la improvisación

La improvisación es un trabajo transversal, sin estructuras o categorías alienantes que mediaticen el valor en sí mismo del movimiento, sin roles de poder o redes que lo ejecuten, sin jerarquías. Es una realidad de multiplicidades. Una libre circulación, un ir a través ajeno a los sistemas de organización, un espacio lleno, plegado, “un arte no de estructuras sino de texturas” (Baudrillard), sensual y libre de crítica y expectativas hacia el presente. No es un baile (órgano) muerto, es un baile vivo, tanto más vivo, tanto más bullicioso cuanto que ha hecho desaparecer el bailarín (organismo) y su coreografía (organización). El cuerpo lleno sin órganos es una realidad poblada de multiplicidades (Deleuzze y Guattari), asimismo un baile lleno sin movimientos no es un baile vacío y desprovisto de movimientos, sino un baile que se distribuye según fenómenos de masa, siguiendo el movimiento browniano. Un trabajo de improvisación no se opone tanto a los movimientos sino a la organización de los mismos, a la coreografía. Es un trabajo de conexión con lo real, de una acción extensiva, de ampliar límites, no intensiva o hacia dentro.
…en los cuerpos se leen las mentes, alguien que piensa de una manera compleja baila de manera compleja. Los cuerpos modifican el entorno, tienen un tipo de presencia particular que imprimen movimiento al espacio que ocupan. Sentir esas corrientes de forma implica comunicarse a un nivel muy muy sutil. Parece una suerte de sencillo magnetismo o telepatía, que también, pero en realidad no es más que Cinestesia.
…bailar con la sombra de uno mismo se parece bastante a encontrarse con el otro lado, con el recuerdo que uno tiene de los muertos que ha conocido y con la imaginación que cultiva de otros. Bailar poseído por otras entidades, por imágenes -que son seres de acción-, posiciona al bailarín más allá de su ego, de su forma, más allá de su conciencia; se convierte en conciencia. El bailarín desaparece y se convierte en la danza, así cada espectador recibe la información que precisa de la forma que está dispuesto a escucharla.
Arte efímero porque siento respeto por mí mismo, no quiero verme reflejado en algo estático, pues corro el riesgo de pensar que es verdad. Fue verdad pero nada tiene que ver conmigo ahora, nada (hay que tener mucho cuidado con las fotografías que uno guarda). Arte efímero porque escapo del mundo de las apariencias, de las formas, no son la realidad, no son más que una actualización de una verdad que al instante siguiente ya no existe, ya es otra cosa, otro modo de expresión, un río de formas. El movimiento se encuentra atravesando todo eso. La esencia, la acción, lo que vibra y hace vibrar, lo que provoca la constante actualización de las formas, ahí está lo interesante, lo que es la danza, donde se encuentra el contenido que desborda entre las apariencias y que es lo que provoca cambios. Eso es lo que se evidencia al bailar en improvisación, con la conciencia en su sitio, que es un sitio voluble, una conciencia espectador, no un juez, una conciencia que permite que ocurra, que deja espacio, libre, sin ataduras morales. Cada espectáculo tiene su moral, sus leyes y su moneda. Obligarse, empujarse a lo indeterminado provoca historias cargadas de mucha verdad: Obvio, no por ser obvio no quiere decir que esté de más a veces refrescarlo, yo lo necesito a menudo.
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