El Proyecto Yivi es una iniciativa de Luisa Pardo y Pedro Pizarro que inició hace unos 10 años. Fue la coincidencia de un movimiento vital, en el que deciden salir de Morelos y mudarse a vivir a la Mixteca. Al mismo tiempo fue una manera de integrarse a la comunidad a la que llegaban.
Montaron un taller en el centro de Santo Domingo Yanhuitlán para ofrecer clases gratuitas de teatro y pintura a lxs niñxs de la comunidad. En febrero de 2016, después de una breve experiencia pedagógica en el Cenformix de Nochixtlán, consiguieron hacer un intercambio para ocupar una casa perteneciente a la familia Cruz en la esquina de Allende y Porfirio Díaz, y la convirtieron en el taller Yivi. Podrían ocupar el inmueble a cambio de hacer reparaciones y mejoras en la casa.
Después pegaron carteles, lo anunciaron en los altavoces del municipio y muy pronto esa casa se convirtió en un lugar frecuente para algunxs niñxs que se volvieron habituales, también para las mamás que a veces los llevan o los recogen, se formó una pequeña sociedad: niñxs que van a pasar las tardes, perros sedientos que buscan un descanso, habitantes de Yanhuitlán que vienen a vender comida o que se acercan a hablar, a pedir consejos o a desahogarse.
El taller es una ofrenda, una “gueza”, una manera de no llegar a la fiesta con las manos vacías. De poner algo sobre la mesa, de compartirse, de enseñar lo que se sabe. Una carta de presentación. Una forma de estar.
El giro educativo
Alrededor de 2008 se comenzó a hablar del giro educativo en el mundo del arte. Muchos proyectos artísticos comenzaron a considerar la educación como una forma de hacer arte. La obra se convirtió en un espacio de aprendizaje. Programas pedagógicos que se volvieron, en muchas ocasiones, parte central de lo que se mostraba en bienales o museos. Teóricos y artistas como Luis Camnitzer, Ahmet Öğüt, Chto Delat?, Tania Bruguera, Theaster Gates, KUNCI o ruangrupa. Teóricxs y curadorxs como Luis Camnitzer o Maria Lind ayudaron a pensar y pusieron en práctica estas ideas. Libros como Creating And The educational Turn publicado por De Apple, Akademie X publicado por Phaidon entre muchos otros, las divulgaron.
Había una búsqueda de marcos de enseñanza y aprendizaje fuera de las estructuras tradicionales y una profunda necesidad de generar espacios para compartir de otras maneras y el usar la plataforma artística como un soporte para enseñar y aprender.
¿Qué es, qué hace y cómo se hace?
En Yivi se vincula a lxs niñxs con procesos artísticos que se inspiran en la práctica arquitectónica y pictórica de Pedro Pizarro y en el trabajo escénico de Lagartijas tiradas al sol. Son una serie de principios éticos y estéticos que sobrevuelan la pedagogía y gravitan hacia la creación de un arte muy ligado al contexto, al reciclaje, a la promiscuidad de ideas, a la confianza en lo arbitrario del gusto, a la disciplina, al compromiso y a la auto observación.
Tengo la impresión que en estos tiempos tenemos mucho miedo de enseñar, se oye mal decir que alguien va a enseñar algo, preferimos decir que vamos a “compartir”, como si enseñar no fuera, en el fondo, el más alto grado del compartir. Fingimos una horizontalidad inexistente por miedo a asumir una direccionalidad en la transmisión del conocimiento. Siento que hemos dejado que los malos maestros nos arrebaten la palabra. (Y así con tantas palabras). En Yivi se enseña y se aprende. Sin pena y sin eufemismos.
Pero los roles no son fijos ni innamovibles. Desde antes de Freire, sabemos que los maestros acaban aprendiendo de sus alumnos igual o más de lo que acaban enseñando y eso es parte de lo que sucede en el taller. Que lxs niñxs traen cosas que quienes damos la clase no sabemos y ellos nos enseñan. No es una metáfora, es una realidad. Aprenden quienes enseñan y enseñan lxs que aprenden.
El taller no sólo pretende enseñar las disciplinas: pintura, teatro, arquitectura y cine. Busca mostrar a lxs niñxs que el arte puede reflejar su vida cotidiana en formas que que otros espacios de convivencia no pueden, que así como para Luisa y Pedro, el arte puede ser una manera de vivir.
Yivi asume desde un inicio su falta de método. Pero, creo, que asumir ese no saber es necesario para aprender y para enseñar. Es una especie de escuela que genera conocimiento experimental. Se enseñan algunas cosas, se aprenden otras, pero sobre todo se forma un espacio en el que se comparte vida. Nunca se trata de pasar de A a B.
