tercer encuentro_ TEATRO INDIA, Roma_ septiembre 2011

Participantes invitados: Andrea Cosentino,
Antonio Tagliarini y Luca Venitucci.

Acometemos en Roma de nuevo la idea de lo invisible (fantasmagórico), y nos proponemos trabajarlo en el ámbito de lo escénico, de puertas hacia adentro, a diferencia de Elche, donde el trabajo ocurrió en el espacio público, en la calle. Volvemos, pues, en un vaivén dialéctico, a “nuestro centro”, el espacio de la ficción. Volvemos, pues, a la caja negra, a la mirada concentrada de un espectador que espera un discurso escénico conciso, concreto y organizado.

Tomamos una decisión radical y nos proponemos explorar las posibilidades de crear un discurso escénico donde todo lo que debería ser visible y encarnado en escena, los actores, sus gestos, acciones y palabras, desaparezca a los ojos del espectador. Nos proponemos explorar la creación de un evento escénico invisible. La idea es investigar hasta dónde somos capaces de retener la atención y la tensión del espectador en este dispositivo en el que hemos eliminado, invisibilizado, la mayoría de elementos propios de la escena. Una estrategia radical que incita al espectador de forma extrema a poner en marcha su imaginación para construirse a partir de los elementos sonoros y plásticos que “viven” o “están” en acción ocultos tras el telón.

Es también, como la mayoría de las estrategias que hemos seguido, una afirmación de que ya no hay discurso que acometer, no hay espacio para generar un narración discursiva coherente, cerrada, y con una temporalidad clásica, es decir, presentación, nudo, desenlace, con una línea de tensión en progresión previsible. Una estrategia que entiende que los espacios “muertos”, aparentemente inactivos, son los lugares de entrada para esa otra mirada del espectador. Zonas de no emisión controlada de discurso que generan la posibilidad en el espectador de desconectar de la lectura “estoy viendo un espectáculo que me va a distraer y voy a entender”, para entrar en una zona de percepción distinta que le remite al presente y a una intertextualidad emocional individual.

Es una estrategia que difumina cualquier atisbo de centralidad en el discurso, un espacio abierto a que distintas periferias discursivas coexistan en un presente radical en el que el observador debe ir tomando decisiones, es decir, debe ir construyendo y destruyendo continuamente su centre de atención.

Buscábamos también una actitud del intérprete de atención máxima, de escucha global hacia el presente radical, que el espectador percibe directa y claramente incluso si esta sucede, como en Roma, detrás de un telón.

Esta práctica hereda de la anterior el telón, como encarnación tanto de la fantasmagoría de lo teatral como también como elemento físico de la invisibilidad y motor del misterio de aquello no visible, del detrás. Surgen también estrategias objetuales de elementos del “teatro” que salen a escena, la ocupan, y toman por unos instantes el centro de la mirada. Elementos que normalmente permanecen ocultos, o simplemente son soporte mudo de las acciones de actores y actrices. Son una especie de fantasmagoría de los ignorados.

También se construye en Roma la presencia de fantasmas en escena. Actores cubiertos por telones que profieren textos, aún muy indeterminados.
Actor invisible, palabra audible. Mimo directo de la idea de fantasma a partir de la materia del telón.