UNA CASA A L’EST – Rumanizándonos

Cuando te sumerges en un proceso creativo, parece que no solamente tu universo empieza a girar en torno a él, sino el universo en general.

Lo mismo te encuentras una pintada:

pintada

Que aparecen chocolatinas rumanas en tu trabajo

chocolatina

Que te das cuenta que trabajas “en el Este”

terrassaUn poco cogido con pinzas, pero en el grupo de whatsapp del equipo todo vale

 

Para esta obra toca rumanizarse. ¿Qué significa eso exactamente?

“Qué rumana vienes hoy, Arantxa”,  “ Ese comentario ha sido muy rumano”, “No me pongas cara de rumana”. 

Expresiones habituales en la sala de ensayo ante las que exagero mi incomprensión. Pero lo cierto es que los demás siempre lo ven más claro. Igual que no somos capaces de detectar el olor de nuestra propia casa, a mi me cuesta pillar lo que entienden por “rumanidad”, cuando se salen de los tópicos más cutres y evidentes.

En la obra en ningún momento sale la palabra Rumanía o Bucarest. Desde el principio tuve claro que no quería localizarla tanto ni ser tan específica. No paro de preguntarme por qué, cuando cada vez veo la honestidad como la mejor, o la única, forma de crear. Para compensar, he intentado ser muy fiel a los detalles de la realidad del país.

Adrià: En esta escena podríamos comer nueces
Laura: Un momento, un momento, tengo que investigar si se comían frutos secos

Pau: ¿Puedo fumar tabaco de liar?
Laura: Uuuuy, espera, que creo que no era habitual

 Dani: He pensado que una mesa redonda encajaría mejor en/
Laura: /Ni hablar. En Rumanía las mesas son rectangulares.

Todos tenemos nuestras contradicciones.

Al final la verdad estará en los personajes. Adrià, Pau i Arantxa están haciendo un gran trabajo y no puedo hacer más que estar agradecida. Además, se les está poniendo cara de rumanos, sea lo que sea lo que eso signifique:

bandera

El fondo conforma la bandera de Rumanía. Absoluta casualidad, Dani iba haciendo fotos en fondos diferentes y cuando montó estas tres salió la bandera. Universo, ¿qué nos quieres decir?