Contexto
Yanhuitlán es un pueblo muy antiguo, rico en historia y tradiciones. Desde tiempos prehispánicos fue un centro muy importante dentro de la región Mixteca. Tan es así que en el siglo XVI los dominicos construyeron un convento inmenso que hoy sigue siendo un atractivo turístico importante. Como en muchos pueblos oaxaqueños, las fiestas organizan y determinan el calendario. Fiestas que muchas veces contienen elementos de una teatralidad muy elaborada: máscaras, muñecos, disfraces, chilolos, procesiones, representaciones, misas y demás son habituales para los habitantes del pueblo. El teatro y la danza están integrados a la fiesta.
Aun así no hay un edificio teatral, el más cercano está en la ciudad de Oaxaca, a más de una hora en carretera. La ausencia del Estado, como garante del acceso a las manifestaciones artísticas contemporáneas, provoca que estas queden en manos del capital. La televisión, las plataformas y demás negocios son quienes acaban moldeando la percepción de lo que es el arte más allá de la tradición, sus límites y alcances.
Yivi busca proveer un espacio, un tiempo y un contexto para que lxs niñxs de Yanhuitlán puedan explorar formas de sensibilidad ligadas a las prácticas artísticas que no están supeditadas a la tradición de su pueblo ni a los designios del capital.
La convicción de que lo que nos importa a nosotrxs les puede interesar a nuestros vecinos.
Proyectos
Yivi tiene dos momentos. Uno donde se imparten clases y otro donde se desarrollan proyectos. El cambio de status de lxs niñxs de alumnxs a creadorxs es la piedra de toque del mecanismo en el taller. Un cambio en el que se asume que los roles no son fijos ni definitivos, se evidencia que alguien puede enseñar en un momento y aprender en otro. Que el “saber” es un estado contingente y no un escalón al que se accede.
Es mucho lo que se ha hecho en Yivi. Además de las clases hemos hecho varias películas cortas: “7 mono” sobre el último cacique de Yanhuitlán. “Yutata´ti/Spieglein” que fue una co producción con LE STUDIO Film und Bühne de Viena y un intercambio con niñxs de allá. ”La historia del Yucuate” un cortometraje sobre el incendio de el cerro del cacahuate.
También hemos hecho obras de teatro: “Alina” que fue la contraparte de un proyecto que hicimos con estudiantes de CalArts. “Las fiestas patrias” una pequeña puesta en escena que criticaba los vicios de ciertas actitudes de lxs habitantes de Yanhuitlán, “La Pastorela”,
“Noti Yanhui”, “Los superheroes”, entre otros
Los proyectos se han presentado tanto en Yanhuitlán como fuera del pueblo. Durante estos años hemos realizado varias giras con lxs niñxs y sus mamás que les acompañan. En tres ocasiones a la Ciudad de México, a Guelatao y en una a la ciudad de Oaxaca. Yivi se ha presentado en el Centro Cultural España, Ex Teresa Arte Actual, Centro Cultural Universitario UNAM, Museo Carrillo Gil, Cine Too en Guelatao, entre varios espacios más.
Esas giras han permitido compartirles nuestros espacios de trabajo habituales: teatros, museos, y centros culturales. Además de que en cada gira se procura hacer un programa para ir a ver exposiciones, cines, teatros y la ciudad.
Luisa ha presentado el proyecto Yivi en forma de conferencia o activación en el Fusebox de Austin y en La Favorita en Asturias, en el MUAC, UNAM, en el Primer Encuentro de Escuelas de Arte UDLAP.
Estos proyectos han recibido apoyo de algunas instituciones: Municipio de Yanhuitlán, Festival Ambulante, Patronato de Arte Contemporáneo, Cátedra Bergman UNAM, Universidad de Oklahoma, Oaxaca Cine, Cine Too, La buena impresión, Ibomex, CalArts, etc.
Yivi son lxs niñxs que han pasado por Yivi: Eduardo (Yayo) Jimenez Cruz, Aranza Jimenez Cruz, Ximena Camarillo, América Jimena, Melissa Paz, Amara Paz, Stalin Aquino, Balam Aquino, Sebastián Reyes, Jacqueline Cruz, Adrián Cruz, Samantha Cruz, María Victoria Mayoral, Bruno Montiel, Luis Ángel Osorio, Donaji Cabrera, Alexa Surel, Denise Amelco, Rebquita y Nachito, Tanek, Karen Vázquez, Viany Ojeda, Alexa y Axel Sampedro, Uriel y Jearim Santos, Karla Amelco, Ariza González, Kenia, Sharon y Ani Bautista, entre otrxs.
