LA DANZA DEL FUTURO. El futuro ya está aquí.

Hemos pensado el futuro como un tiempo separado de nuestra experiencia en el presente. Creímos que el futuro era todo lo que no era el aquí y ahora. Y, a diferencia del pasado, no teníamos manera de saber qué sucedía en el futuro.  Así, pasado, presente y futuro constituían una estructura lineal que nos obligaba a entender el tiempo como un transcurrir entre dos imposibilidades: el presente, el tiempo en el que transcurría la vida era, entonces, aquello que sucedía entre el pasado irrecuperable y el futuro desconocido.

Pero quizás no estaría mal darse un respiro. Basta con que nos hagamos cargo de nuestro poder de producir realidad y comencemos a probar otras maneras de entender el tiempo. Aunque sólo sea como un juego, como un intento. Imaginemos que el futuro es una dimensión contenida en el presente. La realidad de nuestras vidas sucede también en esa dimensión. El futuro es todo lo que no se ha realizado, todo lo que tiene una densidad mínima, todo aquello que somos capaces de concebir pero que está por venir. Los fenómenos del futuro son siempre sutiles, casi invisibles y, generalmente, el lenguaje no basta para referirnos a ellos. El futuro es el lugar del deseo, de lo que solo alcanzamos a intuir, de lo que se huele, de lo que resuena, de lo que se escapa a nuestra consciencia diurna y a nuestra memoria, de la incertidumbre, en definitiva, de todo aquello que está en el aire. Así, podemos pensar que, en efecto, el futuro no es algo lejano que desconocemos sino que es algo que está ya aquí y ahora y que, por tanto, podemos indagar sobre ello.

Si, aunque sea  por un momento, aceptamos que el futuro sea todo eso que he dicho antes, entonces podemos atrevernos a complicar más aún el juego e intentar pensar qué cosa puede ser la danza del futuro. ¿Cómo es la danza que está sucediendo en esa dimensión sutil del presente? ¿Podemos alcanzar a imaginarla?

A lo largo de esta nueva serie de posts haré un ejercicio de imaginación intentando dar forma a aquello que por definición no lo tiene. Obviamente, no se trata de ninguna manera de marcar unos caminos cerrados en los que intentar (vanamente) atrapar el porvenir. Esta serie de ninguna manera pretende  establecer un programa, esto es, no es un intento de establecer unos valores o principios a los que deban estar sujetos los procesos de creación y la danza. Lo que nos gustaría más bien es jugar con esas cuestiones que ahora mismo están en el aire y que quizás estén hablando de una danza que todavía no conocemos del todo pero que, sin duda, está mostrándose ya en los teatros y no tan teatros.

Esta serie está dedicada a todos los participantes en la IPAM pero sobre todo y muy especialmente a los gestores culturales, programadores, coordinadores, etc. que, por circunstancias de la vida, se han visto obligados a asumir labores de comisariado  sin tener una formación artística previa, ni una familiaridad con los procesos de creación.  Quizás esta serie de imaginaciones les ayudará a convivir con fenómenos y situaciones que se dan en la escena cada vez con más frecuencia y decisión.

Jaime Conde-Salazar

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