UNA CASA A L’EST – Me lo han contado

22 de diciembre de 1989. Mi familia está congregada alrededor de la tele con el alma en un puño. Con voz trémula, anuncian por el único canal estatal: “el dictador ha huido”. Ante tales palabras, increíbles, inimaginables (¿han dicho “dictador”?), una amiga de mis abuelos cae de rodillas y se santigua. Y yo, a punto de cumplir dos añitos, me arrodillo a su lado imitándola muy seria. Así “viví” yo la caída del comunismo.

Obviamente no me acuerdo, pero es de esas historias que se cuentan miles de veces en casa. Igual que siempre cuentan cómo fue la Revolución: los abucheos al dictador en la plaza, su huida, el fusilamiento de él y su mujer. Historias llenas de épica amenizando las comidas familiares. 

Atención al minuto 1:22, y a su cara de “qué está pasando”. Al fondo se escucha “camaradas, atrás, tranquilos”, él empieza a gritar “sentaros tranquilos” (broma recurrente en mi familia). En vez de sentarse se pusieron a escalar el edificio.

Cada vez que veo el vídeo de la Revolución me emociono. Siento esa historia un poco más mía que la de aquí, a pesar de que llevo en España desde que tengo uso de razón. Pero casi todo lo que sé sobre ella me ha llegado a través de mi familia. Cuando empezamos este proyecto me agobiaba la sensación de no saber suficiente, me agobiaba la responsabilidad de escribir sobre una historia que me han contado y cuyas consecuencias no vivo. Pero al fin y al cabo, todo lo que no hemos vivimos nos lo han contado. Y quizás escribir sea una manera de hacerlo más nuestro.

Hace poco vi por primera vez el vídeo del “juicio” a los dictadores y su ejecución.

https://youtu.be/9P-JrjCRkhI?t=194

Esto no me lo contaron así. No me contaron que eran dos viejitos asustados. No me contaron que él la cogía de la mano todo el rato para tranquilizarla (en este vídeo no se ve, pero en otros sí), que quisieron morir juntos y con las manos libres. Ella grita “he sido como una madre para vosotros”, y parece realmente pensarlo. La empatía que siento por ellos mis padres no la pueden sentir.

A veces pienso que me cuesta entender y comprometerme con la actualidad porque me quedan demasiadas cosas por entender del pasado. A Monica, personaje de Una casa a l’Est, le pasa lo mismo. Seguimos descubriendo juntas en la sala de ensayo.