Notas que patinan 68 | Nazario Díaz y PLAYdramaturgia en el TNT

El intenso día que pasé en el TNT dio para mucho. A parte de El conde de Torrefiel, vi en acción por primera vez a Nazario Díaz con Oro y volví a ver por segunda vez Liberté, Egalité, Beyoncé de PLAYdramaturgia. Tanto la una como la otra las vimos en espacios muy pequeños: en la Sala Cúpula del Teatre Principal, Nazario Díaz, y en una sala estrecha del mismo enorme teatro donde el día anterior Jan Lauwers había presentado lo suyo, PLAYdramaturgia.

Nazario Díaz en Oro

Nazario Díaz se presentó en escena solo, tal y como se ve en la foto pero con camiseta blanca (la imagen es de su paso por el Leal.Lav de La Laguna, en Tenerife) y con una mesita con algunos objetos a su lado. Nazario trabaja con su cuerpo, con su voz (nos habla y también canta), con algunos de esos objetos, como un walkman y una cafetera, a base de una serie de acciones físicas que se van encadenando y que da la impresión de que podrían continuar hasta el infinito, a pesar de que la pieza duró hora y veinte, aproximadamente. De hecho, la duración (y el ajustado programa del TNT que me hacía ir a toque de silbato) me hizo llegar a la pieza siguiente, de Mariona Naudín, cuando ya casi se estaba acabando. De esa duración se habló bastante a mi alrededor (luego hablaré de eso). En Oro, su primera creación en solitario, Nazario hace un despliegue de habilidades. Había oído hablar sobre esta pieza a gente a quienes había impresionado en anteriores aproximaciones en el Leal.Lav y en el Antic Teatre. Algunos me habían hablado también de las habilidades de Jorge Gallardo, a quien la ficha artística presenta como catalizador del proceso. A todos con los que hablé después de esta presentación en el TNT les causó impresión el trabajo y la presencia escénica de Nazario, a quien la mayoría, como yo, no conocía. Siempre mola descubrir el trabajo de gente joven desconocida. Si para eso sirven festivales como el TNT bienvenidos sean. En Oro, mientras Nazario va desarrollando su serie de acciones también nos habla de dónde ha surgido esta creación y de cómo ha ido desarrollándose. Hablando de ello con total desparpajo pone de relieve, no sé si intencionadamente o sin querer, algunas de las miserias que rodean este, llamósmele así, oficio. Algunos me decían, al acabar, que ese relato no era necesario, que era suficiente con las acciones, que se sostenían por sí solas. A otros, sin dejar de entender esos argumentos, les parecía muy reconfortante que alguien se atreviese a exponer así los entresijos de la creación, y más en una primera pieza. La duración de la pieza, el tempo y la repetición del formato de las acciones, causó cierta controversia. Oí que si la pieza hubiese durado media hora menos el impacto en el público hubiese sido mucho mayor. Y sobre ese tema yo me pregunté en algún momento si quizá el problema no es más del público, de sus expectativas asociadas a ciertos estándares, que no de Nazario. Y eso me lleva a la siguiente pieza que vi entera, la de los PLAY.

Restos de escena de Liberté, Egalité, Beyoncé, de PLAYdramaturgia. Fotografía de Txalo Toloza.

Restos de escena de Liberté, Egalité, Beyoncé, de PLAYdramaturgia. Fotografía de Txalo Toloza.

