Comer meteorito (la comunidad litófaga)

Ayer, sábado 8 de marzo, a las 21h de la noche tuvo lugar en el Centro Cultural el Born la tercera ingesta de meteorito de la historia (han habido dos anteriores, pero no recuerdo donde y cuando fueron). Se trataba de LITOFAGOS – ‘aerolito’, un proyecto del artista Alfonso Borragán dentro del ciclo Born Acció, y última acción del ciclo que tenía que continuar hasta finales de curso, pero que desde la dirección del Centro les han recortado por motivos obvios de nuestra política cultural local.

Lo único que sé del proyecto, que me había contado Blanca Pujals (compañera del Programa de Estudios Independientes), es que Alfonso pensó que lo único que se podía hacer en ese mausoleo de las runas era comer piedra.

Entramos en la única sala diáfana y vacía de ese centro cultural donde lo único que se venera es cualquier cosa que haga referencia a 1714 o a un discurso nacionalista independentista. Dentro de la sala, oscura, encontramos en el centro una vitrina de poco más de metro y medio, con dos lamparitas encima iluminando lo que hay expuesto y tres o cuatro lupas encima para poder ver con más detalle esas piedras y sus correspondientes etiquetas. Las piedras expuestas son gastrolitos, es decir, piedras humanas o animales, que se producen por la acumulación de minerales. Del riñón, del hígado, de gallinas y otras aves, de dinosaurios fosilizadas (valga la redundancia) y hasta un par que fueron gasas olvidadas en el cuerpo después de una operación que se fueron calcificando dentro.

Me alejo de la vitrina para que otra gente pueda disfrutar de esas curiosidades. Me camuflo en la oscuridad y observo la pequeña comunidad de curiosos que se va moviendo alrededor de esa mesa expositiva. Me doy cuenta que hay humo en la sala, generando una atmósfera misteriosa. Una voz en off empieza a contarnos una historia. Podría ser un fragmento de una novela, con un tono de documental, contándonos cosas relacionadas con los meteoritos, las galaxias, y las personas y las relaciones con un sistema mayor. Aunque soy incapaz de narrar lo que escuché recuerdo que consiguió meterme en un estado muy concreto, entre místico y poético. De golpe aparece una chica con unas gafas con luz incorporada, como de quirófano o de experto en diamantes, con una bandeja en la que había una piedra rojiza… el meteorito lunar. Cruza el grupo y se va al otro lado de la sala, separado por una cortina de terciopelo granate. El texto sigue. Del otro lado de la sala se escuchan pequeños golpes, alguien trajinando con cacharros, me genera mucha curiosidad que están haciendo ahí, con el meteorito.

Se abre un lado de la cortina y nos invitan a pasar. El otro lado de la sala también está oscuro, en el centro, en diagonal, una mesa alta y larga con tres personas muy altas, vestidas con batas blancas y delantal de cuero. Estan concentradas haciendo sus tareas. Hay boles y martillos y martillitos y morteros y coladores y… todos los elementos necesarios para moler el meteorito en polvo. la foto 1Los asistentes, curiosos, nos acercamos a la mesa larga y poco a poco empezamos a colaborar. Uno coje una mano de mortero y empieza a darle golpecitos a la arenita que tiene en el mortero. Otro pasa por el tamiz el polvo que sacan del mortero. Otro recoge los trozos de piedra que saltan de los martillazos que uno de los altos con bata le pega al meteorito encima de un yunque. La atmósfera me traslada a un mercado medieval, o a un laboratorio de alquimia, o a unos monjes sacados de El Nombre de la Rosa preparando un remedio ancestral. Después de darle al mortero un rato me alejo del grupo, me adentro en la oscuridad y observo. Llevo un mes leyendo e investigando mucho sobre comunidades y obviamente lo que veo es una comunidad organizándose para conseguir un objetivo. Aunque nadie sabe muy bien cuál es corren rumores de que comeremos meteorito, pero ¿cómo?

la foto 2De lejos pienso que por las siluetas podríamos ser una comunidad de extraterrestres, o de hombres del medievo o un grupo de ciudadanos de la Barcelona de 1714 (ya que estamos) o de 2014 (por supuesto).

