Hibridaciones, camuflajes y deconstruciones en la cultura y el arte

Artículo de Christine Greiner
Publicado en Primer Acto de diciembre 2008.

Con este texto, la investigadora Christine Greiner propuso el marco de reflexión del encuentro Diálogos cénicos Brasil-Espanha: linguagens híbridas, celebrado el pasado junio en São Paulo. Greiner es coordinadora del Centro de Estudios Orientales y profesora del Departamento de Lenguajes del Cuerpo de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo.

Desde 2003, Christine Greiner dirige también la colección “Leituras do Corpo”, de la editorial Annablume, de Sao Paulo. En esta colección, ha publicado su ensayo O Corpo. Pistas para estudos indisciplinares (2005), un profundo y valioso estudio del tratamiento del cuerpo en las culturas, las ciencias y las artes, en Oriente y Occidente, donde propone, junto a la crítica Helena Katz, una sugerente tesis para la investigación de las artes escénicas, Por uma Teoria do Corpomidia. Junto a la artista plástica Claudia Amorim ha coordinado las ediciones de Leituras do Sexo (2006) y Leituras da Morte (2007), que reúnen ensayos de diversos artistas e investigadores acerca de la elaboración de estos temas en las artes. www.annablume.com.br

La hibridación en tiempos de globalización ha sido un tema bastante discutido en varios lugares del mundo. Autores como Boaventura de Souza Santos, de la Universidade de Coimbra, y Jesús Martín-Barbero, de la Escuela de Comunicación Social de Colombia, entre otros, vienen profundizando la discusión, sobre todo en lo que se refiere a las culturas iberoamericanas. El libro Culturas Híbridas (1989, 2008), de Néstor García Canclini, se ha convertido en una de las referencias más citadas. Esta investigación nació durante el periodo en que él dirigió la Oficina de Cultura e Ideología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México. Esta experiencia, junto a los viajes a Europa que redimensionaron sus estudios enraizados en América Latina, fueron fundamentales para pensar fenómenos culturales y formular algunas preguntas importantes, como por ejemplo: ¿Cuándo una disciplina o un campo de conocimiento comienza a cambiar a partir de los procesos de hibridación?

Algunos conceptos, explica Canclini, irrumpen con fuerza, desplazan a otros y exigen una reformulación. Fue lo que ocurrió, por ejemplo, con los diccionarios de estudios culturales, que nos hicieron cambiar los modos de hablar sobre identidad, cultura, diferencia, desigualdad, multiculturalismo y algunas polaridades típicas de las ciencias sociales, como tradición-modernidad, norte-sur, local-global.

Sin embargo, es necesario abrir el campo de referencias, puesto que la noción de hibridación es una construcción muy antigua. En occidente, las primeras menciones surgieron en Roma y Grecia Antiguas para después continuar finalmente en dirección a América y, sobre todo al final del siglo XX, para dejar de emerger exclusivamente como “mestizajes étnicos” para orientar temas de cultura, como descolonización, globalización, fusiones artísticas y comunicacionales.

También es revelador recordar cómo la biología abordó el tema. En este campo, así como en todos los otros, la hibridación siempre generó mucha polémica. En el siglo XIX, por exemplo, la hibridación genética era considerada con desconfianza porque se consideraba que ésta podría perjudicar el desarrollo social (¿cómo lidiar con la impureza étnica?). Esta situación pasó a ser repensada a partir de 1870, cuando Mendel demostró el enriquecimiento producido por cruces genéticos en botánica, sugiriendo la noción de “hibridaciones fértiles”, para aprovechar las características de células de plantas diferentes, y así activar su crecimiento, su resistencia, su calidad, el valor económico y nutritivo de los alimentos que provenían de ellas. A partir de sus estudios, se observó, finalmente, que la hibridación aumentaba la variedad genética de las especies, mejorando su supervivencia frente a los cambios de hábitat. Desde entonces, la metáfora de hibridación dejó de ser exclusivamente peyorativa, aunque esa vertiente sobreviva hasta hoy en muchos sectores. No es fácil trabajar con la diferencia.

La construcción política

En cuanto a la construcción política de este concepto, autores como Mikhail Bakhtin y Homi Bhabha deconstruyeron, poco a poco, la noción de pureza, cuestionando los conceptos de identidad y nación. A ejemplo de Canclini, estos y otros ensayistas pasaron a observar las llamadas “estrategias de reconversión” que podrían ser reconocidas, por ejemplo, cuando un pintor, mediante nuevas estrategias, se convierte en diseñador, o cuando la burguesía nacional adquiere competencias para reinvertir capitales simbólicos y económicos en circuitos transnacionales, o incluso, cuando un artista entra a cruzar dominios de diferentes medios, abriendo el espectro de los supuestos paradigmas característicos de cada lenguaje.

La crítica de arte Rosalind Krauss llamó a este mismo fenómeno “condición posmediática”, citando el ejemplo de artistas como Sophie Calle, cuya obra escapaba de toda tentativa de clasificación, una vez que la artista podía ser al mismo tiempo periodista, detective, fotógrafa, “performer”, escritora, cineasta, etc. Lo que está en juego en este y en tantos otros casos, es remover las políticas de homogeneización fundamentalista, así como, la consideración de las singularidades como sinónimos de segregación de géneros y etnias del arte.

