Notas que patinan #76 | Bahía – Buenos Aires – Barcelona

Cuando empecé a escribir esto, en este final del verano, si me hubiese dejado llevar por lo que leía en las redes y pensando en términos de utilidad informativa, parece ser que la tendencia me hubiese empujado a hablar de la Fira de Tàrrega. Lo que pasa es que le di un vistazo rápido a la programación y la verdad es que sólo me llamaron la atención unos pocos nombres, demasiado pocos como para irse de fin de semana al mega-sarao de Tàrrega, que no visito desde finales de los 90 sin que hasta la fecha me haya tenido que enfrentar a demasiados remordimientos (lo siento) y que, además, en esta ocasión me pillaba muy lejos de allí. En todo caso, de Tàrrega ya han hablado muy bien otros que sí estaban allí, por cierto, descubriéndome algún nombre que no conocía (como si hubiesen leído mi pensamiento y quisieran taparme la boca por lo que andaba yo pensando), lo que siempre se agradece. Un poco más allá, con la mirada puesta en lo que pasará a finales de septiembre y principios de octubre, la semana pasada el festival TNT y El lugar sin límites desvelaron su programación, que mantienen en secreto hasta menos de un mes antes por razones que no sé yo si ayudan mucho a que el público aficionado tenga tiempo para organizarse, pero ya sabemos, por numerosos ejemplos anteriores, que las razones para desvelar las programaciones de los diferentes festivales que dependen de instituciones públicas responden muchas veces a motivos ineludibles que al común de los mortales se nos escapan (a veces más relacionados con la intervención de los cargos políticos que aparecen en esos actos y que casi nunca más volvemos a cruzarnos y, en ocasiones, por razones que afectan al rutinario funcionamiento de lo que queda de los maltrechos medios tradicionales de prensa, por ejemplo). Pero de estas propuestas, como de otras propuestas interesantes que suceden ahora o en los próximos días, intentaré escribir muy pronto. Hoy siento la necesidad de hablaros de cosas que he visto y he oído en Brasil y en Argentina, dos países por los que viajo desde hace casi un mes. Si no lo hago ahora no lo haré nunca.

Empecemos por el principio. Llegué a Salvador de Bahía a mitad de agosto, en mitad de los Juegos Olímpicos de Rio, que es lo primero que vi en la televisión del hall del hotel a un volumen infernal. En cambio, no fue de eso de lo que nos hablaron los bahianos en cuanto llegamos sino del impeachment a la presidenta brasileña Dilma Rouseff, también llamado (por supuesto, no en la tele ni en ningún medio tradicional de prensa del país) golpe de estado encubierto. También hablaban de eso los primeros grafitis que vi por todas partes en Salvador: Fora Temer (Temer, el sustituto de Dilma en la presidencia del país, a quien los brasileños no han votado y que lleva ya cuatro meses en el poder). Y también hablaban de eso las drag queens bahianas. Pero vayamos por partes.

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Estuve en Salvador de Bahía en la décima edición de IC Encontro de artes, un festival internacional donde se mezclan artes en vivo, instalaciones, música y audiovisuales, comisariado por Ellen Mello, Fábio Osório Monteiro, Jorge Alencar, Leonardo França y Neto Machado, miembros del colectivo Dimenti, algunos de ellos creadores e intérpretes. Para que os situéis, gente que trabaja habitualmente con Xavier le Roy, por ejemplo (estos días los encontraréis en el Pompidou). El año pasado invitaron a Jorge Dutor y Guillem Mont de Palol a presentar su Y por qué John Cage? con intérpretes locales, con los que trabajaron dos semanas. Una experiencia que sus creadores recuerdan como muy estimulante y que el público, como tuve ocasión de comprobar, aún recuerda. Este año se celebraba una edición especial en la que, por razones presupuestarias relacionadas con el retroceso que está viviendo el país, enviando al garete los diez últimos años de reformas, el festival estuvo a punto de suspenderse. Al final sus organizadores lo tiraron adelante celebrando el décimo aniversario con una programación comprimida en 24 horas ininterrumpidas, para economizar costes. Los comisarios parecen haber puesto el ojo, entre otras cosas, en lo que está sucediendo en esa escena española a la que somos aficionados porque, en esta edición, otra representante ibérica que se mueve en el mismo circuito que los Mont de Dutor, Cris Blanco presentó El Agitador Vórtex en dos pases, en el Teatro Gregório de Mattos, ante un variopinto auditorio repleto de 160 personas, compuesto por mucha gente joven que recibió la propuesta con entusiasmo y, como tuve ocasión de oír en comentarios posteriores, agradeció la inspiración y el aire fresco que abren las líneas creativas de ese trabajo.

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A eso volveré más tarde porque para muchos es evidente que lo que está pasando en el hervidero de cierta escena española llama poderosamente la atención del público mientras desgraciadamente sigue sin gozar del espacio que quizás se merecería en el estado español. Y digo el estado español porque en eso no sabría encontrar apenas diferencias entre lo que sucede en Madrid, Catalunya, Euskadi, Andalucía, Galicia, País Valencià, Canarias ni ninguna otra nación sin estado ni comunidad autónoma a secas ni ciudad ni pueblo del estado. Para eso, parece que lo español actúa con una uniformidad aplastante y exasperante sin dejar ningún resquicio a ningún hecho diferencial positivo realmente significativo. Y ahí dejo eso como materia de reflexión socio-cultural para administraciones indepes, nacionalistas españoles de todos los pelajes, españolistas incluidos, bipartidistas, podemitas y comunes: en algunas cosas os parecéis todos tanto que da bastante miedo.

No pude ver todo lo que me hubiese gustado del IC pero, como mínimo, vi dos cosas interesantes. Una fue el Standard Time del alemán Mark Formanek, una obra especialmente apropiada para esta edición comprimida en 24 horas, porque es el tiempo exacto que dura esta performance en la que unos operarios se encargan de mover las maderas que forman los dígitos de la pantalla de un reloj digital, construido en una gran estructura de hierro, soportes y escaleras al aire libre que, en este caso, tenía como fondo la bahía de Salvador. El reloj, con la ayuda del trabajo de estos operarios que realizan 1.611 cambios durante la performance, da la hora exacta durante las 24 horas que dura la performance.

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La otra fue la maravillosa Valsa de Loulou, una performance-baile, con dirección de Jorge Alencar y Neto Machado, que conmemoraba los 15 años de la drag Rainha Loulou, identidad a la que da vida el artista bahiano Luiz Santana. La performance se presentó poco después de la primera presentación del Agitador Vórtex, de Cris Blanco, a las doce de la noche, mezclando parte de ambos públicos, con la estelar presencia de Rainha Loulou presidiéndolo todo desde un altísimo trono y la colaboración de una pianista y de un numeroso grupo de drag queens, strippers, bailarines, cantantes, acróbatas y performers de variado pelaje que rendían pleitesía y, en ocasiones, desafiaban a la majestuosa reina Loulou tanto como al usurpador nuevo presidente brasileño (fora Temer, no hay nada que temer, se gritó en el escenario) para acabar mezclándose con el público en un gran vals final. Jorge Alencar y Neto Machado conocen de cerca lo que pasa en locales de Salvador como Beco dos Artistas o Âncora do Marujo y llevan tiempo trabajando con artistas que provienen del ambiente drag. Lo que en otros lugares podrían habernos vendido como un proyecto social de inclusión (o algo por el estilo) en este caso transita con extremada fluidez entre dos aguas, que quizá sean simplemente la misma: lo que acostumbra a suceder en un show drag y lo que uno esperaría encontrar en una performance de artes vivas sin rastro de ningún tipo de paternalismo ni de concesiones por ninguna de las dos partes. La mezcla de público, entre moderna y queer, principalmente joven, me pareció una muestra de ese delicioso equilibrio. La gente se lo pasó en grande y salió excitada y estimulada. En mi caso, por partida doble por haber asistido a algo vivo de verdad, extremadamente divertido además de intelectualmente y estéticamente estimulante.

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Asistí a otras performances colectivas en Salvador de Bahía de signos muy diferentes. Por una parte comprobé la degradación turística del viejo barrio del Pelourinho, que no pisaba desde hace 13 años. El precioso Pelourinho se cae, hay edificios enteros tapiados con pintadas que denuncian que en esos edificios podría vivir gente y, mientras tanto, todo se vuelca en el turista y el corazón de Salvador se convierte en el típico parque temático que un barcelonés reconoce perfectamente como uno de los cánceres más perniciosos para cualquier ciudad. En este viaje conocí a gente que se fue a vivir a Salvador en los ochenta, en un ambiente donde todo el mundo se conocía como en un pueblo. Me los imagino ocupando el Pelourinho de entonces, me acuerdo de la Barcelona preolímpica, me empiezo a sentir más viejo que el más sentimental de los gacetilleros y se me cae el alma a los pies. Entonces, ¿siempre es así? ¿No hay marcha atrás? Menos mal que el último día que pasé en Salvador me fui a Porto da Barra y asistí a otra performance colectiva: la de una tarde de domingo en una playa urbana bahiana que me devolvió algo de ilusión y confianza en el futuro, mientras la comparaba mentalmente con lo que queda del ambiente playero de la Barceloneta, igual de fascinante, con su mezcla de señoras y señores del barrio y sus nudistas resistentes.

