Ellos me mandaron un mail y decían que querían hacer una… ¡mira, un Corán!, no, aquí pone Historia de la Literatura griega.
Hacían una cosa que se llamaba Nits Salvatges. Decían: linóleo blanco, cuadrilátero, público en los cuatro costados. Y a mí me llamó Ana Buitrago, que es muy importante en mi vida porque ella era un motor de Renault 5 cuando empecé con la improvisación en Madrid. ¿Quieres azúcar?
-No.
Y ahora me dijo Oscar por mail: podrías contar qué significó para ti hacer algo en Nits Salvatges, si cambió tu manera de hacer, ese tipo de cosas. Y me pareció interesante y le dije: vale, pero voy a tardar un huevo para cumplir con las expectativas y cubrir todos los puntos. Y le sentó raro porque decía que hiciera lo que quisiera, que ellos no dictaban nada. Y que Esther Ferrer había mandado un texto corto y que Angélica Liddell, la que se corta con cuchillas, mandó unas fotos. Bueno, Oscar me dijo que le diera una vuelta al tema. Le había dicho a Chus que ya sabía qué iba a escribir, Chus supervisa todos los textos que hago, dice: bien, Nilo, bien. Le tengo abrasadísimo, pero él me los suele mandar a mí también ¿eh? Pero menos, es que Chus es biólogo.
Lo tenía en la cabeza, qué pasó cuando llamó Ana Buitrago la primera vez, pensé en grabarlo, de hecho lo tengo grabado y está bien porque ella es un motorín. Iba a ser un texto donde las notas a pie de página iban a ser más largas que el texto.
-Eso lo ha hecho mucha gente.
Ah, pues no, quítalo. No, sí, en la nota iba a poner quién era Ana Buitrago Luego quedé con Cristina en un bar de León, del que de hecho puedo poner la foto.
Bar de León (2007/2010). Foto Chus Dominguez.
Le dije a Cristina: «que me han llamao los de La Porta para una performance en Noches Salvajes. Y esta es la intro que tenía pensada hacer». Entonces le dije una idea, no sé si quieres que te la cuente pero era muy chula: pedir un voluntario y hacerle radiografías en una mesa de médico, ¿cómo se llama?, una camilla de médico. Se apagaban las luces de fuera y con un flexo -una bombilla-, se le recorría de pies a cabeza, ¿entiendes?, lentamente. Mientras, yo iba tocando música como si fuera la música interior de su cuerpo, y había un micro encima conectado al ordenador y se grababa un CD con la radiografía sonora y al acabar se le daba al voluntario. ¿A que es muy chulo? ¡Es chulísimo! Pues a Cristina no le gustaba la idea, y como me dijo que no, no la hice. Eso para que veas que es importante cómo cuentas las cosas y a quién. Pero la hice dos años después con quince personas que nos llamábamos Ciegas con Pistola. Y aquí podría poner una foto de cuando lo hicimos en la cárcel de Mansilla de las Mulas.
Ciegas con Pistola, Maria Quiroga, Nacho Alvarez y Belén Sola (2009).
Decidí hacer otra cosa en Noches Salvajes, algo que habíamos ya practicado con Patricia en una movida de Elena Alonso, que nos quería hacer un retrato. ¿Cómo llamarías lo de mover como un cowboy el micro? no, ¿el cable del micro? En un momento de esa obra Patricia movía el micro y yo manipulaba el sonido y ahora a mí me apetecía hacerlo más a lo bestia, en el cuadrilátero. Y fui con un técnico de sonido, mi amigo Marne, y le dije: ¡échame subgraves! Con volumen y subgraves cuando el micro rozaba el aire, ¿sabes qué son los subgraves?
-Si.