Vi Liberté, Egalité, Beyoncé el día que se estrenó en el Teatro Pradillo de Madrid. Se llenó durante cuatro días. También había visto los primeros embriones en los Apuntes en sucio, en el mismo Pradillo. Conozco bastante de cerca la trayectoria de PLAY. Son gente que, antes de presentar esta primera pieza escénica, han hecho muchas otras cosas. Ha sido un camino intenso, aunque no muy dilatado en el tiempo. Son jóvenes, como Nazario. Están muy interesados en todo lo que les ha precedido en la escena del Estado español, creaciones que no han podido ver porque son demasiado jóvenes para ello y porque ni los medios ni los archivos ni la academia les ha prestado suficiente atención como para que hayan podido tener noticia de ello, a pesar de estudiar en escuelas de arte dramático o de bellas artes de la capital del Reino (pero vale lo mismo para Catalunya o cualquier otro lugar de la Península Ibérica). Aún y así han investigado en conocer las raíces y las huellas de una genealogía que se remonta a los noventa, o incluso más allá. En su primera creación escénica oficial no han pretendido ser originales. Recomiendo esta estupenda entrevista publicada por Anna Mestre en el blog de Readymade Productions porque en ella lo cuentan muy bien. Al contrario, en su primera creación se pueden encontrar rastros de homenajes a quienes les han precedido. Hay quien parece exigirles que jueguen al juego de la originalidad. A estas alturas, ya adentrados en el siglo XXI, muchos hace rato que no le vemos ningún sentido a la búsqueda de la originalidad. Pero de cara a la galería, en ciertos ambientes institucionales, aún se habla en términos de innovación y cosas peores refiriéndose a la creación artística. Como si estuviésemos hablando de coches último modelo (¿Volkswagen, quizás?). Búsqueda de la originalidad y de novedades que se quemen rápido. Al esto ya lo hemos visto yo les diría que llevamos cientos de años repitiendo lo mismo y, espero, seguiremos así unos cuantos cientos de años más. Los genios y sus genialidades son un invento del siglo XIX, me parece. Cada generación está condenada a repetir lo que muchos otros ya hicieron. Al menos los PLAY son gente informada y nos ahorran ridículas pretensiones de originalidad. Si quieres ser original copia a tus artistas favoritos. Toda la vida se ha hecho así, hace tiempo que nos hemos dado cuenta. No está ahí lo verdaderamente importante. Lo importante, quizás, está en los pequeños detalles. De todas las miles de cosas que podrían servir de referente a una primera pieza de los PLAY, me pregunto, ¿por qué los PLAY se fijan en lo que se fijan? Hay una escena en Liberté, Egalité, Beyoncé (por cierto, un título copiado, diría) que dura mucho. Mucho. Infinito. Javi Cruz y Janet Novás se enzarzan en una especie de batalla cuerpo a cuerpo, en penumbra, que parece que no va a acabar jamás. Esto hay gente que no puede soportarlo. Lo entiendo pero me pregunto por qué. Y pienso en lo que dice El Conde de Torrefiel en su última pieza: el aburrimiento es lo único que al capitalismo no le sirve (o algo así, cito de memoria). Y también: la religión era el opio del pueblo, ahora el arte es el ibuprofeno del pueblo. Tiempos largos y repeticiones aburridas en creadores de una generación en la que el tópico dice que deberían ser todo lo contrario: gente de una hiperactividad desbordante que les impide concentrarse en nada. Curioso, ¿no? ¿Por qué deberían cumplir con los estándares del entretenimiento unos artistas a quien ni siquiera se les ofrece un circuito o una manera de ganarse la vida? Bofetada a las exigencias del mercado. ¿Por qué los jóvenes deberían adaptarse a los viejos estándares de lo que funciona y, en cambio, no se adaptan los festivales, las salas, los programadores, las instituciones, a un mundo mucho más diverso que el de sus cerradas estructuras mentales? ¿Quién debe complacer a quién? En festivales como el TNT, donde se dan cita programadores, periodistas de medios de prensa tradicionales, actores de culebrones catalanes, público despistado y público seguidor e informado, se producen unos encontronazos y unas presiones atmosféricas que quizás sean más interesantes de lo que parecen. ¿Por qué debería gustar al sistema algo que ataca frontalmente al sistema, a no ser que estuviese intentando dominar ese conato de rebelión? A mí este segundo visionado de Liberté, Egalité, Beyoncé me pareció más potente que en su estreno. Y me quedo con ciertos mensajes que los PLAY lanzan en escena sobre una juventud taponada por unos viejos que no les dejan levantar cabeza y la constatación de que una de las pocas maneras de darle sentido a nuestra vida es quemándonos en la fiesta (qué fiesta ya da casi igual), algo que me parece que conecta mucho con el espíritu de la pieza de Nazario Díaz. Y me quedo con las adolescentes entrando en la sala y preguntando en la cabina técnica de los PLAY si esta pieza la van a ver mejor en primera fila o dónde. Seguramente sólo estaban buscando el cuerpo a cuerpo.

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10 Respuestas a Notas que patinan 68 | Nazario Díaz y PLAYdramaturgia en el TNT

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  3. marmedina dijo:

    Para mí hay una función primaria de la «batalla cuerpo a cuerpo» de los PLAY que subyace más allá de la opción contestataria. No produce aburrimiento, produce desgaste. Y ese efecto es el que cataliza todo lo que acontece después de ese momento. Liberté, Egalité, Beyoncé es un gran trabajo.

