UNOS DICEN QUE AQUÍ

Día 12. Unos dicen que aquí, otros dicen que allá

Ayer, una cineasta en el Festival de Málaga al recoger un premio, recordaba a su padre, comparándolo con uno de los personajes de El Padrino. Ese que aseguraba: hay tres maneras de hacer las cosas. La correcta, la incorrecta y la mía.

Del mismo modo, pensamos que hay 3 tipos de creadores. Los que buscan la forma correcta, los que buscan por instinto la incorrecta, y los que persiguen la suya. Tenemos la sensación de que todos, al menos en Europa, queremos ser de esos últimos. Y que cada día y cada proyecto es una oportunidad para dar un paso más en esa búsqueda. Nosotros creemos que hemos actuado teniendo esto siempre en la cabeza. Pero hay ciertos problemas, esto nos genera también ciertas dudas.

Juan Úbeda, de El Canto de la Cabra, tomando un chocolate en la chocolatería San Ginés, tarde por la noche, al lado de 2 americanas que habían ido a ver El Rey León; cuando le contamos este proyecto, se quedó mirándonos y moviendo la cabeza, con una media sonrisa, y dijo: joder, qué curioso, siempre nos descolocáis, nunca hacéis del todo lo que la gente espera de vosotros.

Y nos gustó escuchar algo como eso de un amigo, de una persona que nos ha visto crecer, que nos ha visto del derecho y del revés.

Pero después nos preguntábamos si eso habia sido también una forma, al final, de intentar hacer lo correcto. Si habíamos estado demasiado preocupados por no hacer lo que se esperaba de nosotros. Esforzándonos por no hacer Años 90 (II), o Materia Prima (II). Si quizás al final habíamos estado demasiado preocupados, intentando no estarlo. Queremos pensar que no, que hicimos lo que debíamos, aunque eso nunca se sabe en realidad. Y recordamos la frase de Tarkovski: un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer. No es fácil, a todos nos gusta gustar.

¿Pero hasta dónde tiene que importar el afuera? ¿Hasta dónde importa el mundo? Y sobre todo, ¿qué parte de él? Ayer hablando con Isaki Lacuesta, que es quizás la persona que con más libertad ha creado en este país en los últimos años, pensábamos en eso. En la capacidad que ha tenido para reinventarse, para vivir cien vidas, siendo capaz al final, de responder siempre, aunque sea de las formas más diversas, a lo que más le importa, a lo que le duele, a lo que le hace seguir vivo.

No hablamos de una oda a la individualidad. No es como My way. No es como Je ne regrette rien. Que son himnos que quizás recogen mejor la filosofía de este tiempo. Himnos que tal vez nos atomicen más que otra cosa. No es eso. Nuestra sensibilidad siempre ha ido un poco por otro lado. En nuestro imaginario colectivo como compañía, no sabemos si es un hecho o una imaginación, siempre recordamos que el periodista Pablo Caruana se echaba las manos a la cabeza cuando en el estreno de Actos de Juventud, hace unos cuantos años, le dimos al play y empezó a sonar Silvio Rodríguez. Imaginamos que decía para sí: no chicos, esto no, así no. Probablemente es todo una invención neurótica nuestra, una proyección de nuestro propio miedo. Siempre hemos sido un poco ingenuos, para qué negarlo.

Silvio Rodríguez, en un momento en el que alguna gente le pedía que cantara sobre el amor y cosas vitales, y otros le pedían que le cantara a la revolución, que fuera el poeta de los intelectuales, compone esta canción: Debo partirme en dos.

«Hace rato que vengo lidiando con gentes que dicen que yo canto cosas indecentes. Pero: «te quiero mi amor, no me dejes solo, no puedo estar sin ti, mira que yo lloro». Lo ven ya soy decente, me fue fácil, que el público se agrupe y que me aclame.»

Y seguimos partiéndonos en dos, entre lo íntimo y lo público, entre gustar  e incomodar, entre el amor y la política, entre la vida y la muerte.

