Radicantes-IVAM

 

 

 

La intención era inflamarte, no instruirte. 

Jean Genet

 

La imagen no es de la imagen,

la imagen es del ojo-cuerpo.

el público (no existe y/o existe) el testigo.

 

IMAGEN: Testimonio del cuerpo y/o carne-cuerpo, de combinaciones coreográficas (planos/formas) ECO-TRANS.

ECO: Materias primas. TRANS: Materias fluidas.

La maravilla (la ofrenda),
la explosión de lo invisible:
El iceberg “patas-arriba”
Cuanto más nos atenemos a la práctica del testimonio del cuerpo y/o carne-cuerpo de las combinaciones coreográficas eco-trans,
más “patas-arriba” se pone el iceberg:
emerge lo oculto,
los significados infinitos.

(el símbolo, el arquetipo, el sueño, la metáfora, la niebla, el pozo)

Y con ello,
cierta sensación de ver,
más allá de la propia existencia.

 

 

 

 

 

Luna,

mirar la luna

se da

en ese mismo instante,

en el qué                                                                 (me doy)
cuenta de
su materialidad,

algo así:

piedra.

En ese mismo instante,

en el qué
luna                                                                                           (se me)
aparece piedra,

el susto es tal,

que                    (mi cuerpo)

(en reconocimiento de tal)

explosiona de insignificancia,

y siente

conocer: ver.

el Arte                                             (para mi)
es justamente ello,

luna.

 

 

 

Le gusta pensar en el cuerpo, como agujero negro. Le gusta pensar, que en realidad, lo único que hace es potenciar que el cuerpo sea, en una dimensión, en realidad, que es inalcanzable para ella. Como si en realidad practicase para lo desconocido, para un existir que le es inaccesible, como para facilitar el ser de un paradigma que nunca llegará a alcanzar, porque pertenece al cuerpo y al mundo, y muy probablemente a la noción del otro, o de ese nosotros en el que uno, por estar tan inmerso en ello, nunca puede despegarlo para observarlo en la distancia. Diría, que ni siquiera se puede mirar desde el rabillo del ojo. Le gusta pensar, eso, que esa tarea ardua de amasar el cuerpo, es solo una cuestión de hacer que lo invisible, exista con mayor comodidad. Practicar con sudor, para algo que nunca se le aparecerá, no por lo menos como ella lo esperaba. Ser secundaria de algo que tiene su propia fenomenología. Saber que trata de gobernar lo ingobernable, que no va de ella, que está por encima de ella, que apenas la referencia. Eso le da placer.

 

Escritos/testimonios, de las sesiones de Movimiento Auténtico,
en las que he participado:

 

 

 

“mi pié izquierdo comienza a golpear el suelo. Me asusto. Siento el retumbar del suelo que se expande por mi verticalidad, y se proyecta al mundo, cual canal entre la tierra y el cielo. Siento poder, fuerza, agresividad, unión, como quien llama a su pueblo para la guerra, que les dice:– no os olvidéis de esto. Paro, por miedo al descontrol.”

 

“Me siento. Comienzo a jugar con las manos y el torso, desde el centro de mi pecho, el que señalo siempre como núcleo de mi dolor. En ritmos súbitos, generando gestos-imágenes representativos que ofrecen diferentes imaginarios-posibles. La cabeza se ladea, el pecho se contrae, se abre, como si cada segundo fuese una cosa. Pronto siento una gran incomodidad y el juicio entra.”

 

 

“parece un cuerpo suave, con pequeños movimientos oscilantes, sensoriales. Los encuentros suceden, solo en la última parte, lo busca él. Me genera angustia… la pasividad.»

“Empujar, acariciar, pequeño, enorme, voz, pantera, confianza, placer, sintonía, paridad, hermandad, femenino, cuerpo, tocar, agarrar, manada, jauría, lobas.”

 

 

La entrada, como si de un gran teatro se tratase, es en bourrée, elevada sobre mis dedos del pie, mis piernas se enraízan y mi torso roza el cielo. Mis brazos sostienen y generan forma. Mis plantas del pie se anclan, como si estuviesen sobre una cuerda de tierra. Me estrecho mientras mis brazos sostienen y moldean el aire. Mis tobillos resisten, incluso cuando flexiono mi cuerpo. Mis pies dirigen la abertura de mis caderas, mis pies organizan mi cuerpo.La máxima extensión vuelve desde el bourrée.”

“Aquí tiemblo. Transpiro de esternón a boca asfixiantemente. Me deslizo en el suelo así; como si mi jersey me ocultara perfectamente. Palpo mis pechos ligeramente, mi pié derecho se enrosca. Suena ai, ai, ai, en mi boca. Mi cuello resuena, mis orejas escuchan. Percibo el chandal contra mi piel. Percibo el aire entre mis dedos profundamente extasiada. De manera súbita alargo mi cuerpo hasta llegar a la vertical. Comienzo a gemir. Ahora estoy de pie. Mis rodillas se flexionan, mi torso se encorva hacia el suelo pesadamente. Mis manos ocultan mi rostro, mis dedos buscan entre mi pelo. Mi esternón resuena angustiante. Expulso un sonido embrutecido, primitivo, ¡aaarrgggg!, violentamente, ¡aaarrgggg! En el mismo instante en el que mis manos destapan mi rostro. Lo siento descabellado. Lo repito una y otra vez, hasta que me percibo bien.”

“El placer de sentir sus dedos tocando mi mano. La dificultad del permiso, de dejarme hacer, sin que me aceche el peligro de dejarme ir. Pero mi cuerpo se modifica por completo, y siento que comienzo un tanto renovada. La resonancia en mi mano perdura como un diamante y suaviza mi actitud hacia mí misma. Permitirme que mis dedos palpen y busquen otros cuerpos, el deseo de encontrarlos y el miedo de la conciencia de mi deseo. Expandirme, hacerme grande extendiendo mis extremidades. Bueno para mi cuerpo, bueno para mí. Dedicarme a lo pequeño, al cerca. Yo noto cuando me tengo, entonces me siento blanda y porosa, como de plástico, muy cerca de mis huesos, con zapatillas de deporte y chandal, dispuesta para la danza, para que me penetre el mundo, amablemente, sin ninguna transcendencia.”

 

“Corazón, abajo, corazón, que llora en la virtud de sus pájaros en el aire, mientras surcan nubes rosas y blancas posadas en azul, justo aquí en la tierra, en el pliegue de mi pié, en mi talón, en la fresca lleva lagrimeante, que se ubique ahí, que sea el cartílago hecho planta, árbol, montaña, mi perro mientras duerme, sus ronquidos, escoger el azul, el verde y el rojo, la línea, el trazo, el borrón, lo que sea que me hace tierra y cielo a la vez, sujeto por el vértice de mi esqueleto que crece como flor, como Olimpo hasta la nube, la luna, esa luna que es piedra aunque parezca cara, esa luna que no mira, solo reposa, cual gota de agua en aceite, esa luna mutante, que me calma y me muestra lo bello por inmenso y por concreto a la vez, todo y a la vez, lo grande y lo pequeño a la vez, como la luna, como la tierra y el cielo juntos creando el horizonte.”

 

 

 

Protegerlo,

cómo se protege a un/a niño/a que juega.

 

 

(Textos para el Ciclo Radicantes-IVAM. Dibujos de Carlos Maiques, Radicantes-IVAM)

Esta entrada fue publicada en Permanencias del cuerpo. Guarda el enlace permanente.