¿y si dejamos de ser (artistas)?: cuestionario

Un grupo de personas estamos, desde hace unos seis meses, encontrándonos y pensando en un marco de (trabajo) y entorno experimental que tendrá  lugar  en diferentes lugares institucionales y no institucionales de la ciudad de Madrid, incluyendo lugares compartibles y expuestos en jornadas abiertas (gratuitas y de acceso libre) en Teatro Pradillo del 4 al 7 de  abril y La Casa Encendida entre el 10 y 16 de Junio, 2013.

Esto es un prólogo de lo que está por venir: Una respuesta(s) a una carta del 4 de septiembre 2012.

(Foto: cubierta del libro: Rupturas situacionistas. Superación del arte y revolución cultural. Aurelio Sainz Pezonaga. Tierradenadie Ediciones. Madrid, 2011).

Una cosa que se  me quedó resonando, debe ser por lo “concreto” o eficaz de la pregunta, es aquello de “y si dejamos de ser artistas”. Por un lado, pienso que es una pregunta muy en la tradición del arte moderno y las vanguardias.

Bueno, la pregunta mas operativa sería, ¿cuál es el contexto en el que esa pregunta se hace?: la pregunta se sitúa en el presente y con la vida en el centro, por eso mientras es necesario preguntarse, ¿qué está pasándo(nos)?, ¿cómo hacemos?. Pasarnos la pregunta, vincularnos a través de la duda y su puesta en práctica como incertidumbre y como deseo también.

La pregunta -título de todo esto- enunciada así, es absolutamente deconstruible:

-y si: es con/junción condicional. Supone un juego, una hipótesis, un experimento, una ficción. Suponerse desde otro sitio que no el identificable para uno mismo, para empezar. Una “pizca” de desplazamiento que (nos) permita plantear modos, situaciones, que efectúen una “inclusión radical” de cualquiera(s). Un juego, donde también entra la ficción, la posibilidad y la praxis en juego con el movimiento real de/en/con otro tipo de “enunciados”.

El “movimiento real” no es otro que lo que (nos) pasa, nos sobrepasa y nos ahoga. Lo que nos interpela como sujetos vivos en un mapa bien armado, demasiado armado y asegurado…eh ahí que la salirse, es la emergencia y la puesta en existencia de modos de hacer.

– dejamos: dejar, permitir, soltar, vaciar, desertar, desplazar, desocupar, desalojar, desubicar, deshacer, des-sujetarse en definitiva. aventurarse. Nos gusta este enunciado de kafka, alguien que supo desertar, con sus consecuencias y que se adelantó a los tiempos: “no se trata de subir la montaña, se trata de atravesarla por dentro”. Desde ese otro lado/plano/escala, uno tiene que empezar a pensar e inventar, los modos, las herramientas para llevar a cabo el plan para hacer algo que no sabe aún. Un plan cuya experiencia es entrar sin saber como uno va a salir…ahí el plan sirve de poco (a uno no le queda otra que hacerlo, llevarlo a cabo, como desafío) ya no se trata de subir, sino de dejarse atravesar

– de ser: esto y aquello. De plantear relaciones a priori. De instrumentalizar, rentabilizar…etc. Las cosas ya están , ya son por muy caóticas que parezcan (así que, desde ahí, dejémoslas, sin es/forzarlas). Para ser lo que es, uno tiene que relajar aún mas los sentidos si cabe,  ya que estamos  muy acostumbrados en “dar sentido” (en lugar de compartirlos); aquí entra con fuerza Santiago López Petit, con su texto “y si dejamos de ser ciudadanos”. Desobediencia pura y dura…su gran frase: “ser nadie para ser lo que se es”. Toma ya!.  La ecuación es: “ser más, siendo menos” (lo cual incluye en número, en capas, planos y escalas identificables…) lo cual sería igual a una especie de “yes, we cannot”. Un sustracción: ”un NO rotundo que incluye un SÍ”.

– (artistas): en la estructura de una frase, el paréntesis actúa incluyendo y/o interrumpiendo con aquello que es innecesario ó aclaratorio para el sentido global de la frase. En el paréntesis (ser necesario y a la vez innecesario) se puede incluir (festival); (público); (programador); (teórico); (escena); (creativo); (empleados); (postmodernos); ciudadanos)…etc

Nos interesa ver qué otro desafio(s) supone esa desujección de todo (escena, público, obra, artista, teoría, programa…etc).

en realidad hacerse esa pregunta es para conseguir ser más artista todavía, todas estas preguntas han funcionado siempre así.

No se trata de ser más (acumulación y con mucho I más D!!!), ni de dejar de ser para ser otra cosa (postmodernismo) ni de dejar de hacer lo que hacemos. Se trata sostener la pregunta de cómo, para qué, para quiénes.

