beogradunderground

muy pronto proyectaremos en antic teatre:

mas sobre todo el proyecto:
http://www.beogradunderground.com/es/introduccion

En 1991, estalló la guerra en la República Federativa Socialista de Yugoslavia. Finalizó así un largo periodo de paz y prosperidad en un estado creado tras la segunda guerra mundial y gobernado todo el tiempo por el partido comunista. Esta sangrienta guerra civil duró años y se llevó cientos de miles de vidas humanas.

Aunque los serbios estaban directamente involucrados en el conflicto, la guerra no se daba directamente sobre su territorio. Sin embargo el país sufrió sus durísimas consecuencias durante más de 10 años, además de sanciones, bombardeos y un aislamiento total bajo la dictadura de Milosevic. Al no haber televisiones, radio o periódicos libres del control del estado, no era difícil controlar y manipular a la población. El estado les ofrecía solo un tipo de información, un tipo de cultura y una única forma de divertirse…la más fácil. En esos días era casi imposible oír o ver en la TV otra música que no fuera turbo-folk. Una mutación creada artificialmente entre el folk y la música de baile que tiene un efecto casi hipnótico en las masas, con sus ritmos repetitivos y sus letras banales.

Belgrado, la capital de Yugoslavia, era probablemente una de las más afectadas por este cambio cultural. Los beneficiados por la guerra y los nuevos ricos trajeron consigo valores que retornaron Belgrado a la edad de las tinieblas. Las instituciones culturales fueron clausuradas o férreamente controladas por la gente de Milosevic. No había espacio en los medios para ningún tipo de cultura alternativa. Las numerosas protestas estudiantiles no cambiaban nada, el dictador era demasiado poderoso.

Como la cultura alternativa no tenia lugar para crecer a la luz del día, tuvo que moverse bajo tierra. Lejos de las grandes salas de conciertos o de la atención de los medios, una rica y diversa cultura underground estaba creciendo. La palabra se difundía por el boca a boca y no había necesidad de ningún tipo de publicidad. Como no había posibilidad de ganar dinero, nadie pensaba en ello. Todo ocurría basándose en el puro entusiasmo; todo era libre y autogestionado al estilo DIY (Do It Yourself). La gente joven conseguía lo último en el mercado negro, en cassettes piratas de Bulgaria o intercambiando: «pilla un comic, léelo y cámbialo por otro!» Si llegaba a tus manos un nuevo album de una banda occidental, ese mismo día hacías un montón de copias y las repartías por tu círculo de amigos, que a su vez volverían a difundirlas más allá.

Apoyar la escena y ser parte de ella no era solo una cuestión de gusto personal o estilo de vida. Ser parte de la escena significaba estar en contra del sistema, era la única manera para alguien joven de demostrar que no estaba de acuerdo, de decir: Yo no soy como tu!
Al ser la gente que mantenía y participaba de esta subcultura los únicos en decir algo en contra de la situación política del país, se esperaba que estos serian los que liderarían la revuelta. Sin embargo, cuando esta revuelta finalmente ocurrió, y Milosevic fue desalojado del poder, la mayoría de la gente se sintió decepcionada. El nuevo gobierno democrático no colmó sus expectativas: la situación económica no mejoró mucho, la corrupción y el crimen generalizado aun existían y las fronteras permanecían cerradas.

La escena underground a cambiado mucho desde entonces. La mayoría de las bandas importantes, que tuvieron una buena reputación durante los 90, aprovecharon la primera oportunidad para venderse a grandes compañías, cambiando mucho en sus formas. Otros continuaron fieles a lo que eran, pero sin la misma inspiración que mostraron antes. Una vez que la oportunidad de ganar algo de dinero comenzó a ser real, mucha gente se replanteó el trastear con una guitarra en un sótano. Parecía que finalmente podías hacer algo en serio. Las bandas extranjeras comenzaron a llegar. El éxito de sus conciertos estaba asegurado sabiendo lo predispuestos que estaban los serbios a escuchar cosas de fuera. La escena local perdió su importancia. Parecía que ahora había otras opciones, ya no era necesario seguir siendo radical…y es por eso que la una vez fuerte y unida escena underground de Belgrado acabó disolviéndose dividida en pequeños grupos.

Por suerte, no todo el mundo abandonó la cultura underground: algunos siguieron, quizás incluso con más fuerza que antes, reuniendo a nuevas generaciones de jóvenes que están cada vez más convencidos de que el «arte real» solo puede ser creado en este tipo de espacios.