«Oda a la alegría» de Sofía Asencio

ODA A LA ALEGRÍA (audio aquí)

En el cine de los pobres
están pasando una del Gordo y el Flaco.
Hay risa y cháchara
y el vino corre de un lado a otro.

En el cine de los pobres
hay cojos, tuertos de poco diente y muchos de esos
de los que llaman “enajenados”.
La gente se sienta en cajas
y hasta algunos en suelo.

En el cine de los pobres
hay una barra y un barman
y una mujer a la que llaman la Mamma
que todo el tiempo hace bocatas.
El Papa hace cous-cous para los gatos
porque los allí presentes no tienen hambre, ya que
en el cine de los pobres
ha empezado una de Gene Kelly.

Al fondo hay dos viejecitas
que charlando se han dormido la una contra la otra
con sus puros humeando.
De tanto en tanto una mujer
a la que llaman la Llorona
toca Shubert a la pianola y lo canta con la voz quebrada,
canta y canta una y otra vez porque
en el cine de los pobres
hay muco ruido.

Algunos vienen y se van diciendo
¡Ay qué pena me da irme!
(Fuera… en los interiores de las casas,
suenan rumores de futuros inciertos…)

En el cine de los pobres
la flaca ha subido al escenario y se ha lanzado a recitar.
Bueno, en realidad solo se ha lanzado
porque al querer subir ha tropezado
con sus propias piernas y ha caído al suelo quedando inmóvil
hasta que la Mamma la recoge
llevándosela en brazos al fondo
para darle un bocadillo.

En el cine de los pobres
De golpe suena el Shim-Sham, entonces
todo el mundo salta, grita
y se pone a bailar ¡qué espectáculo!

Entre los cojos y los borrachos
llevan el compás,
aquello parece una marea hirviendo:
brazos, piernas, dientes, todos entrelazados.
Hay un chico entradito en carnes que es
el que lleva mejor el paso
en dirección contraria al resto
pero muy gracioso ¡qué soltura!

En medio del barullo
hay un hombre tendido en el suelo.
El bailoteo continúa y milagrosamente
nadie le pisa.
La Llorona llora y baila,
baila y llora. Qué elegancia!
La Coja ya está colgada del travesaño
y grita ¡yujuuuuuuuu!
Rápidamente se hace una pirámide humana
– diríase infrahumana- para salvarla.

En el cine de los pobres
si algo hay son recursos.
Cuando clarea el día
todos duermen, los unos sobre los otros y mientras,
el gordito les describe paisajes
para acompañar sus sueños.

En el cine de los pobres
hay un silencio inspirado,
respirado, relajado.
Y no puedo sino acabar diciendo
¡Ay qué bien se vive
en el cine de los pobres!

Sofía Asencio

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