De lo que pasó, pasó, pasó, pero sigue pasando /Crush: Raquel G.Ibañez & Silvia Zayas/

Silvia Zayas, Raquel G. Ibañez, Roberto Rojas, Marta Echaves, Esther Rodríguez- Barbero y Paula Cueto en la planta de arriba de La Praga. Conversamos después Flotarium, el título que le dieron a la apertura de la residencia CRUSH entre Raquel y Silvia.

Seguimos apostando por este modo de recordar y compartir que es transcribir una conversación porque nos importa hacer agujerillos que conecten lo de fuera y lo de dentro de un centro de artes.

¿En qué andabais antes de encontraros en el Crush?

Raquel:. Yo estaba preparando el inicio la Cuadrilla Imperceptible* (1) y estaba más triste que ahora. Es un proyecto que gira también sobre volverse invisible con adolescentes. Es un totum revolutum, una especie de grupo de apoyo. Nos vemos miércoles sí y miércoles no y probamos distintas formas de desaparecer.  Es muy guay porque se han comprometido con un fracaso, cosa que me parece bastante fuerte para ser adolescente.

Silvia: Yo… reponiéndome de cosas, de trabajos y precariedades. Eso no ha acabado. Estaba pensando en el sonido como materia que afecta la realidad con Oscar justo antes del Crush, cuando vinisteis a verme a La Hipoteca queriendo dominar el mundo (Risas) *(2)

Marta: Dominar el mundo es cansado.

Silvia: Es cansadísimo. Vengo de tener la atención puesta en mucha gente y de intentar generar red de alguna manera pero siempre siendo yo el punto central, aglutinando. Luego me invitáis a esto y la red se desplaza y de una manera gustosa. A mi eso me sorprendió mucho. Tanto que están de moda los cuidados de los cojones (digo “de los cojones” porque las etiquetas son odiosas y se puso de moda) y lo poco que se ejercita. Yo aquí sí lo he sentido. Por fin hay un respeto, una escucha a cómo estamos, también con Raquel y eso me parece la hostia.

Claro, esto igual en el blog queda raro porque parece que os estoy haciendo la pelota. (risas) Venía de cosas más hostiles, con una exigencia muy bestia de producción y de repente currar así… es que es cuando suceden las cosas. Estos días pensaba que en los programas de mano de las piezas deberían venir las condiciones de producción en plan estrellitas de hotel. Vengo de estar trabajando nivel Pensión Paqui, Porque te lo haces todo (risas).

Paula: Eso es un titular (Risas)

Silvia: “Hay un hombre en España que lo hace todo”, poned eso de banda sonora. Pues no es un hombre.

https://www.youtube.com/watch?v=ZGb251jhLzU&ab_channel=Austroh%C3%BAngaro

¿Cómo fue cuando os propusieron participar? ¿Qué os hizo confiar?

Raquel: Antes del Crush era muy bonita esa sensación de la incertidumbre. La idea de la cita pero sin todo lo malo de la cita. No saber qué va a pasar, tener la voluntad de que salga algo bonito huyendo siempre de lo productivo.

Paula: ¿Estabais nerviosas?

Raquel: Yo sí… porque tu ya eres…

Silvia: Soy… ¿vieja? (Risas)

Raquel: No…era más por pensar: “¿estaré a la altura?” No pensaba que nos fuéramos a tirar los trastos a la cabeza pero me pilla en un momento vital de mierda, tenía muchas ganas pero no sabía si tendría la energía y la lucidez para seducirla. He seguido el trabajo de Silvia mucho.

Silvia: La invitación a un proyecto tan pequeño, no institucional. Yo me meto porque de primeras me pareció una preciosidad y quiero apoyar este tipo de cosas. Tenía unas dificultades de fechas gordísimas, pero yo creo que en la supuesta periferia es donde hay mucha riqueza. Otra cosa es que se pueda comer de ello, pero es donde se empujan los dispositivos, donde se meten las hostias buenas a los lenguajes.

