Tercera inspiración antes del baile. Aterrados.

Y la tierra abierta, arañada, rajada de arriba abajo.
La entrañas expuestas al aire. Terrones secos, arañazos hondos que sacan afuera lo que una vez fue húmedo, oscuro y lleno de vida. El sol y el aire han secado todo lo que antes fue puro fluir. Ahora solo queda la exposición, el desparramamiento horizontal.

Esta es la gran herida. El gran gesto que anuncia el inicio de la espera. Esa es la arena, el lugar de nuestro trabajo. Una gran boca con labios paralelos que fugan al infinito. Una llaga repetida y ordenada que se abre al cielo y que llama hacia arriba con un inmenso grito sordo. Las comisuras resecas y sedientas.

La gran herida solo admite la rendición. Requiere nuestros cuerpos. Son suyos. La tierra sedienta espera nuestra carne y su humedad. «estar aterrado es estar completamente lleno de tierra». Somos siervos aterrados ante la llamada. Pero, ¿cómo entrar en la herida?, ¿cómo permanecer en ella mientras nuestros cuerpos se secan? ¿cómo resistir el beso de esos labios resecos dispuestos a chupar hasta la última gota de líquido de nuestros cuerpos y hasta que quedemos reducidos a tierra?

La única manera es obedecer al imperativo de la contracción absoluta. La dirección es la que marca el cielo ahora que se desploma sobre la tierra. Que la piel se vuelva cáscara, que la sangre se haga polvo, que se reduzca nuestro tamaño hasta lo ínfimo. Hay que tragarse la muerte. Algunos intentarán anunciar recompensas futuras, primaveras posibles: autocomplacencia patética en aparente busca de alivio. Después de esto no hay nada, no hay espacio ni siquiera para imaginar. La boca llena de tierra.

(…entonces, cuando todo está entregado, comienza la labor invisible. la mirada desde el cielo lo ve todo, desde lo más grande a lo más minúsculo. nuestros cuerpos aterrados se han hecho muy, muy, muy pequeños. figuras que se desfiguran y alargan hasta que nuestros perfiles se hacen irreconocibles.nuestras pieles se han hecho duras y oscuras. el aire dentro nos ha hecho ligerísimas. y nos han crecido otras patas, terminaciones nerviosas, antenas, pelos duros, ojos desplazados, etc. somos criaturas de la tierra al servicio de la herida. ahora, cuando todo parece estéril, cuando todo parece en reposo profundo…ahora, es el momento de comenzar los trabajos subterráneos e invisibles. toca excavar: salir de sí para adentrarse. sacar para entrar.
abrir trincheras, cavar túneles, construir galerías, romper la piedra, esparcir la arena….trabajos subterráneos. somos los habitantes de lo de abajo, mitad bicho, mitad mineral. nuestra servidumbre es perpetua y nuestra actividad no para jamás).

Jaime Conde-Salazar