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Por en medio, unos días de descanso en una isla bahiana en la que leí de pe a pa un tocho de casi 500 páginas que me dio qué pensar: Palabra de escándalo, un libro publicado en 1974 por Tusquets en la colección Textos en el aire. En el libro, Julio Ortega, recoge textos de unos 40 autores en lengua castellana con la intención de ofrecer una variada muestra de la situación literaria en ese idioma, prestando especial atención a los work in progress (así los llama) de lo que el director de la publicación considera lo más interesante de la sección de nuevos escritores y escritoras del momento interesados en explorar nuevos horizontes. En el libro se mezclan autores como Cortázar, a quien ya le había llegado el reconocimiento, con un jovencito Vila-Matas, que solo había publicado una novelita por aquel entonces. En sus páginas hay tanto muestras de esas nuevas literaturas como reflexiones sobre las variadas resistencias al resultado de esas exploraciones que, en muchos casos, se han convertido 40 años después en los nuevos estándares. Sus luchas, conflictos y polémicas resultado del intento de superar viejos paradigmas desconectados con las nuevas realidades se parecen tanto a las que vivimos 40 años después que da risa, miedo y asco en Las Vegas. Por cierto que, de esos 40 autores, sólo 3 eran mujeres: Cristina Peri, Ida Vitale y Cecilia Bustamante. Desgraciadamente eso tampoco ha cambiado mucho.

Pero la vida avanza y, a principios de septiembre, abandoné Brasil para viajar a Buenos Aires, donde lo primero que oí fue que pintan bastos con el gobierno de Macri, que acababa de provocar una subida en las tarifas del gas y la electricidad del 1.000%. A diferencia de Temer, Macri sí ha sido elegido en unas elecciones, por tanto no es necesario todavía organizar ningún golpe de estado, basta con utilizar adecuadamente el absoluto control que ejercen los poderosos sobre los medios de comunicación tradicionales. Me suena.

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En Buenos Aires, Y por qué John Cage y El agitador Vórtex volvieron a reunirse, esta vez en el mismo espacio tiempo, en las X Jornadas de Investigación de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), invitados por la coreógrafa y teórica Susana Tambutti. Mientras Cris Blanco llenó la platea de la sala Cara y Caretas (unas 200 personas), Guillem Mont de Palol y Jorge Dutor actuaron en El Portón de Sánchez ante 110 personas (no cabía ni una más). La organización se sorprendió con la excelente acogida de público en comparación con ediciones anteriores en las que participaron creadores europeos tan reconocidos como Jerôme Bel, Xavier le Roy o La Ribot, por ejemplo. ¿Casualidad? ¿Efecto expansivo de las redes sociales, que cada vez más conectan las dos orillas del Atlántico? ¿Conexión ibérico-latinoamericana? ¿O quizá estamos asistiendo a un incipiente cambio de paradigma entre el público más joven? Estos nuevos creadores, y tantos otros con los que nos encontramos en ciertos circuitos aún no predominantes, apelan a algo que está muy vivo y que hace sentir al público vivo también, como oí comentar por aquí. Por eso, quizá, a pesar de que en cierto sentido parecería que sus propuestas son muy exigentes, no tienen ninguna dificultad en conectar con toda clase de público, que puede disfrutar de lo que se le ofrece desde múltiples capas: la más vital y la más intelectual, la más directa y la más metamierda. Estas dos piezas son piezas complejas, que exigen de los intérpretes una tensión constante en un equilibrio precario y lleno de riesgos para conseguir llegar a buen puerto, pero ese no es obstáculo para que el público las acompañe sin que, al final, se resienta apenas del esfuerzo sino que más bien parece que cuanto más complicado se pone el viaje más el público acompaña a los performers y más satisfecho se muestra de haber conseguido llegar hasta el final todos juntos. También oí comentar que tanto Y por qué John Cage como el Agitador Vórtex (y, otra vez más, esto vale para muchas otras propuestas hermanas) ponen en primer plano una economía de medios que no puede interpretarse de otra manera que como un claro posicionamiento político, en contraposición con otras propuestas dominantes, de una producción rica en medios. Lo sucio, lo que está alrededor de la creación, mostrar el proceso creativo en carne cruda son otras de las características que parte del público percibe como inspiradoras y liberadoras. La UNA ha reunido a estos creadores con estudiantes locales en talleres de cuatro días. Algunos de los asistentes han tenido la oportunidad de enlazar los dos talleres. Quizá en estos encuentros latinoamericanos salten algunas chispas, en ambas direcciones. Amén. Yo volveré a Barcelona algo más convencido de que todo esto tiene más sentido de lo que a nosotros mismos nos parece. Y seguramente su importancia sea directamente proporcional a la intensidad con la que nuestros mezquinos gobernantes intentan destruirlo.

 

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Soler Pompeia

Intervención de Rubén Ramos Nogueira en la presentación de Los primeros días de Pompeya de María Folguera en la librería Calders

El 29 de junio hice una breve intervención en la presentación de la novela Los primeros días de Pompeya de María Folguera en la librería Calders de Barcelona. La llamé Soler Pompeia. Fueron 15 minutos en los que toqué el piano de la Calders mientras proyectaba un texto escrito para la ocasión que acababa con un videoclip, un poco al estilo de lo que ahora he decidido llamar la Trilogía Amateur, una trilogía (Gibbons amateur y Variaciones Goldberg amateur, en solitario, y Novios amateur, con Pablo Gisbert) que presenté por primera vez en marzo, en el Nyamnyam de Poblenou, en el ciclo Todo lo que me gusta es ilegal, inmoral o engorda y en mayo, en Madrid, en Pradillo, dentro de Jaleo (aunque ahí sólo el primer episodio: Gibbons amateur). Una trilogía que quizás vuelva a verse en algún sitio después del verano (se admiten sugerencias).

En este vídeo podéis leer el texto de Soler Pompeia al mismo tiempo que escucháis la música que interpreto al piano, tal y como se desarrolló la acción. El vídeo acaba con el videoclip. Os recomiendo el vídeo por razones obvias (la experiencia no tiene nada que ver, de eso va esta historia) pero a continuación encontraréis el texto por separado y también el videoclip final (con algo más de calidad de imagen).

Los primeros días de Pompeia es una novela madrileña escrita por una escritora madrileña con apellido catalán: Folguera. Folguera, en catalán, es lo que en castellano se llama helecho. María Folguera es madrileña pero en su familia hay un origen catalán. María Folguera está relacionada con un antepasado suyo famoso: Mateo Morral. Mateo Morral fue un anarquista nacido en Sabadell. En 1906 protagonizó un atentado contra el rey Alfonso XIII en Madrid, el día de su boda. Mateo Morral intentó asesinar al rey lanzándole una bomba Orsini camuflada en un ramo de flores, desde el balcón de la pensión donde se alojaba, cuando la carroza real pasaba por debajo. Pero no lo consiguió. Unos cables del tendido eléctrico del tranvía desviaron la bomba del objetivo. A los reyes no les pasó nada pero murieron 25 personas. Más de 100 personas resultaron heridas. En Los primeros días de Pompeia se cita esta historia. A Mateo Morral le pillaron y acabó muerto en circunstancias no muy claras. María Folguera ha sido madre recientemente. El padre de su hija se llama Jordi y es catalán. María Folguera está estudiando catalán. Una madrileña que habla catalán obtiene automáticamente una gran corriente de simpatía en presencia de catalanes. Íñigo Errejón también habla catalán siempre que puede en presencia de catalanes. Es algo que siempre funciona. En Catalunya, si eres madrileño y hablas catalán todo lo demás da igual. María Folguera vino a Barcelona hace poco y me pidió que tocase algo en este piano que tiene La Calders. Siguiendo con el hilo madrileño-catalán he decidido tocar una Sonata que me gusta mucho de un catalán que emigró a Madrid. Bueno, casi, al Escorial. Antoni Soler i Ramos, también conocido como el Padre Soler, nació en Olot en 1729. Fue escolanet en Montserrat y luego se trasladó a la Corte, donde fue alumno de Domenico Scarlatti. Soler fue un compositor famoso en su época. Mozart apreciaba mucho un libro de armonía que escribió. El Padre Soler se llamaba Ramos de segundo apellido, como yo de primero. Sería mucha casualidad que fuese familia mía pero nunca se sabe. Yo soy catalán pero mi familia es gallega. Tengo un amigo que se apellida Ramos y es de Olot. Es más fácil que mi amigo sea familia de él. Pero yo he vivido en Madrid tres años. Y mi novia es madrileña y también está aprendiendo catalán, como María Folguera. Lo que no sabía María Folguera cuando me invitó a esto es que, entre el 2008 y el 2009, yo tuve un grupo de música que se llamaba Pompeia. Pompeia éramos Teo Baró, David Espinosa y yo y, a veces, el Santos. Nos llamábamos Pompeia porque Teo, David y yo nos hicimos amigos jugando a tenis cada semana en la Reial Societat de Tennis Pompeia. El Pompeia está en Montjuïc. Es un club con más de 100 años de historia. Josep Pla fue conserje del Pompeia durante unos meses. No me lo invento. Lo cuenta él en el Quadern Gris. Era muy jovencito. El Pompeia actual es un sitio increíble, donde puedes jugar a tenis en pistas de tierra batida rodeadas de pinos. El Pompeia es entrañable y decadente. Es como pijo pero venido a menos. Se supone que siempre fue el club de tenis popular de Barcelona, lo contrario del Reial Club de Tennis Barcelona. Tiene bar y restaurante. Antes se comía muy bien y barato.  Ahora no sé, porque hace tiempo que no voy por allí. Te puedes tomar algo o comer en la terraza, no hace falta ser socio. Nosotros no éramos socios y por eso no nos dejaban bañarnos en la piscina. Una piscina con vistas a la ciudad. Desde que tienen hijos, mis amigos pompeianos han dejado de jugar a tenis en el Pompeia pero ahora se hacen socios en verano para ir a la piscina con sus familias. Hace 7 años, con nuestro grupo Pompeia hicimos un videoclip de nuestro tema Arde Pompeia. La letra es de Plinio el Joven y relata el último día de Pompeia. María Folguera también cita este texto en su libro. La historia de Pompeia sepultada por la erupción del Vesubio es fundamental en la novela de María Folguera. Por eso me ha parecido una buena idea proyectar este videoclip de Pompeia para acabar. El videoclip que vais a ver se proyectó por primera y última vez en la última actuación que hicimos antes de disolvernos, en Matadero, en el festival Sismo de Madrid, el 17 de octubre de 2009. Fue nuestro último día como Pompeia.