Había más cosas de las que no estoy ahora tan convencido. Empezaba bajando desde la entrada con unas madreñas -zuecos- amplificadas con un micrófono inalámbrico. Pero lo que más disfruté fue el homenaje a Keith Moon, no, perdona, a Roger Daltrey, el cantante de los Who, aunque él no me gusta tanto, es un poco chuletas, pero hace esto de mover el micro, dale ahí al molinete. Ya he hecho homenajes a Moe Tucker, a Jonathan Richman, a Keith Moon, y quiero hacer a Sun Ra. Sí, y todo esto mezclado con este… no sé si es Alvin Lucier el que hace acoples con el micro, y también Steve Reich, que hace esto de los micros que pendulan y van acoplándose cuando se acercan a los altavoces. Ahí teníamos como cuatro altavoces alrededor del público y los subgraves y todo eso lo llevaba Marne subiendo y bajando volúmenes, me apetecía meter un buen petardazo. Y eso. Cuando lo hice, uno que se llama Marco me dijo que era lo que más le había gustado… que él se hubiera quedado solo con esta parte, la del micro. Dijo algo así como que se podía apreciar que no era un chico en el que se podía confiar, porque el cable medía… (se levanta y da 6 pasos) casi 6 metros y con eso hacía el vaquero. Y eso me enorgulleció, me quedé henchido.
– ¿Y no te daba miedo hacerle daño a alguien?
No, es que en esa época trabajaba con La Carnicería haciendo cosas bestias, un poco al límite. Pero yo tenía cinta aislante blanca en el cable marcando dónde estaba el límite para no dar a la gente del público con el micro. Me acuerdo que se ponían la mano en la boca y se tapaban los dientes. Primero les daba la risa y enseñaban los dientes, y después se los tapaban. También hice un poco de música experimental allí porque era mi última etapa de músico experimental, siempre estoy en mi última etapa de músico experimental. Con unos muelles muy gordos de Renfe que me había conseguido Alex el de Matadeón. Y esta parte no me gustó nada, improvisando con los muelles. Y el tema este de los gallegos, los zahories, como si buscara agua con el micro. Pero tenía razón Marco, hubiera estado bien si hubiera hecho solo la parte del micrófono como un vaquero. Y no me gustó mucho actuar como performer, aunque luego lo he vuelto a hacer. Me aburro mucho de mí mismo y me veo con los mismos vicios y maneras y no me gusta, así que después de esto empecé a quedarme fuera.
Además, venir a Barcelona me agobiaba, venía de un pueblo de León y llegar a Barcelona con toda la gente alrededor y todas las expectativas esas, pues estaba ahí como sobreexcitado. Me apetecería hacer algo mucho más tranquilo, me gustaría ser más tranquilo, así como Esther Ferrer por ejemplo, siempre me gustó Esther, pero siempre tengo que venir con todos mis cachivaches, y aunque haya dejado de tocar la batería, al final siempre tengo que cargar, siempre tengo esa carga, como una piedra encima, ¡ala! a subir la montaña, ¡pun, pun, pun!, eso es lo que esperan, que monte las fiestas del pueblo. Por otro lado, ¿por qué no? Es como correr a caballo entre lo que esperan y lo que quieres, ¿qué es lo que quieres? Ordenar por un momento el caos y luego volver a soltarlo, algo así puse una vez en un texto. Tengo que buscar una constelación, y colocarla o esperar el momento en que está colocada. Y lo bueno del sonido es que no hacen falta estrellas, firmamento, lo bueno es que no haces falta tú. Aunque antes tocara la batería y ahora no la toque, ahora me quede fuera para ver qué pasa, sigo esperando que lo que se mueva sea el sonido, o mejor, algo que no se pueda coger, atrapar. Quizás en este Quieto, muere, resucita estaba muy preocupado de mí mismo, porque estaba en el centro y todo lo demás eran dientes, pero hay un momento en que te puedes olvidar de ti aunque estés en el centro. No sé si merece la pena. No sé si merece la pena venir corriendo, acelerado, cuando sientes eso en el corazón tan parecido al amor pero que es solo ansiedad. Como aquel batería, Art Blakey, le dijo el médico: «deja los conciertos», y él no los dejó. Dos baterías, ¡qué bien suenan juntas! Son todas esas cosas que piensas cuando es de noche y luego al final todo es como una fiesta del pueblo, todo a saco, y eso que soy un desertor del arao.
-¿Y el título, Quieto, muere, resucita?
Es de una película rusa que me gustaba. No sé a qué viene esto de querer morir y resucitar, no sé, me hacía gracia, en el teatro puedes hacer esas cosas.
-Pero luego lo que hiciste no tenía nada que ver.
