Master 4×08

Esta tarde, a las siete, Master tiene un encuentro con su célula de la NHA. Hace cuatro años los disidentes barceloneses de la organización madre comenzaron a organizarse para buscar la complicidad de otros grupúsculos disidentes de la Península ibérica y resto de Europa con el objetivo de expresar su malestar a la dirección internacional por el rumbo que estaba tomando la organización y proponer nuevos modos de funcionamiento. Excepto Grecia, el resto de afiliados europeos se mantuvo fiel a la línea ortodoxa de la dirección. La dirección intentó aislar a los disidentes y les exigió que abandonaran cualquier movimiento crítico porque, según ellos, estaban minando la moral de las ya de por sí agotadas bases. Cuando los disidentes barceloneses tomaron consciencia de que habían encendido la mecha y comenzaron a recibir muestras de apoyo y de solidaridad de sus hermanos madrileños, gallegos, vascos, andaluces, valencianos, leoneses, canarios, griegos e incluso portugueses, se dieron cuenta de que no estaban solos y de que habían dado en el clavo y decidieron mantenerse firmes en sus reivindicaciones y plantear una renovación radical dentro de la organización. Se sucedieron los complots y las conspiraciones pero resistir la embestida unió profundamente al sector crítico. La cosa se puso fea cuando los disidentes publicaron pruebas documentales que demostraban cierta corrupción de la cúpula de la organización. Las amenazas no se hicieron esperar. Los disidentes fueron obligados a elegir: acatar la disciplina o abandonar la organización. A partir de ahí el cisma fue inevitable. Lo que no calcularon bien los viejos dirigentes fue la magnitud de la tragedia. Los disidentes abandonaron la vieja disciplina pero la inmensa mayoría del sector crítico se reunió en una nueva alianza ibérica, a la que se sumaron también algunos grupúsculos griegos. Los miembros de la nueva alianza no eran muchos pero digamos que por algunos de ellos corría la fuerza con gran intensidad. En el nuevo modelo de organización ya no había cúpulas ni jerarquías, solo células formadas por personas que se reconocían como iguales. Lucía era una de ellas. Master conocía a Lucía desde un par de años antes de que se produjese el cisma. Lucía era muy joven, en los encuentros no abría apenas la boca, tenía un flequillo que prácticamente le tapaba los ojos, grises, pero los hermanos con más experiencia no podían evitar arquear un poco las cejas cuando se la nombraba. Un día Lucía les envió un mp3. En él hablaba de una experiencia que acababa de tener en un viaje entre Barcelona y Madrid. Comenzaba así: Mientras miraba por la ventanilla del tren me sentí empujada a una euforia total. Sentía como si estuviese escalando una escalera infinita. Cerré los ojos para intentar dominarme pero daba igual. Barcelona-Madrid se convirtió en la Tierra-Eta Carinae. Ese mp3 corrió como la pólvora entre todas las células de la recién creada NHA. Y ya nada volvió a ser igual.

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