Bailar en el bosque. Celebrar la vida

Te adentras en el camino, acompañado por otros, para ver el Bailar en el bosque de otros. El Bailar en el bosque que otros llevan preparando días, o quizá semanas, o quizá meses. Has aceptado la invitación y te ves caminando por caminos de tierra, entre arbustos y encinas. Y allí están los que bailan, ese bailar híbrido que consiste en estar y en hacer; en salir a duras penas de la tierra; en pasearse con las manos llenas de tierra dura y reseca o de residuos tomados de la propia tierra; en cavar en esa tierra; en correr como si el camino estuviera despejado y no existiera ningún riesgo de caída, subir y bajar a saltos que se parecen a un baile, saltos llenos de esfuerzo por no caerse, no caerse, no caerse… danzar entre la tierra firme y el cielo iluminado casi a la vez por el sol y por la luna, en ese transcurso de apenas dos horas que nos lleva a no saber hacia dónde mirar, el gran planeta o el pequeño satélite, conscientes de que ambos, con su luz increíble de aquella noche, marcaban el movimiento de sus cuerpos y de nuestras miradas. Entre sombras. Entre una luz y otra luz.

Antonio Fernández Lera

UN PEQUEÑO RECORRIDO FOTOGRÁFICO