Seguimos.

4 comentarios

  1. Danilo Curtiss
    ·

    ¡Me encantó todo lo escrito! Muy bueno y claro… y estoy completamente de acuerdo. ¡Me ayudó a aclarar mis ideas! Pues me encanta Tarcovsky y a Silvio Rodrigues, ¡excelentes referencias artísticas!… estamos juntos, pues también estamos, aquí en Belo Horizonte, Minas Gerais, Brasil, buscando «nuestro nuevo» y todo lo dicho ¡me cayó como un guante!
    ¡Gracias, y un gran abrazo!
    Danilo Curtiss

    1. salvaje
      ·

      Danilo! No deja de ser increíble que lo que se escribe en un pequeño apartamento de Madrid llegue hasta Belo Horizonte… Gracias por el ánimo y por seguir leyendo con tanto cariño. Fuerza con los proyectos al otro lado del Atlántico!


  2. ·

    Palabras, más palabras. La verdad es que acabo pronto. Y aún es peor comenzar. Cada palabra, siempre en el olvido o en el residuo. Allá en el vertedero están todas. Una nueva imagen viene a mí y no hay forma de rescatar el verbo adecuado que pronunciar, y cada palabra suelta, que viene a mí, la anoto rápido para evitar su fuga que inevitablemente tendría lugar segundos después, entre ruidos externos que ciegan mi silencio. Suelo repetirlo todo, o casi; así que eso terminará siendo este texto: la misma glosa o parábola inútil pues nace muerta. No sé si algún día terminaré, no hoy. Todo esfuerzo es incompleto. Cuanto escribo hoy son deberes que dejo señalados para mañana, otro mañana. Tomo prestado una cita, una oración, desde la que retomar con fuerza este trabajo pero muero ahí, no es mía la imagen que envuelven esas palabras y ahí quedo, naufragando entre la confusión sonora de la palabra dicha y la abstracción de un mensaje fuera de contexto.
    El folio blanco, la página cuadriculada en este caso, es el infinito y límite al mismo tiempo. Me enfrento a el

    CHAPAPOTE = Sustantivo singular. Galicismo. Palabra sin correspondencia en la lengua castellana. De origen temporal cierto: 13 de noviembre de 2002. Que puede ser traducido por algo así como engrudo viscoso y denso, pardo, que lo pringa todo y no deja escapar nada a su mortal abrazo.


    1. ·

      Palabras, más palabras. La verdad es que acabo pronto. Y aún es peor comenzar. Cada palabra, siempre en el olvido o en el residuo. Allá en el vertedero están todas. Una nueva imagen viene a mí y no hay forma de rescatar el verbo adecuado que pronunciar, y cada palabra suelta, que viene a mí, la anoto rápido para evitar su fuga que inevitablemente tendría lugar segundos después, entre ruidos externos que ciegan mi silencio. Suelo repetirlo todo, o casi; así que eso terminará siendo este texto: la misma glosa o parábola inútil pues nace muerta. No sé si algún día terminaré, no hoy. Todo esfuerzo es incompleto. Cuanto escribo hoy son deberes que dejo señalados para mañana, otro mañana. Tomo prestado una cita, una oración, desde la que retomar con fuerza este trabajo pero muero ahí, no es mía la imagen que envuelven esas palabras y ahí quedo, naufragando entre la confusión sonora de la palabra dicha y la abstracción de un mensaje fuera de contexto.
      El folio blanco, la página cuadriculada en este caso, es el infinito y límite al mismo tiempo. Me enfrento a el

      CHAPAPOTE = Sustantivo singular. Galicismo. Palabra sin correspondencia en la lengua castellana. De origen temporal cierto: 13 de noviembre de 2002. Que puede ser traducido por algo así como engrudo viscoso y denso, pardo, que lo pringa todo y no deja escapar nada a su mortal abrazo.

Los comentarios están cerrados.