Y, para acabar, un vídeo extracto de la intervención grabado con un móvil desde el público.

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Notas que patinan #75 | El ojo de la mente

El ojo de la mente (Splinter of the mind’s eye) es una novela escrita en 1978 por Alan Dean Foster, después del estreno de Star Wars, que narra una aventura posterior protagonizada por algunos de los personajes de la película. A mi abuelo materno se la debieron regalar en alguna sucursal del Banco Popular, en Barcelona, el día de Sant Jordi de 1978, a juzgar por la pegatina que aparece en la portada del libro. En esa época los bancos solían regalar libros por Sant Jordi. Ahora, si te descuidas, te cobran por respirar el aire de su oficina. La cara amable del fascismo. Me encontré ese libro en la casa de mis abuelos hace dos semanas, mientras pasaba unos días en la aldea gallega de donde proviene mi familia. Me llamó la atención porque mira que he revisado veces la heterogénea fila de libros que hay en el armario del comedor (he encontrado cosas muy raras ahí) pero nunca me había fijado en ese libro tan curioso (por lo menos en ese contexto).

Portada del libro El ojo de la mente

En la novela, Luke Skywalker acompaña a la princesa Leia Organa a una importante reunión diplomática en el cuarto planeta de la estrella Circarpo Mayor. Después del enorme y valioso servicio prestado a la Alianza Rebelde en el primer episodio de la saga (que ahora es el cuarto: Star Wars: Episode IV – A New Hope), a Luke le proponen recompensarle con un cargo de  general o así. Pero él les dice que lo que preferiría es seguir siendo piloto. Por lo visto, eso algunos no acaban de entenderlo pero algún mandamás reflexiona y llega a la conclusión de que no es mala idea porque, como general o similar, Luke Skywalker podría ser un objetivo mucho más fácil para el Imperio, en cambio como piloto Luke puede seguir prestando grandes servicios a la Alianza Rebelde sin llamar tanto la atención. Es por eso que Luke, totalmente enamorado de la princesa Leia, lo que dicen que es la causa de que este libro haya caído en un planificado ostracismo (porque en episodios posteriores, pero no en el momento en el que se escribe el libro, a George Lucas se le ocurrió que Luke y Leia eran hermanos, lo que convierte los escarceos de esta novela en un escandaloso incesto), escolta a la princesa en esta misión especial en la que deben encontrarse con los representantes de un pueblo que está dudando si sumarse a la rebelión contra el Imperio o quedarse como está. La misión es muy importante porque otro pueblo de otro sistema ha declarado que si los circandianos se rebelan ellos también se rebelarán. Así funcionan las revoluciones, amigos.

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El caso es que, cuando ya están llegando, Leia tiene un problema en el motor de su nave y decide bajar al primer planeta que le pilla cerca en un aterrizaje de emergencia. Y Luke, aunque percibe malas vibraciones, no tiene más remedio que seguirla. No voy a destripar toda la novela, por si alguien se la quiere leer. El caso es que, aunque no me pareció nada del otro mundo, en esa novela, leída mientras contemplaba extasiado lo que la primavera puede hacer con una exuberante naturaleza galaica, he ido encontrando algunas joyitas. Señales, indicios, pequeñas visiones, chorradas… Y quiero compartir con vosotros una de ellas.

Portada del libro El ojo de la mente en edición original

Os pongo en contexto. Es el día 19 de mayo de 2016. Barcelona en Comú, la Alianza Rebelde que hace un año conquistó la alcaldía de Barcelona, ha decidido pactar la entrada en el gobierno de la ciudad del partido de los socialistas catalanes (así se hacen llamar, suponemos que, lo de socialistas, más que nada, por una tradición que proviene de la época de cuando se publicó El ojo de la mente, cuando aún coleaba la dictadura del Imperio, que duró oficialmente la friolera de 40 años, aunque algunos rebeldes sostienen que aún no ha acabado). Se ve que, después de un año gobernando el Ayuntamiento de Barcelona, en minoría, 11 concejales de 41, BComú decide que no puede seguir gobernando en condiciones si no suman a otros partidos al gobierno. El único que acepta el reto es el PSC (los socialistas). Deciden gobernar con ese partido, a pesar de que siguen en minoría porque el PSC sólo aporta 4 concejales más. Tienen sus razones (el primer teniente de alcalde Gerardo Pisarello las explica en esta entrevista). El PSC acepta apoyar una serie de medidas que BComú necesita sacar adelante. A cambio, Jaume Collboni, el líder del PSC imputado en un delito de corrupción (escalofrío), será segundo teniente de alcalde y se encargará de Promoción Económica, Empresa, Cultura e Innovación (conceptos que, uno al lado del otro, provocan algunos escalofríos más entre las filas rebeldes). Lo primero que hace Collboni es proponer a un hombre de su confianza, Xavier Marcé, como comisionado de Cultura. Xavier Marcé es exdirector general del Institut Català d’Empreses Culturals y vicepresidente del Grupo Focus (otro escalofrío). Para los miembros de la Alianza Rebelde eso viene a ser un representante del Imperio, del lado oscuro de la Fuerza. El griterío entre las fuerzas rebeldes es tal que a los dos días Jaume Collboni decide retirar esa propuesta. Supongamos que no conviene estirar la cuerda tanto cuando las bases de BComú aún tienen que refrendar el pacto en una votación cibernética. Quizás la propuesta del PSC no reflejaba de la mejor manera lo que había sido la política de BComú en materia cultural hasta ahora, dice Pisarello. Si cuando amplías el gobierno lo amplías con gente que tienes que atar en corto, ¿no es un sinsentido?, le pregunta el periodista Yeray S. Iborra en la entrevista citada, en eldiario.es. Pisarello se ríe y contesta que Bueno, gestionar un Ayuntamiento siempre es una maratón y te exige muchísima dedicación y sin duda, como en cualquier gobierno de coalición, habrá discrepancias pero se generarán dinámicas de confianza. Y si los acuerdos no se producen, todo es reversible en la vida.

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La votación para refrendar el acuerdo se produce. No votan muchos rebeldes (2.599) pero, según nos dicen, ganan los favorables al acuerdo de gobierno, por un 62,52 % contra un 32,82 %.  De los 853 que votaron en contra suponemos que muchos son gente relacionada con lo que llaman la Cultura, uno de los grupos más activos, dicen, en el nacimiento y auge de BComú, quienes, en cambio, sienten cómo ahora, son sacrificados en aras de un objetivo superior. A pesar de que algunas voces críticas recuerdan que todos los cambios profundos, en este y otros países, se han apoyado en cambios culturales de cierto calado, la realidad se plantea en estos términos: ¿a quién le interesa lo que llaman la Cultura? En Star Wars hay quien cree que lo que algunos llaman la Fuerza no es más que una superstición. Al final, esa Fuerza es la que acaba gobernando el Universo, pero solo unos pocos parecen darse cuenta. Y suelen ser tratados de locos.