Arte y educación
Siempre hay una tensión cuando las prácticas artísticas se desprenden del sistema de valores del arte mismo y se desplazan hacia los terrenos del activismo o el trabajo social. Cuando buscan convertirse en una herramienta para servir propósitos que desbordan el campo del arte. Surgen preguntas: ¿Cuál es el impacto real de tal o cual proyecto? ¿Incide en la realidad de manera concreta o se mantiene en el terreno de lo simbólico?
La legítima desazón que nos produce el mundo en el que vivimos por sus injusticias sistémicas y su inequidad, nos hacen querer actuar e incidir en la construcción de un mundo mejor. Así se ha intentado que el arte y sus instituciones actúen como contrapesos de lo que consideramos que no funciona en la sociedad. Hemos visto museos que se transforman en guarderías, galerías en comedores, teatros en tribunales etc.
Los modelos y estrategias que usan los proyectos artísticos que buscan un impacto verificable en la realidad son muchos y muy variados. Los hay más simplones y más sofisticados. Pero, la inmensa mayoría de ellos comparten una especie de “imperativo moral”, una suerte de denominación de origen: estar haciendo un bien a la sociedad.
Podría parecer que cualquier proyecto de este tipo es en sí mismo emancipador pero no hay nada inherente que por sí mismo los vuelva progresistas. Trabajar con la realidad y más allá de las intenciones quienes los crean puede ser: reaccionario, colonialista, inútil, ingenuo.
¿Qué le da el signo político a un proyecto artístico? ¿Cómo diferenciamos entre lo que creen que hacen y lo que realmente están haciendo?
Gratuidad
En un mundo en el que casi todo está mediado por el dinero, Yivi se sostiene como un proyecto al margen de esos intercambios. Nadie paga y nadie cobra. Es una inversión: de tiempo, de esfuerzo, de dinero. Es obvio que un taller así se sostiene de otros trabajos. Pero eso es lo que mantiene el carácter del proyecto, su excepcionalidad. Es un lujo que nos damos quienes participamos. La absoluta convicción de que a quienes la suerte nos permitió tener acceso a la práctica artística, tenemos la responsabilidad de compartirla, de esparcirla.
El dinero que se consigue en Yivi (pequeñas becas o modestos apoyos) se usa para pagar los transportes y los hospedajes de lxs talleristas. Y cuando es tiempo de hacer un proyecto, las mamás de lxs niñxs organizan rondas en las que nos reciben a comer en sus casas.
Somos muchxs lxs talleristas que hemos formado parte de Yivi. En mayor o menor medida, hemos pasado por ahí: Toztli Abril de Dios, Esthel Vogrig, Marcela Flores, Chantal Peñalosa, Sara Vanhee, Luis Jurado, Fernando Aceves, Macarena Hernández, y yo entre otrxs. Además de todas esas personas que se sumaron de inicio en talleres, fiestas de recaudación y donaciones: Eduardo Pizarro, Paulina Parlange, Nadia Lartigue, Carlos Gamboa, Alejandra España, Alejandra Moffat, Carlos López Tavera, Lucia Uribe, Fernanda Pardo, Emiliano Urteaga, Corine Montes, Guillermina Fuentes, Luna Marán, Mariana Villegas, Lupita Valenzuela, Julie Ward, Stephanie Janaina, Itzel Martinez del Canizo, etc, etc, etc.
Como lxs maestrxs y talleristas somos de otras partes, se crea un lugar de encuentro con adultos que viven de otras maneras, que piensan otras cosas. Se construyen otros referentes.
Lxs niñxs se hacen conscientes de las particularidades de su territorio, de su historia, y de su manera de ser. Nos asomamos a su mundo y también creamos las condiciones para que se asomen al nuestro. El espacio se ha vuelto el marco para tener las más variadas conversaciones sobre la justicia, el futuro, el machismo, el sentido de la vida, el miedo, el género y las lenguas originarias.
A lxs talleristas, Yivi nos plantea la pregunta ¿Cuál es el campo de acción de una obra artística, dónde empieza, y dónde termina el rol del artista?
Paso del tiempo
La continuidad en el tiempo es lo que da solidez a la propuesta y lo que hace que la comunidad tome en serio la iniciativa.
En Yivi, a diferencia de muchos proyectos en los que participo, los procesos son igual o más importantes que los resultados. Y eso se dice mucho y suena bien, pero aquí es en serio: no importa tanto cómo quedan las cosas, ni que las obras sean lo mejor posibles. Lo que sí es indispensable es que los procesos sean lo más coherentes posibles. Que lxs niñxs aprendan cosas que desconocían y que los resultados sean el reflejo más fiel a lo que se trabajó.