Raquel: Para mi fue un regalo, mucha generosidad por parte de Marta y Esther. Era lo único que me hacía ilusión en invierno. Yo estoy siempre de periférica así que no lo pensé desde ahí sino por la pura invitación a algo sin la presión de tener que hacer. Muchos otros tipo de aproximaciones te genera la sensación de ser una máquina de una producción de conocimiento que no dominas o no crees dominar. Y luego.. (va a sonar super ñoño, soy un poco como emo últimamente) es super hermoso saber que hay personas que confían en ti y saber que lo hacen desde un lugar muy ciego. Creo que hay que reivindicar aquello que está abierto a la intuición. Mucho más cuando la institución no es nada porosa a esas formas de hacer. Justamente al sentir que alguien está a la escucha, te tiene en su mapa e identifica percepciones, dan ganas de lanzarse y ver qué sucede.

¿Qué ha surgido de ese encuentro? ¿Habéis hecho en el CRUSH algo que no hubierais hecho antes?

Raquel: Yo creo que la contaminación es inevitable. Hace tiempo para el festival del Nodo*(3)  estaba buscando personas para programar y pensé en Silvia pero me dije: “no, es demasiado, seguro que nos pide mucho”.

Silvia: ¡Qué dices!

Raquel: Te lo juro. Pensé que nos ibas a llamar cutres. En este encuentro hemos tenido mucha afinidad.

Silvia: Total. Conocernos fue un proceso precioso, de contarnos micro historias. Ha habido mucha intimidad en el conocerse.

Raquel: Creo que esa intimidad se facilita por el formato. Encontrarse en una nave 16 personas y contarse la vida así… se me hace imposible.

¿Qué habéis hecho en el CRUSH?

Raquel: Estar.

Silvia: Y esa cosa pre-articulada. Nos preguntábamos ¿qué pasa en el sueño? ¿qué pasa cuando babeas? Escuchando nuestros cansancios internos queríamos entender qué te dice el lenguaje cuando el cuerpo no va.

Raquel: Y hablábamos de la voz que proyectamos, de la voz interior, del texto. Tirábamos mucho del libro y a la vez hablábamos mucho de la voz. Nos interesaba esa tensión entre voz y lenguaje articulado, escrito.

Al final de vuestros encuentros, cuando decidimos abrir el proceso, compartisteis una práctica en la que se sentía un interés por hacer pasar por el cuerpo otras voces* (4) . En Instrucciones para una dicción lamentable una parte fue invitar a escuchar lo que vosotras habíais pero de forma velada, a través de una cortina, como huyendo de la imagen, y otra fue participativa ¿Qué os llevó a ello?

Silvia: Buscábamos una cosa muy sensorial. Surgió de forma natural guiadas por una intuición. Por una voluntad de compartir lo que para nosotras había sido tan placentero.

Raquel: También fue importante no perder el humor. Yo soy más pudorosa que Silvia para hacer ciertas cosas delante de gente pero el hecho de estar con un grupo reducido, como en familia, nos parecía más propenso a hacer que la cosa se líe, se retuerza, que haya una carcajada pero también un susurro.  También ha sido importante buscar la liberación de la voz. Entender el sonido como algo que pasa por el cuerpo y no tanto como algo que flota por el aire.

Silvia: Queríamos renunciar a las grandes articulaciones mentales. Creer en esas maneras de saber que parten no de una teoría de lo somático sino de intentar encarnar lo somático. ¡Pues méate encima, no hables de mearte! Estamos intentando barajar eso, que es difícil por una presión interior que tiene que ver con la institución cultural.

Raquel: Si, hicimos ejercicios de legitimación. Buscar no hacer esfuerzos es un esfuerzo. Me tengo que esforzar por desterrar el cerebro. La risa era la única forma para conseguirlo. Tiene que ver con abrir una puerta a otro lugar. Es como decirle al cerebro: “Está bien que seas el matón del cole pero cállate un rato”, no eres tu quien manda ahora mismo.