Tratamos de maniobrar un pequeño desplazamiento de ciertas “zonas de confort” que aparentemente nos han dado cierta autonomía, pero que hoy, no dejan de atarnos de manera capitalista en su sentido más homogéneo y cero emancipado (seas artista u otra cosa).

En este sentido, se me ocurrió, qué raro plantearle esta pregunta a un grupo de gente, los que más o  menos estamos ahora en esto, que no ejercen de artista la mayor parte… es decir, a mí, dejar de ser artista no me plantea ningún problema, es más un lugar metafórico (que en verdad todos estos cuestionamientos de “lo artístico” o de la obra, o de la identidad del artista también han tenido siempre ese lado de proyección metafórica sobre otros entornos sociales, de ahí su utilidad, que no se quedaban en algo meramente interno al mundo del arte). Por este lado, hacerle la pregunta a un montón de gente que no son artistas (por decirlo así, no ejercen habitualmente como tales, o simplemente no se ganan la vida con eso) puede funcionar, aunque al mismo tiempo me digo si no habrá otra pregunta más adecuada para gente que en principio o no son artistas o ya lo han dejado de ser, o incluso tienen claro que no lo quieren ser… no sé, si no se les podría plantear otra pregunta que les afectara más? o cambiando el rollo: cuál sería la diferencia si esa misma pregunta se le hace a gente que sí trabajan como artistas… o al fin y al cabo, participar en lo que tú propones, no es modo de convertirse en artista, aunque sea por la puerta de atrás, negándolo o tomando distancia… es decir, si yo realmente no quiere ser artista, no sería más consecuente no hacerme visible en ese espacio?, en el fondo, no será más bien que queremos ser artistas, pero de otra manera a lo mejor…

Bueno, no sabemos si te lo explicamos bien: Lo que nos interesa (y esto indicará el modo en el que se articulará todo esto) es, el pensamiento vital de la ocupación de cada uno, su fenomenología, la nerviosidad del cuerpo (intelectual, vital, relacional, afectivo) que cada invitado traiga (con)sigo; ¿cómo colectivizar las fuentes de las mismas y abrir lugares, formular situaciones de nadie? Y esto no sólo va para la relación con los invitados, sino en cuanto a los medios de los que disponemos (i.e. presupuesto, espacios) para hacer esto, apropiarnos de ellos y pensar en como lo usamos, como repartimos riqueza o lo poco con lo que contemos: los recursos, las fuentes, los contenidos de lo que disponemos, y qué tipo de situaciones creamos con eso y las preguntas citadas… etc.

Nos pone bastante la idea de que el invitado también se convierta en pseudoprogramador y/o se autoprograme, se autoponga, si quieres… que las obras, acciones, lo que sea, mas bien estén en segundo plano, y que lo que esté en un primer plano sea lo que “actúa entre” los diferentes entornos, contenidos, participantes, público(s) y los espacios que se propondrán alrededor y a través de los mismos y, desde las fuentes que se propongan. Nuestro deseo en todo esto es, que tanto en su articulación como en su recepción, sea como una obra en obras, una cartografía perfomativa y experimental de contenidos, enunciados, situaciones, cuerpos, personas más-menos que la escena, la obra, los nombres y lugares/tiempos pre-establecidos…

No sabemos lo que será al final, pero nos (ex)cita pensar que un paréntesis colectivo y (ex)puesto,

es,

¿posible?

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17 Responses to ¿y si dejamos de ser (artistas)?: cuestionario

  1. aimar says:

    chica,

    estaba leyendo tu post en teatron y cada trocito en que dividías la pregunta me remitía de algún modo a conceptos de guattari y deleuze, como:

    y si = ciencia ficción
    dejamos = desterritorializar
    de ser = n-1
    artista = máquina

    bueno, igual es por la onda del máster que me está influenciando… y que salgo de una semana con bifo… pero me resonaba a todo esto y me parece interesante.
    lo único que ponía en duda era lo de la ‘gran obra’… el concepto de grandiosidad me produce un efecto extraño de rechazo, como si fuera algo grande que se sobrepusiera por encima, en lugar de pensar en algo más ‘ambiental’ o ‘contaminante’, quizás más rizomático of course, y menos estático como la gran obra… algo más molecular quizás.

    bueno, una reflexión inmediata a las preguntas o conceptos que sugieres / propones o que están por ahí como partículas que respiramos a diario.

    a por ello! o que ‘ello’ vaya a por ti… o…

  2. pazrojo says:

    guapo,
    sí, si de acuerdo con tus pensamientos…eso fué escrito en septiembre…le hemos dado unas vueltas ya…Los paralelismos de cada concepto, me resultan familiares también. Sí…

    Lo de la gran obra…es un plano secuencia donde habrá una relación de reversibilidad con los conceptos de montaje y demantelación y/o desmontaje además de otros elementos…bueno sí, es “obra en obras”…aunque no dejamos de fantasear con la idea de “ópera” ó anarquía (en) práctica, al menos en la sensibilidad que quisiéramos hacer sostenible….en ese sentido tus propuestas de ‘ambiental’ o ‘contaminante’ y molecular actúan bien en esta tentativa…oye, pongo con tu permiso, tus equivalencias en el vocabulatorio del blog, que abriremos el lunes. besitos!

