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Espectáculo

Heredarás el cosmos de Anómico Teatro | Del 19 al 21 de mayo en el Teatro Ensalle de Vigo

Un día me planté en mitad de la calle y dije: ¿podríamos parar, por favor?
Lo dije en voz alta, como si al alzar la voz pudiera compartir mis palabras
con el grupo.
¿Pero qué grupo?
No había grupo, solo personas luchando por abrirse camino.
Cuando las ovejas pasan mucho tiempo dentro de un redil, comienzan a dar vueltas,
es como si perdieran la cabeza, dan vueltas todas a la vez, de manera ordenada, y en sentido
inverso a las agujas de un reloj, como tratando de regresar al lugar donde se perdieron.
Lo recuerdo como si fuera ahora mismo, y se me pone la carne de gallina.
Me planté en mitad de la calle y dije: ¿podríamos parar, por favor?
Y entonces el mundo a comenzó a dar vueltas, y vueltas,
sentí un vértigo espantoso,
aunque en aquel momento no lo sabía. Era mi primer vértigo en la vida
y lo que yo veía no era el mareo sino las casas moviéndose
las nubes girando alrededor de un punto.
El vértigo me venía por desear que parara el mundo
pero yo entonces no lo sabía. Era mi primer vértigo en la vida.

No sé exactamente cuándo comenzó realmente la explosión del capitalismo contemporáneo, ese que en poco tiempo ha logrado esquilmar prácticamente todo el planeta, sé que no hace tanto, y que todo lo que sucede a nivel global es fruto o consecuencia de la única ley que reina en el mundo y que no es otra que el crecimiento exponencial de la riqueza en manos de las élites. Miro las fotos de mi infancia y creo entenderlo.
En esa foto, al fondo, las eras estaban llenas de medas, esas montañas de centeno y trigo que todavía entonces eran el centro de un mundo rural que segaba a hoz y majaba a golpes. Justo en la mitad de la foto, a la derecha, unas mujeres lavando en el arroyo, un arroyo que ya no existe y que de existir tampoco llevaría agua. Y en mi mano derecha un bidón de combustible. Por entonces, ya había un camión en la comarca, un “pegaso” o un “barreiros”, no lo recuerdo bien, pero no había gasolineras, por lo que el combustible se almacenaba en bidones. Era el despertar de un mundo nuevo, un mundo de grandes oportunidades pero también de residuos y de agotamiento. El fotógrafo, un tío mío que había comprado una máquina de fotos con sus primeros ahorros, seguramente me dijo que pusiera la mano en el bidón porque ya a los niños entonces se nos nombraba futuros herederos de todo lo que estaba por hacer. Y yo obedecí, aunque llorando por dentro, porque ya desde niño me sentía desubicado, como si todo lo que sucedía y estaba a punto de suceder no fuera conmigo.

Ficha artística
Texto y creación escénica: Julio Fernández Peláez
Música: Roberto García de Mesa
Canción: Sandra Moya
Colaboración documental: Myriam López Domínguez
Voces en off: Carlos Sarrió y Ángel Encinas
Con la colaboración de Diario El Salto, TV France 24 y Canal ARTE
Dirección técnica: Jaume Blai

Más información: Teatro Ensalle

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Cristo está en Tinder de Rodrigo García | Del 25 de mayo al 11 de junio en el Teatro de la Abadía de Madrid

La naturaleza es una cagada ¿Cómo vas a comparar los montes, los lagos, las playas, con una capital a tope de garitos de toda clase? La naturaleza es un funeral, la metrópoli está viva.

¿A quién te vas a encontrar, a quién te vas a ligar y a follar una noche loca en medio de un robledal?

En las ciudades se puede perder todo el dinero en vicio, en un monte ¿Quién te va a robar, quién te va a dar un susto de muerte si ya no quedan ni osos?

