Segunda inspiración. Adentrarse.

Entremos más adentro en la espesura

El último verso de la canción 37 del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz.

No estamos huyendo de nada. Salir afuera no es una forma de escapar y quitarse del medio. Todo lo contrario. Salimos fuera para adentrarnos. Y lo que nos espera es el bosque, es la espesura.

Nuestros cuerpos entre el cielo y la tierra, son cuerpos descendidos, caídos, recién nacidos a una intemperie. En cada cuerpo que baila está ocurriendo un proceso de encarnación: gases, fluidos y tejidos forman un bulto sólido, opaco en continuo desplazamiento. Cuando un foco arroja luz sobre un cuerpo, produce una sombra. Dos focos, dos sombras. Tres focos,… etc. Un mismo cuerpo bailando, se despliega. Las sombras proyectadas revelan la multitud sostenida y contenida en cada cuerpo sólido.

El ser bailante se multiplica. La intimidad única y opaca se despliega haciendo aparecer figuras de sombra, perfiles en los que la oscuridad derrota a la luz. La carne positiva se hace ausencia de luz permitiendo que el cuerpo se multiplique. Una, son dos sombras. Pero la sombra no tiene piel, su límite es gaseoso y móvil. Así, las sombras se superponen.

Sí, EL FULGOR: el rayo oscuro, la aparición o desaparición del cuerpo o del poema en los bordes extremos de la luz
José Ángel Valente en las Notas de un simulador

La identidad única de cuerpo sólido no solo se fragmenta y se repite al convertirse en sombra: además, deja de estar autocontenida. Es decir, puede mezclarse con otros cuerpos proyectados. Así, una, son dos sombras…o tres…o la mezcla de una sombra humana y un árbol…o la superposición de dos cuerpos…o la de una casa y un brazo…o la del perro que nos acompaña y nuestras piernas…

Los cuerpos al sol se convierten en proyección y las proyecciones se mezclan, multiplican, confunden, cortan, desplazan, etc. dando lugar a una espesura en la que el ser aparece como un baile de posibilidades móviles, un espacio denso que espera a ser atravesado, a ser explorado y descubierto. Este es el bosque en el que adentrarse.

Jaime Conde-Salazar