  3. T* says:

    Y yo pregunto: ¿alguna de vosotras alguna vez dejó de ser artista?
    Así, sin más.
    T*

  4. pazrojo says:

    No es ontológico lo que nos ocupa, son las lógicas económicas…Llevo tiempo sin “sentirme” eso, aunque, precisamente, por eso y para continuar desplazando, se necesite mucho arte…salirse de las zonas de comfort, experimentando con sentidos/otros … trabajar entonces es un arte, una praxis contínua en el centro mismo de las reglas del juego…

    artista= máquina (ciudadana, creativa, consumidora, trabajadora, productora…etc )= …

  5. aimar says:

    De hecho escribí máquina, porque se me relacionó con esta idea de algo que interrumpe la realidad o “lo natural”, algo que atraviesa y desplaza, algo que produce un choque y desvía…
    Paz, por supuesto que puedes utilizar las equivalencias… no han sido más que meras ocurrencias o un juego de relación o vinculación.

    (Cuando hablas de ópera, me viene a la cabeza la burrada enorme de john cage, las europeras, -y digo burrada como una obra muy compleja, no idiota. Búscalas por ahí, justo se han vuelto a escenificar este verano en el rhurtriennale).

  6. T' says:

    Intentaba plantear una pregunta práctica, relacionada con la experiencia de cada una. No hablo de “sentirse” o no artista, hablo de dejar de serlo en la práctica. La praxis de abandonar la máquina, de cerrar el grifo de la producción. Dejar de producir, aunque sea durante un tiempo (más o menos extenso, claro) y por consiguiente dejar de cobrar por ello. Dejar de venderte y abandonar la marca en que se ha convertido tu nombre dentro de la industria y de paso abandonar las lógicas económicas aprendidas. No simplemente generar un glitch en el sistema, si no que apagarlo.
    En fin, alejarse, pero de verdad.
    Tal vez en la distancia real podamos plantear una nueva estrategia, una venganza definitiva.
    T’

  7. pazrojo says:

    pues ahí estamos T…ahí…poner en práctica esto: “Lo dejamos pero no nos vamos…”

    la estrategia ahora es salirse, abandonar…para entrar, de otra manera…

    vamos!

    besos

  8. m says:

    La salida de de la zona de confort que implica una negación del centralismo, lo que implica a su vez una periferia conectada y el entreno de una miradad activa multifocal. la cosa es que en esa práctica periférica donde me sitúo, ¿ se hace necesario esa conexión con el centro ? (aunque sea un centro atomizado que se rompe porque no quiere desplazarse e incluir su propio afuera) … Porque de ser así, seguiría existiendo entonces una dependencia no ? yo existo porque tú Centro me dejas ser …

    Lo que parece totalmente necesario es la creación de vínculos nuevos /otros vínculos que abren la mirada a lo desconocido y ese ponerle un ” y si ” a relaciones entre los diferentes. Dejar de vincularse con lo que es como yo y me asiente, invertir los procesos y entender la productividad en términos afectivos, accionar desde la duda, y propagar campos de incertezas posibles…

  9. m says:

    quería decir ” dejar de víncularnos solamente con lo que es como yo”… Creemos redes tróficas.

  10. pazrojo says:

    hola m,
    totalmente de acuerdo.

    y si dejamos de ser (nosotrxs mismxs)?

    ¿trófico?..lo miro, no había oído esa palabra aunque la imagino…:)

    besos!
    paz

  11. aniara says:

    Hola todos,

    Muy buen post y muy bueno el debate. Aunque yo quisiera entrar en la discusión situandome en el terreno ontológico porque me parece importante para enfrentar la reflexión en el contexto de la economía tardocapitalista.

    Por qué parece necesario desligar la figura del artista de la creación de obras de arte y de su relación con la sociedad en la que se producen? Parece que queremos arte pero no queremos artistas…
    Que exista un mercado del arte negro, sucio y con diamantes hace necesario condenar la idea general del artista, aunque este “gremio” en su gran mayoría haga parte del gran “precariato”?