Me acerco de nuevo a la mesa, suenan unas campanas, el ruido de picar piedra empieza a parar. Me doy cuenta al querer hacer una foto que llevamos más de media hora moliendo el meteorito. Somos unas cuarenta personas implicadas en la tarea. Una de las chicas altas limpia la mesa, recoge los bolos y ordena unos cuenquitos negros. Alguien la ayuda a llenar esos cuencos con agua que tiene preparada en unas jarras. Y en cada cuenco espolvorea el polvo de meteorito lunar. Nos mira, indicándonos que podemos coger uno y beberlo. No lo dudo, comer algo de un sistema mayor, conectar con la galaxia, por supuesto me lanzo a por mi dosis de meteorito y lo bebo de un trago. Agua con gas y arena. Esta es la sensación, nada místico.

Me quedo más de cinco minutos masticando la arena, como cuando comes un champiñón mal lavado o una almeja que tenía arena dentro.

Pasamos al segundo plato del banquete. La chica alta me pide el cuenco, se lo doy y le pone una cucharada de unos polvos blancos (después me entero que es glutamato monosódico) y una cucharadita de unos polvos negros brillantes (es polvo de estrellas, me dicen). Polvo de estrellas, ¿en serio? Me chupo el dedo y empiezo a comer esos polvos, como si fueran petazetas. Me sobra el glutamato, pero una vez más me emociono pensando que estoy comiendo algo que viene del más allá.

La chica alta nos pide que nos acerquemos, de sus bolsillos saca unos potecitos miniatura con un líquido transparente, agua parece. Nos da un palillo de plástico y nos pide que lo chupemos y lo mojemos con el líquido del potecito. Una vez hecho este procedimiento nos dirigimos al centro de la mesa donde otra chica alta tiene un bol con una pastita blanca dando vueltas, allí vertimos el líquido con nuestro ADN. Me quedo mirando el bol, no entiendo lo que hace, y pienso si ahora nos comeremos todos el ADN de todos. Dentro del bol se va formando una bola.

Vuelvo al final de la mesa donde está la chica alta que me ha alimentado hasta ahora. En otro bol empieza ahacer una pastita con un polvo blanco y agua. Es lactosa, me dice. Soy intolerante, le digo. Me quedo sin el postre. Una cucharada de lactosa con meteorito espolvoreado. Pienso que Ferran Adriá seguro que le copiaría la idea.

Suena la campana de nuevo. Se hace silencio. La atención se dirige hacia el bol del centro donde la piedra se ha hecho mayor. La chica para de menearlo, se pone sus gafas con luces incorporadas, prepara la bandeja, saca la piedra y la coloca encima, la tapa con una caja de metacrilato y al lado deja una etiqueta. Coje la bandeja y se dirige hacia la sala del principio. Se abren las cortina que separan ambas salas, el humo se disipa, y nos dirigimos hacia la vitrina. La chica deja la piedra encima de la vitrina, la vuelve a tapar con la caja de metacrilato esta vez con la etiqueta dentro. La comunidad litófaga se reúne de nuevo alrededor de la mesilla expositiva, y poco a poco se va disolviendo en grupos.

la foto 5

 

 

 

 

 

Yo me voy con una amiga y otra chica, amiga de mi amiga, que acabo de conocer. Nos vamos a tomar una caña y seguimos hablando de lo que hemos hecho, de lo que somos de lo que hacemos. La amiga de mi amiga nos cuenta que hace tiempo leyó que en la Tierra no se encuentran todos los elementos de lo que estamos hechos los humanos, lo cuál vendría a decir que en el fondo ya somos un poco extraterrestres o galácticos.

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3 Respuestas a Comer meteorito (la comunidad litófaga)

  1. Aimar dijo:

    Un par de precisiones que me llegan de parte del artista:
    – no comimos meteorito lunar (que se ve que es carísimo) sino meteorito rocoso cóndrito.
    – los gastrolitos son las piedras fosilizadas de los dinosaurios, las humanas son piedras corporales.

  2. blanca pujals dijo:

    Cuentan las leyendas y la ciencia, que solo se ha comido meteorito dos veces más en la historia. La primera vez fue en Rusia, en 1886. El meteorito Novo-Urei cayó el 4 de septiembre en Mordovia, en un pueblo con el mismo nombre. Uno de los 3 fragmentos que cayeron fue devorado inmediatamente por los Novo-ureianos que lo habían encontrado.
    La segunda vez fue el 14 de agosto 1992, cuando una lluvia de piedras cayó sobre la ciudad de Mbale, en Uganda. Los vecinos molieron los meteoritos en un polvo fino, lo mezclaron con líquido para formar una pasta y bebieron del brebaje o aplicaron la pasta sobre su piel creyendo que era una cura enviada desde el cielo.
    …mmmm delicioso…..

  3. Aimar dijo:

    Gracias Blanca!

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