
Javier Gil es sociólogo, investigador del CSIC y miembro del Sindicato de Inquilinas de Madrid.
Carmen Aldama. ¿Qué está pasando con la vivienda en Madrid?
Javier Gil. Lo que está pasando, desde 2008 a nivel global, es que la inversión no encuentra rentabilidad en la economía que produce bienes (coches, sillas, ordenadores, etc.) y entonces ese dinero se está refugiando en el sector inmobiliario. Quienes están comprando las viviendas lo hacen como inversión, no para vivir en ellas. Eso hace que suban los precios de la vivienda, que cada vez sea más difícil adquirir una vivienda en propiedad y que la gente tenga que vivir en el mercado del alquiler. Cuanto más suben los precios de la vivienda y del alquiler más rentable sigue siendo invertir en vivienda, y esa es la espiral en la que estamos.
Carmen. Entonces, cuando cada semana un amigo nuevo me cuenta que tiene que dejar su piso ¿es porque hay una serie de especuladores que están comprando las viviendas que hay en la ciudad?
Javier. Claro, hay una dinámica de especulación que hace que quien tiene una vivienda para ponerla en alquiler la pueda alquilar cada vez por más y que quienes tienen más dinero se compren viviendas para ponerlas en alquiler.
Empezó con la crisis, con las viviendas de familias desahuciadas que fueron transferidas a fondos buitre y puestas en alquiler, estamos hablando de cientos de miles de viviendas en España y a eso se suman las familias que tienen más dinero y los inversores internacionales. Ha entrado mucho dinero internacional a España en la compra de vivienda, muchísimo.
Carmen. ¿Los grandes propietarios de los inmuebles en España son estos tres que acabas de decir: familias ricas, inversores internacionales y fondos buitre?
Javier. Fondos buitre, grandes instituciones financieras inmobiliarias y sociedades más pequeñas, sigue habiendo todavía mucha propiedad inmobiliaria de familias históricas, de burguesía española que desde el franquismo tienen edificios enteros, a las que se suman ahora las familias con más capacidad adquisitiva. También hay gente de a pie que se convierte en casero pero en general es la población de mayor renta la que recibe rentas por alquiler de viviendas. De 2008 en adelante se rompe la llamada “sociedad de propietarios” y hay una concentración de propiedades sobre la población que ya concentraban más propiedades. Por lo tanto, lo que vemos es una creciente desigualdad social a partir del mercado del alquiler.
Carmen. ¿El dinero se genera poniendo la vivienda en alquiler,
fundamentalmente?
Javier. Eso es. Y tú te beneficias del alquiler y de la revalorización de la vivienda porque cuanto más subas el precio del alquiler más se revaloriza el precio de la vivienda.
Carmen. ¿Quiénes son estos multipropietarios? ¿Tienen nombres y apellidos?
Javier. Los grandes fondos (Blackstone, Cerberus, Star…) pero, al fin, todo el mundo que tiene dinero invierte en vivienda. Esa es la dualidad de nuestra sociedad, mayorías sociales que no pueden comprarse una vivienda y ciertos grupos que cada vez compran más vivienda como inversión, jugadores de fútbol, empresarios como Amancio Ortega…
Carmen. ¿Y no se espera que pinche la burbuja inmobiliaria? ¿Por qué se sigue invirtiendo en vivienda después de la experiencia de 2008?
Javier. Porque en el boom del 2008 no pierde todo el mundo, ha habido ganadores y perdedores. Piensa en las familias más pobres que fueron desahuciadas mientras que los bancos y las entidades financieras estaban siendo rescatados.
Ahora mismo, el mercado inmobiliario y el residencial son el mayor depósito de riqueza a nivel mundial. Tú coges todas las bolsas de riqueza del mundo, todos los títulos de deuda, todos los mercados de criptomoneda, lo que quieras, lo sumas y su valor conjunto es mucho menor que todo el valor depositado en el mercado inmobiliario y, en concreto, en el residencial. Eso hace que toda la política nacional y supranacional, Unión Europea, bancos centrales, Reserva Federal, estados, ciudades, que toda la política general vaya dirigida a que no baje el precio de la vivienda.

Javier Gil, investigador del CSIC y miembro del Sindicato de Inquilinas de Madrid. Foto: Miguel Balbuena.
