Relatorías Danza en Breve 2025: Coreomanías / GENEALOGÍAS XENOCONTEMPORÁNEAS

El pasado 21 de mayo, la artista multidisciplinar Koset Quintana asistió como observadora y escritora al Teatro Lealdentro de nuestro programa Danza en Breve – Coreomanías.

De su presencia generó el texto«Geanologías Xenocontemporáneas» un relato sobre la pieza «Tengo un Problema Contemporáneo» de Bea Fernández y Carmelo Salazar.

Reflexionar,sobre lo reflexionado en la propia pieza, hace de este un texto con valor en sí mismo y que, a la vez, funciona como eco de los ecos de los problemas contemporáneos de las piezas citadas. Un bucle que parece necesitar siempre de un ojo externo que lo sitúe en un presente que ya sucedió.

Aquí el texto completo:

Relatorías Danza en Breve 2025: COREOMANÍAS

Genealogías Xenocontemporáneas
Koset Quintana.
Sobre “Tengo un Problema Contemporáneo» de Bea Fernández y Carmelo Salazar.


Se abre el teatro, miro el reloj, salgo de casa, llego a tiempo. Miro el reloj, es la hora. No estoy fuera de plazo, está todo previsto, queda tiempo. No estoy en el deadline -línea de muerte-, estamos en el tiempo del alcohol. Tiempo de otros. Unos minutos para la charla breve, otros para unos cuantos pasos más. El tiempo que se tarda en subir a la sala por el ascensor. Quinto piso. El tiempo que tardamos en olvidar quién dijo lo que ahora repetimos. La obra durará un tiempo establecido, luego nos vamos y a seguir mirando el tic tac. El reloj dice: preséntame lo siguiente, y que sea útil-nuevo-brillante-plano, que mi tiempo es dinero. Mi reloj es exigente y tiene personalidad, pero siempre se detiene al entrar en la sala. Algo repudiado por su falta de poder, su inevitable pérdida de control. Se desconecta al dar el primer paso dentro, no vaya a ser que se distorsione su dominación del tic tac, del latido de mis órganos. Tengo un problema contemporáneo de Bea Fernández y Carmelo Salazar el 21 de mayo a las 19:00h en el Teatro Leal, Danzaenbreve.pdf. Una conferencia bailada, una conferencia no espectacular. Archivo, documento muerto que revive lo vivo, estudios del movimiento y el discurso. Una red micélica que problematiza los archivos subterráneos del presente, lo que está entre dos o más cosas. Lo inter. Interno, intermedio, interacción. Lo que está entre cada parpadeo del segundero.  

¿Se repite la historia? ¿Miramos al pasado como se mira al presente? ¿Por qué estamos aquí sentadas otra vez? Son solo algunas de las preguntas que se detuvieron en el aire, un aire entrecortado por las palabras de Bea y los movimientos imprevistos de Carmelo. Entrecortado por nuestra infinita lista de referentes y otras tantas preguntas que aún nos persiguen en ese espacio donde se le ha dado al espectador la posibilidad de no ser un ente pasivo; sino interactivo y capaz de sostener su propia dialéctica sobre lo que percibe-ve-toca y sentipiensa… de ser consciente de ese carácter poroso que tiene la abstracción. Algo se detiene y otra vez estás dándole vueltas y más vueltas a lo que no te puedes explicar del todo. Quizá bastara con sacar los órganos y ponerlos en frente, en una mesa de examinación, para ver si se ordenan por sí mismos, para ver si así puedes, entender y dar orden, para examinar diseccionadamente la herencia genética que, ¿te pertenece? Para entendernos, al sentarme en esa butaca solo he encontrado lo que verdaderamente significaba todo aquello: lo inexplicable. El arte. Esta vez tratando de ser meta-autodenominado. En el fondo, como imposibilidad. El arte como agujero negro y sensación que puede absorberlo todo. Y yo estoy aquí, ahora, escribiendo en otro tiempo del futuro, palabras retorcidas como ‘orden’ y ‘pertenencia’.  Palabras que nos importan y ocupan. Quiero ordenar mi pertenencia tras ver esta obra, pero un paso fuera y ya tic-tac tic-tac tic-tac otra vez. 