Mientras tanto, en El ojo de la mente leo:

-Ésa es una de las cuestiones que está tan mal dentro del Imperio, Luke – comentó Leia entusiasmada-. Su arte se ha vuelto tan decadente como el gobierno. Ambos sufren la falta de vitalidad creadora. No fue la política sino esa vitalidad creadora lo que me condujo, al principio, a la Alianza. Es probable que políticamente fuera tan ingenua como tú.

-No lo comprendo -aseguró Luke secamente.

-Luke, mientras vivía en el palacio de mi padre me aburría terriblemente. El análisis de las razones por las que nada me divertía me llevó a descubrir que el Imperio había anulado todo pensamiento original. Los gobiernos totalitarios establecidos desde hace mucho tiempo temen todo tipo de expresión libre. Una escultura puede ser un manifiesto, una opinión por escrito puede convertirse en un grito de rebelión. De la estética corrompida a la política corrupta había un paso muy pequeño que la mayoría de las personas que me rodeaban ya habían descubierto.

Luke asintió: realmente le hubiera gustado comprender. Quería hacerlo porque, evidentemente, lo que la princesa acababa de decir era muy importante para ella.

Viñeta de un cómic basado en El ojo de la mente en el que Leia se enfrenta a Darth Vader

Evidentemente, lo que la princesa acababa de decir era muy importante para ella, Luke Skywalker, tanto que fue eso lo que la condujo a jugarse la vida en la Alianza Rebelde. Pero Luke no conseguía comprenderlo. Es cierto que el joven Skywalker aún no había completado su formación como jedi.  Quizá en el próximo episodio, cuando se encuentre con el gran maestro Yoda, Luke comprenda por fin. Eso si no es demasiado tarde, claro, porque, cuando Luke se encuentre con Yoda, la vida de Leia, Han Solo y Chewbacca estará en peligro y Luke se verá obligado a escoger entre completar su formación y convertirse en un verdadero jedi capaz de controlar la Fuerza o ir a lo loco a salvar a sus amigos de las garras de Darth Vader (uno que vaya si controla el lado oscuro de la Fuerza y la tiene todita puesta al servicio del Imperio) antes de que sea demasiado tarde. Vamos, lo de siempre. La lucha continúa. Que la Fuerza os acompañe.

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Notas que patinan #74 | Una habitación propia

En breve, El Mercat de les Flors de Barcelona, que depende de un consorcio entre el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat, debe renovar su dirección. La nueva dirección se decidirá en un concurso público cuyas bases aún deben redactarse. Para redactar estas bases, el Consell de la Cultura de Barcelona, dentro del Pla de Cultures 2016-2026, ha realizado en las últimas semanas un proceso participativo en el que se ha entrevistado al actual director y se ha realizado una sesión de trabajo con una mesa integrada por profesionales, colectivos de artistas independientes, fábricas y espacios de creación. Como último paso dentro de ese proceso, el viernes pasado participé en el debate público Quin Mercat de les Flors volem? No sólo estuve en el debate sino que también acepté la invitación que me enviaron los organizadores para participar en el taller sobre Programación/producción junto a 11 personas más, un taller que duró una hora y media y cuyas conclusiones presentamos en el debate posterior abierto al público y retransmitido por streaming.

Los otros dos talleres que se realizaron en paralelo al de Programación/producción, Buen gobierno y Mediación, también presentaron sus conclusiones en el mismo debate. A los participantes se nos avisó con poco tiempo y no todos recibieron el material de las sesiones: dos preguntas y algunos puntos destacados fruto de las discusiones de las sesiones anteriores. No es fácil aportar buenas ideas con tan poco espacio para la reflexión. También es verdad que si se pide mucho más esfuerzo de participación mucha gente que podría aportar buenas ideas se tiraría para atrás. Es una cuestión de equilibrio y no es fácil encontrarlo. En todo caso, me parece encomiable todo este esfuerzo organizativo. Desgraciadamente, hasta hace nada, podríamos decir que es algo que no pasaba todos los días. A pesar de la rapidez con la que se desarrolló el debate, entre las conclusiones de la mesa en la que participé se recogieron propuestas que me parecieron interesantes, como la de abrir la puerta a una dirección o curadoría compartidas o un mayor acompañamiento a los creadores no focalizado exclusivamente en la exhibición. Y también se dijo que el Mercat no puede hacerse cargo de todas las carencias de Catalunya, lo cual me pareció un mensaje directo a la representante del Departament de Cultura de la Generalitat, presente en el debate público posterior que, recordemos, tiene un jefe, el conseller de Cultura de la Generalitat, que va anunciando por ahí propuestas tan extemporáneas como la creación de una compañía nacional de danza catalana, con el ánimo, supongo, de subsanar una carencia real para la gente real. Pero, en general, tengo la impresión de que la mayoría de las respuestas a las preguntas planteadas se ponían a sí mismas un techo que se correspondía con las limitaciones de la situación actual. Me dio la impresión de que casi nadie piensa que esos techos pueden modificarse. Así es difícil imaginarse nada que se salga de los límites actuales. Por poner un ejemplo, si el Mercat dedica más esfuerzos a lo que no es puramente exhibición la tendencia es a pensar que habrá que disminuir la exhibición porque el presupuesto es el que es. El presupuesto anual del Mercat, por lo visto, es muchísimo menor que el del Festival Grec, por ejemplo. Nadie parece confiar en que esa relación presupuestaria pueda variar si, producto de todos estos debates, así se decidiese. Confieso que mi sensación, después de, en total, casi 4 horas de debate, es agridulce.

Debate público Quin Mercat de les Flors volem?

Hay algo que me llamó la atención. Si se hace un proceso participativo para decidir qué Mercat de les Flors queremos y, a parte de los que son llamados personalmente para las mesas de trabajo (como fue mi caso), la inmensa mayoría de los que acuden y participan son los seguidores de la actual línea artística del Mercat (porque son los únicos que se enteran de que se va a producir el debate o porque son los únicos a quienes interesa o porque nadie cree que lo que se decide en estos debates sea realmente vinculante, como insisten en afirmar sus organizadores, o por la razón que sea, que estaría bien analizar) las propuestas que salen reforzadas son las que quieren que todo siga igual, las posiciones continuistas y conservadoras de quienes lo único que temen es que algo cambie. Si el Mercat se define como un centro de la danza y las artes del movimiento (y no se pone en duda esta definición de cara a imaginar un nuevo futuro posible) está claro que lo que esta gente entiende por danza es lo que se va a potenciar (que, a lo bruto, y resumiendo, es lo que se entiende por danza contemporánea desde, pongamos, los años 90). Está claro que, en el subtítulo danza y artes del movimiento, las artes del movimiento es la coletilla, el cajón de sastre donde va a ir a parar todo lo que se salga de la ortodoxia de la danza, es decir, el circo (que, al menos tiene una etiqueta con los suficientes años de historia como para merecer un respeto) y el resto. Y en esos restitos están los que no encajan ni en la danza ni en el circo y que ni los del teatro ni los del cine ni las artes visuales ni la música (otras categorías consolidadas que tienen sus espacios y sus recursos perfectamente asignados) quieren acoger como algo propio.

Así no hay manera. En el Mercat de les Flors, en la lucha entre la danza y el resto gana la danza. El resto es una minoría étnica que tiene su cuota políticamente correcta pero que nadie, desde dentro, defiende como se merece ni nadie, desde dentro, acaba de sentir como suya. Se ve muy claro con el siguiente ejemplo: ¿os imagináis un Mercat de les Flors que se definiese como centro de las artes del movimiento y la danza? Así, en ese orden. El que va segundo es el hermano pequeño, a quien se trata como menor de edad, a quien se convence de que no puede tener los mismos derechos que el que va primero, a quien se convence de que no puede tener los mismos recursos ni la misma atención porque no tiene el mismo número de público, por ejemplo, aunque el público que nunca pisa el Mercat llene una y otra vez, repetidamente, nuestras propuestas cuando las programan en el Mercat. Y hasta nosotros mismos, los de la minoría étnica, nos llegamos a creer su discurso y pedimos perdón por ello. Pero, claro, nadie sabe si la minoría étnica no tiene el mismo número de público que los hermanos mayores (o más) porque no dispone de la misma atención por parte de la institución, ni del mismo presupuesto, ni de la misma publicidad, ni del mismo espacio en la programación, ni se presenta apropiadamente, porque quien tiene que ocuparse de ello ve a la minoría étnica como algo ajeno y cuando habla de ella o cuando no le queda más remedio que programarla siempre nos queda la sensación de que no le da el cuidado que necesita. Se ve claramente en el tratamiento que se le da en la comunicación del Mercat, incluso en el trato con el equipo técnico.  La minoría étnica presenta propuestas que no encajan con lo acostumbrado en la danza ni en el teatro y todos los creadores de la minoría étnica se quejan de lo mismo: ni el equipo técnico ni el artístico, salvo excepciones, entienden lo que estamos haciendo.