Carmen. Javier, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
Javier. Es espectacular cómo sobre las cenizas de la burbuja inmobiliaria se ha construido un nuevo ciclo inmobiliario, cuando parecía imposible. Pero, ¿cómo se transforma esa gran crisis de los desahucios y de los bancos en un nuevo ciclo de especulación? A través de la intervención y de la regulación política y con el objetivo de revalorizar el precio de los activos para restaurar el beneficio financiero. En doce meses, de 2012 a 2013, desde que De Guindos anuncia el rescate de la Unión Europea, se dan toda una serie de intervenciones en el mercado inmobiliario financiero español que empieza con los rescates bancarios y la creación de la Sareb; la reforma de las Socimis, que son el vehículo financiero por el que entran los fondos buitre en España dando privilegios fiscales para que estos fondos no paguen impuestos; la reforma de la Ley de Arrendamientos Urbanos; las Golden Visa, ¡si invertías medio millón de euros en el sector inmobiliario español, te daban un permiso de residencia en España! Y luego, vendieron vivienda pública a Blackstone y Goldman Sachs. Blackstone venía de convertirse en el primer propietario de viviendas de Estados Unidos comprando miles de viviendas de familias desahuciadas por un 40% de su valor de mercado. Lo que iban a hacer es repetir esa operación en España. Cuando entran Blackstone y Goldman Sachs se disparan las alarmas en los mercados internacionales y dicen: “Dos de los fondos de inversión más grandes del mundo están invirtiendo en ladrillo en España cuando el gobierno, avalado por el Banco Central Europeo, acaba de reformar por completo el mercado inmobiliario. Aquí hay negocio”. Entonces inmediatamente empiezan los fondos internacionales a invertir masivamente en España.
Por eso no puede bajar el precio de la vivienda en España, porque el dinero con el que se ha comprado una vivienda en Villaverde, Carabanchel, Vallecas, Torrejón de Ardoz, Getafe, Alcorcón, es de fondos de pensiones de Estados Unidos y otros países, es de grandes aseguradoras internacionales, es decir, que los grandes actores financieros a nivel global tienen su dinero metido ahí y ese dinero no se va a devaluar.
Carmen. ¿Esta salida a la crisis nos viene dada desde Europa?
Javier. Es una salida de la crisis española. Había unas nuevas reglas bancarias que se firman en 2010 que son los Acuerdos de Basilea III donde se dice que los bancos tienen que tener ratios de solvencia mayores, que no pueden arriesgarse tanto como en los dos mil porque una crisis como la de 2008 sacude con mucha fuerza al sistema financiero y pone en peligro al sistema. En España, los bancos iban en dirección opuesta: se habían dado créditos por valor de 300.000€ a una vivienda, la familia no pagaba y, en vez de devolverles el dinero, les devolvían una casa que ahora valía 200.000€. Los bancos españoles estaban jodidos y no podían cumplir con los Acuerdos, eso hubiera significado que no podrían acceder a la financiación en los mercados interbancarios, lo que de facto hubiera supuesto que todos los bancos españoles se hubieran ido a tomar por culo, arrastrando a todos los bancos europeos y al euro en su conjunto. Y encima la deuda era principalmente con bancos alemanes y franceses, es decir, era un escenario que no iba a pasar. Pero era hacia donde se dirigía el mercado, por eso el Gobierno de España interviene con este arreglo político financiero. Pero está respaldado por Europa, porque Europa pone el dinero.
Carmen. ¿Hay una solución?
Javier. La solución está pero es no fácil porque con una sola medida no lo solucionas, de la misma manera que para generar esto has tenido que aplicar toda una serie de políticas… Necesitas que bajen los precios de la vivienda, necesitas que bajen los precios de los alquileres, necesitas un proceso de redistribución de la propiedad. Estamos hablando de una Reforma Inmobiliaria, como se hablaba antes de Reforma Agraria. En algunos países donde había mucha desigualdad se llevaron a cabo reformas agrarias para empezar un nuevo ciclo de prosperidad económica y social y para ello había que redistribuir la propiedad de la tierra. Pues aquí pasa lo mismo.
Hoy, en el contexto del capitalismo rentista, entender lo que está pasando con los sindicatos de inquilinas, el inquilinato como sujeto político, es como cuando el capitalismo industrial empezó a desarrollar un movimiento obrero en las fábricas. Las luchas contra el alquiler son cada vez más centrales en las ciudades. En 2020 se celebró un referéndum en Berlín para expropiar a los fondos buitre de la ciudad y el 56% de la población votó a favor de la expropiación. Hay más soluciones, por ejemplo, bajar por ley el precio de los alquileres y acoplarlo a la economía de los hogares.
Carmen. En el ensayo Vivienda. La nueva división de clase (2020), de Lisa Adkins, Melinda Cooper y Martijn Konings, que tú prologas, planteáis que la clase social está hoy determinada por el hecho de ser inquilino o no.