  4. marmedina dijo:

    Y he seguido pensando… Por qué siempre tendemos a hacer una valoración de las creaciones contemporáneas en relación a su efecto revulsivo en el medio en el que se muestran? Los efectos que se producen son, muy a menudo, derivados del espectador. Ocupándonos solo de observar si produce tal o cual efecto estamos eludiendo su lectura más compleja, obviando el valor intrínseco de aquello que estamos presenciando. La creación por si sola ya es y se conforma de una serie de reflexiones y decisiones a las que nos tendríamos que acercar con curiosidad y avidez, reconociendo que en los efectos y los afectos el que mira construye, pero valorando un trabajo que es previo a su exhibición. En el caso de los PLAY, comprometido hasta el límite con un discurso y una estética. Quizás, buceando bajo esa primera capa de afectación personal y colectiva, podríamos establecer diálogos que fuesen más allá de la valoración. Me pregunto si sería posible hacer crecer un debate y una teoría desde nuestra propia emoción manteniéndonos cercanas al dispositivo que la genera y al que, por tanto, debemos una atención absoluta. Aunque sea por unos instantes o por el tiempo que dure nuestro interés. Tratar de descubrir que mecanismo lo anima, que estructura lo sostiene. Además de sentir estaría bien tratar de entender. No es únicamente ir a mirar, también es ir a pensar.

  5. Quim Bigas dijo:

    Mar,
    Quiero leerte más. Comenta más y hazte un blog.

    🙂

  6. bea dijo:

    gracias por la cronica Ruben y si, Mar sigue replicando…que gusto leerte.

  7. Mar, en mi caso creo que la tendencia que observas en valorar estas creaciones en relación a, como dices, «su efecto revulsivo en el medio en el que se muestran» se da, seguramente, como respuesta a la reacción de parte del público que me abordó después de las presentaciones, con el que mantuve algunos diálogos inesperados y que me dejó pensativo. Creo que tienes mucha razón. Me encantaría que te leyese la gente que me abordó, a ver qué les parece lo que dices.

  8. T* dijo:

    Para mi la mezcla entre mirar y pensar es observar. Desde mi acera creo que llevamos mucho tiempo -demasiado- saliendo de piezas pensando en lo interesante o novedoso del dispositivo, dándole vueltas a la estructura -mientras más simple mejor, mientras más compleja mejor también-, intentando descubrir la trampa al interior del mecanismo, disfrutando del chiste y la bofetada y huyendo de la «fascista emoción».

    Yo cada vez más me obligo a mirar y a eliminar de mi percepción la acción superflua, el texto superfluo, el mecanismo superfluo, para intentar observar el paisaje. Obligándome a mirar como paso previo obligado antes de pensar; pero claro, esto casi nunca lo consigo. Por eso me obligo.

    Pero siento que el obsevar no fue posible en la función de Play Dramaturgia por un problema tan simple como la de una mala planificación espacial. Doy por supuesto que esto fue más un tema del festival y de las prisas y encajes que un evento como este conlleva a nivel de montaje que de la propia compañía. Porque si delante de ti tienes un muro de espaldas difícil es disfrutar del paisaje. Millones de turistas pueden dar cuenta de ello.

    Porque una cosa es aburrir o desgastar por una idea dramatúrgica y otra muy distinta producir un electroencefalograma plano en la espectadora porque no hay forma de seguir lo que sucede en escena. Yo tuve la suerte de quedar frente a la pantalla así que al menos los textos y el monólogo Javi los pude seguir. Ahora, la escena de la batalla de cuerpos espero verla en otra ocasión.

    Aprovecho y busco en el diccionario y apunto. El aburrimiento tienen que ver con el malestar, con el fastidio; el desgaste con la pérdida de fuerza, de vigor, de poder. En un sistema de machotes prefiero producir desgaste que aburrimiento.

    Releo lo que he escrito y apunto:
    Segunda pieza de El Conde de Torrefiel: «Observen/Cansancio/Pensamiento».
    Última pieza de El Conde de Torrefiel: «Posibilidad/Desaparecer/Paisaje».

  9. Marc dijo:

    Muy de acuerdo con T*.
    El dispositivo escénico impedía a la mayoría de espectadores observar lo que sucedía en escena ¿Era a propósito o quedó así por «azar»? ¿Culpa del festival o de los creadores que no se sentaron en la grada durante los ensayos para comprobar cómo se veía, sentía u olía desde distintos lugares?
    Si uno presenta una pieza en el escenario de un gran teatro y coloca las gradas en diagonal en el mismo escenario, eso es un gesto, potente, poco habitual, y, se supone, tiene una justificación o unas implicaciones en la relación entre quién está en la escena y quién está mirando. ¿Es éste el caso aquí? ¿Cambiaría mucho la propuesta con una disposición frontal de las gradas? No estoy seguro.
    No creo que se trate de complacer o no al público, sino de ser consciente del lugar y mirada de ese público, ya sea amateur, preparado o programado.

  10. Los Play dijo:

    Lo último que alguien quiere cuando hace una obra es que no se vea. Lo último que uno piensa de una grada cuando se instala es que no cumpla su función. Fue una cuestión de altura, no de ángulo. Claro que la última responsabilidad es nuestra. De aquí en adelante no daremos nada por sentado. Hemos aprendido una barbaridad durante el festival. Gracias a Rubén por tocar el piano, y a los teatroneros por la conversación.

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