Notas que patinan #127: El F.E.A.

Nunca nunca nunca nunca
volveré a quererte
nunca nunca nunca nunca
por ahora.

Del tema Nunca nunca nunca nunca, de Alma-x.

El sábado por la noche fui con un amigo a La Capsa del Prat de Llobregat a una nueva edición del F.E.A. (Festival Electropop Alternativo). Se celebraban los veinte años del festival.

Al llegar, nos encontramos a Carles Congost saliendo del interior de la sala de conciertos por una de las salidas de emergencia. Nos pidió fuego para encenderse un cigarrillo. Su banda, The Congosound, acompañaba a Josep Xortó, pero él no toca, aunque es el compositor de los temas, además del autor de los videoclips (Carles Congost es conocido sobre todo por su trabajo como artista visual). Eso explica que estuviese ahí tan pancho fumándose un cigarrillo aunque, al entrar a la sala inmediatamente después, nos encontrásemos en escena ya a Josep Xortó + The Congosound metidos en plena faena (y en bata roja, como si saliese de la ducha, en el caso del cantante).

Josep Xortó + The Congosound homenajea a fenómenos como el Italo Disco o su versión española Sabadell Sound, dos fascinantes fenómenos que dan para varios artículos. Por ejemplo, recomiendo Los ochenta con acento: Sabadell Sound o Paella Disco, en el Blog Medio Abandonado de Carlos García, que comienza así:

¿Sabes reconocer el Italo Disco que se hacía en Italia del que se hacía aquí en los años ochenta? Muy fácil, en un blog anglosajón daban esta pista clave: el inglés del Italo made in Spain tiene todavía más acento. Últimamente me he entretenido en otro de mis particulares episodios nacionales de arqueología del dance ibérico para desenterrar un estilo que parece estar medio olvidado. A mi, sin embargo, me parece una escena fascinante poblada por productores de Megamix que contratan sicarios, cantantes con asombrosa osadía lingüística y la actuación de Sabrina en el programa de nochevieja en la tele como clímax nacional y ocaso de una movida más mediterránea que madrileña (si continuáis leyendo veréis de que va todo esto).

Nada más entrar, mi amigo y yo fuimos hacia la barra para pedir un par de cervezas. Con nuestras cervezas en la mano nos giramos hacia el escenario pero la cara de un tipo que me sonaba, a dos metros de nosotros, entre el público, me distrajo de lo que ocurría en el escenario. De pronto reconocí al Gran Puzzle Cózmico. Pensé que fue allí, en otro F.E.A. de hace catorce años, cuando vi y escuché por primera vez al Gran Puzzle Cózmico en escena y caí completamente fascinado ante él por su increíble actuación. Ese mismo día, en la pista, me abordó Nando Dixkontrol. Se me paró delante, con la melena que llevaba entonces, y me gritó a unos centímetros de mi cara muy fuerte: ¡¿Dónde están las drogas?! Yo no sabía ni con quién hablaba. Luego, como el tío pinchaba, me di cuenta de quién era: el legendario precursor de la música mákina.

Mi amigo acabó charlando con el Gran Puzzle Cózmico en el baño, donde le enseñó un cromo de Diana, la de la serie V, en la escena en la que se come una rata, ese momento que dejó impactada a toda una generación de niños y niñas de los ochenta. Mi amigo pensaba que le estaba regalando el cromo pero nada de eso, le dijo que sólo se lo enseñaba, que ese cromo lo llevaba siempre consigo. Mi amigo volvió emocionadísimo a contármelo y me enseñó la foto del cromo que, eso sí, le había dejado hacer y que, lo siento, no estoy autorizado a reproducir aquí porque diría que pertenece a la intimidad del Gran Puzzle Cózmico. Pero sí puedo poner la escena en la que se descubre que Diana es una extraterrestre porque se come a una rata ante la cámara. Los efectos especiales de la época son tan malos que cuesta creer que toda una generación se conmocionase tanto al ver esta escena, pero esa es la gracia.

