A 20 días del estreno: De la calma a las turbulencias.

MADRE – ¿Cómo lleváis la obra esa que estáis preparando?

HIJO – Bien mama, de momento muy bien. De momento sólo llevamos una semana de ensayos así que sólo faltaría que ya fuéramos mal.

MADRE – Hombre, ¿Por qué vais a ir mal?

HIJO – No sé, de momento vamos bien, pero se trata de mantenernos con energía hasta el final.

Una conversación similar a esta, la tuve con mi señora madre al acabar la primera semana de ensayos. Me sigue pareciendo de lo más adecuada, ahora que ya nos acercamos al final.

Después de todo, para llegar a buen puerto, se trata de no desfallecer para poder continuar remando pese a que las aguas te alejen de la costa en lugar de acompañarte. Vamos, que hay que echarle narices y buscar soluciones cuando aparecen los problemas habituales en una producción.

El día de hoy se ha convertido en un repaso intenso de las tareas que quedan por hacer, con alguna sorpresa agradable debido a las sincronías del universo. Así lo recuerdo.

Día -20:

16:00h. Hacer teatro también significa hacer reuniones. La de hoy ha empezado a la hora indicada y se ha alargado justo hasta este momento. Las 23:20h. En la primera parte, Laura, Arantxa y un servidor nos hemos dedicado a poner el presupuesto del derecho y del revés. Hemos recortado por un lado para añadir en otro. Hemos tratado de hacer malabarismos con las cifras. Pero al final la conclusión ha sido bien sencilla: Nos vamos a tener que aflojar el bolsillo otra vez si queremos hacer las cosas bien.

18:30h. Reunión con Lidia de la Hibrida para tratar el tema peliagudo de la distribución. Nos lanza preguntas para poder entender de qué va el espectáculo. Las contestamos una a una. Y disfrutamos al descubrir que después de todo este tiempo, hemos generado un discurso que se sostiene y que nos sabemos hacer entender. Pactamos la estrategia para hacer llegar el material a las salas y entre otras cosas, nos recomienda que actualicemos nuestra web. (Esa actualización que nunca llega.)

De camino a la Santa Sede Laura y yo pasamos por la Llibreria Calders. Un libro nos llama la atención. Se trata de Los tres usos del cuchillo de David Mamet. La contraportada dice:

Para David Mamet, uno de los teóricos contemporáneos más carismáticos y comprometidos con la creación artística, el teatro con mayúsculas satisface la necesidad humana de ordenar el mundo. Una buena obra dramática lleva al protagonista a invocar frente al público, en el escenario y a través de propio personaje, la fuerza para continuar en la lucha por existir. El autor considera inherente a la naturaleza humana la necesidad de dramatizarlo todo: “Nuestra comprensión de la vida, nuestro propio drama se resume en tres partes: Había una vez… Pasaron los años… Y un día”.

Nos parece tanto que habla de nuestra obra que salimos encantados y con el alma encendida.

20:30h. Laura y yo volvemos a La Santa Sede para continuar la reunión de compañía. Arantxa se ha quedado acabando algunas partes del dossier que todavía nos faltaban y añadiendo las últimas modificaciones de texto al definitivo. Y entonces llegan las antes anunciadas turbulencias. Que si ya has llamado al chico del estudio de grabación para confirmar el dia, que como vamos a actualizar la web para que esté todo allí, que si cuando tendremos lo que falta de la escenografía. Después de algunas llamadas y otros tantos mensajes de Whatsapp, sin querer hemos hecho un repaso  profundo de todos los detalles que nos faltan. Entre todos llegamos a la conclusión que la hora de tomar las últimas decisiones ha llegado. Por cuadragésima vez nos marcamos los objetivos individuales, el dead line de cada uno de ellos y devoramos la ensalada y la pizza que habíamos preparado.

Seguimos remando…

Adrià Olay, director de Historia de mi huida.