El trabajo de Pepe adquirió una nueva dimensión cuando comenzó a trabajar con “los restos “ y el concepto de crisis, enmarcado en su propuesta y en el contexto actual del país en el que reside.

A partir de la práctica de “cocinar las sobras” de un hogar (para gente unas veces conocida, otras desconocida) y generar un encuentro y un debate en torno a la comida y a la crisis, Pepe comenzó a idear diferentes propuestas en las que poder exponer y acercar su trabajo de investigación a un público, lo que derivó en una performance y una instalación, que más adelante desarrollaré.

Durante todo su proceso de creación Pepe siempre ha trabajado desde la perspectiva del artista como antropólogo y ha tratado de organizar a través de estos encuentros una comunidad efímera donde pudiera encontrar opiniones y voces en torno a la crisis y al contexto de realidad social que vivimos.

En estas cenas él asumía el papel de cocinero invitado, y cargado con su bolsa de especias exóticas cocinaba los restos que encontraba en cada cocina y los que algunos invitados traían a ese encuentro. Después junto con los comensales compartía la comida y la conversación. Algunos de sus diferentes registros sobre la experiencia fueron las grabaciones de la preparación de la cena; grabaciones de video y de audio sobre los platos dispuestos en la mesa mientras se cenaba, y las conversaciones que aparecían, sin perder nunca de vista el tema de la crisis. En otras ocasiones llegó a proponer juegos que pusieran en situación de crisis a los invitados, para que éstos buscaran soluciones. Por ejemplo, preguntar el elemento que más llamaba la atención de la mesa -una cuchara japonesa- para después quitarlo y provocar otras formas de comer sopa sin ese instrumento, para así abrir nuevas propuestas y resoluciones.

Hacia el final del proceso, la preocupación de Pepe era cómo trasladar la “cena” a la “es-cena”, y a a raíz de este juego de palabras trató de abrir y mostrar su proceso a un público en directo.
Para ello propuso una performance en la que preparó un restaurante en la Sala El Taller de Matadero en el que los asistentes compartíamos plato, tenedor y vaso. En primer lugar nos explicaba cuál era su proyecto y cómo había sido su proceso de investigación, después nos mostraba a través de un video cómo había cocinado el plato que a continuación pasábamos a comer, y durante la cena él iba por las mesas preguntando a cada uno cuál era la mayor preocupación de su vida, para que después una de las asistentes las fuera escribiendo sobre el cuerpo del performer. Esta pregunta en cada asistente cobraba una dimensión diferente, en ocasiones eran respuestas más personales y en otras más abiertas, pero en la mayoría se podían establecer relaciones directas con el contexto de crisis que vivimos, de una forma indirecta.

Por otro lado propuso en otro espacio, en la Nave 16.5 de Matadero, a lo largo de varios días, una instalación interactiva, que consistía en una alfombra sobre la que había una mesa y cuatro sillas. Sobre la mesa había platos con servilletas en las que se había escrito un mensaje, un mantel hecho con páginas de periódicos (en las que algunas palabras aparecían tachadas), una pecera que contenía más servilletas con diferentes mensajes, algún resto de comida y de la mesa colgaban unos cascos con los que el espectador podía seguir las conversaciones que él había registrado de las cenas. Sobrevolando la mesa colgaban algunas servilletas con algunos de los mensajes. Pepe invitaba a todo aquel que habitaba la instalación a escribir en las servilletas mensajes que tuvieran que ver con las palabras del mantel (formado por páginas actuales de periódicos de los últimos meses), y con palabras o ideas que surgieran de las conversaciones de los audios, para que así cada uno registrara su experiencia o impresiones del material ya propuesto.

Pienso que con estos trabajos Pepe ha conseguido materializar uno de los objetivos fundamentales de su investigación: compartir la situación y el contexto social que vivimos en este momento, en este país y en esta ciudad. Y para ello ha utilizado tres tiempos en relación al espectador/observador: el pasado (en el que compartió cenas con los invitados); el presente (con los espectadores, mediante la acción performativa); y el futuro (a través de los registros recogidos, su idea era crear un libro que sirviera de “objeto residual” de su investigación para un futuro).

En la idea del libro, Pepe pretende incorporar el estilo y el formato del horóscopo -una idea que tuvo presente durante la última parte de su investigación-, pero que finalmente no incorporó a las presentaciones. Le interesaba que la gente pudiera especular sobre el futuro, partiendo del presente y el contexto de crisis para reflejar las miradas de la gente, sus hábitos, su consumo…, y cómo su presente condiciona su futuro.

Otras líneas que se abrían y sobre las que podría seguir su investigación sería la realización de un documental con mapa interactivo que registrara dónde había ocurrido cada cena (localizaciones en google maps, fotos de los platos que cocinó, recetas, fotos de los participantes y lugares dónde se celebraron). Otra propuesta más sería organizar una cena con un chef reconocido en el que cocine, acorde a la nueva cocina, las recetas que durante el proceso de investigación, y en base a los ingredientes y recursos que encontró Pepe en cada casa y plantear de este modo una cena-performance en la que exponer su proyecto, que pudiera servir a su vez de ejemplo de cómo se crea la cultura (en base a costumbres, ingredientes, hábitos culturales, etc).