Pingüinos en el desierto

Nos piden que les enviemos urgentemente la descripción de una obra que coproducen ellos y que se estrenará de aquí a un año y les sorprende que no tengamos ninguna descripción cuando ni siquiera hemos creado la obra, me comenta un creador de la minoría étnica. Es decir, no entienden cómo funciona el proceso de creación de un creador de la minoría étnica. Quieren por anticipado los requisitos técnicos de las luces de un espectáculo necesarios para una residencia de creación en la que lo que se pretende es descubrir a través de un trabajo colectivo qué necesidades técnicas de luces vamos a tener, me dicen un colectivo de creadores de la minoría étnica. Pero si la residencia es para eso… Piensan que somos pocos profesionales y lo que pasa es que desconocen cómo se hace nuestro trabajo.

Se me ocurre que quizá podrían cambiar las cosas si en el proceso participativo para decidir qué Mercat queremos los miembros de la minoría étnica que, de vez en cuando y a cuentagotas, es acogida en la cuota que el Mercat destina a lo que no es danza, participase activamente y propusiese un giro radical hacia sus posiciones. Pero me da la impresión de que, después de 10 años de un Mercat con una línea muy clara en favor de la danza, esa comunidad a quien se trata como una minoría étnica tiene muy asumido que el Mercat no les quiere. Por tanto, esa minoría étnica no siente el Mercat como algo propio por lo que luchar, muy al contrario que los representantes de la danza, que tienen muy claro que el Mercat es su casa y defienden muy bien sus posiciones, temerosos de que el proceso participativo esté juzgando la labor del Mercat de estos últimos años, una labor que sus seguidores dejan bien claro que apoyan sin fisuras, cuando en realidad no se trata de juzgar a nadie sino de imaginar el Mercat que queremos. Está claro que, como comprobé en numerosas ocasiones durante el taller previo y el debate, cuanto más entregado estás a la causa menos capacidad para imaginar ningún cambio: quieres que todo siga igual. Es comprensible.

spikelee

En el debate se nombró 400 veces la palabra danza. Una persona del público relacionada con el circo se quejó de eso. Yo mismo le recordé que una de las cuestiones que recogimos como primer punto de consenso en el grupo con el que estuve debatiendo sobre programación y producción fue que estaría bien que el Mercat asumiese un término más amplio como puede ser el de artes en vivo, una etiqueta más que, a mí, personalmente, se me queda corta. De hecho, en el grupo hablamos de que da igual la etiqueta, que el Mercat debe prestar atención a lo que está ocurriendo aquí y ahora, tenga la etiqueta que tenga. Pero, claro, incluso mientras se supone que llegábamos a ese consenso pero, sobre todo, una vez en el debate público, mi sensación es que lo que se sobreentiende es que el Mercat debe prestar atención a lo que está ocurriendo siempre y cuando esté ocurriendo en el territorio de la danza y las artes del movimiento. Es decir, nos encontramos como al principio. A lo máximo a lo que podemos aspirar los de la minoría étnica mientras compartamos piso con los de la danza y, en menor medida, con el circo es a tener una habitación mucho más pequeña que los de la danza y no mucho más grande que la del circo. Si estuviésemos en otro contexto, si se hiciese ese mismo proceso participativo en un lugar como el Teatre Lliure, sospecho que nos pasaría igual: en ningún caso podemos tener una habitación como los del teatro (acordaos del ciclo Radicals Lliure, por mucho que algunos que lo criticaban ahora lo añoren no era más que una anécdota en la programación del Lliure) y siempre bajo tutela de los hermanos mayores, los de la danza o los del teatro, que para ellos se construyó la casa donde tenemos la suerte de que nos dejen pasar algún tiempo, de vez en cuando, y sin mostrarnos mucho, no sea que espantemos a las visitas.

Familia de punks

Todo esto me conduce a la siguiente conclusión: parece que por mucho que se introduzcan algunas propuestas políticamente correctas en las bases de la convocatoria para dirigir el Mercat, quien lo dirija en el futuro inmediato va a tener que rendir cuentas al sector mayoritario pro-danza. Quizá la nueva dirección sea más sensible a la minoría étnica, siempre y cuando pueda encontrar argumentos para hacerla pasar por artes del movimiento con disimulo y sin molestar demasiado a los legítimos propietarios del Mercat, es decir, a los de la danza.

Esto es muy cansino. Muchos de nosotros no pertenecemos ni a la danza ni al teatro. Algunos estamos hartos de que se refieran a nosotros con la coletilla artes del movimiento, siempre detrás de la danza. O artes escénicas multidisciplinares o híbridas siempre detrás del teatro. O artes en vivo cuando no nos acabamos de creer esa terminología y simplemente hemos llegado a ella como un mal menor al que agarrarnos para que nos identifiquen como un grupo de gente que no somos danza ni teatro ni artes visuales ni música ni literatura, porque no tenemos prejuicios de disciplina y, en la mayoría de casos, sólo utilizamos etiquetas respetables por obligación, porque esos que quieren hacernos de hermanos mayores no entienden el mundo más que de esa manera. ¿Eres heterosexual, eres homosexual, eres lesbiana, eres trans? ¿Qué eres? A mí me da igual tu orientación sexual y estoy harto de que se utilice para dividirnos. Y ni siquiera quiero hacer apología de lo queer y que eso se convierta en mi bandera. ¿Eres blanco, eres negro, eres mulato? No juzgo a la gente por su color de piel. Somos creadores, artistas, hacedores, artesanos, trabajadores. Da igual, cada uno que se defina como quiera (o que no se defina) pero no les añadáis más adjetivos porque definitivamente, a muchos, no nos representan.

Nirvana?

Por otra parte, es curioso descubrir que el objetivo del Mercat de les Flors, cuando se fundó en los años 80, era ser un espacio escénico destinado a las nuevas tendencias, otra etiqueta más que, seguramente, en aquellos años era la que estaba en boga para referirse a gente como nosotros. Y es gracioso recordar que en el año 2006, es decir, hace sólo 10 años, tras el cierre de l’Espai de Dansa i Música, gestionado por la Generalitat, la gente de la danza se quejó de la falta de espacios e infraestructuras destinadas a la danza y fue esa la razón de que el Mercat se convirtiese en un centro para la danza y las artes del movimiento: para acoger a la gente de la danza, que se había quedado sin espacios. Es decir, la gente de la danza, en su diáspora, ocupa ahora una tierra prometida habitada décadas atras por otras gentes que, diez años más tarde, se han convertido en una minoría étnica incluso en la que, en principio, debía ser su propia casa. Para eso sirve la memoria. Te enteras de cosas curiosas. Para eso sirve el olvido. Repites algo durante diez años y se convierte en la realidad inmutable que nadie osa poner en duda.

Maria Aurèlia Capmany

Decía Virgina Woolf que una mujer, si quiere ser escritora, necesita su propia habitación. Yo no sé si ha llegado el momento de reclamar que nos dejen vivir tranquilos en nuestra propia habitación, en vez de pelearnos constantemente para que nos dejen la habitación de invitados, de prestado, de vez en cuando, en los templos de la danza, del teatro o de las artes visuales. Deberíamos disponer de nuestra propia habitación, un lugar donde no tengamos que justificarnos constantemente por las cosas que hacemos y podamos encontrarnos tranquilamente con quien quiera acercarse por nuestra casa. Incluso donde, como sostiene Valcárcel Medina, todos seamos artistas y se diluya esa marcada diferencia que acaba en perversiones como intentar crear públicos que nos sostengan. Un sitio recogidito pero con las puertas abiertas de par en par, donde no se le pregunte a nadie por su procedencia, que no pida a nadie que se disfrace para que parezca que practica la misma respetable disciplina de los propietarios de la casa, que pueda cambiar constantemente de disciplina sin tener que pedir perdón, que no sea la disciplina lo que nos una como, de hecho, no lo hace. Muchos nos reconocemos en una manera de entender la creación que no tiene que ver con nada de todo eso. Nos gusta mezclarnos con gente diferente, todo lo que aún no tiene etiquetas, y también lo que tiene etiquetas perfectamente definidas. Nos da igual eso. No nos representa nadie, ni las asociaciones de danza, ni las de teatro, ni las de artistas visuales, ni las de músicos, ni las de escritores, ni las de cine. Esa es la gracia. Pero no por eso dejamos de compartir una misma comunidad o de habitar en comunidades hermanas. Nos dicen que debemos organizarnos y formar una asociación de profesionales para que las instituciones puedan dialogar con nosotros. Pero llevamos años organizados, sólo que no nos damos ni cuenta porque nos hemos creído que sólo estamos asociados si pagamos una cuota anual a algo que se llame Asociación de Profesionales de lo que sea con unos portavoces que irán a sitios y dirán que hablan en nombre de todos nosotros. Pero no es verdad, llevamos organizándonos de otras maneras, mucho más horizontales, donde la comunicación es directa y la libertad de acción e independencia de cada uno es total. ¿Cuántos años hace que existe Teatron? ¿Cuántos usuarios tiene Teatron? ¿Acaso los movimientos ciudadanos que han llegado al poder municipal tienen carnet de partido? ¿No pertenecemos a ellos y participamos en sus decisiones sólo con registrarnos en una web?