  Y desde ahí, ¿cómo disfrutar más? Un artista muerto se desentierra de un cementerio distinto cada noche. Esta idea romántica de la noche, de la inspiración muerta que debe ser socavada. Algo se ha congelado en este pensamiento del siglo XX. Quizá pueda dormir y reivindicar la pereza el próximo siglo. Insomnio, ya no es el tic-tac, ahora llega una frase que dijeron en aquel espectáculo que no fue espectáculo: “la economía de la atención es la economía de la adicción”. No, no me lo recuerdes. Quién quiere recordar que se puede capitalizar una investigación, que se puede capitalizar la creación, que se puede capitalizar la vida o incluso los sueños. “Trabaja de lo que te gusta”, decían también por ahí, “y así nunca trabajarás”. Deberían haber dicho: “trabaja de lo que te gusta hasta que deje de gustarte”. No sé. Quizá todas debamos sentarnos bajo un árbol a escribir poesía. Quizá el problema es que no sabemos cómo des-elitizar el arte como objeto. Cuando lo útil del arte es que es completamente inútil. La utilidad como concepto le pertenece a un estado del orden de mercado, que regula los objetos en valores cuánticos para que puedan ser adquiridos y desnaturalizados de su abstracción. Lo útil del arte es que no debe ser útil. A veces el arte aisla al objeto de su entorno cotidiano y le da una categoría de supremacía. Las artes vivas no me parecen reemplazables por la IA. Tiene que haber cuerpo, cierta inmediatez, en pleno presente. Y por supuesto, hay mucho que decir al respecto de la precaria y privilegiada condición del cuerpo de un artista, que se alimenta y desintegra por el capitalismo. Y de su relación con el presente, moldeada por patrones del mercado. ¡Oh, mi querida academia, mi querido mercado del arte! cómo habéis pisoteado todo aquello que era importante, pequeño, ingenuo y chispeante. Lo habéis pisado y devorado. Aquel pequeñito deseo de expresión. Sostener la profesión a largo plazo, no rendirse, no ser un desperdicio ni la vergüenza que no quieres sostener por haber fracasado. Tanta gente joven sintiendo el fracaso cuando el mayor valor es tener la opción de cambio, el giro de guión que no estaba previsto, que no es contemporáneo; es extemporáneo y puede pasar en cualquier momento. Aún así, esta sensación, una mentira atada a la idea de perder su propio tiempo. ‘Perder el tiempo’, menuda expresión. 

Aunque esta escritura es residual y fétida, no por ello, es infértil. Abracemos los impulsos fuera de plazo, impropios de la linealidad y el orden. El residuo es el lugar del micelio. Lo que se cataloga como decadente es, en realidad, un lugar de reivindicación y de cambio. La putrefacción es el nacimiento de otros tipos de vida. A cada referente pasado, un reciclaje nuevo de materias entremezcladas. Todo esto es un batiburrillo que me recuerda a la física cuántica y a la incertidumbre. ¿Es la conciencia exacta? Este problema contempóraneo ha sido un instrumento de medición todo el tiempo. “La historia de la danza es más complicada que las matemáticas”. O algo así, dijeron. ¿A qué tiempo se mueven todos los pensamientos residuales que quedan en la memoria del espectador? ¿Cuánto tiempo tardarán en desintegrarse y desligarse de las conexiones neuronales? Ahora, aquí, un nuevo tatuaje en mi corteza somatomotora: tengo un problema contemporáneo. No hay un fin de la historia, hay un constante flujo interactivo y no sé manejarlo. ¿He de manejar cosas para crear otras cosas? La herencia, el legado histórico, la mirada nostálgica, el pestañeo futurista. Se dice que lo viejo no muere cuando vive en el tiempo. Mientras alguien te recuerde seguirás vivo, o eso decía una obra de teatro. Y quién no teme morir, quién no teme ser olvidado, o ser recordado para no ser nombrado en una tesis doctoral. Pero mi reloj y yo tenemos un problema con el tiempo: si el pasado es un concepto válido, ¿cuándo termina una obra viva? 

PDF Genealogías Xenocontemporáneas

Descubre más sobre nuestro ciclo y las crónicas de cada pieza en https://www.instagram.com/danzaenbreve.

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