Y digo que es la gracia porque lo cuenta muy bien El Gran Puzzle Cózmico en esta entrevista. Él prefiere que todo tenga un aire amateur, los acabados muy profesionales le dan repelús. A mí también me pasa. ¿No os pasa también? ¿Qué querrá decir eso? A veces me lo pregunto.

En el F.E.A. la inteligencia está por todas partes pero siempre al servicio de la fiesta, el cachondeo y el buen rollo, por más crítica que sea esa inteligencia, que suele ser el caso. Pienso que tendrá que ver con lo que dice el Gran Puzzle Cózmico en esa entrevista: sacarle importancia a las cosas grandes y dárselas a las pequeñas. Para no perder la alegría de vivir por muy jodida que sea la situación que estemos viviendo (esto lo digo yo).

A mí el F.E.A. siempre me sienta genial. A mi amigo, que no había ido nunca, también le sentó más que bien. Había alegría en el ambiente, mucha mezcla, muchas pintas diferentes, no todo el mundo vestido igual, muy buen rollo, muchas risas, todo tiraba para arriba (y últimamente un montón de cosas sólo tiran para abajo).

 

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Mi amigo, al principio, me estuvo hablando sobre algunas de esas cosas que tiran para abajo pero cuando subieron al escenario Sinbragas, un dúo muy electropunk, unos animales escénicos que levantaron al público y lo dejaron a huevo para el broche final de la noche, Alma-x, que reaparecieron después de diez años sin actuar, mi amigo dejó de hablar y comenzó a bailar. Ya no paramos de bailar durante toda la noche. Con los Mordisco pinchando acabamos dando botes y sudando en camiseta a pesar del frío que hacía ahí fuera y con sonrisa perenne, con lo que eso cuesta.

Alma-x comenzaron su actuación con una versión electrónica de Cuidado, de Eskorbuto, esa que dice que Somos los mismos que cuando empezamos. Una declaración de intenciones irónica y brutal, que resignificaba el tema original añadiéndole una nueva y fina capa. Pero es que todos sus temas son una maravilla, de hoy y de siempre. El que anima a la gente a no ir al Sonar me parece de lo mejor.

Al día siguiente tenía una resaca de fondo que no me abandonó en todo el día. Estuve toda la tarde pensando en el F.E.A. y en por qué me da tal subidón siempre que voy. Recuperé un artículo que publiqué allá por el 2009 en el que ya elogiaba a ese festival y lo comparaba con el festival LP de La Porta. Me pareció un poco naïf pero, a pesar de todo el tiempo que ha pasado, sigo estando básicamente de acuerdo con la tesis del artículo. Intenté escribir un artículo sobre el F.E.A. pero no hubo manera. Estaba demasiado cansado o sería la resaca. Pero pensé: madre mía, tengo que escribir ese artículo sobre el F.E.A. porque hay que buscar un contrapeso a toda esa mierda que nos lleva para abajo. El electropop debería volver a nuestras vidas. El electropop siempre tira para arriba. Ya han pasado los suficientes años como para que se vuelva a reivindicar, ¿no? Veinte, que son justo los típicos años para ese tipo de revivals.

Carlos Bayona, director del F.E.A. (y co-responsable de los últimos bailoteos que nos pegamos en la pista) decía en una entrevista en la radio que le da la impresión de que ahora todo el mundo quiere escuchar lo que ya conoce, que hace unos años había más curiosidad por descubrir nuevos grupos, nuevos temas. ¿Es porque estamos encerrados en nosotros mismos, en nuestras redes sociales cibernéticas que reafirman lo que ya creemos, moralizando todo el rato en vez de levantar la mirada con curiosidad, sin prejuicios? El Gran Puzzle Cózmico también dice en la entrevista que deberían enseñarte en los colegios a no ofenderte con chorradas.

Debería haber un F.E.A. cada semana como medida higiénica preventiva.

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