Ya, pero tenía que mandar un título y mandé ese. Quieto, muere, resucita era de cuando quería hablar de la muerte, ya lo dice el título. Quería homenajear a mi hermana que se había muerto en el 1996. Me parecía que el tiempo pasaba y yo no la reivindicaba lo suficiente. ¡Uf, dónde estoy! También era de esa época Resucitar a través de la basura, donde el grupo Siempre por Detroit resucitábamos a los voluntarios que previamente querían morir triturados por el camión de la basura.
Siempre por Detroit, Nilo Gallego, Pablo Rega, Fernando Oyaguez (2008), Foto <es lo mo>
Una vez veníamos en coche de actuar en Francia, Tomás, Sofia y yo. Yo les contaba movidas: me gustaría homenajear a mi hermana, hacer una exposición reordenando, manipulando sus cosas. Sofia me aconsejó que no hacía falta hacerlo directamente, que eso era demasiada exposición, que lo podía hacer internamente, ser más tangencial, algo así decía. Y tiene razón, siempre ha sido mejor en mi caso, cuando desde un lugar inesperado ha aparecido un toque de magia que me ha conectado con mi hermana, que ha abierto la puerta a los muertos, ellos no pagan entrada ya sabes.
Detener el paso del tiempo, para esto necesito empezar desde algo más sencillo, básico, como para niños. Espera que busco el texto que envié para la actuación en Noches Salvajes (busca en su ordenador la información). Mira, aquí pone: «algo para reír si quieres. Algo para dormir si tienes sueño. Algo que no te haga pensar ni sacar conclusiones. Algo fácil para mí también. Algo con ruido porque con el ruido estoy tranquilo. Algo que se parezca a una canción. ¿Y no puedo hacer un poco el bestia? Tú sabrás». Lo que aquí intento, me parece, es quitarle peso al título, no vaya a ser que me caiga como una losa, que me quede atrapado en el título. Ahí va una de cal y otra de arena, pero bueno, dicen por ahí que ser creativo es ser esquizofrénico. Además, yo soy libra y siempre ando buscando equilibrios. Ser minimalista y a la vez hacer fuegos de artificio. Como dice Chus: bien Nilo, bien, pero hay algo en la retórica de la escritura automática, o como la quieras llamar, que la veo un poco artificiosa. Esta mañana escuché una grabación mía y decía que después de esta actuación de las Noches Salvajes se me había quedado un mal sabor de boca, que no me gustó, estaba cansado de mí mismo, siempre a por lo grande, a provocar y a armar ruido. Y sí, cuando me pidieron escribir este texto hace 5 o 6 meses, iba a ser todo negativo, pero ahora que tengo que escribir me gusta.
-¿Por qué?
Porque de tanto darle vueltas me aburrí de que no me gustara. Las cosas no te tienen que gustar o no gustar, las cosas ahí están y ya está. ¿Tú piensas que haces cosas que han sido fallidas?
-Sí.
Pues yo pienso simplemente que han sido. Aunque depende del día.
Quieto, muere, resucita en el CCCB Nits Salvatges. 2007. Foto/video Neokinok.
Texto surgido de un café con Alex Reynolds. También han aparecido: Ana Buitrago, Oscar Dasí, Esther Ferrer, Angelica Liddell, Chus Domínguez, Cristina Tascón, Ciegas con Pistola, Patricia Lamas, Elena Alonso, Marne, Keith Moon, Roger Daltrey, The Who, Maureen Tucker, Jonathan Richman, Sun Ra, Alvin Lucier aunque en realidad es Robert Ashley, Steve Reich, Marco Regueiro, La Carniceria (Rodrigo García), Alejandro Sáenz de Miera, Art Blakey aunque en realidad es Buddy Rich, Ana María, Siempre por Detroit, Tomás Aragay y Sofia Asencio.
«Todo lo demás eran dientes» es un texto de Nilo Gallego incluido en el libro Nits Salvatges (2007-2010) publicado por la editorial Con tinta me tienes en el año 2013.
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Nits Salvatges fue un proyecto de comisariado diseñado por ‘La Porta‘ para potenciar el arte de acción y renovar sus dispositivos de presentación desarrollado entre los años 2001 y 2011.