Orquestina de pigmeos

  • About
  • .
  • Mondego
  • Brilliant Corners
  • Brillante
  • El cerro de los locos
  • Ningún Lugar
  • Vuelvo de ver una película
  • Género Chico
  • Augurium, Recorrido Puro
  • Attention Linj 82
  • Let the tide in
  • Negra Panorámica
  • Gank truut en kom hèj
  • Deixa de ser el teu mateix
  • El sol surt a fer un volt
  • Innenwelt der Außenwelt
  • Apocalipsis ñam
  • Fuera de la fábrica Beta
  • Pigmeus do Mondego
  • Before Orquestina
  • .
  • More Orquestina
  • .
  • Idioma: Español
    • Español Español
    • English English


tea-tron
Theme by WPShower

Info

Orquestina de Pigmeos, colectivo formado por el músico Nilo Gallego y el creador audiovisual Chus Domínguez junto con diversos integrantes que colaboran en cada nueva presentación, ha sido invitada desde 2009 por festivales nacionales e internacionales de Bélgica, Reino Unido o Portugal para convertir situaciones cotidianas en extraordinarias vivencias artísticas desplegadas en el entorno: en el curso de un río, en el paseo de un pastor con el rebaño, sobre un volcán a la salida del sol o en un embarcadero mientras sube la marea. Sus creaciones utilizan elementos tomados de diferentes disciplinas artí­sticas, principalmente el arte sonoro, la performance, el cine y la música.

Contacto:

Jonas Mekas hablando de Orquestina de Pigmeos en una entrada de su video-diario (clica en la imagen).

 

Disponer cosas para que acontezcan cosas o cómo Orquestina de Pigmeos dice desconocer fórmulas.
Juan Vera.

Si la invencible tristeza en la cual a cada tanto se sumergen los niños viene provocada por la súbita conciencia de vivir en un mundo sin magia habrá que deducir que la alegría inopinada –ese gozo inexplicable e inconsciente que de higos a brevas nos arrebata una vez llegados a adultos–, se debe a lo contrario: a la suspensión momentánea de esa misma conciencia para permitirnos creer que todo es posible. Para que esto suceda es necesario estar en posesión de las palabras (abretesésamo) y de los gestos (el frotar la lámpara) que hacen las veces de contraseña. La alegría necesita ser convocada mediante sortilegios, engaños y encantamientos.

Pero ¿quiénes conocen el hechizo que nos abre de nuevo las puertas del país de las maravillas?, ¿quiénes, la fórmula que logra avivar ese “temblor metafísico” –¿cómo nombrarlo?– que nos recuerda lo extraordinario que es que estemos/seamos aquí y ahora? Entre los poco (o los muchos –según se mire–) nos complace decir que se encuentra Orquestina de Pigmeos.

Orquestina de Pigmeos es el nombre con que se conoce el trabajo en colectivo de Nilo Gallego y Chus Dominguez junto a otros colaboradores más o menos asiduos. Se trata de un conjunto de acciones site-specific en la difusa frontera entre las artes en vivo, la música, el audiovisual y lo que se tercie. Aunque los miembros de Orquestina dicen no conocer fórmula alguna, lo cierto es que con sus propuestas transitan –y hacen que transitemos– toda vez ese lugar donde se produce una suerte de vibración, suspensión de conciencia, misterio y gracia que solemos llamar arte.

El valor diferencial de sus piezas frente a otras de formato más clásico, es que la materia de la que se valen está viva (es la gente) y es inseparable del lugar donde la encuentran (la localidad concreta de cada acción). Su tarea consiste justamente en hacer que atendamos al valor de ese vínculo íntimo, inherente e indisoluble. Con sus acciones provocan que se entable entre los presentes una especie de parloteo que, como por arte de magia, acaba por ordenarse para trascender a unos y otros trasformándose así en experiencia viva.

Ese parloteo es el diálogo espontáneo que surge gracias a haber dispuesto cosas para que acontezcan cosas. Un diálogo entre sonidos, cuerpos, enclaves y acciones donde sobre la marcha, cual formidable, original y pluridisciplinar jam-session multitudinaria, es posible encontrar y seguir el finísimo hilo que armoniza todo: la partitura escrita al tuntún.

Este hacer sobre la marcha o improvisado pone en valor aquello que sólo es posible entrever en ensayos, bocetos, croquis y, por encima de todo, en el juego. Jugar –decía Agamben–, es una forma de profanar el tiempo, de aislar el rito, de poner a desfilar a la diacronía. Pero en el juego –añade el filósofo– queda necesariamente un resto de aquello que es sagrado, un vestigio de sentido gracias al cual es posible conocer y por lo tanto acumular experiencia.

