No sin mi mesa

Estoy escribiendo desde las gradas de la sala Agustín Magán con el ordenador tambaleándose sobre mis rodillas. Me han quitado la mesa de operaciones y solo me queda una silla con mesita tipo clases particulares. La lucha por la mesa ha sido muy reveladora. Los primeros días usaba una que estaba en la sala y una silla rota que estaba en la sala técnica uno. Ahí empecé a componer los hits de lo que sigue, alternando la mesa con incursiones rítmicas en el espacio.

Llegué al cuarto día de residencia y la mesa no estaba. Me dijo la gente que administra este centro que la necesitaban para exponer los libros malos de los que se deshace la gente en una especie de feria del trueque. COLLE UN E DEIXA OUTRO. Ahí yo solucioné rápidamente cogiendo una que estaba en los camerinos plegable y pum padentro, conseguí establecer mi isla otra vez. En esto que había creado algo interesante que debía ser grabado y no tenía donde apoyar el móvil, así que, fiera de mí, cogí de los camerinos una mesa camilla redonda cubierta de papel de periódico en tiras, tipo mesa caribeña o cosa muy fea que usa la gente de teatro, para apoyar el móvil y grabarme. Ese fue el error, porque la dejé en el ESPACIO y no la devolví a su sitio. Al día siguiente gente que administra este sitio vino a decirme, tan pronto entraba por la puerta quitándome las legañas, que tenía unas normas que cumplir y que no podía usar la mesa redonda feísima que era de otra gente. Le expliqué que no la usaría nunca, más que como apoyo para grabar con el móvil, y que sentía mucho haberme olvidado de meterla en su sitio. Acto seguido, seguí con mi trabajo y, ayer exactamente, que iba a hacer el primer pase de lo que sigue in progress para Manu y Maca, llegué al espacio y había desaparecido la última mesa que estaba en camerinos y que ahora está escondida en algún sitio, porque, según gente que administra este sitio, las personas que están en residencia deberían traer el material que necesitan de casa, que el centro solo deja cosas a usuarios del centro. Y yo me pregunto por qué no soy considerada una usuaria del centro si me paso 8 horas aquí creando, comiendo y bailando. Y fumando en la puerta que da al campo. ¿Qué otra usuaria más legítima tiene este centro en este momento?

Para una artista como yo, éstos son los retos de la pieza y, como buena géminis, me adapto y decido que mi isla será esta silla pupitre y que el ordenador sale de escena porque se resbala en la mesita plegable desnivelada. Con lo cual tendré que aprenderme los textos de memoria, cosa que se me da bien, y no hay por qué hacer que leo si ya me los sé. Así, el espacio escénico preliminar de lo que sigue parece ser: una silla pupitre con mesita integrada de clases particulares, un micrófono con cable bien largo, mi iphone reacondicionado para soltar mi música y, por su puesto, yo.

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