    Me parece que poner la cosa en una dicotomía en eco con las vanguardias del siglo XX y con ciertos “consensos” de hoy que asocian al artista a una elite cultural/económica distante de la “realidad” no aporta mucho a la reflexión: ninguno artista o todos artistas… No me gusta mucho lo binario y la verdad con lo denostado que está el termino estoy tentada a empezar a usar la palabra Artista como uso la palabra Queer. 🙂

    y como estamos con referencias tan francesas, aquí va la mía con mi traducción salvaje:

    “La sociedad es vida y también lenguaje, una lengua viva y aprendida, hablada, transmitida y protegida. El arte es una de las formas de esta lengua que habla el cuerpo social: Lengua de filiación o de subyugación en las sociedades arcaicas o totalitarias (el artista recicla el “texto” de la sociedad, adopta el código simbólico dominante), lenguaje de la regeneración o de la renovación en en las sociedades revolucionarias (él inventa o pone en valor signos inéditos o hasta ahora puestos a distancia del código dominante)

    Un art contextuel. Paul Ardenne

  12. pazrojo says:

    …muy bien. Bueno esta tentativa no intenta separar la figura artista de la sociedad en la que vive. Mas bien todo lo contrario. Lo que dice de nuevo no va de ser y/o dejar de existir. Se trata de “ser menos” para poder ser. He ahí que la metodología que aplicaremos será la de “un lenguaje menor para un hacer menor”…con el objetivo de plantear lógicas divorciadas de la económica. Necesitamos conceptos primarios para haceres primarios… de ahí que “antes y mientras” de artista haya otra serie de figuras que actúan (la mayoría de manera invisible) en/con ese capitalismo tardío del que tú hablas. El paréntesis es ese lugar de interrupción, para incluir(se) radicalmente a través de lo común y en común.

    No puedo terminar esto diciendo que parafraseamos el título del texto escrito por el filósofo Santiago López Petit “¿Y si dejamos de ser ciudadanos? ” Junto con la expresión “Everyone is an artist” de Joseph Beuys, poniendo en el centro del análisis y la práctica, la inteligencia colectiva, la capacidad de imaginar e inventar, como principal riqueza para desplegar las potencias del cuerpo social en función de recuperar su capacidad de decidir sobre asuntos de orden económico, político, existencial.

  13. pablo c. says:

    Pongo aquí un escrito de Unamuno, “Mi religión”, donde creo trata conceptos relevantes y polimorfos en profundidad. Pero lo hace con claridad. Utiliza el lenguaje no para pensar enredándose, sino para comunicar los más claro que puede lo que piensa.
    Me gusta “¿y si dejamos de ser (artistas)?”, creo que se escribe así. Me gusta y creo que apunta hacia sitios discutibles, es decir, interesantes. Pero pediría sencillez con el lenguaje. Al igual que en danza es mejor un movimiento sencillo y claro, pertinente, que un “grand battement”, en el lenguaje pasa tanto lo mismo. Adornarse es, simplemente, adornarse.

    Y como en danza, en el lenguaje todo tiene sus reglas, los paréntesis, son paréntesis y tienen su significado, la concordancia es indispensable para el discernimiento, los puntos suspensivos son tres y dan continuidad o significan un pensamiento inconcluso… Abogo por el lenguaje, tanto en su caracter orto-tipográfico, como en el semántico, sencillo.
    Y no lo hago por purismo sino por el buen entendimiento y por cierta salud mental. Espero se entienda, gran abrazo:
    pblo

    MI RELIGIÓN
    Miguel de Unamuno

    ME escribe un amigo desde Chile diciéndome que se ha encontrado allí con algunos que, refiriéndose a mis escritos, le han dicho: “Y bien, en resumidas cuentas, ¿cuál es la religión de este señor Unamuno?” Pregunta análoga se me ha dirigido aquí varias veces. Y voy a ver si consigo no contestarla, cosa que no pretendo, sino plantear algo mejor el sentido de la tal pregunta.

    Tanto los individuos como los pueblos de espíritu perezoso —y cabe pereza espiritual con muy fecundas actividades de orden económico y de otros órdenes análogos— propenden al dogmatismo, sépanlo o no lo sepan, quiéranlo o no, proponiéndose o sin proponérselo. La pereza espiritual huye de la posición crítica o escéptica.

    Escéptica digo, pero tomando la voz escepticismo en su sentido etimológico y filosófico, porque escéptico no quiere decir el que duda, sino el que investiga o rebusca, por oposición al que afirma y cree haber hallado. Hay quien escudriña un problema y hay quien nos da una fórmula, acertada o no, como solución de él.

    En el orden de la pura especulación filosófica, es una precipitación el pedirle a uno soluciones dadas, siempre que haya hecho adelantar el planteamiento de un problema. Cuando se lleva mal un largo cálculo, el borrar lo hecho y empezar de nuevo significa un no pequeño progreso. Cuando una casa amenaza ruina o se hace completamente inhabitable, lo que procede es derribarla, y no hay que pedir se edifique otra sobre ella. Cabe, sí, edificar la nueva con materiales de la vieja, pero es derribando antes ésta. Entretanto, puede la gente albergarse en una barraca, si no tiene otra casa, o dormir a campo raso.