La habitación de Virgina Woolf

Los miembros de esta comunidad y otros electrones libres con quienes nos encontramos constantemente nos reconocemos y compartimos muchas cosas. Entre las más importantes es la de ser considerados una especie de minoría étnica. Mucha gente piensa que lo que pasa en esas minorías étnicas es de lo más apasionante que está sucediendo dentro del mundo de la creación, aquí, en Barcelona, en España y, algunos dicen, los que vienen de otros lugares míticos europeos, por ejemplo, que quizá sea algo que muchos de esos lugares míticos europeos envidiarían si supiesen de su existencia. Quizá en vez de intentar parecernos a las socialdemocracias europeas en declive deberíamos sacar pecho de movimientos y energías que puede que dentro de unos años acaben siendo modelos de referencia en otros lugares. Este tipo de minorías étnicas quizá deberían ser uno de los bienes más preciados en ciudades como Barcelona, quizá debería recibir una atención directa y no ocuparse de ella como la hermanita pobre a quien hay que atender con una cuota. Y el gobierno de esta ciudad, Barcelona, como el de Madrid y otras ciudades donde precisamente los movimientos ciudadanos han llegado al poder (unos movimientos que hasta hace poco eran tratados como una minoría étnica), deberían entender eso mejor que nadie, prestarle la debida atención y quizá dotar a la presunta minoría étnica de sus propios espacios y recursos no tutelados por los hermanos mayores de siempre. En vez de pasarnos el día discutiendo con los hermanos mayores sobre cuestiones tan obvias que no merecen ni un segundo de nuestras conversaciones cuando nos encontramos con el resto de nuestros hermanos, ahora que ya tenemos una edad (y antes de entrar en el geriátrico), ¿qué tal si tuviésemos la oportunidad de jugar en nuestra propia habitación sin molestar a nadie? Ese sí que sería un verdadero y revolucionario cambio.

 

 

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Notas que patinan #73: Bad Translation de Cris Blanco y sus secuaces

Foto promocional de Bad Translation de Cris Blanco

Cris Blanco lo ha vuelto a hacer. El domingo pasado asistí al pre-estreno de Bad Translation en el Teatre Alegria de Terrassa, junto a más de 80 personas (la sala abarrotada) que aplaudieron a rabiar a Cris Blanco y sus secuaces (Óscar Bueno, Cris Celada, Javi Cruz y Amaranta Velarde en escena, Ayara Hernández como asistente artística y Sergio Roca Saiz en las luces). Este fin de semana es el estreno en Barcelona, en el Mercat de les Flors. Hace días que no quedan entradas ni para el viernes ni para el sábado. Han prorrogado al domingo pero las entradas se han agotado en 24 horas. Los afortunados que hayan conseguido una entrada lo verán en la Sala Pina Bausch, con capacidad para unas 100 personas. Haciendo cuentas me salen unas 400 personas, sin contar los que se van a quedar fuera. Está claro que todo esto no interesa a nadie. Los que se queden sin ver Bad Translation tendrán más oportunidades en unos meses: en La Casa Encendida en junio (de momento está previsto dos actuaciones) y en Las Naves de Valencia en otoño. Pero sabe a poco.

Bad Translation continúa en cierta manera la línea de El Agitador Vórtex (estrenada en otoño del 2014 en el Festival TNT de Terrassa) pero a lo bestia. Y eso que El Agitador Vórtex ya era algo muy bestia en el que Cris Blanco lo daba todo. En El Agitador Cris Blanco realiza una película en directo, que el público ve en una pantalla gigante, mientras vemos cómo Cris realiza en escena esa película con una vieja cámara de vídeo, con ella interpretando todos los papeles, todos los trucos a la vista y multitud de objetos y efectos especiales creados a mano por ella misma. Ahora, en Bad Translation son cinco en escena (ella incluida) y el número de objetos diría que, como mínimo, se ha triplicado. Si en El Agitador Vórtex Cris Blanco parecía que iba a morir en escena de la cantidad de actividad que desplegaba para conseguir crear en solitario la ilusión de que el público está viendo una película de acción, en Bad Translation ahora tenemos a cinco personas igualmente ocupadas en una actividad frenética para conseguir crear en una pantalla, con una cámara un poco más moderna, pero otra vez con todos los trucos a la vista, y con infinidad de objetos y efectos especiales creados a mano con la ayuda de todo el equipo, otra ilusión: la pantalla de un ordenador conectado a internet.

Bad Translation de Cris Blanco y compañía

En Bad Translation los performers son una especie de operarios encargados de cumplir los deseos de la usuaria del ordenador, una chica seguramente preocupada en exceso por su imagen en la red. Los performers, con la ayuda de la cámara, una segunda pantalla que les ayuda a ejecutar su trabajo con precisión, un fondo de escritorio gigante, multitud de objetos repartidos por escena, algunos micrófonos, pero sobre todo con sus propios cuerpos y voces, se encargan de recrear la experiencia de la usuaria analogizándola. Es decir, en Bad Translation toda nuestra experiencia digital se convierte en analógica al recrearla en escena. La flechita y la manita del puntero, los sonidos del clic del ratón y del teclado, las carpetas, la papelera de reciclaje, el navegador web, Google, el Google Translator, el Facebook, el me gusta, el Photoshop, las películas de vídeo, el Youtube, los propios vídeos que ves en Youtube, videoclips, notificaciones, el iTunes, los temas que escuchas en iTunes, el Skype, su tono de llamada, el reloj del ordenador, el salvapantallas… Un poco como en el Agitador Vórtex el público va de sorpresa en sorpresa comprobando cómo los performers van creando ilusión tras ilusión en la pantalla con el truco perfectamente a la vista en el escenario. Sólo que esta vez son cinco magníficos en el escenario y el follón que montan es realmente extraordinario. Hay coreografías, hay volteretas, hay música en directo, hay una historia, mucho humor, mucha energía y momentos de emoción. Y, como siempre en el caso del trabajo de Cris Blanco, muchas capas.

Os recomiendo la entrevista que Júlia Beltran le ha hecho a Cris en la televisión pública catalana. Desgraciadamente, no es habitual encontrarse con un buen tratamiento de este tipo de creaciones en los medios. Lo normal suele ser todo lo contrario: copy/paste mal hecho y chapuza sin cariño. Un día podríamos recopilar la cantidad de burradas que se llegan a decir, desde escribir cuatro veces mal – y diferente cada vez – el nombre de una persona a inventarse directamente lo que el periodista no sabe (en vez de preguntarlo). No es el caso de esta entrevista donde, además de conversar tranquilamente con Cris Blanco y de ver imágenes de la creación de Bad Translation, también se hace un repaso a su trayectoria.

Todo lo contrario, sintiéndolo mucho, pasa con el artículo que el Mercat de les Flors adjunta a la ficha del espectáculo en su web, que a parte de errores de bulto sobre la trayectoria de Cris Blanco, acaba centrándose en el apasionante tema de la traducción automática dando la impresión, equivocadamente, de que Bad Translation va de eso. Y no, a parte del título, no va de eso, no se confundan. Va de analogización, si queréis resaltar una sola cosa,  y de muchas otras cosas. Cada espectador verá una diferente. En el estreno en Terrassa algunos notamos cierta brecha entre el público de mayor edad menos acostumbrado a lo digital. Lo bueno es que algunos de ellos disfrutaron perfectamente la función sin haber experimentado nunca los originales que se analogizan en escena.

Pero, como en el resto de sus creaciones, el trabajo de Cris Blanco, a parte de admirarme y atraparme a partes iguales por la inteligencia y la emoción, a mí siempre me acaba remitiendo a lo mismo. Cris nos invita a mirar hacia lo que nos rodea como si lo viésemos por primera vez. Cada objeto, cada planta, cada piedra, hasta un ordenador, tiene vida, forma parte del misterio de la vida y está conectado entre sí. Y visto así, como lo ve, y nos lo hace ver Cris Blanco, es verdaderamente maravilloso. Da igual si la cosa va de películas de inspiración ochentera, de remezcla de géneros, de símbolos y señales cotidianas o de ciencia, la particular mirada de Cris Blanco, a parte de hacerse preguntas sobre todo ello, consigue que, al salir de cada performance, vea el mundo de una manera diferente a como lo veía antes de entrar y me fije en detalles que antes me pasaban desapercibidos. Nunca más podré sentarme ante un ordenador de la misma manera que antes de ver Bad Translation. A otros les pasan otras cosas en cada una de sus piezas, a los que les interesa el cine salen hablando de cine, los científicos de ciencia, los músicos de música, los que se fijan en la interpretación hablan de los recursos interpretativos, los de la coreografía ven eso también, los dramaturgos hablan de teatro, los teóricos de semiótica, los artistas visuales del tratamiento de los objetos y los intelectuales de lo que en el gremio se conoce como metamierda. Y lo bonito es que todo eso lo consigue con un estilo muy accesible que permite que cualquiera pueda disfrutarlo sin necesidad de ser un experto en nada de todo esto y sin ningún rastro de pedantería. Sí, se puede.

