— MuroTRON

Italodisco

Sergio Fausttini – 10 de octubre en Santa Mònica dentro del festival Sâlmon

Una sesión comentada para dejarse la piel en la pista.
La sesión contará con una selección de temas de Italo-disco con incursiones en el Sabadell sound y alguna otra ramificación, hasta llegar a -cómo decía Borges– el ápice del estilo, personificado en la figura de Sabrina Salerno.
Mientras suena la música y sin dejar de bailar, comentaremos algunas peculiaridades del estilo, como las letras, la autoría, la estética o los videoclips.
La única premisa innegociable es que se tienen que bailar todas las canciones.

Programa en colaboración con Santa Mònica. Actividad en el marco de la exposición Sense esquerda no hi ha punt de llum. 

Sergio Fausttini (a.k.a. Sergi Fäustino nació en Rimini. Su padre era carbonero y su madre trabajaba en una fábrica de aceite, poniendo etiquetas de ‘IGP Toscano’ en el aceite que llegaba de Jaén. Un día, su padre invitó a su mejor amigo a comer y cuando acabaron, el amigo dijo que la pasta que les había preparado la mamma era ‘correcta’, a la cual cosa siguió una fuerte discusión que fue subiendo de tono hasta que su padre hizo la única cosa que podía hacer para salvaguardar el honor de la familia: cogió la urna de mármol de Colonnata donde tenían el ‘lardo’ y la estampó en la cabeza de su amigo. Acto seguido, colgaron el cadáver por los pies en la viga de la cocina, hicieron las maletas y emigraron a Irlanda del norte. Ya en Irlanda, Sergio se buscó la vida como pudo. Trabajó de dependiente en una tienda de animales de compañía y le vendió unos ratones a Richard Gere, después se dedicó a vender droga en la salida de las escuelas y más tarde encontró trabajo como conductor de ambulancia. Fue allá donde conoció a Jimmy McShane (a.k.a. Rubi). Un día que tuvieron que llevar a Jimmy Sommerville a que le hicieran un lavado de estómago, Rubi le comentó a Sommerville que era bailarín y este le dio el contacto de Maurizio Bassi. Bassi estaba buscando un frontman para su nuevo proyecto llamado Baltimora y lo fichó. Sergio acompaña a Rubi de vuelta a Italia y se introduce en los círculos del Italodisco. Desde la perspectiva que le da una cierta distancia, se da cuenta que el movimiento se articula entorno al concepto de misterio, así que –recuperando la profesión de su padre- se especializa en poner humo a las actuaciones y los videoclips. Triunfa como la espuma y trabaja con todos los grandes del género hasta que la cosa decae por culpa del house, que remata y sustituye al Italodisco. Cuando la cosa se acaba, Sergio se interesa por la danza, pero esto, como decía Conan el Bárbaro, ‘ya es otra historia’