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Ultraviolencia

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La Pausa de La Princesa Mononoke

Inspirado por el estreno de la película “The Witch” (La Bruja) quiero contar que hay un grupo de hombres y mujeres corriendo por el bosque de las artes escénicas. Parece que huyen. No sabemos qué les persigue, qué nos persigue, qué nos mata y ama al unísono. Entre la teatralidad y la performatividad de los discursos queda poco tiempo para saber qué les pasa a nuestras piernas. De este bosque denso de las estructuras dramáticas, los discursos y las distribuciones no sabemos si huimos o corremos hacia él. El otro día me levanté de la cama pensando que me despertaba y en realidad estaba acostándome. A veces pienso que sonrío y en realidad estoy cagando. La trampa de la escena posmoderna nos ha convertido en servidores de un Dios que no reconocemos / tengo una casa que no es mía pero que limpio hasta salir sangre, hasta las llagas de las rodillas, hasta que alguien me levante del suelo por las axilas y me acueste en la cama de madrugada.

Los hombres siguen corriendo. Las mujeres también y son mayoría.

Ahora uno de ellos ha tropezado con un tronco de forma teatrera y ha caído al suelo. El estorbo de lo teatral es notorio, conforme el campo avanza más nos estorba, más se saltan esas piedras. Somos gazelas antiteatrales. Como si la performatividad nos catapultase en la carrera y nos alejase de La Bruja, porque este grupo que somos todas huimos de una Bruja. La guerra de lo teatral (los límites) y lo performativo (unlimited), como dice José Antonio Sánchez, nos mantiene entretenidos en el camino del bosque mientras sudamos. Como en toda carrera nacen contradicciones: el grupo ha decidido ser performativo en la escena y teatral en las redes sociales / performativos en las escena y teatrales en los bares / performativos en la escena y teatrales en las ferias / en las reuniones de domingo / en los dos besos de presentación en las mejillas. Oigo una voz en un megáfono en mitad de la carrera que dice: por favor, los performativos que se mantengan performativos, los teatrales que se mantengan teatrales.

Se acerca una señora a darme agua, es una abuela con la Cara Pintada de Guerra. Una Abuela Mononoke. Seguro que es del Sur. Allí hay que ir con la cara pintada de guerra todo el tiempo. Las abuelas no deberían seguir corriendo, merecen un descanso. Esa es la #ultraviolencia.

Mientras corro pienso: habrá que parar, plantar cara a La Bruja y decir NO. Pausa.
(Devolver el NO al poder / Desmaquillar el SÍ). Desde una posición de carrera nadie va a detenerse a mirar la cara de el que corre al lado. Ningún cuerpo puede bailar mientras corre. Se nos hacen nudos en la garganta (yo por ejemplo no puedo beber mientras camino, necesito parar, beber, continuar caminando; me ocurre desde pequeñito; este gesto infantil que siempre leí como impedimento puede salvarme ahora). Dejar de correr para bailar, dejar de correr para ser teatrales, dejar de correr para ser performativos (#PararParaVencer). Pero siempre con la Cara Pintada de Guerra. La pausa pintada de guerra / La Bruja es El Miedo: por eso en el Sur vamos todo el tiempo con la Cara Pintada de Guerra / Cara Pintada de Sur / Cara de Princesa Mononoke.

#CaraPintadaDeGuerra

#CaraPintadaDeSur

#CaradePrincesaMononoke

#PararParaVencer

#LaBrujaeselMiedo

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