La convivencia intergeneracional es crucial en Yivi. Muchas diferentes experiencias conviviendo en un mismo espacio sin una secuencial edad. La persona que lleva 10 años en el taller trabaja codo a codo con la que acaba de entrar. Igual que hay niñas de 8 y jóvenes de 20. No hay grados, un solo grupo.
Hace unos meses, en el proyecto de “La historia del Yucuate”, Yayo, uno de lxs alumnxs más antiguos del taller, tuvo la responsabilidad de coordinar una parte importante del guión de la película. Se quedó a cargo del grupo y, durante varias sesiones, fue encauzando las ideas hasta que se plasmaron en un guión. Ahí se cumplió un ciclo y sobre todo se perfiló una aspiración: Yivi como un espacio de artistas, enseñando a artistas.
También se alterna el rol de alumnos y profesionales. Pedro Pizarro ha pintado todos los telones que hemos usado durante los últimos 10 años en los proyectos de Lagartijas tiradas al sol. Todos se han producido en el taller y en la inmensa mayoría con la participación de niñxs que ya venían tomando clases. Lxs alumnxs más experimentados acaban siendo contratados con un sueldo para participar en nuestros proyectos profesionales.
Esto quiere decir que así como nosotrxs participamos en los proyectos de ellxs, también ellxs acaban metiendo mano en nuestros procesos. En los de Lagartijas así como en los proyectos arquitectónicos y pictóricos de Pedro.
Las cosas han cambiado mucho en estos años, la pandemia trastocó la manera en la que los niñxs viven. Cuando la educación se volvió “en línea” lxs niñxs necesitaron un celular para tomar clases. Fue algo que llegó para quedarse. El alcance de lo virtual en un pueblo como Yanhuitlán se aceleró exponencialmente. Transformó lo que pensábamos que era la vida en un pueblo. Lxs niñxs se juntan cada vez menos en el espacio físico y muchas de sus interacciones se mudaron al mundo virtual.
Parte de la importancia de Yivi, hoy, tiene que ver con proveer un espacio físico en el que lxs niñxs se pueden encontrar fuera de la escuela
Al momento
Ningún proyecto artístico y cultural es fácil. Yivi es insistencia. Y la insistencia implica fe. Creer en que las cosas tienen sentido, en que vale la pena empezar desde cero una vez más. En que vale la pena poner la energía otra vez. Insitir a pesar de saber las limitaciones propias, las limitaciones del proyecto.
Pero como dijo el sabio: más vale un proyecto hecho que mil pensados. Hay algo heroico en tener una idea y llevarla acabo. No es un gran proyecto con grandes instituciones, no aspira a serlo. Se opera desde lo sencillo, desde lo cotidiano. Desde lo que se puede hacer aquí y ahora.
El taller se ha ido consolidando pero, al igual que en Lagartijas tiradas al sol, hemos practicado activamente la resistencia al crecimiento. No caer en la lógica de querer abarcar más, que más grande siempre es mejor. Tenemos la certeza de que la independencia y las características de algunos proyectos sólo se pueden conservar conteniendo el crecimiento, manteniendo su tamaño.
Después de 10 años no romantizo la vida en el pueblo, pero si reconozco que Yanhuitlán, Yuxaxino y las demás comunidades a las que nos hemos acercado, también nos han mostrado nuestras carencias: los lazos comunitarios tan sólidos, la cultura asamblearia, la certeza de pertenencia a un cuerpo social, el saberse parte de unas tradiciones concretas… Es algo de lo que yo por lo menos, carezco en la ciudad. En mi edificio no nos enteramos ni de los velorios de nuestros vecinos. He y hemos aprendido mucho durante estos años.
Estas prácticas enfocadas en el proceso y situadas en una comunidad muy específica, acaban formando una micro sociedad. El impacto del taller es parecido a cuando tiramos una piedra en un lago. El primer círculo es la gente que estamos directamente involucrados maestrxs y alumnxs, pero los demás círculos son menos obvios pero no menos importantes. Las familias y amigos de quienes participamos en el taller, y eventualmente, y de manera muy sutil, el pueblo todo.
En última instancia Yivi es una obra de arte. Parte de la convicción, sin necesidad de mostrarla, de que el arte es necesario.
Yo agradezco enormemente el espacio que me recuerda que sí hay que dar paso sin huarache. Que el mundo se puede vivir no solo en la creación de lo propio sino en la generosidad de dar tiempo, vida, espacio y conocimiento para lxs demás.
El Proyecto Yivi es una voluntad y una afirmación: la voluntad de transformar el mundo a partir de articular formas de solidaridad y la afirmación de que la pedagogía artística es una de ellas.
Lázaro G. Rodríguez

















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