    Y es preciso no perder de vista que para la práctica de nuestra vida, rara vez tenemos que esperar a las soluciones científicas definitivas. Los hombres han vivido y viven sobre hipótesis y explicaciones muy deleznables, y aun sin ellas. Para castigar al delincuente no se pusieron de acuerdo sobre si éste tenía o no libre albedrío, como para estornudar no reflexiona uno sobre el daño que puede hacerle el pequeño obstáculo en la garganta que le obliga al estornudo.

    Los hombres que sostienen que de no creer en el castigo eterno del infierno serían malos, creo, en honor de ellos, que se equivocan. Si dejaran de creer en una sanción de ultratumbas no por eso se harían peores, sino que entonces buscarían otra justificación ideal a su conducta. El que siendo bueno cree en un orden trascendente, no tanto es bueno por creer en él cuanto que cree en él por ser bueno. Proposición ésta que habrá de parecer oscura o enrevesada, estoy de ello cierto, a los preguntones de espíritu perezoso.

    Y bien, se me dirá, “¿Cuál es tu religión?” Y yo responderé: mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarlas mientras viva; mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio; mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen que con Él luchó Jacob. No puedo transigir con aquello del Inconocible —o Incognoscible, como escriben los pedantes— ni con aquello otro de “de aquí no pasarás”. Rechazo el eterno ignorabimus. Y en todo caso, quiero trepar a lo inaccesible.

    “Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”, nos dijo el Cristo, y semejante ideal de perfección es, sin duda, inasequible. Pero nos puso lo inasequible como meta y término de nuestros esfuerzos. Y ello ocurrió, dicen los teólogos, con la gracia. Y yo quiero pelear mi pelea sin cuidarme de la victoria. ¿No hay ejércitos y aun pueblos que van a una derrota segura? ¿No elogiamos a los que se dejaron matar peleando antes que rendirse? Pues ésta es mi religión.

    Ésos, los que me dirigen esa pregunta, quieren que les dé un dogma, una solución en que pueda descansar el espíritu en su pereza. Y ni esto quieren, sino que buscan poder encasillarme y meterme en uno de los cuadriculados en que colocan a los espíritus, diciendo de mi: es luterano, es calvinista, es católico, es ateo, es racionalista, es místico, o cualquier otro de estos motes, cuyo sentido claro desconocen, pero que les dispensa de pensar más. Y yo no quiero dejarme encasillar, porque yo, Miguel de Unamuno, como cualquier otro hombre que aspire a conciencia plena, soy una especie única. “No hay enfermedades, sino enfermos”, suelen decir algunos médicos, y yo digo que no hay opiniones, sino opinantes.

    En el orden religioso apenas hay cosa alguna que tenga racionalmente resuelta, y como no la tengo, no puedo comunicarla lógicamente, porque sólo es lógico y transmisible lo racional. Tengo, sí, con el afecto, con el corazón, con el sentimiento, una fuerte tendencia al cristianismo sin atenerme a dogmas especiales de esta o de aquella confesión cristiana. Considero cristiano a todo el que invoca con respeto y amor el nombre de Cristo, y me repugnan los ortodoxos, sean católicos o protestantes —éstos suelen ser tan intransigentes como aquéllos— que niegan cristianismo a quienes no interpretan el Evangelio como ellos. Cristiano protestante conozco que niega el que los unitarios sean cristianos.

    Confieso sinceramente que las supuestas pruebas racionales —la ontológica, la cosmológica, la ética, etcétera— de la existencia de Dios no me demuestran nada; que cuantas razones se quieren dar de que existe un Dios me parecen razones basadas en paralogismos y peticiones de principio. En esto estoy con Kant. Y siento, al tratar de esto, no poder hablar a los zapateros en términos de zapatería.

    Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por lo menos, creo creer en Él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón.

    Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo estoy de que dos y dos hacen cuatro.

    Si se tratara de algo en que no me fuera la paz de la conciencia y el consuelo de haber nacido, no me cuidaría acaso del problema; pero como en él me va mi vida toda interior y el resorte de toda mi acción, no puedo aquietarme con decir: ni sé ni puedo saber. No sé, cierto es; tal vez no pueda saber nunca, pero “quiero” saber. Lo quiero, y basta.

    Y me pasaré la vida luchando con el misterio y aun sin esperanza de penetrarlo, porque esa lucha es mi alimento y es mi consuelo. Sí, mi consuelo. Me he acostumbrado a sacar esperanza de la desesperación misma. Y no griten ¡Paradoja! los mentecatos y los superficiales.