19/02/2030

¡Ah! ¡Cuánto le debemos a los narcotraficantes! Gracias a ellos soportamos las desdichas y los infortunios de este mundo cruel. Y los persiguen y encarcelan en vez de hacerles monumentos en las plazas. Le hacen una estatua a Colón y no se la hacen a un capo de la droga, con todo lo que ha hecho por nosotros, nos ha sacado tantas veces del atolladero, nos ha librado tantas veces de nuestra angustia, nos ha subido momentáneamente al cielo. Cada camello debería tener… No sé… Al menos su nombre en una calle.

23/02/2030

Sí que soy un robot. Marque dónde aparecen semáforos. Sí que es un robot. Usted es un robot. ¿Cuáles de estas fotos tienen cables de alta tensión? No soy un robot. Captcha. Marque las fotos donde aparecen barcos. No soy un robot. Sí que es un robot. Usted es un robot. Seleccione todos los cuadrados de prohibido fumar. Quiero ser un robot. Captcha. ¡Recórcholis! Quiero ser un robot. Seleccione todos los cuadrados donde aparecen chochos. No soy un robot. Sí que no soy un robot. Captcha. ¡Córcholis! Sí que es un robot. Usted es un robot. Seleccione todos los cuadrados que contengan montañas o colinas. ¡Recórcholis! Lo confieso: soy un robot. Sí que es un robot. Usted no es un robot. Seleccione todas las imágenes que contengan: cocaína. Kaptcha. Soy un ser humano que ruega encarecidamente a Dios ser un robot. No soy un robot. Sí que es un robot. Soy medio robot. En cuáles de estas imágenes aparecen: gacelas. Sí soy robot, pero soy bueno, joder. Seleccione las fotos donde aparecen: escupitajos. Soy buen robot. No soy un robot.

Más información y entradas: Teatro de la Abadía

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Desert de Atresbandes | Del 24 de mayo al 4 de junio en el Teatre Lliure de Gràcia

La compañía residente de esta temporada es la formación Atresbandes (La guerra dels mons), nacida del encuentro artístico y personal de Mònica Almirall, Miquel Segovia y Albert Pérez Hidalgo. Su proyecto tratará del inconsciente.

Imagina un desierto. Con esta frase empieza un popular ejercicio de psicología destinado a conocer la personalidad del otro. Siguiendo las indicaciones, la persona que lo realiza acaba imaginando un paisaje con diferentes elementos que más tarde serán interpretados. El ejercicio tiene la apariencia de un juego inocente y al mismo tiempo esconde la ambición de husmear en su inconsciente.

La palabra desierto esconde detrás un gran imaginario. Es una palabra fundamental de muchos textos religiosos y filosóficos. Para Hannah Arendt, es una metáfora para entender el lugar del ser humano al mundo (‘el mundo es siempre un desierto’). En la Biblia, representa el lugar donde se pone a prueba la fe en Dios, y el islam es una religión nacida de las travesías del desierto en busca de la presencia divina. Es, en definitiva, una palabra muy cargada de significados: es casi un símbolo. Pero un símbolo que contiene una gran paradoja: nos alejamos de él porque representa un espacio vacío de vida y, a su vez, buscamos su vacío para conseguir distinguir las señales que la vida no nos deja ver.

Esta mezcla de psicología, filosofía y misticismo es el punto de partida de este nuevo proyecto.

En el entorno de formación del Institut del Teatre de Barcelona, los miembros de la compañía decidieron empezar un proyecto común. Desde 2011, el grupo se caracteriza por llevar a cabo un teatro laboratorio en el que es fundamental el proceso de creación. Poniendo en cuestión todo lo que les rodea, son autores de La guerra dels mons (2021), It don’t worry me (2020, con Bertrand Lesca y Nasi Voutsas), Ultima Thule (2019, con Hotel – Col·lectiu Escènic), Coda (2019), All in (2017), Locus Amoenus (2014) y Solfatara (2012).

