espacio


«Reminiscencias de un viaje a Lituania». Jonas Mekas

 

Escribo ahora, desde una habitación en mi casa destinada al trabajo y los ordenadores.

Por la ventana a mi derecha entra la luz tamizada por un cortina a medio correr. Este espacio siempre ha estado a medio hacer, hay algún póster, alguna foto, un calendario de pared, muchos archivadores, una impresora… en fin, lo propio de estos sitios.

Quiero escribir sobre el lugar espacial y claro tengo que empezar por donde estoy ahora.

El otro día escuchando una conferencia de Santiago Alba Rico dijo algo así como que el advenimiento (o dígase cambio) si puede suceder es en el espacio físico, también dijo que más allá de que los términos izquierda y derecha política estén obsoletos, sigue interesado en ellos en cuanto a que indican una relación espacial . No es lo mismo ser diestro, con las connotaciones que eso tiene de hábil o ducho, que ser zurdo o siniestro con sus significaciones también.

De la misma forma que no es lo mismo sentarse a la derecha del padre, rey o mandatario que situarse a la izquierda.

Me pareció muy interesante porque llevo tiempo preocupada por cuestiones de este tipo, ya sea a nivel político como artístico.

La virtualidad a través de la cual nos comunicamos es un espacio sin coordenadas cardinales, es un lugar igual en todas partes. Este texto escrito con las teclas de mi ordenador será leído independientemente aquí en Pontós, como en África y la persona que lo lea podrá acceder de una manera nítida y sin aparentes intermediarios a mi pensamiento. Ese pensamiento le puede ser útil o no pero está ahí para ser usado siempre. Siempre estará ahí.

Un espacio sin límites remite a un espacio mental. La gran democratización de la información y el lenguaje ha sido el paradigma del siglo XXI.

Ya Pasolini indicó el peligro de la uniformización y la consiguiente extinción de la singularidad del pueblo con sus gentes y modos de expresión, ya sean lenguas y dialectos, como cantos y bailes.

Ese es un tema que me sigue preocupando y por el que ya tengo amigos que me consideran una retrógrada pero no es lo que me ocupa aquí y ahora.

Lo que me ocupa es la frase de Santi Alba Rico “El cambio si puede suceder será en el espacio (físico)”, finalmente no podremos nunca superar el conflicto espacial si no ¿porqué se están construyendo fronteras que detienen la llegada de gente de los países llamados en conflicto o subdesarrollados? o ¿porqué para que el 15 M ocurriera hubo que llenar las plazas, no cualquier plaza, sino las plazas centrales de la ciudades y capitales?

¿Porqué cuando hablamos de “el auge de Ciutadans” en las elecciones parlamentarias volvemos a hablar de la fallida integración de los antiguos inmigrantes que vinieron de un lugar (concreto) y se situaron en otro (cinturón rojo)?

Al final volvemos a hablar del espacio porque el conflicto está ligado al lugar, al paisaje como lugar en potencia para el conflicto y por lo tanto para el cambio.

Israel, es el más penoso ejemplo de ello.

Otro lugar:

Estos días sigo las sesiones del parlamento catalán por internet, cómo en una obra de Teatro televisado. Aquel lugar, los del sí a la izquierda y los del no dispuestos a la derecha según mi perspectiva. La dialéctica aparentemente dura pero la complicidad que se intuye en los pasillos. Es lo que tiene la moqueta que todo lo suaviza.

Y en los teatros los últimos años mucho espacio blanco , en el centro unas personas vestidas de forma casual, pareciera que son gente normal como nosotros pero la imponencia de la blanquedad espacial nos remite de nuevo a un espacio virtual, mental.

Volveríamos al concepto de espacio neutro que igual se ve o se vive en Barcelona, que en Madrid o Beirut. Es un sitio salvo. Porque el lugar, desordenado, con sus cosas por todas partes, su polvo y sus humedades es engorroso, da demasiada información al espectador. Y el espectador necesita abstraerse necesita estar a salvo, y se siente a salvo cuando lo que ve es la representación matérica del espacio virtual en escena. Y sabemos que como en el mundo virtual la luz no entra de un lado y por lo tanto no genera sombra, qué mejor que un espacio blanco con una luz difusa?

Es un existencialismo suave porque no duele .

Decía un amigo que cuando pintas con pincel tu propio gesto genera una sombra, como decía Isidoro Valcarcer Medina: “de la pintura lo que mas me interesa es el gesto del que pinta”, pero cabe no olvidar que todo gesto se produce en un espacio, es más el lenguaje no nos permite explicar con precisión y en una palabra que cualquier gesto va unido a su espacio-tiempo, por eso ahora mismo al querer nombrarlo ya lo estoy separando.

Hay cierta ética ecológica el pensar en los lugares, allí donde actuamos, paseamos y vivimos.

Una de las características de las nuevas generaciones es el nomadismo. Un nomadismo a veces obligado por la situación económica pero me atrevería a decir que sobre todo un nomadismo voluntario. Trabajar entre Berlín, Ámsterdam o Bogotá conlleva básicamente a que el ordenador se convierta en la CASA, un espacio personal, virtual no atávico a las leyes del peso o el polvo. Un lugar a salvo del caos.

lugar a salvo del caos no es un lugar

 

 

 

 

Esta entrada fue publicada en General. Guarda el enlace permanente.