UNA CASA A L’EST – Exposición en la cocina

Estoy ojeando un álbum de fotos en casa de mis padres, horrorizándome ante los chandals ochenteros con los que nos vestían a mi hermano y a mí de pequeños. Entre múltiples Lauras de 4 o 5 años, hermanos aún más pequeños, padres guapísimos y las soleadas calles de Valencia, me encuentro la siguiente foto. Sí, colocada entre el resto de fotos, dentro del álbum familiar.

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Me imagino la situación: Valencia, 1995. Mis padres, que hace tan solo un año que llegaron de Rumanía,  llegan a casa de hacer la compra. En vez de guardar cada cosa en su sitio, lo colocan todo cuidadosamente sobre la mesa de la cocina, en una instalación organizada por niveles, para que se vea bien cada producto expuesto. Y le sacan una foto. Todo lo que pasa en nuestras casas es “lo normal”, al menos hasta que creces y te vas, y un día te paras a pensar.

Ahora entiendo que para dos personas que han vivido una dictadura comunista y épocas de enorme escasez, que han tenido que hacer colas de muchas horas para conseguir, con suerte, 4 huevos, montar una exposición con la compra del súper no es tan raro.

En el Col·lectiu La Santa ya estamos inmersos en nuestro nuevo proyecto, se llama Una casa a l’Est. Para mí es un viaje de descubrimiento de mis orígenes, y para los demás espero que sea un viaje a Europa del Este, a un país ex-comunista del que se pueden contar muchísimas cosas que aquí apenas se cuentan.

Estrenamos el 6 de enero, en el Teatro Tantarantana, dentro del Cicló. Hasta entonces, seguimos hurgando en el interior de los secretos de esta casa que podría ser la míaAlgunos de ellos los iremos desvelando en este blog que re-inauguramos.