Más información y entradas: Teatre Lliure

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Gala de Jérôme Bel | 20 y 21 de mayo en el Centro de Arte Condeduque de Madrid

Hay en Jérôme Bel (París, 1965) una preocupación que ha estado presente a lo largo de toda su carrera como coreógrafo, que abarca poco más de lo que va de siglo. La democratización del escenario ha sido y sigue siendo una práctica constante, que le ha alejado de las grandes estrellas pero también, poco a poco, del bailarín profesional común. Si la danza es inherente al hombre desde los tiempos ancestrales, si bailar y ver bailar supone un placer (aún inexplicable) propio de los humanos, entonces el derecho a danzar sobre un escenario lo tenemos todos. No existe en su universo el cuerpo viable, la perfección técnica ni la pirueta de infarto. La suya, desde hace mucho tiempo, es una danza hecha por gente que baila. Gala, exitosa pieza que viene presentando desde 2015, lejos de ser excepción, es ejemplar de esta filosofía.

En cada lugar donde se presenta se escoge un variopinto y heterogéneo grupo de ciudadanos sin experiencia escénica previa que, tras un entrenamiento que no requiere técnica ni estudios previos, va a reclamar su derecho como ser humano de bailar para ser visto. Mujeres y hombres, negros y blancos, obesos y delgados, discapacitados y capacitados, torpes y listos, pobres y ricos, bellos y feos, jóvenes, niños, mayores… gente, simplemente gente. Esos son los protagonistas de esta propuesta que se representa, irónicamente, como si fuera una gala, la más glamurosa forma y fórmula de la representación escénica.

Al inicio de Gala, Bel nos presenta una serie larga de diapositivas que nos muestran escenarios vacíos. Desde abigarrados escenarios de grandes casas de ópera a sencillos tablaos de teatros de barrio. La insistencia en presentarlos vacíos nos empuja de forma automática a lo que quiere, que es que nos hagamos la gran pregunta. ¿Quién puede habitarlos? ¿Quién tiene permiso para acceder y quién no? ¿Qué significa la representación escénica? ¿Qué es lo distintivo que tiene un artista: la técnica, la belleza, el peso, el color?…

Toda esta investigación tuvo su punto de arranque en 2001 cuando estrenó The Show Must Go On, que sorprendió y deleitó a las audiencias con su espontaneidad y al mismo tiempo, calculada sencillez. Bel ponía en valor el potencial de lo popular y, como Isadora, parecía querer volver a los orígenes, a ese momento en que la danza era espontánea, salía del cuerpo y no se había sofisticado, cuando no existía la técnica ni el rigor escénico. Quería regresarnos a ese momento en el que solo había disfrute. Del que baila, por supuesto, pero también del que se queda quieto a ver bailar. Desde entonces y hasta ahora, explorando diversos caminos y probando diversas maneras, la obra de Jérôme Bel ha permanecido preocupada siempre por una idea fija: la democratización del escenario.

Más información y entradas: Condeduque

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Cosa, The Watching Machine y ¡Ay! ¡Ya! de Macarena Recuerda Shepherd | 18, 19 y 20 de mayo en La Mutant de València

Trilogia completa composta per les peces: !AY! YA!, “The Watching Machine” i “COSA. Intervindre un cos”.

“Cosa” és la peça que tanca la meua trilogia sobre l’Il·lusionisme, investigació que m’ha portat a pensar com la il·lusió connecta amb l’essència teatral, exposant sobre l’escena la convenció i la màgia, la realitat i el seu doble, l’acció i la ficció. Aquesta investigació que va començar en el 2017 ha portat amb si les peces! AY! YA! (2018) investigació sobre les imatges perceptives pensades des del cos i “The Watching Machine” (2020) investigació sobre les imatges perceptives pensades des de la llum, ombra i reflex. En aquesta ocasió, en “COSA. Intervenir un cos”, investiguem les imatges perceptives des de l’escenogràfic. Per a això hem pensat el cos com un material més, cosificant fins a convertir-ho en atrezzo.”Cosa” és una peça de dansa composta per un cos de ball objectual. La coreografia de les coses.