El nombre para la cosa

En Brasil, al igual como ha ocurrido en otros países, se ha vuelto cada vez más difícil clasificar las manifestaciones artísticas a partir de rótulos tradicionales. Muchas veces, la angustia de la denominación se distancia tanto de las experiencias que sólo sirve para curar una patología cíclica refejada en la obsesión por las categorizaciones que transforman el pensamiento artístico en un sub-producto del observador. La instancia de lo no nombrado parece siempre marcada por la impermanencia. Es de su naturaleza transitar por entre-lugares, sobre todo en sentido metafórico, cuando emergen conexiones que, evidentemente, están en el cuerpo, pero que se organizan en tránsito con el entorno y lo imaginado. La instancia de aquello que se encuentra sofocado en los antiguos cajones epistemológicos es impermanente porque está en proceso ambivalente de organización y desorganización, evitando restringirse exclusivamente a la instancia del hábito, del padrón y del comportamiento. Es por su propia naturaleza que las experiencias híbridas que marcan la historia de las artes del cuerpo en Brasil, desde los años 1960 y 1970, desafían padrones de todo tipo (estéticos, mentales, culturales- nacionales y motores), por eso las rechaza tanta gente. Aunque ficticio, el mundo determinista es más cómodo, en diversos sentidos.

Para solucionar el problema insoluble –el nombre para la cosa– reinciden las aproximaciones con el campo de la “performance”. Así, desde 1970 hasta hoy, muchas investigaciones y especulaciones discutieron la desterritorialización de algunos campos de investigación proponiendo nuevas referencias. Lo que se llama performance, live art o acontecimientos, ha sido un campo de impasses característico de las reconversiones que hacen a un lenguaje navegar a través de otro, mezclando las referencias. Para muchos investigadores y artistas, la performance sería justamente el campo de los lenguajes híbridos. El debate gira en torno a cuán específico puede o debe ser ese modo de organización para poder ser incluido dentro de una categoría propia.

El tema de la hibridación de lenguajes apunta también hacia el modo en que una experiencia puede presentar nuevos gestos de pensamiento que no son nada más que acciones políticas desestabilizadoras. Esto, porque la hibridación no debe ser entendida apenas como un capricho del discurso o una estrategia para entrar en el mercado, en un momento en que pertenecer a los márgenes y a los entre-lugares se ha convertido en un pasaporte para la contemporaneidad. Hay casos en los que, inevitablemente, la imagen realizada para un cierto producto denuncia el proceso y los juegos de “marketing”.

El cuerpo como mediador

Sin embargo, en las situaciones más inquietantes, la hibridación surge por necesidad, movida por preguntas. No está amparada por la búsqueda de una imagen externa o por la mimesis de lo que parece más apropiado o comercial. Los gestos no parten de significados inmediatos, sino que, por el contrario, se organizan como la exhibición de mediaciones, o sea, de los propios procesos que dan visibilidad a un sentido. Es este el gesto político, transformador, que permite la emergencia del cuerpo como mediador de hibridaciones. Como sugiere el ensayista Giorgio Agamben, este es el gesto que comunica una comunicabilidad y jamás los sentidos inmediatos.

En la discusión de los lenguajes híbridos es importante reconocer además, la diferencia entre el impasse que inmoviliza y aquel que da movimiento a los nombres y a los modelos para crear nuevas posibilidades. Sería ingenuo pensar en la hibridación del arte y en la polémica de las clasificaciones como un tópico inseparable del mercado y sus desdoblamientos (criterios de asesoramiento, programación, patrocinio, periodismo cultural, etc.). Sin embargo, no podemos restringir la discusión exclusivamente a las reglas que garanticen su comercialización y aceptación. Es necesario aprender a “leer” los modos de organización y pensamientos que la conectan a los diferentes ambientes (externos e internos). La reducción de la complejidad contenida por este tema a un único nivel de descripción, representaría un retorno a la idea de todo gesto y obra como “producto” y no como mediación. Tal actitud comprometería, evidentemente el reconocimiento de su acción política y de los modos en que acontece la hibridación cultural.

Esto puede llevarnos nuevamente a la obra de Canclini, cuando este autor observa que, en una mezcla de ingenuidad y claridad absoluta, son los niños quienes muchas veces reconocen más rápidamente las conexiones entre los nombres, las cosas y sus significados camuflados. Él recuerda una navidad en la que el Instituto Nacional del Consumidor creó el eslogan “Regale afecto, no lo compre”. En esa ocasión, él preguntó a su hija de cuatro años si ella sabía lo que eso quería decir, ya que, por primera vez en su vida, ella había pronunciado la palabra “afecto”. Sin titubear, la niña respondió: “Sí lo sé, papá, significa que tú no tienes dinero”.

BIBLIOGRAFÍA

  • Agamben, Giorgio. Means without Ends, Notes on Politics, trad. Vincenzo Binetti e Cesare Casarino. Minneapolis: University of Minnesota Press, 2000.
  • Barbero, Jésus Martín. Dos Meios às Mediações, Comunicação, cultura e hegemonia, trad. Ronaldo Polito e Sérgio Alcides. Rio de Janeiro: UFRJ, 2003.
  • Baba, Homi. O Local da Cultura, trad. Myriam Ávila, Eliana L. L. Reis e Glaucia R. Gonçalves. Belo Horizonte: UFMG, 2003.
  • Canclini, Néstor García. Culturas Híbridas, trad. Ana R. Lessa e Heloísa P. Cintrão. São Paulo: Edusp, 2008.
  • Krauss, Rosalind. A Voyage on Art in the Age of the North Sea, Post-Medium Condition. New York: Thames & Hudson, 1999.
  • Santos, Boaventura de Souza. A crítica da razão indolente: contra o desperdício da experiência. São Paulo: editora Cortez, 2005.
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2 Respuestas a Hibridaciones, camuflajes y deconstruciones en la cultura y el arte

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  2. car dijo:

    cojonudo que hayas publicado todo esto.

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