    No concibo a un hombre culto sin esta preocupación, y espero muy poca cosa en el orden de la cultura —y cultura no es lo mismo que civilización— de aquellos que viven desinteresados del problema religioso en su aspecto metafísico y sólo lo estudian en su aspecto social o político. Espero muy poco para el enriquecimiento del tesoro espiritual del género humano de aquellos hombres o de aquellos pueblos que por pereza mental, por superficialidad, por cientificismo, o por lo que sea, se apartan de las grandes y eternas inquietudes del corazón. No espero nada de los que dicen: “¡No se debe pensar en eso!”; espero menos aún de los que creen en un cielo y un infierno como aquel en que creíamos de niños, y espero todavía menos de los que afirman con la gravedad del necio: “Todo eso no son sino fábulas y mitos; al que se muere lo entierran, y se acabó”. Sólo espero de los que ignoran, pero no se resignan a ignorar; de los que luchan sin descanso por la verdad y ponen su vida en la lucha misma más que en la victoria.

    Y lo más de mi labor ha sido siempre inquietar a mis prójimos, removerles el poso del corazón, angustiarlos, si puedo. Lo dije ya en mi Vida de Don Quijote y Sancho, que es mi más extensa confesión a este respecto. Que busquen ellos, como yo busco; que luchen, como lucho yo, y entre todos algún pelo de secreto arrancaremos a Dios, y, por lo menos, esa lucha nos hará más hombres, hombres de más espíritu.

    Para esta obra —obra religiosa— me ha sido menester, en pueblos como estos pueblos de lengua castellana, carcomidos de pereza y de superficialidad de espíritu, adormecidos en la rutina del dogmatismo católico o del dogmatismo librepensador o cientificista, me ha sido preciso aparecer unas veces impúdico e indecoroso, otras duro y agresivo, no pocas enrevesado y paradójico. En nuestra menguada literatura apenas se le oía a nadie gritar desde el fondo del corazón, descomponerse, clamar. El grito era casi desconocido. Los escritores temían ponerse en ridículo. Les pasaba y les pasa lo que a muchos que soportan en medio de la calle una afrenta por temor al ridículo de verse con el sombrero por el suelo y presos por un polizonte. Yo, no; cuando he sentido ganas de gritar, he gritado. Jamás me ha detenido el decoro. Y ésta es una de las cosas que menos me perdonan estos mis compañeros de pluma, tan comedidos, tan correctos, tan disciplinados hasta cuando predican la incorrección y la indisciplina. Los anarquistas literarios se cuidan, más que de otra cosa, de la estilística y de la sintaxis. Y cuando desentonan lo hacen entonadamente; sus desacordes tiran a ser armónicos.

    Cuando he sentido un dolor, he gritado, y he gritado en público. Los salmos que figuran en mi volumen de Poesías no son más que gritos del corazón, con los cuales he buscado hacer vibrar las cuerdas dolorosas de los corazones de los demás. Si no tienen esas cuerdas, o si las tienen tan rígidas que no vibran, mi grito no resonará en ellas, y declararán que eso no es poesía, poniéndose a examinarlo acústicamente. También se puede estudiar acústicamente el grito que lanza un hombre cuando ve caer muerto de repente a su hijo, y el que no tenga ni corazón ni hijos, se queda en eso.

    Esos salmos de mis Poesías, con otras varias composiciones que allí hay, son mi religión, y mi religión cantada, y no expuesta lógica y razonadamente. Y la canto, mejor o peor, con la voz y el oído que Dios me ha dado, porque no la puedo razonar. Y el que vea raciocinios y lógica, y método y exégesis, más que vida, en esos mis versos porque no hay en ellos faunos, dríades, silvanos, nenúfares, “absintios” (o sea ajenjos), ojos glaucos y otras garambainas más o menos modernistas, allá se quede con lo suyo, que no voy a tocarle el corazón con arcos de violín ni con martillo.

    De lo que huyo, repito, como de la peste, es de que me clasifiquen, y quiero morirme oyendo preguntar de mí a los holgazanes de espíritu que se paren alguna vez a oírme: “Y este señor, ¿qué es?” Los liberales o progresistas tontos me tendrán por reaccionario y acaso por místico, sin saber, por supuesto, lo que esto quiere decir, y los conservadores y reaccionarios tontos me tendrán por una especie de anarquista espiritual, y unos y otros, por un pobre señor afanoso de singularizarse y de pasar por original y cuya cabeza es una olla de grillos. Pero nadie debe cuidarse de lo que piensen de él los tontos, sean progresistas o conservadores, liberales o reaccionarios.

    Y como el hombre es terco y no suele querer enterarse y acostumbra después que se le ha sermoneado cuatro horas a volver a las andadas, los preguntones, si leen esto, volverán a preguntarme: “Bueno; pero ¿qué soluciones traes?” Y yo, para concluir, les diré que si quieren soluciones, acudan a la tienda de enfrente, porque en la mía no se vende semejante artículo. Mi empeño ha sido, es y será que los que me lean, piensen y mediten en las cosas fundamentales, y no ha sido nunca el de darles pensamientos hechos. Yo he buscado siempre agitar, y, a lo sumo, sugerir, más que instruir. Si yo vendo pan, no es pan, sino levadura o fermento.

