— MuroTRON

El ardor

Alberto Cortés

28 y 29 de mayo en La Mutant

El  Ardor  parece  un  discurso donde  una  sombra habla  sobre  la  necesidad  de  convertir en  inmortales a las comunidades outsiders, adolescentes, viejas, queers y cuerpos al margen,  hacer  de  ellos  bandas  callejeras  que  vivan  el  deseo  como  un  estado  romántico  inmortal,  contra  el  consumo  rápido,  como  herramienta  de  destrucción  de  la  sociedad  afectivocapitalista.  Sueño  con  un ardor  que es el  deseo  puesto en  crisis,  no  limitado a  la pornografía sino a la posibilidad de engendrar un estado casi santo, de entusiasmo eterno.  Sueño con ocupar las calles con pasión. Hay algo de incendiario en el discurso de la pieza y mucho  de  poética influenciado  por las  teorías  postanarquistas  de Hakim Bey, la  narrativa salvaje y queer de William Burroughs o Arthur Rimbaud y la idea de la inmortalidad de los cosmistas  rusos  (exigimos  al  biopoder  que  haga  inmortales  a  los  desheredados,  ya  son vampiros). Desde el escenario se mira de lejos el concepto de revolución, de un modo que  refleja la óptica contemporánea desde la que miramos el cambio en la sociedad actual: como  un romanticismo cinematográfico imposible (estamos encarnando Lo Romántico). Al final del  todo lo que parecía un discurso era un poema dedicado a la calle y a mis padres. Y lo que  parecía un monstruo era un marica.

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