La alegría de Sofía Asencio

Hola Ana, Helena y Jaime.

Gracias por la trasferencia de escritos.
Voy pensando mucho sobre el tema. Sobre todo a las 5.30h de la mañana cuando me despierto y mi cabeza empieza a taladrarme a veces con pensamientos sobre la alegría, a veces con cosas más banales.

He llegado a la conclusión de que no puedo pensar sobre la alegría.

Aristóteles dice que la felicidad es una virtud a la cual se llega a través del hábito.
También dice que el placer no es un movimiento ni una generación, (como un carpintero haciendo una mesa o yo en el sofá a punto de levantarme) . El placer es como el ver, o la unidad, ya que es un todo. «El placer perfecciona la actividad, no como una disposición que reside en el agente, sino como un fin que sobreviene como la flor de la vida en la edad oportuna.»

Así pues la alegría no debe poder-se generar, más bien yo la he sentido normalmente como una feliz invasión.

Por otro lado ante algo tan poco fiable, decido seguir a Aristóteles y adoptar una actitud alegre.
Algo así como mirar a la gente a los ojos. Sonreír-les si se da la ocasión. Abrir las escápulas y ensanchar el pecho. Cantar sería sería perfecto, pero todavía no.

He probado a decir «tortilla de patatas» seguidamente y sobre las 10 veces me destornillo de risa. Pero dura poco.

En fin, poco más que decir..

Bueno, os dejo un poema que escribí en sueños. Me desperté desesperada buscando un lápiz y lo transcribí. Luego me puse a llorar con desesperación como si hubiera descubierto a una gran verdad. Este es el poema tal cual:

Se acabó el enano,
aquel que enviamos a nuestras expediciones,
aquel que limpió nuestros tesoros,
aquel que llevó nuestros instrumentos para matar,
aquel que nos ofrecía distracción y alimento.
Lentamente, ha cogido su zurrón y ha echado a andar.

Lo he transcrito tal cual. Extraño.

Besos grande.
Sofia