Más información y entradas: La Mutant

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Save the last dance for me de Alessandro Sciarroni | 17 de mayo en el Espai la Granja de València dentro del Festival 10 Sentidos

Alessandro Sciarroni es un artista italiano activo en el campo de las artes escénicas con varios años de experiencia en artes visuales e investigación teatral. Sus obras se presentan en todo el mundo e involucran a profesionales de diferentes disciplinas. En 2019 fue galardonado con el León de Oro a la Trayectoria en danza por la Bienal de Venecia.

En Save the last dance for me, trabaja con los bailarines Gianmaria Borzillo y Giovanfrancesco Giannini sobre los pasos de Polka Chinata, una danza de cortejo boloñesa interpretada originalmente solo por hombres y que data de principios del siglo XX. Sciarroni descubrió esta danza en diciembre de 2018, cuando en Italia solo la practicaban cinco personas. Por ello, el proyecto consiste en una actuación y una serie de talleres para difundir y revivir esta tradición popular en peligro de extinción.

Más información y entradas: Festival 10 Sentidos

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All’inizio della città di Roma de Claudia Castellucci | 13 y 14 de mayo en el Centre del Carme Cultura Contemporània de València dentro del Festival 10 Sentidos

La gran cantidad de seres humanos, percibida en los inicios de una sociedad de masas como la antigua Roma, se siente por primera vez como una amenaza. Este título hace referencia al inicio de una de las civilizaciones europeas más extensas, en los albores de la vida social organizada, y con la necesidad de regular las relaciones entre los seres humanos y las cosas, que se multiplicaban sin medida. Así nació el Derecho como respuesta al inmenso número de casos que habían de ser examinados, y esta coreografía imita los hechos, consecuencias, juicios y pactos que dan lugar a ciertos movimientos de la acción humana. Las normas del Derecho Romano captan el lado jurídico de los afectos humanos. La experiencia primitiva que subyace a estas abstracciones jurídicas capta también la profundidad psíquica del individuo: el instinto de conservación, el sentimiento de propiedad, el concepto de justicia, el fundamento de la solidaridad, la percepción de lo justo y la trascendencia de un ordenamiento jurídico imparcial.

Más información y entradas: Festival 10 Sentidos

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After All Springville de Miet Warlop | 13 y 14 de mayo en los Teatros del Canal de Madrid

En el escenario hay una casa, de la que salen hilos coloridos de humo; poco después, aparece un hombre de verde con una bolsa de basura en la mano, dispuesto a dejarla fuera. La casa es un trampolín para la imaginación.

¿Estamos listos para el salto a lo desconocido? ¿Vamos a asistir a un espectáculo surrealista o vamos a poder ver (finalmente) la realidad subyacente tal como verdaderamente es, en su totalidad, frágil y ciegamente dolorosa? La casa es como un cuerpo. Se traga a los visitantes a través de sus aberturas y los vuelve a escupir fuera.

Extrañas criaturas, medio humanas, medio objetos, dan vueltas alrededor de la casa. Desde un punto de vista humano, no están plenamente desarrolladas. A algunas les faltan los brazos. Apenas ven nada. En su torpeza, se entregan de forma total. Aquí y ahora. Olisquean, atraen, ruegan afecto. Estos personajes solo pueden ser lo que son o quienes son. Nada le gustaría más a la mesa que ser tan atractiva como para ser suntuosamente adornada y preparada. La caja de fusibles está a punto de explotar. Por un momento se forma un grupo delante del ojo de la cámara con ruedas. ¡Sonreíd! El público es el único que tiene una visión general. Observa a medida que se van sucediendo los dramas individuales, de una forma tan inevitable como el estallido de los fuegos artificiales o un tiroteo. Hasta que la casa y el paisaje vuelven a dominar el escenario. Todo sigue su curso.