Por supuesto, en Bad Translation, nada de todo esto sería posible sin el increíble equipo que se ha reunido, todos con una trayectoria a sus espaldas de lo más interesante. Óscar Bueno colaboró con Cris en su anterior trabajo, pero es también el 50% de Poderío Vital y ahora mismo está metido en el proyecto colectivo N-340, que podrá verse pronto en el Antic Teatre. Cris Celada forma parte de El pollo campero y ha colaborado con El conde de Torrefiel en La chica de la agencia de viajes nos dijo que había piscina en el apartamento. Javi Cruz forma parte del colectivo El gato con moscas y también de PLAYdramaturgia, con el que ha realizado ya unos cuantos proyectos como Liberté, Egalité y Beyoncé. Amaranta Velarde ha creado piezas coreográficas como Lo natural, ha formado parte del colectivo ARTAS asociado a La Poderosa y presenta en el Antic Teatre la semana que viene Mix en scene. Y a Ayara Hernández la conocimos en la última edición del festival Sâlmon< dirigiendo Retrato de un monstruo, con Amaranta Velarde en escena. Un equipazo que en Bad Translation hace un trabajo realmente coral junto a Cris Blanco en el que todos participan de todo. Una manera de trabajar que, como todo lo anterior, es muy de agradecer.

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Bakalao vs Novios

Después del bonus track en homenaje a Master, el jueves 31 a las 20:00 en Soon in Tokio (Carrer de Nàpols 5 de Barcelona), traca final de las sesiones de porno musical amateur en el Nyamnyam dedicada al Bakalao (amateur) con concierto de Novios (con Pablo Gisbert) en la cocina mientras Iñaki Álvarez prepara un arroz de bacalao que degustaremos mientras pincha DJ Amarantis. La entrada (15€) incluye cena y vino. Imprescindible reservar en espai@nyamnyam.net (quedan muy pocas entradas).

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Más información sobre Todo lo que me gusta es musical, amateur o engorda.

Algunas imágenes y vídeos de las intervenciones:

Primera sesión: Orlando Gibbons

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Segunda y tercera sesión: Variaciones Goldberg

Bonus track: Homenaje a Master

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Todo lo que me gusta bonus track: homenaje a Master

Después de las tres excitantes sesiones de porno musical amateur en el Nyamnyam y antes de la traca final dedicada al Bakalao en la que podréis vivir de cerca un concierto de Novios (con Pablo Gisbert) en la cocina de Soon in Tokio mientras Iñaki Álvarez cocina un arroz de bacalao (jueves 31 a las 20:00, ya podéis ir reservando), el próximo jueves 24 a las 13:00 (reservas en espai@nyamnyam.net) os ofrecemos un bonus track en homenaje a Master en forma de excursión a un lugar desde donde tomar perspectiva geográfica e histórica. Saldremos desde el Nyamnyam (Carrer Pallars 94 de Barcelona) y estaremos de vuelta 4 horas más tarde. Cuesta 12€ con comida incluida.

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Master es un músico amigo mío de Santa Coloma, negro y charnego, que desapareció hace ahora cinco años en unas circunstancias aún no del todo aclaradas. Un año y medio después de su desaparición decidí iniciar una investigación y realicé una serie de entrevistas a amigos suyos que publiqué en este blog. Esas entrevistas acabaron en un libro que presentamos en el desaparecido y añorado bar La Ramona, en el Barrio chino de Barcelona.

En la fiesta de presentación de ese libro, que fue también el debut de Novios, tocó Calor, el grupo formado por Cris Blanco, Tanya Beyeler y Victoria Macarte. Ellas le dedicaron un tema a Master que podéis escuchar aquí.

Poco antes la última persona que compartió casa con él me hizo llegar un disco duro en el que encontré un videodiario realizado por el propio Master un año antes de su desaparición. Decidí publicar ese videodiario como una segunda temporada de una serie dedicada a mi amigo. Pero Master seguía sin aparecer.

Más tarde, en noviembre de 2013, Chus Domínguez, Nilo Gallego y Silvia Zayas me invitaron a intervenir en Un encuentro llamado 987 en el Musac de León y me propusieron que hablase sobre un tema: la comunidad. Acepté su invitación y le dediqué a Master un programa de radio realizado en directo y titulado Community Master en el que, a parte de escuchar música importante en la vida de Master (incluso un tema interpretado por él), conté algunas historias sobre Master y su relación con algunas de las comunidades de las que podríamos decir que ha formado parte a lo largo de su vida (o al menos yo lo veo así).

En verano del 2014, aún sin noticias de Master, decidí escribir un relato de ciencia ficción, una ucronía en la que imaginaba qué hubiese pasado si el 15M hubiese triunfado de una manera radicalmente diferente a como (lentamente) lo está haciendo. ¿Qué tiene que ver eso con Master? Pues es que se da la casualidad que Master desapareció unos días antes del 15M. En ese futuro ucrónico que corría paralelo a nuestro presente de entonces (julio de 2014) Master no habría desaparecido y viviría feliz en Las Ramblas, en una Barcelona en la que los guiris sí habrían desparecido, España habría abandonado el euro y la renta básica sería una realidad. En un concierto de El último vecino en el Sidecar, Master se habría enrollado con Liang Liang, una jovencita catalana de origen chino (una charnega aún más exótica que él) con la que, en teoría, estaría montando un nuevo grupo aunque, en realidad, pasasen más tiempo en la cama que ensayando. Publiqué en Teatron esa, podríamos llamarla así, cuarta temporada a un ritmo de un capítulo cada día, de lunes a viernes, durante todo el mes de julio de 2014. La podéis descargar en PDF si queréis leerla.

Pero, aunque hace tiempo que, en relación a este tema (y en relación a muchos otros, para qué nos vamos a engañar), ya no sé si distingo demasiado entre realidad y ficción, el paradero de Master sigue siendo un misterio.

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Por eso, el jueves le voy a dedicar un homenaje. Si queréis acompañarme viajaremos a una montaña sagrada donde comeremos empanada gallega de bacalao que cocinará mi madre. Una empanada que Master os aseguro que sabía apreciar.

Las imágenes que ilustran este post son las de la vista fea de la montaña. A mí me gusta más la que se ve por el otro lado, pero si queréis ver esa vista vais a tener que venir.

Todo lo que me gusta es musical, amateur o engorda | Bonus track: Homenaje a Master

Cuándo: Jueves 24 de marzo de 2016, 13:00
Dónde: Salida desde el Nyamnyam (Carrer Pallars 94, Barcelona). Luego pillaremos el metro y al final habrá que caminar 30 minutos.
Precio: 12€ con comida y bebida incluida
Duración aproximada: 4 horas (a las 17:00 podéis estar de vuelta)
Reservas: Imprescindible reservar a espai@nyamnyam.net

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Todo lo que me gusta es musical, amateur o engorda

Durante el mes de marzo estaré cada jueves a la hora de la comida en el Nyamnyam (el último día, a la hora de la cena) con esta movida. Habra música y comida rica cada día. Reservas en espai@nyamnyam.net

Cuándo: Jueves 3, 10, 17, 24, 31 de Marzo
Dónde: Espai nyamnyam (Carrer Pallars 94-96, 6º 1ª, Barcelona)/ de paseo / Soon in Tokyo (Carrer de Nàpols, 5)
Precio: 12€ mediodia / 15€ noche
Reserva: Enviando un email a espai@nyamnyam.net

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Más información en Espai Nyamnyam

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Presentació del fanzine Contracultura

contracultura

Dimecres es presenta el fanzine Contracultura al Casal de Barri Pou de la Figuera (Sant Pere més Baix, 70). En el fanzine trobareu un text meu escrit per a l’ocasió que porta per títol La contracultura s’ha fet gran. En ell explico la bonica història de com la contracultura ha arribat a l’edat madura en poc menys de set-centes paraules i utilitzant només tres noms propis però contundents: Ana Rosa Quintana, Hitler i el gran cap indi Seattle. Si en voleu un em sembla que haureu de venir a la presentació (no en tinc ni idea de com es distribuirà). Ens podem veure allà i celebrar el pròxim inici de les Saturnals amb una copa a la mà.