    Hay amigos, y buenos amigos, que me aconsejan me deje de esta labor y me recoja a hacer lo que llaman una obra objetiva, algo que sea, dicen, definitivo, algo de construcción, algo duradero. Quieren decir algo dogmático. Me declaro incapaz de ello y reclamo mi libertad, mi santa libertad, hasta la de contradecirme, si llega el caso. Yo no sé si algo de lo que he hecho o de lo que haga en lo sucesivo habrá de quedar por años o por siglos después que me muera; pero se que si se da un golpe en el mar sin orillas las ondas en derredor van sin cesar, aunque debilitándose. Agitar es algo. Si merced a esa agitación viene detrás otro que haga algo duradero, en ello durará mi obra.

    Es obra de misericordia suprema despertar al dormido y sacudir al parado, y es obra de suprema piedad religiosa buscar la verdad en todo y descubrir dondequiera el dolo, la necedad y la inepcia.

    Ya sabe, pues, mi buen amigo el chileno lo que tiene que contestar a quien le pregunte cuál es mi religión. Ahora bien; si es uno de esos mentecatos que creen que guardo ojeriza a un pueblo o una patria cuando le he cantado las verdades a alguno de sus hijos irreflexivos, lo mejor que puede hacer es no contestarles.

  14. Agrimensor K says:

    Gracias a todxs por la conversación que sigo con interés!
    Joder Pablo, este de Unamuno no lo conocía y qué buena reflexión. Me quedé pensando en lo que planteas Aniara.

    Me parece que la pregunta ontológica, puede tener sentido, si como Paul Ardenne, se hablara de prácticas, creación de situaciones, intervenciones, paseos, encuentros, pintadas, reivindicaciones, exposiciones , intercambios, comidas, signos salvajes etc. que se producen fuera de marcos habituales de exposición de arte ( fuera del museo, de la sala, del teatro etc.) y que básicamente trabajan con un proceso de apropiación de la realidad; además basados en dinámicas participativas que , si lo he entendido bien, es el caso de los “objetos” de estudio de Ardenne : en espacio público ( como ciudad y como espacio social: en las fábricas, en las casas, restaurantes), en espacios naturales-paisaje-medio rural, en el espacio de los media: activismos varios , publicaciones) es decir, el artista en tanto artista, que se anuda a la realidad fuera de los marcos instituidos para el arte, en prácticas desbordadas y desbordantes.

    Ahí entiendo que tenía cierto sentido hacerse la pregunta ontológica, porque lo que se podría estar defendiendo es la pulsión heterónoma del arte, se podría estar defendiendo que eso también es arte ( cuando esto se cuestionaba) y se podría estar reivindicando otra historia de arte ,de los artistas y una opcional ampliación o revisión de sus funciones. Entonces estaría en la línea de lo que dice la carta que se cita arriba “en realidad hacerse esa pregunta es para conseguir ser más artista todavía, todas estas preguntas han funcionado siempre así”.