Orquestina nos invita a jugar con su magia, jugamos y mientras jugamos es que encontramos lo extraordinario que habita en lo cotidiano, restablecemos la capacidad de mirar (y escuchar) como lo hacen los niños, esto es, en relación directa con las cosas sin ningún tipo de oposición, discriminación o escala de valor, para que ellas mismas nos desvelen –en palabras de Benjamin– su aura. Jugamos porque somos invitados y mientras jugamos es que nos llega la alegría, ese complacencia primigenia por el hecho de vivir en un mundo de posibilidades infinitas, que entre tanto habíamos olvidado.

Los miembros de la Orquestina de Pigmeos desconocen la fórmula, el conjuro, el sortilegio con que nos hacen jugar y con que convocan la alegría porque en ningún caso lo que dicen y/o hacen sirve de una vez para otra. No hay un único abracadabra ni un único modo de frotar la lámpara. Pero quizás porque son ellos mismos un poco niños o, sin lugar a dudas, porque portan sobre sí una notable carga de experiencia: en el trabajo escénico, narrativo, armónico, etc. y también de gestión, de técnica y de trato humano, es que consiguen cada vez (todas las veces) que franqueemos el dintel de la adultez al suspense misterioso, a la ingravidez del existir o al lugar de todas las maravillas sin apenas darnos cuenta y en la mayor de las apariencias de facilidad y sencillez, así como si tal cosa.

Porque aunque los miembros de la Orquestina minimicen la importancia de los gestos que van dejando como caer siempre certeramente desde un segundo plano, sabemos que la magia no aparece por arte de magia lo mismo que sabemos que es a base de trabajo que se acaba por hacer un gesto de calado como si tal cosa: un escultor manejando el cincel, un pescador recogiendo la red, un campesino arando, un prestidigitador haciendo salir decenas de palomas de la nada… Hay algo de humildad en este decir que no se sabe y de obligada ética de escritura contemporánea pero también asoma por entre las rendijas de tal afirmación el justo reconocimiento del otro, esa materia viva sin la cual no es posible hacer nada y que es la que aporta cuerpos y voces y paisaje y entusiasmo. En consonancia, no se nos ocurre hablar de quienes conforman en cada momento la Orquestina como de autores sino –tal como debiera nombrarse a los intérpretes– de mediums a través de cuyas palabras y gestos arrebatados por energía ajena, acontece un encuentro. La magia –decía Kafka– no crea sino llama.

Y lo que llega con y deja la Orquestina es un poso vivencial de experiencia que transforma. Les trasforma a ellos, a la gente con la que se cruzan, al lugar donde actúan y un poco a todos los que revivimos sus actuaciones cuando visitamos el registro de su trabajo.

 

Entrevista con Orquestina de Pigmeos
CONTEXT (Concepto editorial y coordinación general: hablarenarte)

El término “site specific” implica unos formalismos que en cierta medida condicionan la propia práctica. ¿Qué significa para vosotros ese término? ¿Definiríais lo que implica de otra manera? ¿Cómo trabajáis en relación a ese término  y de qué manera os alimentáis de o alimentáis a esas “sites”?
El término site specific lo empezamos a utilizar de forma un poco inocente al principio, como una referencia con la que nos podíamos definir sin muchas palabras, pero a lo largo de nuestra trayectoria hemos tenido interesantes discusiones sobre el mismo, tanto entre nosotros como con colegas. Simplificando, podríamos decir que nos gusta trabajar cada proyecto para y con el contexto específico en el que se va a presentar una pieza, entendiendo por contexto tanto los elementos espaciales, paisajísticos… como humanos. Por ello hacemos varias visitas al lugar en el que vamos a trabajar, para tratar de entender ese lugar y su gente a lo largo del tiempo, y tratar de encontrar entre ellos colaboradores, ideas y elementos que jamás estarían si la pieza se presentara en otro espacio. Es una manera natural de trabajar de la Orquestina, integrar lo local, investigar y aprender con el lugar, provocar un intercambio y una colaboración reales. Y eso es algo que está en el ADN de la Orquestina, y que en piezas que hemos desarrollado en contextos escénicos, donde normalmente “lo site” tiene menos posibilidades de aflorar, también ha encontrado su espacio. El término no nos importa, más bien podríamos decir que ahora nos incomoda, pero siempre vamos a hacer un trabajo situado en el contexto.