fanzine-marti

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Notas que patinan #72 | Pasado, presente y futuro

Esta semana, en Barcelona, hay dos ciclos llegando a su fin que comparten una particular mirada al pasado y, al mismo tiempo, una decidida apuesta por la creación y los creadores del presente (un aspecto destacable que evita que echar la vista atrás se convierta simplemente en quedarse anclado en el pasado). Y, a pesar de sus múltiples diferencias (no sólo sobre las disciplinas que abordan: las artes en vivo en un caso y el cine de animación en otro) y del diferente origen e idiosincrasia de sus organizadores y de los espacios donde se desarrollan, no es lo único que comparten. Comparten también una cierta reivindicación (nada dogmática) de la creación y los creadores locales, en algunos casos pioneros que, quizá por el hecho de serlo, no han tenido el reconocimiento que han tenido, tienen o tendrán otros que han sacado, sacan o sacarán tajada de sus hallazgos. Y puntualizo que esa reivindicación no es nada dogmática porque mezcla al mismo nivel a creadores consagrados con otros que no han tenido esa suerte. Este tipo de extrañas coincidencias es lo que se le aparece a mi retorcida mente (por supuesto, no tenéis por qué compartir mis particulares conexiones mentales) cuando me pongo a pensar en estos dos ciclos: Hacer Historia(s), el ciclo de retro-performances organizado por La Poderosa en colaboración con el Antic Teatre y la Sala Hiroshima (jueves, sábado y domingo a las 21:00, en La Poderosa, Carrer de la Riereta 18), y Del trazo al píxel, más de cien años de animación española, que organiza el CCCB (de jueves a domingo de 19:00 a 20:30, Carrer de Montalegre 5) comisariado por Carolina López (y que pronto se podrá ver en La Casa Encendida). Por horario y ubicación (La Poderosa está a 5 minutos caminando del CCCB), los dos ciclos son perfectamente compatibles y combinables en este último tramo final.

El ciclo Hacer Historia(s) es un intento declarado de recuperar ciertas creaciones del pasado que continúan siendo vigentes a pesar del paso del tiempo, al mismo tiempo que cuestiona la novedad por la novedad y las políticas neoliberales que promueven un tipo de arte consumible. Como dice Claudia Galhos: Esto no es arte es bulimia. La Poderosa se posiciona en contra de la amnesia pero intenta mirar el pasado desde la revisión, la reconstrucción y el recuerdo, no para caer en la nostalgia sino para, precisamente, comprender el presente. Y, por eso, desde octubre hasta el próximo domingo, en el ciclo hemos podido ver desde trabajos escénicos que poca gente vio en su momento a otros que les ha parecido interesante retomar, pasando por remakes, autovideografías y actividades teóricas sobre conceptos tales como memoria, emergencia, archivo y transmisión. Gracias a este ciclo hemos visto joyas como Histoire(s) de Olga de Soto, en versión vídeo documental, donde a través de entrevistas a espectadores que asistieron al estreno, en 1946, de una pieza de Roland Petit y Jean Cocteau, reconstruímos el espectáculo original a través de su memoria.

O las piezas Menta in iurmain, de Rafael Ponce con Mònica Muntaner y Kike Salgado y Shichimi Togarashi, de Juan Domínguez y Amalia Fernández. Pero también se ha invitado a creadores locales a que vuelvan la vista hacia el pasado de diversas maneras: Mix-en-scène, donde Amaranta Velarde remezcla samplers icónicos de la danza, la música y las artes visuales con un espíritu próximo al DJ, Body Nawman / Go.go home, donde Carmelo Salazar revisita su pasado coreográfico, o la autovideografía en la que Aimar Pérez Galí repasa sus mitos, sus referentes y sus fetiches a través del registro en vídeo de piezas escénicas.

Por otra parte, el ciclo Del trazo al píxel, permite ver en pantalla grande, en el CCCB, una selección de la animación española de todos los tiempos, en ocho sesiones, dando visibilidad a la obra de 70 autores, con más de 50 títulos. Para ello se han restaurado y digitalizado obras imposibles de ver por el deterioro de las cintas o por su difícil acceso. El ciclo está acompañado por la publicación de un libro-DVD de la historia del cine de animación español. Reconozco que, hasta ahora, no tenía ni idea de la cantidad y del interés de los creadores catalanes y españoles que han trabajado en el territorio de la animación. Cuanto más me adentro en el tema más me flipa comprobar cómo algunos de ellos (muchas veces absolutos desconocidos para el público no iniciado) han sido verdaderos pioneros en la historia de la animación, en muchos casos con recursos ínfimos. Gente como Arturo Moreno, que creó el primer largometraje de dibujos animados a color de Europa en 1945. O como José Luis Moro, de los estudios Moro, que en 1947 tuvo que rechazar una oferta para ir a trabajar en los estudios Disney porque estaba haciendo la mili y que, al final, hizo carrera con su hermano en la publicidad. Por no hablar de Segundo de Chomón y su Hotel eléctrico del 1905.

En cuanto a la conexión con el presente, en el ciclo Del trazo al píxel, la cosa se anima durante los próximos días. Una sesión especialmente interesante es la del jueves 10, titulada La huella del artista. Es interesante constatar, como hace la comisaria del ciclo Carolina López, cómo gran parte de la producción anterior a los años 50 fue experimental por obligación, es decir, no les quedaba más remedio que trabajar a base de ensayo y error, a veces con materiales muy rudimentarios y condiciones de trabajo que obligaban a sus creadores a inventar nuevas técnicas y ensayar nuevos formatos. Pero a partir de los años 70, coincidiendo con la irrupción de la televisión y la demanda de contenidos de animación para un público televisivo, se crea una industria que seguramente se aprovecha de los logros de sus antecesores y, en ese momento, gente que está fuera de la industria, ven en la animación un medio perfectamente interdisciplinar en el que volcar sus inquietudes artísticas y experimentar de una manera consciente. Es el caso, por ejemplo, del cineasta y dibujante Iván Zulueta (el de Arrebato) de quien podremos ver el jueves uno de sus cortometrajes de animación de 1969, Get Back, o José Antonio Sistiaga y Rafael Ruiz Balerdi (fundadores, junto a Chillida y Oteiza del colectivo de arte moderno vasco Gaur en 1966). La sesión del jueves mostrará trabajos de ellos y de gente más actual como Alberto Vázquez (alias Querido Antonio) o los artistas visuales David Bestué y Marc Vives, de quien podremos ver Estado de cambio).

Como complemento canalla del ciclo, podéis ver en Teatron una videoplaylista firmada por la comisaria Carolina López, con algunos títulos creados específicamente para internet (que por esa razón no se incluyen en el ciclo), con piezas de Vengamonjas, Joaquín Reyes, Juanjo Sáez o la gente de Mongolia.

Mientras tanto, en la recta final del ciclo de retro-performances de La Poderosa, este jueves, el joven colectivo madrileño PLAYdramaturgia presentan su Prólogo a los detectives salvajes, un proyecto documental en el que, como en la novela de Bolaño, los PLAY, obsesionados con un pasado del que son herederos, investigan para retratar a toda una generación artística, en este caso escénica, en una historia repleta de ausencias y de trabajos que, en muchos casos, por la falta histórica de documentación, no han visto ni, seguramente, verán nunca. Una historia que los PLAY y muchos de nosotros sólo conocemos por lo que otros nos han contado.

Pero hay más. El sábado y el domingo, Pere Faura realiza una versión personal de una emblemática pieza (Shirtology, de 1997) de un creador consagrado como Jerôme Bel (reconocido exponente de la danza conceptual europea) y la llama Jerôme Bel, les meves samarretes i jo, en un programa compartido con la polaca Ola Macjieweska, que se inspira en Loïe Fuller, bailarina autodidacta de finales del siglo XIX y principios del XX, conocida por su experimentación con la iluminación y los tejidos flotantes con los que encandiló a toda una generación de artistas e incluso científicos de la época. Se da la coincidencia de que La Casa Encendida dedicó un ciclo a Loïe Fuller en el que los PLAY intervinieron con unos vídeos que rescataban grabaciones del paso de algunas creadoras del archivo de La Casa Encendida poniéndolas en relación con las pocas imágenes del trabajo de Fuller que han llegado a nuestros días.

Por cierto, el sábado la Poderosa abrirá su Cantinita después de la performance para celebrar el fin del ciclo en una pista de baile retro amenizada con música servida por Amaranta Velarde.

Hacer Historia(s) y Del trazo al píxel, dos propuestas que provienen de organizaciones barcelonesas muy diferentes (un espacio independiente, La Poderosa, y una institución pública, el CCCB) que en esta época de cambio vuelven su mirada hacia el pasado para tomar impulso hacia hipotéticos futuros que nos esperan a la vuelta de la esquina. No sé si será una simple casualidad o el síntoma de algo.

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