
El 24 de julio Zrinka Uzbinec presentó la pieza DOLLS AND GOATS en la sala de cámara del Teatro Leal dentro de la programación de Danza en Breve 2025: COREOMANÍAS. La artista y filósofa Sara Reyes escribió sobre ella:
“¿Cómo sostener un estado y hasta cuándo?, ¿no es acaso violento sostener?, ¿es más violento soltarlo? Un cuerpo que resuelve la tensión de maneras potenciales y generativas. Resultados que no se reducen al principio ni a una suma de sus partes. Cada elemento suma al conjunto una medida que no podemos calcular. Pienso: libre albitrio, pero la danza parece conocer el orden.”
Relatorías Danza en Breve 2025: COREOMANÍAS
ZRINKA´S PERFORMANCE THROUGH MY LENSES.
Sara Reyes.
Sobre “DOLLS AND GOATS” de Zrinka Uzbinec.
Los elementos que nos reúnen aquí generan y sostienen una tensión continua, una
negociación de fuerzas. Entendamos aquí tensión como el juego de los mismos, de los
objetos que se disponen en lo coreográfico y lo performativo. Desde la mirada de Zrinka
hasta la nuestra, que aparece y parece fijarse, anclarse en un punto del espacio hasta el
vaivén del columpio que oscila sobre una luz desde abajo. Aunque no lo supiéramos,
soñábamos con tener un columpio en medio de la habitación.
Tensión constante que no se desenvuelve, sino que se enreda en sí misma
manteniéndose en una aparente estabilidad, en esa justa medida intermedia, aunque no
conozcamos respecto a qué. Tensegridad. Todos los elementos componen una misma
tensión. Ropa, tejidos, suelo, sonido, atención, ojos, manos, nosotras mismas reunidas.
Ligera, afilada, suave, punzante.
Para que se sostenga, genera un cambio de dinámicas constantes porque todo pasa al
mismo tiempo y soy yo la que tengo que saltar también de un elemento a otro. Dónde me
quedo, nada por mucho tiempo, enseguida a otra cosa, a otra forma de mirar. Abajo,
fuera del linóleo, aquí, hipercerca, subterránea. Cuántas posibilidades hay en un número
exacto de elementos. 70. Cuántas puertas abren un par de acciones o palabras sobre el
suelo. Conjuntas. Al únisono. Ahora diametralmente opuestas. La partitura rebosa sobre
el suelo, afilada, congelada en el vidrio, que, a la par que duro, es atravesable por la
mirada que busca pistas. Reposa amablemente sobre las letras en vidrio sobre blanco
liso, que devuelven un guiño pícaro a los ojos: bowing, staff torso, drunken dance. Busco
las palabras, pero no resuelven nada que no esté ya aquí. Una amable tensión que me
sostiene. Un serio campo de juego. Solo se puede jugar estando dentro. Serious
playground.
¿Qué decisiones toma para moverla? Salir y entrar para poder ocuparse de otras cosas.
Una práctica abierta, concreta. Lo superficial es aquí lo relevante. El corte, una decisión
coreográfica para no sucumbir al juego de pares opuestos. Voy a profundizar un poco un
momento. Hacer una pequeña pausa. Decía Zrinka- y aquí hago un esfuerzo de
parafraseo- que la decisión coreográfica de no quedarse por mucho tiempo en una tarea
coreográfica específica, radica en no entregarse a una temporalidad más amplia que
conlleva inevitablemente otra manera de trabajar el largo espectro de lo cute y lo violento,
quizás más densa. El tiempo da la posibilidad de profundizar y sucumbir a una de sus
pautas, absolutizar de algún modo el juego. Y no va de eso. Y pienso, lo cute requiere un
behavour, aunque aparentemente ingenuo implica una actitud que se desenvuelve, que
esconde una cantidad de acepciones lingüísticas súper extensa. En español podríamos
encontrar una cantidad de significaciones que van desde mono, adorable, lindo,
interesante hasta insolente, todo ello habitualmente atribuido a animales o cosas tiernas y
blandas, a niño/as, pero que como menciona Zrinka, esconden una cara o una relación
también de sutil violencia, de condescendencia, de poder, tanto en lo simbólico, en la relación vincular o modo de relación que se genera con ese otro, como en la acción física de apretujar un cachete o un tirón de coleta. Cute agression.
Volviendo a la dinámica, ¿es este juego de cortes o rupturas coreográficas una manera
de poner en relieve esos pares (en el espectro de lo más literal a lo ambiguo) sin sucumbir
a ellos? ¿Está aquí un nuevo modo de relación que emerge? Ambas negocian
constantemente. Sostienen lo que ocurre. Es esa negociación la que me produce la
ilusión estética, lo que los griegos llamaron ápate. Posiblemente traducible como un
“engaño consentido” es quizás uno de los objetivos estéticos de cualquier obra viva: que
se haga efectiva, que consiga reflejar y provocar intercambio y reciprocidad en su
repertorio, o lo que el filósofo Nicolai Hartmann llamaba: la relación de aparición.
¿Cómo sostener un estado y hasta cuándo?, ¿no es acaso violento sostener?, ¿es más
violento soltarlo? Un cuerpo que resuelve la tensión de maneras potenciales y
generativas. Resultados que no se reducen al principio ni a una suma de sus partes.
Cada elemento suma al conjunto una medida que no podemos calcular. Pienso: libre
albitrio, pero la danza parece conocer el orden.
Oscilación. ¿Hasta cuándo puede sostener?, ¿cuántos acertijos hacen falta para llegar
llegar a dónde? Relación de metaestabilidad entre esos dos modos. Metaestability.
Blanco total que violenta mis pupilas.
Aplasta la cara suave contra el linóleo blanco y pierdo su gesto, por su cuerpo no puedo
leer qué me dice el resto que se me oculta. Mensajes superpuestos como un cassette
que ha sido grabado con diferentes canciones y tiempos. Entrega. Mi atención toda
puesta aquí. Acciones físicas que producen imágenes. Me dejo llevar por ellas.
Como el orden aquí es tan sospechoso como nosotras que somos testigo, tensión final y
reverencia.
PDF Sara Reyes – ZRINKA
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