10 de Julio (2018)

Todo lo que escribo ha pasado ya:

la habitación de Seúl
-el paisaje desde la ventana-
ya no está.
Ni los reflejos,
ni la soledad, ni el lujo,
ni las montañas, ni la luz,
ni los misterios, ni el lenguaje…

Nada llega de manera definitiva.
Nada permanece.

Hasta la palabra que amanece ahora
resbala hacia un fin

y vuelve a empezar.