Javier. Claro. La sociedad de propietarios fue una fórmula que inauguró Margaret Tatcher, con el programa Right to buy, para conseguir a través de la vivienda en propiedad alinear políticamente a las clases trabajadoras con las élites financieras transformándolas en clases medias. El franquismo fue, de hecho, un laboratorio de la sociedad de propietarios, su ministro Arrese decía: “No queremos un país de proletarios, queremos un país de propietarios”. Que era como decir: “Transformemos a los obreros del éxodo rural en propietarios”, como una forma de pacificarles, integrándoles cultural y subjetivamente. Entre los años 1980 y el 2008 lo que impulsó la economía y el consumo fue la revalorización de la vivienda y no el crecimiento salarial porque, si subía el precio de la vivienda, mi vivienda se pagaba sola, me compraba una segunda vivienda, que también subía, se pagaba sola y así me pagaba las vacaciones. Hemos participado todo el mundo de este modelo que se rompe en 2008. La sociedad ya no puede acceder a una vivienda de manera generalizada, las nuevas generaciones no podemos acceder a una vivienda en propiedad y dependemos de la herencia y eso genera muchas desigualdades porque no todo el mundo va a heredar.
Carmen. ¿Estás hablando más bajito por si te oye tu casero?
Javier. (Risas) No, es que tiendo a pegar unas voces… Tampoco voy a estar aquí dando el mitin en la calle. Pero sí, sí, vive aquí.
Carmen. ¿Me hablas de la huelga de alquileres?
Javier. La huelga de alquileres es un instrumento de lucha: puedes hacer una huelga para que no te echen, para que no te suban el alquiler, para pedir mejoras o directamente como protesta. En España, la huelga de alquileres no está protegida por ley, como lo está en Estados Unidos. Pero, bueno, en el ’31 hubo huelgas muy tochas en Barcelona cuando los obreros de una misma fábrica vivían todos en un mismo edificio. Como las hubo en Suecia, en Argentina, la huelga de Glasgow de 1915 es también muy famosa. Como ahora la explotación ya no está tanto en la fábrica sino en lo inmobiliario, necesitamos un sindicalismo y formas de organización en torno a la vivienda como tradicionalmente se hizo en el mundo laboral en las fábricas.
(Se interrumpe para saludar a un par de personas) ¡Hasta luego!
Carmen. Hombre, ¿qué tal?
Javier. Chao. Son mis compañeros de piso.
Carmen. ¡Anda!
Javier. ¿Qué te estaba diciendo?… Otro modelo, por ejemplo, es el de las cooperativas. El problema de acceder a la vivienda en propiedad es la entrada porque en realidad los alquileres son más caros que pagar una hipoteca. El negocio aquí es que quien puede pagar una entrada para una hipoteca compra un piso y luego se paga la hipoteca alquilándola, y además ahorra. Entonces, ¿por qué la gente no se compra una casa? Porque no tiene dinero para la entrada. Vivir de alquiler es una puta mierda porque te estás empobreciendo. La sociedad de propietarios es fruto del neoliberalismo, tampoco queremos volver a ese modelo. Un modelo transformador tiene que impulsar otras formas de convivencia y de organización social, como lo hacen las cooperativas. Que tú no tienes ni que vivir de alquiler ni que comprar una vivienda. La cooperativa te da la entrada para el crédito y tú le pagas la vivienda. No vas a ser propietario pero vas a vivir en esa vivienda en cesión de uso, si quieres, hasta que te mueras, pero la propiedad es suya. Este modelo está creciendo muchísimo en Suiza y en Alemania. Son modelos que surgen de las luchas ligadas al movimiento obrero del que hablaba antes. Se privatizan a partir de los ‘60 y ahora hay un resurgir del cooperativismo en cesión de uso. En Madrid ya hay dos cooperativas y en Catalunya hay al menos sesenta.
Carmen. ¿Este modelo de cooperativa podría ser algo que asumiera el propio gobierno?
Javier. Eso sería la hostia, como en Uruguay, que tiene un programa de cooperativas espectacular, como ningún país. El gobierno ni siquiera tiene que comprar. Es que no se trata de construir vivienda pública, se trata de dar la entrada para la adquisición de las viviendas. Eso te va a permitir, en muy pocos años, ir ampliando un parque en vivienda, de precio accesible, espectacular. La hipoteca la pagan los inquilinos pero la propiedad es para el estado. Esa gente va a poder vivir ahí, no le voy a subir el precio del alquiler, se lo voy a actualizar con el IPC, con un alquiler que está por debajo del mercado… Está ahí el modelo. Pero, claro, si entra el sector público le estás quitando el negocio al sector privado. De hecho, la financiarización crece y los fondos buitre crecen y el modelo de vivienda como activo financiero crece en un contexto en el que el estado privatiza los servicios, ¿no? (Risas)
Carmen. ¿Y tú cómo vives aquí?
Javier. Pues somos siete y dos bebés y estamos promoviendo una cooperativa de cesión de usos en Madrid.