Silvia: ¿Cállate o sintonízate desde otro lado? Es como que el cerebro está siempre pero de otra manera… ¿Te acuerdas de la historia de la raya? Yo estaba buceando y apareció una raya a mi lado. En cuanto presté demasiada atención la tía se escondió en la arena. Porque había una atención muy focalizada: quiero eso, quiero atraparte, quiero observarte. Pero cuando estás relajada nadas con ella, sin un deseo ansioso.

Era muy interesante el espacio que generasteis en la apertura entre un espacio cotidiano y un espacio “ritual” o preparado para lo “mágico» en relación con ese cansancio del que habéis hablado. ¿Os dicen algo estas categorías?

Raquel: Yo no creo que lo doméstico esté exento de magia. El ritual puede ser muy ceremonioso, muy barroco, muy exógeno, pero el día a día exige otro ritual. Yo nuestra propuesta no la sentía muy ritual aunque sí había elementos que te daban cobijo más allá de la cabeza (el círculo, la horizontalidad, las velas, el código que tenías que seguir para poder jugar). Pero lo veo más desde un lugar confesional que de un espacio ritual. Cada uno traía un libro y eso también es muy confesional…

Silvia: Qué libros se trajeron respondiendo a nuestra invitación fue muy interesante porque te da una idea de que no estamos fuera del mundo (Ursula K. Leguin, Clarice Lispector, Genet, Virginia Woolf, Silvina O Campo Sylvia Plath, Pauline Oliveros). Había mucha escritoras. Había algo como de escritura doméstica, de mujeres que escribían con un hijo aquí y el otro aquí. Estamos viviendo un lugar de cansancio y de COVID que necesitamos todas ese lugar.

¿Cómo se sigue hablando después del Crush? ¿Qué reverberaciones imagináis?

Silvia: Todas. A nivel personal también. Ella hace algo y me lo cuenta, le mando un podcast… ya no hay un camino exactamente común pero hay una trenza.

Raquel: Yo creo que hay un vínculo que se desarrolla en el Crush y luego vive. Hay un eco como que paso, pasó, pasó, pero sigue pasando. A mi me parece muy bonito porque dentro de estos códigos laborales productivos a veces hay esta sensación del vacío de la videollamada, salir de la reunión y ya nunca más. Poder compartir desde lo más ordinario que son fotos de mis gatos a enlaces de canciones o, como equipo, que Silvia tenga pieza en La Casa Encendida y vayamos todas juntas.

Silvia: Yo he sentido de repente comunidad y pertenencia y eso en Madrid no me ha pasado tanto. He sentido respeto por el trabajo, cariño, comprensión del estado.

Raquel: Es una comunidad afectiva pero también una posibilidad expandida, un aprendizaje a muchos niveles. El ir a ver a Esther y encontrarme con Silvia sin habernos escrito.

Marta: Para nosotras también, ha sido un reconcilie con Madrid y mucho gracias al Crush.

Raquel: El tema de la sala también lo hablamos mucho. Estar aquí con las puertas abiertas, estar trabajando en conexión con todo lo que pasa aquí. Agarrar el libro del pequeño fantasma, que está aquí en la librería  y usarlo…

Silvia: Total. Es que yo esto no lo vivo. No había ironías, ni dobles sentidos sino respeto, mucho respeto.

Acerca de calapraga

Bajando por San Delfín hacia Madrid Río, a mano izquierda, se encuentra el Centro de Artes La Praga. La Praga es un centro de artes gestionado por la compañía Calatea con vocación de innovación en lo escénico. Creemos en la necesidad imperiosa de espacio y tiempo para la investigación en y desde la escena. Nos gustaría ofrecer un lugar en el que germinen las ideas o quepa la duda. Un espacio en el que la coexistencia y la relación entre artistas de distintas disciplinas pueda reverberar en algo nuevo. La Praga es, además, un pequeño lugar de tejido de cultura comunitaria. Mediante talleres de iniciación a técnicas teatrales, eventos abiertos a todos los públicos y programación de pequeño formato, apostamos por un modelo de cultura de de proximidad, participativa, en la que la creación y la producción artística genere vínculos y favorezcan la convivencia y el encuentro vecinal. ​ Para lo que necesites péganos un toque que aquí estamos, a la verita del río.
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