Vampiros

Viajo solo. Voy por las playas del Maresme, encontrando chicas que toman el sol tumbadas sobre sus toallas. Pero no estoy con ninguna de ellas, por eso no permanezco demasiado tiempo en ningún sitio.

Cruzo la vía del tren y atravieso un desierto hasta que llego al pie de un muro rocoso donde se intuyen unas escaleras excavadas en la piedra, quizás por los romanos. Intento escalar el muro pero realmente es muy complicado. Mi padre aparece en lo alto del muro para echarme una mano y decirme por dónde debo subir. Con su ayuda lo consigo.

Una vez arriba el paisaje cambia por completo. Admiro un bosque y una ciudad al fondo, rodeada por el bosque. Camino hacia allí. Cuando llego a la ciudad me dirijo hacia una zona en la que no se ve ni un alma. Entro en un edificio que parece abandonado, un edificio antiguo. Subo por la escalera hasta que veo una puerta abierta. Entro y contemplo el interior, amplio, vacío, con suelo de madera y paredes y techo del Eixample, recién pintado. Al fondo, unos ventanales enormes inundan de luz la sala.

Y de pronto aparece una chica alta, delgada y con el pelo largo, mezcla de Ester y Uma Thurman, que se dirige hacia mí con una arma blanca en la mano. Me enfrento a ella y le advierto de que soy cinturón marrón de karate kyokushinkai. No parece sorprenderse, quizás incluso le parezca poca cosa. Me pongo en posición defensiva y comienzo a saltar y a mover las piernas pero sin exagerar porque no estoy seguro de que la situación lo requiera. Nos tanteamos pero no recuerdo el combate. Quizá no llegue a producirse.

En la calle, paseo por calles repletas de edificios como el que acabo de abandonar. Todo tiene un ambiente gótico espeluznante pero a mí me gusta, como siempre me gustó Lord Byron aunque nunca lo leí. Así son las cosas. Hablo con una chica que me encuentro o que, a partir de ese momento, me acompaña. Quizá sea Sara. Le propongo ocupar uno de esos edificios. Me sorprende que en Barcelona exista un barrio así y esté absolutamente desocupado. ¿Nadie se ha dado cuenta todavía? Quizá es que no estoy en Barcelona.

Cojo el metro y leo un libro. En el libro aparecen todas las escenas anteriores. El nombre de Ester es citado varias veces. Se lo digo a Ester, que viaja tranquilamente a mi lado. ¡Qué casualidad!, dice ella. Le explico que mi hermana se ha enamorado de un mexicano y se va de viaje a México con él. Nosotros podríamos hacer lo mismo con Argentina o con Berlín. Ya no estoy seguro de que sea Ester quien me acompaña.

Es de noche y Fermín se acerca a mi cama. Me dice que debe explicarme algo importante que aclarará todas mis dudas. Le escucho. Me explica algo bastante breve que no consigo retener. A continuación sonríe y me advierte de que no debo creer nada de lo que me dice. No debo fiarme de él. Y se ríe malignamente. Creo que ahora ya es un yonki, como otros antes que él fueron vampiros.

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