En muchas ocasiones vuestras piezas sólo se producen una vez. ¿Qué valor tienen para vosotros esos instantes y las vivencias que experimentan aquellos que las presencian? ¿Cómo se transforma toda esa materia en experiencia? ¿Es la repetición algo que anularía ese vínculo con el contexto?
Nuestro trabajo en relación con el público es esencialmente vivencial, enfocamos el desarrollo de las piezas tratando de provocar experiencias o vivencias que puedan ser transformadoras. Aunque esto pueda sonar un poco pretencioso, se trata de experiencias tan sencillas como darte la posibilidad de prestar atención al espacio por el que circulas a diario. En el fondo, el trabajo consiste en provocar un leve desplazamiento del marco de observación y escucha que haga que vivenciemos lo cotidiano como si nos encontráramos con ello de forma primigenia.
Pero precisamente la Orquestina de pigmeos está ahora en un momento en que se vislumbra una transición de las piezas efímeras que hemos trabajado hasta el momento a obras que tendrían la posibilidad de repetirse. Una obra fundacional y pre-Orquestina para nosotros fue “Felipe vuelve a casa con las ovejas sonando”, el concierto cotidiano de un rebaño con el pastor en su vuelta diaria del campo al redil. Aquella obra tuvo un cierto impacto mediático y se planteó su repetición, pero entonces ya se vio que esa repetición aludía a un formateo que convertía la pieza prácticamente en una mercancía. Por otro lado, la Orquestina tiene mucha influencia de la performance y el arte de acción de los 60 que contemplaba la esencialidad del momento de representación, casi como un dogma. Pero las circunstancias, no sabemos si por evolución natural nuestra o por cuestiones externas de programación, nos han situando en contextos escénicos en los que la posibilidad de repetición, el bolo, está ahí. Y ahora nos planteamos por qué no intentarlo, cuando siempre nos ha gustado experimentar nuevos lugares, por qué no probar a ver cómo funcionamos fuera de nuestro espacio de confort efímero.

Vuestra práctica y acciones están muy vinculadas al momento de su ejecución y al contexto en el que se desarrollan, su lugar y sus gentes. Durante el proceso de conocimiento del entorno en el que vais a trabajar, ¿Cómo decidís qué es lo que se selecciona y lo que se descarta? ¿Hay una metodología de trabajo de este tipo? ¿Cómo se construye ese imaginario? ¿Es vuestra metodología diferente entre trabajar con propuestas específicas de terceros o con propuestas propias?
No hacemos más de un proyecto por año, intentamos alargar lo más posible el proceso, medio año si es posible. Como sabemos que en el último tramo será intensivo y con un estrés creciente buscamos equilibrar nuestro espíritu tomándonos con mucha tranquilidad las primeras fases de trabajo, disfrutar, conocer, experimentar… Nos dejamos llevar por la intuición, sin pensar en un formato final, con la condición de no repetirnos, de buscar algo nuevo, que nos atraiga por desconocido. Paseamos, hablamos con mucha gente, nos dejamos llevar hasta que en un momento dado vislumbramos lo que nos gustaría hacer. Poco a poco, junto a los nuevos colaboradores, creamos una especie de constelación, algo completamente caótico que de alguna manera tendrá que salir a flote.
Trabajamos propuestas propias, siempre en colaboración con la entidad o institución que nos invita, que suele proponer un marco bastante amplio dentro del cual nos movemos con libertad.
La temática de vuestras piezas normalmente está basada en lo cotidiano, o temas de aparentemente poca transcendencia. Jonas Mekas hablaba de la importancia de lo personal, lo pequeño, lo real, refiriéndose a vuestra obra Ningún Lugar, que toma el nombre de su libro Ningún lugar a dónde ir. ¿Por qué es significativo trabajar a esa escala?

Jonas Mekas ha sido para nosotros un maestro en la apreciación de lo pequeño y lo aparentemente intrascendente. Él se encontró con eso casi por casualidad, cuando puso en relación los momentos cotidianos grabados en sus fines de semana, mientras esperaba tener tiempo y presupuesto para hacer una película “de verdad”. Pero ahí estaba todo, en el gesto amateur de capturar pequeños momentos que conforman películas en las que “no pasa nada”. A muchos su experiencia nos allanó el camino, al mostrarnos que ese “no pasar nada” puede tener un valor de experiencia y un valor artístico.
Nos parece importante no cerrar sino abrir canales, dejar que el tiempo surque, suspender en matemáticas, hacer lo que no sabemos, entrar en contradicción, donde lo grande es pequeño y al revés.

¿Qué importancia tiene el sonido en la construcción y estructuras de vuestras piezas? 
El sonido es un elemento esencial a la hora de elaborar nuestras performances, un hilo conductor y vertebrador. Son piezas que se podrían solo escuchar. La música, el ritmo, el silencio, el ruido, siempre tomados desde un punto de vista no sofisticado y directo, recorren toda la pieza. El contraste y choque de ambientes, lo mínimo y lo espectacular, el coro y el solista; se podría decir que presentamos óperas; “ópera paisajística”, como algunos llaman a nuestros trabajos, “ópera de lo pequeño”, como decimos nosotros en homenaje a Jonas Mekas.

 

 

___________________

Orquestina de pigmeos
Nilo Gallego
Chus Domínguez
Noemí Fidalgo
Raul Alaejos
Varis Fuertes
Pedro Sousa (Coias)
Ana Cortés (Campanilla)