Más información y entradas: Teatros del Canal

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Memo de Ensalle | 13 y 14 de mayo en el Teatro Ensalle de Vigo

Somos memoria: sensorial, emocional, semántica y, también, selectiva. Percibimos, sentimos, procesamos, repetimos, reproducimos, comunicamos… pero también manipulamos y olvidamos.
Somos el último paso conocido del mamífero, su techo. No sólo nos criamos con leche, mamamos memoria. Y memoria damos de mamar.
Somos animales racionales (los únicos) no bestias (todos los demás), mujeres y hombres que no hembras y machos, niñas y niños no cachorros. Somos ciudadanas y ciudadanos, Naturaleza es algo que está más allá de nuestra urbe que no es más que un orbe amurallado. Un contenedor de recuerdos y efemérides con sus bibliotecas y sus museos, su arquitectura y sus estatuas.
Somos trascendencia. Queremos pertenecer a la memoria que construimos, integrarnos en el paisaje que consumimos, formar parte con la esperanza de permanecer. “Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro”, hay quien incluye construir una casa o ser enterrado en un mausoleo, la cosa es trascender, dejar memoria. Estar en el paisaje, ser mármol, palabra, murmullo, arcilla o carne más allá de nosotros.
Somos responsables de un monstruo con el que tras 5 millones de años de evolución que incluyen 5 mil de escritura no hemos aprendido a convivir. Un monstruo paradójico que registra una historia desmemoriada y crea amnesia a través de la hipernesia. Un monstruo creado por nosotros como la hidra, el basilisco, la medusa, la quimera, el leviatán…
Somos memoria virtual, también. Un tipo de memoria que hará de los otros tipos de memoria un mito en desuso como el minotauro, el kirin, los ovnis, los leprechauns…
Somos Casandra y Sísifo, Sócrates, Buda y el Pastor Mentiroso. Y no hemos aprendido a distinguirlos.
Somos capaces de repetir dos guerras mundiales en un solo siglo y de empezar el siguiente por el mismo camino. De salir de crisis bélicas, económicas y sanitarias por el mismo agujero que nos metió en ellas. No sabemos (o no queremos) distinguir una salida de un pozo, cavar de trepar, ni soplar de chupar.
Somos el único animal con memoria y el único capaz de tropezar dos veces con la misma piedra.
Somos memos.

Más información: Teatro Ensalle

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Los Protagonistas de El Conde de Torrefiel | 10 de mayo en el Teatro Principal de València dentro del Festival 10 Sentidos

Por primera vez, y respondiendo a una voluntad de investigación, El Conde de Torrefiel se dispone a concebir una pieza destinada a un público familiar y juvenil. Los Protagonistas quiere poner a prueba nuestra capacidad de crear un teatro para personas que han nacido en el nuevo siglo. Esta creación avala nuevamente el deseo de la compañía de interrogar las posibilidades de abstracción y poéticas del formato teatral: que cuente sin contar, que esquive el gesto de contar ilustrando y que a nivel conceptual se fundamente sobre mecanismos que apelan a la intuición y la sensibilidad libre. La propuesta se dirige así a generar un dispositivo escénico capaz de dejar a los espectadores el espacio para completar la experiencia a través de su propio bagaje intelectual y universo imaginativo. Esta nueva pieza se centra en el valor de la imaginación y la complicidad en la que destaca la experiencia perceptiva del propio cuerpo en relación con las diferentes instalaciones, a través de un recorrido escénico – un viaje a pie por ambientes extraños-, donde la percepción de uno mismo es adulterada por el espacio que le rodea. Un viaje a través de las tripas de este mundo imposible, que convoca, como en un videojuego analógico, a participar a cada una de las personas que se adentran y a sustentarse en el pequeño grupo del que formarán parte y que, como en una expedición de exploradores en busca de un lugar oculto y prodigioso, tienen a su disposición solo unas pocas herramientas y su capacidad de ponerse en juego dentro de un laberinto escenográfico.

Más información: Festival 10 Sentidos

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