Tristán Pérez Martín y David Monteagudo Vargas sobre LA TAIMADA

26-29 Mayo 2016 en #anticteatre
LA TAIMADA «El Octavo Día»
nuevos lenguajes del cuerpo
información aquí:

Gracias a Tristán Pérez Martín y David Monteagudo Vargas por lo textos:

Tristán Pérez Martín
(Video y Fotografía)
Fotógrafo nacido en Buenos Aires. Vive desde 2000 en Barcelona. Trabaja en vídeo y 
fotografía de teatro y de danza, con distintas compañías y artistas 
españoles y extranjeros.

«Después de la creación, se deja entrever el crepúsculo y todo parece haberse realizado. Los colores no se distinguen, podrían no existir incluso. Sólo queda lo oscuro.
Lo oscuro dura un día, eterno… el octavo día.

Y en ‘El octavo día’ no es posible descansar, tendremos que atravesarlo. Y atravesarlo implica mirarnos, con los ojos entrecerrados, recorriendo todas nuestras formas y pieles, desenmascarándonos. Y atravesarlo implica transformar nuestros recovecos del cuerpo y del alma en cavernas sádicas, con la misma intensidad de rechazo y de deseo. Y también es asistir a un festín del dolor donde todo nos salpica, donde no podemos dejar de mirar aunque duela profundamente, como si fuese una oscura escena de Haneke.

La violencia se mezcla con un deseo irrefrenable que atraviesa el escenario, y los cuerpos, aún en su serialidad plástica, con sus cuellos sudados, sus cabellos blondos y sus tentadoras espaldas infinitas, nos llaman a viajar en ellos.

En ‘El octavo día’ nos convertimos en voyeurs teñidos de un blanco quirúrgico cegador o de un negro ciénaga, no hay intermedio ni respiro. En la escena los cuerpos transportan dolor, entran y salen jadeantes o a los golpes, y cuando buscan salir del ahogo sólo la soledad los rodea y es tan duro esto, que volvemos a meter la cabeza en el fango, todos.

En el día después del descanso los órdenes se pervierten, los paraísos caducan y todos jugamos con fuego.»

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El octavo día visto por David Monteagudo Vargas (Escritor)

Autor de FIN(Ed.Acantilado) libro revelación 2009 del que se hizo la película FIN de Jorge Torregrosa con Maribel Verdú, Clara Lago, Dani Grao, Andrés Velencoso, Blanca Romero, Carmen Ruiz… Después del éxito de Fin publicó Marcos Montes, Brañaganda y El Edificio (también en Ed.Acantilado). Traducido al ruso, al Alemán, al flamenco y al italiano. Actualmente ha publicado su ultima novela INVASIÓN (Ed.Candaya).

«Alguien se ha llevado a mi mujer y en su lugar ha dejado a otra que se le parece, que podría engañar a los de fuera, pero no a su marido. Esta nueva mujer está muy poco tiempo en casa —en eso se parece a la de antes—, pero cuando viene nunca es la misma. A veces está eufórica, todo le parece bien, todo lo celebra, ríe las gracias de los niños; pero la suya es una euforia distraída, fuera de foco, con la mirada perdida y la mente en otro lado. Otras veces viene deprimida, fúnebre; sube despacio las escaleras y se deja caer en el sofá. Hoy tengo trece años, dice —la edad en que perdió a su hermana—, o lacónica, evasiva, con el ceño fruncido, apartando de un manotazo las imágenes que todavía pueblan su mente, pide una de Shin Chan, “porque vengo del ensayo, y ya he visto bastantes cosas”. Esta mujer duerme muy poco —no como la otra, que era muy dormilona—, se queda hasta las tantas viendo unas películas terribles, de esas que te revuelven el estómago, con una mirada seria y concentrada, como si lo absorbiera todo, y luego se levanta muy temprano para ir a Barcelona, exultante, con una vivacidad malsana para alguien que sólo ha dormido tres horas. O se mete en el cuarto de baño, para ducharse, y transcurre una hora de silencio total. ¿Estás ahí? Y sí que está, vestida, tal como entró, sentada en el váter con una enigmática sonrisa, la mirada clavada en el iphone en el que teclea frenéticamente.

Esta mujer dice que va al cine, a la sesión de las diez, y vuelve a las dos —aunque no sea la auténtica, yo ya estaba preocupado—, exaltada, magullada, llena de moratones, preguntando si ya duermen los niños; y para tranquilizarme me cuenta que se ha peleado, pero que ha ganado ella, porque el otro no tenía ni media hostia. Esta mujer dice que se está convirtiendo en un hombre, y para justificarse, para que no me dé cuenta de que me han dado el cambiazo, lo atribuye a las hormonas, a la premenopausia. A la menopausia no, desde luego, porque a menudo, cuando ya has cogido el sueño, se cuela en tu cama, elástica y poderosa como una pantera, y entonces, más que en ningún otro momento, uno tiene la sensación agradable pero inquietante, vertiginosa, de estar con una extraña.

Y cuando le pregunto con quién se ha peleado, con quién watsapea a todas horas, quién le ha pasado esas películas tan duras que mira por la noche, ella me dice un nombre, un nombre normal y corriente que no se corresponde con la magnitud de los estragos que causa. Ella lo nota, y entonces me dice que también se llama Perro Infame. Eso ya está mejor, pienso yo ¿Y de qué coño —le pregunto— hablas a todas horas, día y noche, con el tal Perro Infame? Entonces ella lo aclara y lo justifica todo con una respuesta, que siempre es la misma: Del octavo día. Del octavo día. Del octavo día.»

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