    En este caso, entiendo que en el post se dice que el marco está en la órbita de Teatro Pradillo y Casa Encendida (la pregunta no solo se hace “desde el presente y con la vida en el centro”; esa segunda montaña es muy dura y es el contexto …), entonces el contexto de presentación, es netamente de carácter artístico, no hay duda sobre eso. Lo que parece pedir es un desplazamiento no por el final del proceso ( el artista “organizador” del que habla Ardenne, que se sale del campo e implementa fuera ) sino por el principio del proceso, que el proceso “social” esté ¿inscrito?, ¿incrustado? antes ( me ha encantado lo de usar “artista” como usar “Queer” Aniara, la doble condición de “pertenencia”); por eso tengo dudas acerca de que la pregunta ontológica impulse la partida en este juego que se plantea , y si lo hiciera, volveríamos a las dos líneas de antes: “en realidad hacerse esa pregunta es para conseguir ser más artista todavía, todas estas preguntas han funcionado siempre así”. Creo que la pregunta ontológica no hace más que reforzar las dicotomías (ser o no ser lo que sea). Entiendo la pregunta por dejar de ser artista como una ¿provocación? o como una pregunta que no se formula para pensar en respuestas sino para que pasen cosas en el campo que abren.
    También en el paréntesis se habla de dejar de ser “público”, “empleado”, “ciudadano”; lo que apunta a una voluntad de fugas, de porosidades, disoluciones, deserciones, pero sobre todo a la pregunta por el “cómo” estamos siendo todo eso, y la pregunta por las metodologías a crear-experimentar ( vínculos, afectos, atravesamientos, cooperación, deserciones…) que van a condicionar, por no decir determinar (que es feo) el contenido ( la epistemología ) de esa tentativa ; entonces la pregunta fuera de la provocación sería ¿ Y si dejamos de ser (artistas, ciudadanos, público etc.) así? El “Así” es casi una herramienta para leer estas preguntas del post (es de Paz el “así”) o como dice la carta referida “en el fondo, no será más bien que queremos ser artistas, pero de otra manera a lo mejor…”
    No sé, pero creo que aquí se piensa más en reconstruir la situación inicial de la que emerge “la obra”, la “Opera” que dice el post, y crear dispositivos articuladores (desearía que de muchas cosas distintas en distintos lugares) que en otra cosa; así que me gustaría pensarlo más en la línea de estéticas de la emergencia de Laddaga : vínculos riesgosos, una búsqueda de ecologías culturales que acortan la distancia productor-receptor ,un clásico, aunque con un acento en la implicación ( revisión crítica de la participación), articulación de acciones en varios soportes , medios, espacios, tiempos, discursos y en intensificación de la cooperación, redes y rizomas cómo dice Aimar; pseudópodos que se vinculan de mil maneras y que (desearía que) en su exponerse en un “ambiente” muestran cómo están hechas, y que están hechas haciéndolas ( radical generatividad); un algo que hace ¿conversar?;( por mencionar el Si en vez de ahondar en el horror del NO); deseo verlo más por ahí, que por el arte contextual de Ardenne, del arte como lenguaje, o como perturbación, como condena a lo traslativo ( al museo, a la sala, ¿Cómo desertar de lo instituido en la casa Encendida?; “lo dejamos pero no nos vamos” dices Paz, joder qué inteligente, pero a ver en la práctica cómo se hace eso sin dejar de producir ¿ desmontando?;¿ Qué es lo que hay que atravesar exactamente?, ¿ el poder?) ; estoy pensando que a lo mejor es una vuelta de tuerca, una reacción al paradigma de partida… reset.

    Y ahora estoy pensando que lo de Ardenne es de puta madre, que desearía que fuera todo un inmenso signo salvaje, sin ningún tipo de adscripción visible al campo del arte, ni signos de autoría, pura perturbación, todo en las calles, en las piscinas, en las montañas de verdad, en los bares, en el metro, en casa, en mi ex-oficina ¿ podría ser? Esto último no es una pregunta.

    La pregunta es cómo hacer entornos radicalmente inclusivos y heterogéneos, colectivizadas las fuentes, de nadie; para que no se de una dinámica inclusión/exclusión de propuestas-sensibilidades-texturas-gestos en relación a unos objetivos que no se formulan sino en forma de pregunta, y que como hemos visto tienen un nivel de ambigüedad y vaguedad tal (me parece estupendo) que parecen estar totalmente abiertas, ¿ Queremos ir hacia (o desamordazar si es que ya estamos) un arte de la experiencia sensible, sin pre-juicios, por la potencia del querer vivir?, ¿somos capaces de pasar del arma de la crítica a la crítica de las armas? ¿No son las grandes instalaciones relacionales dispositivos de acogida de quien sea? , ¿Podemos dejar de ser tan nosotxs mismxs? Superapasionante el reto!
    Muy buena la propuesta. Gracias a todxs! (sorry, que rollo más largo, espero al menos que se entienda algo)
    Agrimensor K
    ex-fumador, ex-artista, ex-novia y ex-empleado

  15. Rafael Tormo says:

    Al final estamos “artificializándolo” todo y eso me gusta. Entendamos “artificializar” como la herramienta que nos permite cuestionar lo dado y sobre todo la que nos permite que no nos aferremos a lo dado para mantenerlo. Hay que seguir reflexionando, construyendo, equivocándose, frente a la soberanía de lo individual de nuestros tiempos.

    Y hacer frente no es más que complicarse la existencia desde lo que nos separa: esa idea de soberanía identitaria que nos es dada como alcance de libertad.

    No cabe duda de la multifocalidad de la propuesta; sin centro. Creo que empezar a explorar debería de estar fuera de nuestros objetivos, más bien el compromiso con el proyecto debería de situarse desde un estado emocional que permitiera desde la confiaza ¨lo posible¨ ( ire explicandome ). Obviemos territorios, sintamos lo dicho.. juntemos voz y cuerpo para llegar a un estado de percepción ¨alterada¨ al que algunos llaman extrañamiento para que no partamos ni lleguemos a verdades si no que sigamos en las certidumbres como estado de resistencia para abarcar todo lo que somos, fuimos o seremos.

    A las preguntas de cómo ¨dejar de ¨, a esa explosión expansiva sin dentro ni afuera: es algo a lo que no deberíamos aspirar para no encontrarnos solo cerca del poder y así abandonar la potencia… Abandonémonos a las practicas……

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