

Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.

Del 19 al 23 de abril ocho propuestas. Entre ellas: el perejil de todas las salsas y nada joven Cabosanroque que tocarán en la Plaza para así hacer creer que esto de las artes vivas también están presentes en El Español; la nada joven y sí querida Louisa Merino con “The course fo memory”; y el más grande, padre querido y nada joven Txalo Toloza con “Extraños mares arden”. Iremos, guardaremos un pequeño hueco en nuestro mes de abril y les gritaremos “Yo soy español, español, español” para ver si ya todo se confunde en una batidora de esas de los Sanroque que nos electrifique a todos.

Por favor, Portaceli, un Radicals de medio pelo no, otro no. Trate bien, entienda, y si tiene valentía realmente haga que no haya diferencias, que todo forme parte de maneras diversas de entender la escena, no haga apartheids diciendo que además son jóvenes, no lo son, rompedores, tampoco, y mucho menos oKupas con K mayúscula. Perdonen que suene tan condescendiente pero no se me ocurre otra manera, otro diálogo posible ante tanta majadería.

Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.

Con todo lo que tiene cansancio sordumudo
y mariposa ahogada en el tintero.

Tan solo queda un pequeño hueco en este programa nefasto donde uno con voluntad de apoyo y fe en el futuro puede respirar. Y es la decisión de pasar la danza, ya había estado en anteriores momentos en la sala pequeña de El Español, la Margarita Xirgú, a la Sala Principal. Rocio Molina es la primera propuesta que recae en este espacio, me cuentan que la Portaceli vio el montaje en Temporada Alta y quedó anonadada ante la fuerza del baile de la andaluza. Y cuentan que Molina dijo, “pues ahora”. Así hemos podido ver “Caída del cielo” durante tres días en este espacio, italiana sin inclinación, difícil para la danza. Quepa resaltar la cintura de Portaceli y la habilidad que supone comenzar con Molina su programación de danza.

En junio llegan las otras dos propuestas de danza: estará dos días Sol Picó con “We Women”, pieza con dramaturgia de Roberto Fratini; y cinco días “Óyeme con los ojos” de María Pagés. Tres espectáculos de danza en media temporada, los tres en el espacio principal, con menos días, pero que harían seis al año… Quizá Portaceli pueda llegar a conseguir que teatro y danza convivan sin problema en este coso, el español, que parece abocado al bucle melancólico, bucle que nos hace creer que será en el Español donde aparezcan los Benaventes futuros, los Casonas por venir, que todavía quedan estrenos como los de Galdós o los de Lorca, o éxitos como el de Fernando Fernán Gómez con “Las bicicletas son para el verano”… Manera de pensamiento cangrejil abocada a la frustración y que solo puede tener un resultado: el atrincheramiento reaccionario y tradicionalista.

El Español necesita aire, vendavales, y no rendijas. Pero habrá que confiar, por no porfiar, en el poco a poco. Y habrá que confiar en el empuje de trabajos como los de Molina, a quien por respeto, después de toda esta retahíla de política cultural madrileña me gustaría dejar para un segundo post, por decoro, por espacio… Si, querido y apreciado lector, me lo permite.

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